domingo, 30 de agosto de 2015

Ecuador 76 De volcanes y erupciones


En estos días estamos viviendo una serie de avatares como consecuencia del proceso eruptivo del volcán Cotopaxi.

El Cotopaxi (5.897msnm) es uno de los volcanes activos más altos del Ecuador. Ubicado a menos de 35 Km al norte de Latacunga y tan solo a 50 km al sur de Quito, entró en erupción en agosto de 2015 y por ahora la caída de ceniza está perturbando a pequeños poblados como Pastocalle, Mulaló y Aláquez y ha afectado a las actividades agrícolas y ganaderas de las inmediaciones y la vida cotidiana de la población que habita en sus alrededores. El principal riesgo sin embargo, es la potencial generación de lahares o flujos de lodo en caso de una erupción de mayor magnitud que ocasione la fusión violenta de los glaciares del volcán y cuando las cenizas y piroclastos depositados  por  el proceso eruptivo  sean  movilizados por las lluvias. En esos casos se afectarían no solo las zonas cercanas al volcán sino incluso áreas urbanas de importancia como la ciudad de Latacunga y una serie de poblaciones y zonas residenciales del valle de Los Chillos.

El gobierno nacional ha declarado el estado de excepción y la Secretaría de Gestión de Riesgos está coordinando todo lo referente a prevención, planificación y ejecución de acciones en relación a este fenómeno natural, contando con el apoyo de los científicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Entre otras cosas esa secretaría se ha puesto al mando de las intervenciones interinstitucionales, tanto del los diferentes ministerios y organismos del gobierno central cuanto de los gobiernos locales. Ha asumido entre otras cosas la vocería oficial  para que exista una sola fuente de emisión de informaciones, antes durante y después del evento eruptivo, pues lo peor que puede suceder en estos casos es la existencia de instrucciones dispersas, alarmistas o contradictorias -e incluso malintencionadas- que ocasionen más daños que beneficios, para la población.

En medio de toda esta complicada situación he recordado una serie de acciones que emprendimos en el Centro de Investigaciones CIUDAD en relación a la erupción del Guagua Pichincha en 1989. En esa época no existía un ente rector de riesgos a nivel nacional y los gobiernos locales estaban poco preparados para enfrentar acciones de prevención, planificación de intervenciones y coordinación de acciones en caso de eventos naturales que podían amenazar a la población, a las ciudades y pueblos, a la las instalaciones productivas y a las infraestructuras públicas y los servicios de las zonas potencialmente amenazadas.  

El Guagua Pichincha es también un volcán activo de considerable altura (4.794 msnm) y también se lo cataloga entre los volcanes activos más altos del mundo. La ciudad de Quito se ubica en sus faldas orientales.

Desde 1981 científicos y técnicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, comandados por el ingeniero Hugo Yépez, habían venido monitoreando al volcán y a mediados de agosto de 1998 registraron un considerable incremento de su actividad volcánica.

Ante la eminente actividad eruptiva, los representantes de varias instituciones públicas y privadas nos reunimos para comenzar a coordinar acciones en relación a este evento natural.

Como consecuencia de esas reuniones y sobre la base de la información proporcionada por el instituto Geofísico, Roque Sevilla, Alcalde del Distrito Metropolitano de Quito, declaró el estado de alerta amarilla, el primero de octubre de 1998.

En CIUDAD habíamos establecido un Programa de Prevención de Desastres como una instancia de cooperación y asesoría técnica, que pudiera actuar en estrecha colaboración con agencias de cooperación bilateral, el gobierno nacional, los gobiernos locales, universidades, ONG y organizaciones de la sociedad civil, a efectos de reforzar la capacidad de gestión del riesgo en las ciudades y pueblos.

El programa concentraba su atención en promover y consolidar procesos participativos para la gestión de riesgos, lo cual suponía buscar que el uso y distribución de los recursos existentes fuese eficiente y equitativo y que la movilización de capacidades e iniciativas de las comunidades, las organizaciones privadas y las autoridades locales y nacionales fueran oportunas y eficaces.

En relación a la emergencia, CIUDAD, había establecido relaciones de coordinación y cooperación con varias instituciones locales, nacionales e internacionales como la Oficina de Desastres del PNUD, UNICEF, COSUDE, LA RED (Red de Estudios Sociales para la Prevención de Desastres en América Latina), el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, el propio Municipio del Distrito Metropolitano de Quito y varias ONGs, medios de comunicación y organizaciones sociales.

