¿Axel Rudin?
¿Quién es Axel Rudin?
Vayamos de a poco...
El 24 de noviembre de 2015 diario El Comercio publicó una notica referida a que Carlos Sevilla, director técnico del Deportivo Quito, había invitado al sanador sueco Axel Rudin para que levantara la moral del equipo.
¿Quién es Axel Rudin?
Vayamos de a poco...
El 24 de noviembre de 2015 diario El Comercio publicó una notica referida a que Carlos Sevilla, director técnico del Deportivo Quito, había invitado al sanador sueco Axel Rudin para que levantara la moral del equipo.
“El director
técnico en su afán de levantar el ánimo del equipo, invitó al complejo del
Deportivo Quito a un motivador y sanador espiritual. Axel Rudin, identificado
con la camiseta azulgrana, fue quien abrió la jornada con su charla y su buena
vibra. Los jugadores aprovecharon los 20 minutos que duró la charla para
gritar, orar y sacarse las malas energías acumuladas durante las últimas
semanas.
Rudin ya
conoce a los jugadores. Trabajó con ellos en el viaje que hizo la plantilla a
Puerto Quito, con el objetivo de aislarse de la crisis y concentrarse para el siguiente
partido.”
Diario Últimas Noticas también publicó una nota en relación a esa
visita el miércoles 25 de noviembre:
El diario
daba cuenta de los problemas que estaban atravesando los jugadores del
Deportivo Quito ante la penosa situación financiera del club y señalaba que Carlos
Sevilla, había invitado al motivador sueco Axel Rudin a que imparta una charla a
los jugadores.
La nota
señalaba que ese tipo de actividades resultaban necesarias ante la angustia de
los jugadores pues el equipo estaba en último lugar de la tabla y las deudas lo
tenían comprometido con el descenso a la Segunda Categoría, cosa que
efectivamente aconteció en días pasados.
Estos acontecimientos
referidos al sanador sueco me han hecho recordar una serie de avatares que
tuvimos que enfrentar varios años atrás por la presencia de este personaje en el
Parque Metropolitano Guangüiltagua.
Como ya he relatado en
múltiples ocasiones el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la
administración integral del Parque Metropolitano Guangüiltagua, desde diciembre
de 2006 hasta agosto de 2010, tras ganar un concurso convocado por el
“Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.
Todavía estábamos
fresquitos en esas funciones y apenas habíamos comenzado a familiarizarnos con
todos los problemas y complejidades de nuestras tareas, cuando a mediados de
abril de 2007, debe haber sido el martes 17 o el miércoles 18, asomaron por
nuestras oficinas varias personas que se identificaron como miembros de una
agrupación espiritual denominada “Centro de Desarrollo Integral” (CDI).
Venían para confirmarnos
que un evento de sanación con la presencia del guía espiritual Axel Rudin,
tendría lugar en el Parque, el domingo 22 de abril de ese año; es decir apenas
cuatro o cinco días más tarde.
Nosotros no teníamos ni la
menor idea de ese evento así que les pedimos mayores detalles e información al
respecto.
Al parecer la
administración anterior del Parque había autorizado la realización de aquel
acto masivo, pero nadie nos había informado nada al respecto. Nos enseñaron una
serie de cartas solicitando autorización para el evento y las comunicaciones de
la Dirección de Parques y Jardines del Municipio autorizándolo.
Cuando nos enteramos de los
detalles y pormenores casi nos da un soponcio colectivo a todos los integrantes
de nuestro equipo.
Nos contaron que esperaban
la presencia de cientos -incluso de miles- de personas. Muchos visitantes llegarían
de provincias en buses y vehículos particulares, aunque la mayoría vendrían de
todos los barios de Quito y de los valles vecinos en todo tipo de transporte…
pero se debía prever acceso fácil para personas con discapacidades y enfermos con
dificultades de movilidad autónoma, pues en eventos semejante organizados con
la presencia de Rudín, era frecuente que buscaran acercarse al sanador personas
con muletos, sillas de ruedas, bastones y andadores, sin contar a otros
enfermos que llegaban en ambulancias, camionetas o en brazos de sus familiares
y allegados.
Desde que nos hicimos cargo
del Parque, una de las tares más difíciles que enfrentamos fue tratar de que
los visitantes respetaran las normas establecidas para ese parque-bosque.
Habíamos establecido que se prohibía la circulación vehicular en el parque;
habíamos habilitado y mejorado los parqueaderos existentes y teníamos previsto construir
uno nuevo.
También habíamos prohibido el uso de equipos de amplificación y la
música estridente para garantizar el derecho de las personas de disfrutar de la
naturaleza en paz.
En fin
…
Y ahora… nos topábamos con esa suerte de “autorización heredada” que
posibilitaba un acto público con miles de asistentes, amplificación y música que
se iba contra todas las normas que nosotros mismo habíamos impuesto.
Además el tiempo se venía
encima… no podíamos cancelar el evento pues los organizadores en uso del permiso
que les habían otorgado, ya habían convocado a los interesados a través de
anuncios en diversos medios y habían dado entrevistas en medios televisivos,
escritos y radiales.
