Como ya he relatado en diversos
relatos precedentes, desde diciembre de 2006 hasta mediados de 2010 el
Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomo a su cargo la administración integral del
Parque Metropolitano Guangüiltagua tras haber ganado un concurso convocado por
el “Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.
Cuando recibimos el parque una de
las primeras cosas que hicimos fue realizar un recorrido por su territorio para
conocer todas sus particularidades, sus quebradas, sus bosques, sus
construcciones, sus equipamientos, sus
instalaciones y a sus moradores.
Planificamos muy bien ese
recorrido de acercamiento y familiarización pues el parque Guangüiltagua tiene
casi 600 hectáreas y era imposible recorrerlo en un solo día. Con ayuda de un
plano estructuramos 7 áreas de entre 60 y 90 hectáreas para hacer recorridos a
pie en una semana completa.
Realizamos esos recorridos en
compañía de los miembros las dos microempresas que colaboraban con nosotros en
la gestión del parque… la Microempresa de Guardabosques a cuyos integrantes
conocíamos como “los Pumas”, y la Microempresa que se encargaba de las
actividades de jardinería, limpieza y mantenimiento, a cuyos miembros
llamábamos “los Ashintacos”.
Buena parte de ellos vivían en la
“Comuna Miraflores” ubicada al interior del parque; por tanto, conocían sus
bosques, quebradas, recovecos y senderos, como la palma de su mano… conocían
leyendas, historias y anécdotas sobre ese enorme territorio, sobre sus
moradores, animales, árboles y plantas.
Para nosotros fue muy interesante
hacer esos recorridos con Pumas y Ashintacos pues pudimos darnos cuenta de
cuánto amaban y conocían el parque; muchos incluso habían nacido y se habían
criado allí, lo habían recorrido “de cabo a rabo” desde niños y luego de
adultos desempeñando su trabajo… era maravilloso escucharles relatar toda sus experiencias
y vivencias.
Muchos de esos recorridos eran
verdaderamente agotadores, pues caminábamos el día entero, cubriendo todo el
territorio, para familiarizarnos con todos los detalles de cada zona del
parque.
En esas visitas pudimos verificar
que en el parque existían una diversidad de construcciones de todo tipo, varias
que podían ser utilizadas a pesar de requerir alguna intervención de mantenimiento
o de reparaciones menores y otras cuyo uso era imposible por el lamentable
estado en el que se encontraban pues habían permanecido abandonadas por muchos
años.
Una de las propiedades más
importantes que fueron expropiadas para la conformación del Parque
Metropolitano fue la Hacienda Miraflores que perteneció a la familia Donoso.
En el quinto día de nuestros recorridos
por el parque, pudimos conocer buena parte de lo que fue esa propiedad y sobre
todo, pudimos ingresar a la vieja casa de la hacienda y visitar lo que fueron
sus jardines; todo se hallaba en un estado de lamentable deterioro. Incluso uno
de los grandes árboles se había desraizado y se encontraba tendido como una
gigantesca escultura natural.
La Casa de la Hacienda estaba a punto de colapsar; su cubierta de teja soportada sobre estructurar de madera, estaba muy deteriorada.
A pesar de que el Municipio en
algún momento la había cubierto con una estructura provisional de pingos de
eucalipto y láminas corrugadas de zinc, el descuido y las goteras habían hecho
lo suyo… el clima y el abandono siguieran deteriorando las paredes y la
cimentación, la casa, una magnífica construcción de adobe con las
características de las casas de la sierra ecuatoriana podía derrumbarse en
cualquier momento.
Los espacios interiores habían soportado
por años, la acción destructiva de todo tipo de vándalos. Según relataban los
moradores de la Comuna Miraflores la casa era usada en ocasiones como guarida
de ladrones y en otras como sitio de reunión de jóvenes descarriados que en las
noches se concentraban allí para beber alcohol, consumir drogas e incluso para
hacer extraños rituales de los que nadie quería hablar ni explicar nada.
Como conté en un relato anterior,
una ocasión recibimos la visita de la señora Lucia Donoso, hija del último
propietario de la Hacienda. Yo no estuve presente pero Lady Franco que
colaboraba con nosotros en el “Centro de Información y Servicios Generales”,
tuvo la oportunidad de recibirla y acompañarla en una visita a la Casa-Hacienda
cuando ya habíamos emprendido los trabajos de restauración.
Según la señora Donoso, después
de la expropiación, ella solo había regresado en una ocasión anterior a la
casa… y con pesar había podido verificar que: - “…cuando la casa estuvo abandonada, habían destruido todo…”
“Venían grupos a hacer misas negras… en las paredes se veían dibujos muy
miedosos, por dentro y por fuera...”