Nuestro colega Rodrigo Barreto, en representación de CIUDAD, se integró de manera permanente a las reuniones del Centro Especial de Seguimiento (CES) organizado por el alcalde Sevilla para hacer frente  a la erupción del volcán Pichincha.

Consideramos que esta amenaza debía ser vista como una oportunidad para estimular la preocupación y participación ciudadana en relación de los problemas de la vulnerabilidad de la ciudad, los barrios y las familias que habitan en Quito, estimulando la participación activa y solidaria de la comunidad y de las instituciones públicas y privadas en una acción mancomunada tendiente al manejo adecuado del riesgo.

Las actividades que emprendimos en CIUDAD en este periodo estuvieron bajo la responsabilidad de nuestro colega Rodrigo Barreto y se enmarcaron en las acciones previstas en la alerta amarilla: coordinación interinstitucional, capacitación a la población, información y realización de planes de emergencia en el ámbito familiar, comunitario e institucional.

Entre noviembre y diciembre de 1998, con el apoyo de COSUDE, realizamos 6 talleres de formación de capacitadores. Estos talleres estuvieron dirigidos a promotores/as institucionales y funcionarios de ONGs, dirigentes de organizaciones barriales, jóvenes profesionales y dirigentes universitarios que realizan trabajo comunitario en distintos barrios de la ciudad.

Entre los meses de diciembre y marzo de 1999, con el apoyo del PNUD y por solicitud del Municipio, realizamos 12 talleres de formación de capacitadores, dirigido a dirigentes de organizaciones barriales, dirigentes de gremios de comerciantes, representantes de iglesias, ubicadas en zonas de mayor riesgo.

Finalmente, entre mayo y junio de 1999; con el apoyo del PNUD, UNICEF y el Municipio, realizamos 10 cursos, dirigidos a profesores de establecimientos educativos ubicados en zonas de riesgo.

Para todos estos cursos produjimos una serie de materiales didácticos: a) Guía de capacitación "Los desastres no son Naturales": (criterios y recomendaciones sobre las erupciones volcánicas, historia del volcán "Guagua Pichincha" y posibles escenarios en caso de erupción); b) Módulo de capacitación "Guía para la organización comunitaria ante una   eventual   erupción del volcán Guagua Pichincha": (con énfasis en la realización de planes de emergencia para el ámbito local); c) Vídeo "Disminuyendo el riesgo volcánico", Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, CIUDAD, PNUD, MDMQ. Diciembre 1999; d) Vídeo "El volcán y nosotros: Que hacer  y cómo actuar  en caso de emergencia".  UNICEF, PNUD, MMQ, CIUDAD,   Instituto   Geofísico   de   la Escuela Politécnica Nacional.  Mayo, 1999;  e) Croquis sectorizados del "Mapa de Zonas de riesgo por flujos de lodo y escombros" producido por el Departamento de Hidráulica y el Instituto Geofísico de la  Escuela Politécnica Nacional; f) Afiches y g) Trípticos informativos.

En años anteriores en CIUDAD habíamos producido dos cartillas de difusión de información que tuvieron gran acogida por la forma sencilla y clara de presentar la información: a)  "Recomendaciones  para  atenuar el peligro de vivir en laderas''. CIUDAD. INTERMON, UNION EUROPEA. 1998 (2 ediciones, 4.000 ejemplares) y b) ''Recomendaciones  técnico constructivas para mitigar riesgos sísmicos". CIUDAD, INTERMON, UNION EUROPEA. 1998 (Una edición, 1.500 ejemplares).


Para las actividades de capacitación que emprendimos, nos propusimos generar cartillas semejantes en referencia a la eventual erupción del volcán Pichincha y nos lanzamos a publicar dos: a) "El volcán y nosotros: Que hacer y cómo actuar  en  caso  de emergencia". CES, MDMQ, PNUD, CIUDAD, UNICEF, 1998    (Primera edición, 1.000 ejemplares) y b) "Guía para maestros y maestras de escuelas y colegios en caso de erupción del volcán" CES, MDMQ, PNUD, CIUDAD, UNICEF. 1998   (Primera edición, 1.000 ejemplares).

El éxito de esas publicaciones fue tal que nos propusimos hacer una edición con un tiraje mayor para llegar a un público más amplio y cubrir la demanda de información de las organizaciones sociales y de las instituciones del Estado que no tenían en esos años ninguna instructivo claro de cómo proceder frente a una emergencia de esa naturaleza. 