Esa información fue corroborada por
alguna otra persona que participó en esa visita, quien reiteró:
“…en las paredes se podían ver dibujos horribles, diablos negros… cabezas
con cachos, muy feos…”
Pero volvamos al relato que nos
ocupa.
Durante nuestro recorrido con
“Pumas y Ashintacos”, efectivamente pudimos verificar todos esos daños.
A más del visible deterioro de
las paredes y de la cubierta, los vidrios estaban destrozados, muchas ventanas
y puertas estaban destruidas o habían sido arrancadas de su marcos, las duelas
de los entablados de los pisos habían sido desgarradas por todas partes -según explicaron
nuestros acompañantes- en busca de supuestos “entierros” (la gente cree que en
toda casa vieja, existen “tesoros enterrados”)…
Dimos una vuelta por los
exteriores y luego no aventuramos por las habitaciones.
El recorrido no era
fácil pues los pisos presentaban huecos y restos de materiales por todo lado;
la penumbra y -en algunos casos la obscuridad- reinante en todos los ambientes
hacía más dificultoso nuestro desplazamiento… además, la visita parecía más
complicada, por lo tétrico del ambiente que se respiraba en ese sito por los
dibujos y un aire gélido que se sentía por las corrientes de aire y la humedad
reinante.
Estábamos desplazándonos
despacio, con cuidado y con miedo…cuando de pronto nuestra colega Mayra Calderón
quien trabajaba con nosotros como responsable de los temas culturales y
recreativos…dio un grito estridente.
No fue un alarido de pánico, ni
un prolongado grito de terror… fue simplemente un “¡ay!, súbito, corto y de
tono muy agudo…
Como la penumbra impedía darnos
cuenta de nada… salimos en confuso tropel…primero para averiguar qué le había
acontecido y poder socorrerla, pero también por un pánico general que nos
envolvió a todos…
En brevísimos instantes abandonamos
la casa y todo el grupo se encontró en el patio alrededor de Mayra.
Ella no decía nada pero tenía el
cuello absurdamente torcido, con la cabeza como recostada sobre su propio
hombro… no podía volverla a la posición vertical y tenía un rictus de dolor en
su cara. No se quejaba pero lloraba con copiosas lágrimas… de tanto en tanto,
repetía: -¡me duele, me duele!
Los Pumas tenían consigo su
botequín de emergencias y alguno de sus líderes, no recuerdo si Eddy Guamán u
Oscar Legña, comenzó a tratar de enderezar su cabeza y hacerle masajes con alguna pomada que tenía
en su mochila…
A cada movimiento, el dolor de
Mayra aumentaba más y más… su cara daba muestras de que efectivamente sufría y
nuevamente repetía: -¡me duele, me duele!
Me decidí a intervenir.
(Como ya he relatado anteriormente
yo practico aquel arte japonés de imposición de la mano conocido como Mahikari…
que básicamente consiste en la trasmisión de energía a través de la palma de la
mano, que llega a quien la recibe y purifica su cuerpo, su mente y su espíritu…)
Pedí a Mayrita que mantuviera los
ojos cerrados. Realicé tres palmadas de forma secuencial y sonora y recité con
voz fuerte, firma y grave, una oración en japonés conocida como “Amatsu
Norigoto”… la entonación dura casi dos minutos y se la realiza con ritmo
continuo y enérgico…casi como un torrente.
De inmediato elevé la mano
derecha y la coloqué como direccionando la energía hacia la frente de Mayra…
casi de inmediato dejó de llorar, poco a poco su cara de dolor fue cambiando a
una evidente expresión de paz y serenidad.
Luego de diez minutos le pedí que abriera nuevamente los ojos y que tratara de poner su cabeza en posición normal…
Luego de diez minutos le pedí que abriera nuevamente los ojos y que tratara de poner su cabeza en posición normal…
Lo hizo sin dificultad alguna. Ya
no le dolía nada… Me abrazó agradecida… todos miraban la escena como embobados,
con la boca abierta y los ojos desmesuradamente fijos… sin entender nada.
A partir de ese momento gané
puntos en mi relación con el personal del parque… nadie había visto nada
parecido…. Se rompió una suerte de barrera invisible que sentíamos entre el
personal del equipo técnico y los miembros de las dos microempresas… a partir
de esa extraña experiencia la relación se hizo fluida y de total confianza.
Al día siguiente vino a verme
Esteban Oviedo que trabajaba con nosotros como responsable de los temas
ambientales… quería hablar conmigo en privado… salimos de la oficina y dimos
una vuelta por el exterior.
Me dijo que no sabía cómo
decirme... se dio mil vueltas, pero al fin se atrevió a contarme algo sumamente
curioso.
Según Esteban, el momento que
Mayra enderezó la cabeza luego de recibir el okiome (así se llama la imposición
de la mano que hacemos en Mahikari), algo salto del cuello de Mayra al cuello
de Esteban…
Según me dijo, sintió un agudo
dolor y una suerte de entumecimiento… como un tortícolis muy fuerte…
Casi no había podido dormir a
pesar de haber tomado un fuerte analgésico y desinflamante… quería ver si podía
hacerle lo mismo que le había hecho a Mayra… pero me advirtió que él no creía
en nada de eso… ni en energía, ni en fantasmas, ni en nada…
Le comenté que eso no interesaba
puesto que este asunto no tenía nada que ver con ideologías o creencias...
Le pedí que mantuviera los ojos
cerrados. Realicé tres palmadas de forma secuencial y sonora y recité con voz
fuerte, el “Amatsu Norigoto”….
De inmediato elevé la mano
derecha y la coloqué como direccionando la energía hacia su frente… Luego de
diez minutos le pedí que abriera nuevamente los ojos y que tratara de poner su
cabeza en posición normal…
Lo hizo sin dificultad alguna. Ya
no le dolía el cuello…
¿Cómo será?, ¿no?....
Como ya conté, un entendido en
estos temas decía: “¡Yo no creo en los fantasmas!... pero, que existen,
¡existen!...
Pero, volvamos al tema de la Casa-Hacienda
Miraflores.
Luego de nuestros recorridos por
el Parque y de estas sorprendentes experiencias fui a visitar a mi amigo Carlos
Pallares, director del FONSAL y le describí la situación solicitándole una
intervención urgente de ese organismo para salvar este bien patrimonial de la
ciudad. Carlos encargó la planificación de la intervención a la arquitecta
Esperanza Fonseca y se procedió a la contratación de la construcción y
fiscalización con mis buenos amigos los arquitectos Carlos Andino y Ximena
Vela.
La restauración de la Casa de la
Hacienda Miraflores concluyó en el mes de diciembre de 2007 y el 20 de ese mes se
efectuó una inspección interinstitucional conjunta, para la firma del acta de
entrega-recepción.
En esa actividad me acompañaron Esperanza,
Carlos, Ximena, Marcela Echeverría de “Vida para Quito”, Jorge García, Catalina Paredes, Mayra
Calderón y varios otros colegas del equipo técnico del Consorcio.
Nuestra colega Lady Franco nos
contó (al relatarnos los pormenores de la visita de la señora Lucía Donoso a la
Casa-Hacienda en el mes de agosto) que esta amable dama se emocionó hasta las
lágrimas al ver la casa y constatar lo linda que estaba quedando como fruto de
su restauración.
Al final de la visita la señora
Donoso agradeció las atenciones y la preocupación que habíamos tenido para “no
dejar destruir” la Casa-Hacienda de su mayores, comentando luego: - “Ellos
también deben sentirse muy contentos”…
Parece que así fue, pues en las
fotografías que sacamos en el acto de entrega-recepción de la casa restaurada,
estuvimos todo el tiempo rodeados de relucientes “orbs” o esferas de luz.
Las personas que defienden las
explicaciones de este tipo de fenómeno desde lo paranormal afirman que los “orbs” son entes de otra dimensión,
espíritus, ectoplasmas, formas o entidades del mundo espiritual. No faltan
aquellos que defienden a los “orbs” como seres superiores y quienes dan unas
explicaciones un tanto más científicas dicen que se trata de concentraciones de
energía o de formas de electricidad que al ser perturbadas por la lluvia, el
rocío, la humedad atmosférica, o por algún tipo de campo eléctrico o
electromagnético se condensan -o evidencian- como partículas luminosas…
Algunas explicaciones más
cartesianas dicen que el fenómeno puede tener su origen en polvo, gotas de agua,
partículas en suspensión, e incluso polen o insectos diminutos que con la luz
del flash se distorsionen y salen en las imágenes fotografiadas como esferas
luminosas inexplicables.
Nadie sabea ciencia cierta qué mismo
son los “orbs” pero ese día decenas de ellos nos rodearon a todos; particularmente
a Mayra que tiene una gran afinidad para atraer ese tipo de cosas.
¿Cómo será?, ¿no?....
Como ya lo dije antes, “¡Yo no
creo en los fantasmas!... pero, que existen, ¡existen!...