Así fue que editamos la Cartilla de Información titulada “Erupción: ¡Preservemos nuestras vidas!” – “Qué hacer ante una posible erupción del Pichincha”.


La responsable de la compilación fue Silvana Ruiz, colega y actual Directora de CIUDAD. El contenido de la cartilla se estructuró sobre la base de materiales existentes en centro de documentación de CIUDAD, informaciones de diversos medios de comunicación y recomendaciones del Centro Especial de Seguimiento (CES), FONSAL, UNICEF, la Oficina de desastres del PNUD y del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

Jorge García contribuyó con las ilustraciones y lanzamos la cartilla el 08 de octubre de 1998 (apenas una semana después de la declaración de alerta amarilla) con un tiraje récord de 20.000 ejemplares.

En la presentación que escribí para esa edición manifestaba que habíamos tomado la iniciativa de contribuir a la información de los riesgos ante una eventual erupción del volcán Pichincha, mediante la elaboración y difusión de aquella cartilla que recogía recomendaciones para atenuar los impactos en la población de este tipo de evento natural.

Señalaba que era importante que la población de Quito, sobre todo aquella más vulne­rable o que puede estar sometida a mayores condiciones de riesgo, conozca con exactitud qué hacer antes, durante y después, de una erupción y terminaba acotando que esa tarea había sido acogida con buenos ojos por una serie de Instituciones amigas que se sumaron a la iniciativa: CIUDAD, PNUD, UNICEF, BILANCE, Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, Plan Internacional, CAAP, Acción Ecológica, y Fundación Mariana de Jesús. Gracias a ellos fue factible la publicación y difusión de esas recomendaciones.

El contenido de la cartilla incluía una introducción sobre los antecedentes y la situación actual de la actividad volcánica del Pichincha; un capítulo sobre los posibles escenarios en el caso de erupción; información sobre lo que significaba las alertas blanca, amarilla, naranja y roja. Luego se puntualizaba información y recomendaciones sobre ¿quiénes deben evacuar?, ¿a dónde evacuar?, ¿a quién escuchar y creer?, precauciones para proteger la salud, precauciones en la vivienda, el barrio y la ciudad y terminaba  con una serie de recomendaciones básicas y un anexo con el significado de algunos términos técnicos y una lista de teléfonos de emergencia (CES, defensa civil, 911, bomberos, cruz roja, policía, empresa eléctrica, EMASEO, etc.).

La cartilla tuvo una formidable acogida, recibimos solicitudes de cientos de ejemplares para las campañas de información, difusión y capacitación emprendidas por múltiples instituciones. Rápidamente se agotó el tiraje inicial, así que doce días después, el 20 de octubre de 1998, lanzamos la segunda edición con un tiraje también de 20.000 ejemplares y dos meses después, el 29 de diciembre 1998, salió de la imprenta la tercera edición con un tiraje de 15.000 ejemplares.


En la división de tareas  que asumimos las instituciones vinculadas a todas estas iniciativas, en CIUDAD asumimos el reto de la organización de la comunidad como una de las acciones indispensables frente a la eventual erupción del Guagua Pichincha.

Para ese objetivo nos propusimos editar otra cartilla que fue de mucha utilidad para los diálogos y procesos de capacitación con las organizaciones comunitarias. Rodrigo y Silvana se encargaron de la compilación y lanzamos la cartilla de información "Guía para la organización comunitaria ante una eventual erupción del volcán Guagua Pichincha", editada por CIUDAD con el apoyo del PNUD, el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional y el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. 


La cartilla salió de la imprenta el 29 de enero de 1999 con un tiraje de 15.000 ejemplares.



En la presentación que escribí, señalaba que frente a la declaratoria de Alerta Amarilla por la inusitada activación del Guagua Pichincha, el Centro de Investigaciones CIUDAD tomó la iniciativa de contribuir a la información de los riesgos ante una eventual erupción del volcán, mediante la elaboración y difusión de la cartilla “Erupción: ¡preservemos nuestras vidas!”, la cual gracias a la colaboración de numerosas instituciones nacionales e internacionales se había publicado en tres ediciones con un tiraje total de 55.000 ejemplares.

Señalaba luego que con el apoyo del PNUD, el Municipio Quito y el Instituto Geofísico de Politécnica, poníamos a disposición de los sectores potencialmente más vulnerables esa segunda cartilla con la finalidad de contribuir a que la población disponga de elementos y criterios adicionales para enfrentar de la manera más adecuada esa amenaza.

Terminaba manifestando que desde una visión positiva ante la situación que estábamos viviendo, nos habíamos planteado el reto de transformar las amenazas del volcán, en fortalezas, a través de la participación activa y solidaria de la comunidad y de las instituciones públicas y privadas que en acción mancomunada buscábamos contribuir al manejo adecuado del riesgo.

En la cartilla se sintetizaban importantes temas: unos referidos al evento eruptivo: Los desastres no son naturales y pueden ser prevenidos; la posibilidad de “intervenir ahora” para disminuir el riesgo de un posible desastre; las erupciones volcánicas; el significado de las distintas alertas; el Guagua Pichincha: antecedentes y situación actual; posibles escenarios en el caso de una erupción del Pichincha. Venían luego un conjunto de temas sobre organización y participación: La participación ciudadana; el rol de las organizaciones sociales; el comité local de emergencia; el plan de emergencia vecinal; “informar, comunicar, difundir y capacitar” y la coordinación con distintos organismos e instituciones. Finalmente se incluía una lista de instituciones vinculadas a la emergencia y sus teléfonos  así como una bibliografía básica sobre la temática de la cartilla.

Esta cartilla también se agotó casi enseguida, pero ante la inminente erupción del volcán que había incrementado su actividad interna, decidimos más bien lanzar una cuarta edición de la cartilla “Qué hacer ante una posible erupción del Pichincha”, que salió de la imprenta el 29 de septiembre de 1999, con un tiraje también de 20.000 ejemplares y apenas una semana antes de la gran erupción del 07 de octubre de ese año.


Desde la declaratoria de alerta amarilla había transcurrido exactamente un año, las instituciones que estaban apenas preparadas para enfrentar ese fenómeno natural tuvieron tiempo de organizarse, capacitar e informar con claridad las medidas de prevención y de seguridad ante ese tipo de evento. Nosotros contribuimos de la mejor manera a ese propósito. 


En estos días se ve que estamos más preparados a nivel institucional para informar, prevenir, capacitar y actuar ante una erupción como la que enfrentamos ahora con la activación del Cotopaxi.

Es lamentable sin embargo que en ciertos medios de comunicación se siga hablando por ejemplo de “desastres naturales” cuando ya en nuestras cartillas y en los cursos de capacitación que dictamos 16 años atrás, se señalaba claramente que “los desastres no son naturales y pueden ser prevenidos”.

Los “desastres” entendidos como pérdidas cuantiosas de vidas humanas y daños de equipamientos, edificaciones e infraestructuras, ocurren cuando en un momento y un lugar específico concurren dos factores: la presencia de un evento, sea éste natural u ocasionado por el hombre (antrópico) y  la presencia de una población vulnerable ante estos eventos o fenómenos.

Los “eventos o fenómenos naturales” son resultado de procesos de movimiento y transformación de la naturaleza, ocasionados por lluvias, inundaciones, deslizamientos, terremotos, erupciones volcánicas, etc.

Los “eventos o fenómenos antrópicos”, son aquellos producidos por la acción del hombre: por la contaminación del ambiente, por la irracional explotación de los recursos naturales renovables y no renovables, por guerras, por accidentes con substancias químicas peligrosas, etc.

La “vulnerabilidad” se refiere a la fragilidad de la población para soportar una amenaza (la vulnerabilidad tiene que ver con las condiciones específicas de vida económica, social y cultural).

La posibilidad de que ocurra un desastre -dadas las condiciones de vulnerabilidad específica de una población- se conoce como “riesgo”, a mayor vulnerabilidad mayor riesgo. Podemos disminuir el riesgo interviniendo en las condiciones de vulnerabilidad de la población.

De ahí la importancia de las tareas de información, de capacitación y los simulacros que las autoridades están emprendiendo actualmente. Lo propio acontece con la ubicación de zonas seguras, la conformación de albergues y sitios de acogida para la población que deba ser evacuada. La gestión de los riesgos apunta justamente a evitar posibles desastres al actuar de forma organizada, participativa y solidaria ante las amenazas de la naturaleza.

Esperemos que la reactivación del Cotopaxi no pase a mayores, con la emisión de ceniza está ya causando muchos problemas pero sería dramático un proceso eruptivo más fuerte que pueda ocasionar lahares y daños incuantificables. En ese caso la gestión de riesgos debe apuntar -como se lo está haciendo- a preservar las vidas humanas, aun si la afectación a los bienes materiales no pueda ser controlada pues por años se ha construido en zonas de alto riesgo y la vulnerabilidad de esos asentamientos es enorme.