Aunque negáramos la
autorización para el acto, la gente igual iba a llegar y nos veríamos abocados
a un problema adicional, los reclamos de cientos de personas defraudadas y
frustradas…
No nos tocó otra salida que
autorizar el evento y trabajar a rompe-cincha para garantizar la accesibilidad,
la logística, la circulación vehicular y peatonal internas, la información, la
seguridad, el control, la atención de emergencias médicas, el abastecimiento de
agua, la protección ambiental, la dotación de baterías sanitarias y la
recolección de desechos para salir del aluvión de personas que iban a llegar
convocados por la novelería, la curiosidad o la fe en este sanador con pinta de
Jesucristo contemporáneo.
El domingo 22 llegamos al
parque como a las cinco y media de la mañana, creíamos que teníamos todo
preparado y bajo control…
Sin embargo los
acontecimientos casi no desbordan… fue una jornada dramática que nos dejó
experiencia y grandes enseñanzas.
Tuvimos la presencia de
entre cuatro y cinco mil personas que como habíamos previsto llegaron desde muy
temprano en la mañana a pie y en todo tipo de vehículos.
Las vías próximas al parque
colapsaron, cosa igual aconteció con la única calle de acceso a nuestros
parqueaderos, nadie quería dejar el carro lejos y caminar… de ser posible aspiraba
a llegar en su vehículo hasta los pies mismos del sanador.
Nuestros guardabosques se
vieron casi desbordados con la cantidad de vehículos que pugnaban por llegar al
lugar previsto para la concentración de todos los asistentes a esta actividad
totalmente inusual en el Parque.
Habíamos previsto que el
acto se llevaría a cabo en la explanada conocida como “la laguna”, un lugar
relativamente plano, cubierto de césped, donde la gente solía realizar
actividades deportivas, por ser el único espacio que podía dar cabida a tanta
gente sin afectar al bosque, la vegetación o a las actividades normales de los
usuarios del Parque.
Los organizadores armaron
el día anterior una tarima móvil y una carpa para proteger del sol al sanador,
a los equipos de amplificación y los parlantes, pero en esa zona no disponíamos
de instalaciones eléctricas, así que tuvimos que planificar un operativo
mediante el traslado e instalación de voluminosos rollos de alambre para traer
la corriente desde el transformador más próximo, hasta la tarima preparada.
No teníamos forma de garantizar
protección del sol o de la lluvia a los asistentes. Muchos llegaron con sus
propios paraguas, gorras y sombreros pero la mayoría resistió el calor del
medio día de forma estoica y resignada.
Para garantizar la
hidratación de la gente -niños, mujeres, enfermos, ancianos- habíamos solicitado
botellones de agua a la EMAAP-Q -la Empresa
Metropolitana de Agua Potable- pero la dotación que nos enviaron se terminó casi de
inmediato, tuvimos que comprar agua en recipientes de dos galones y repartir
a los calcinados visitantes gracias a la colaboración de nuestros guardabosques.
Habíamos alquilado varias
baterías sanitarias móviles pero las cinco o seis que instalamos resultaron
totalmente insuficientes para un público que desbordó totalmente el cálculo de
los asistentes previstos para aquel acto.
Felizmente habíamos
conseguido que la policía nacional nos enviara un piquete de uniformados para
garantizar la seguridad del público y aquel personal debió ocuparse de
organizar las filas y las prioridades para el uso de las baterías sanitarias.
Felizmente también habíamos
solicitado también un contingente de guardias municipales que nos fueron de
gran ayuda pues nuestros pocos guardabosques libres no habrían podido
garantizar la seguridad del sanador y su séquito, todos los asistentes querían
tocar y recibir la bendición de Rudin casi de forma personal… los efectivos de
seguridad tuvieron que rodear la tarima e impedir que la gente se aproxime por
el riesgo de que el tinglado se desbaratara ocasionando heridos y contusos.
Como a media tarde el acto
terminó y la gente comenzó a retirarse de a poco, satisfecha y tranquila…
Al final del día hicimos
una evaluación de todo lo acontecido.
Creíamos que habíamos
salido bastante bien librados.
Pero no todo concluyó aquel
día.
Tuve que enfrentar una
campaña dura por la prensa y en varias entrevistas radiales… los usuarios
cotidianos del parque, no aprobaron en absoluto la organización de este evento
de sanación y se quejaron y reclamaron con toda razón.
El 29 de abril, diario El
Comercio publicó una carta firmada por el señor Saadin Solah Ferri, en la que
dejaba por los suelos al Municipio, a la Corporación “Vida para Quito” y a
nosotros por el acto de Axel Rudin.
La carta se titulaba “Negligencia
municipal” y rezaba así:
“El
domingo pasado muchos quiteños fuimos testigos de un espectáculo
inaudito. La administración del Parque Metropolitano permitió el ingreso
indiscriminado de vehículos tanto de automóviles como buses, los cuales se
ubicaron en los prados y áreas verdes más vulnerables del parque luego de copar
los parqueos. Lo increíble de este hecho es que los autos ingresaron porque se
había organizado una ‘sanación’ pública autorizada por los administradores del
parque y dirigida por un supuesto ‘sanador’ barbado y vestido con túnica, como
si fuera un personaje bíblico.
El
Parque Metropolitano de Quito no puede ser usado para efectuar actos públicos y
peor actos bochornosos como el de este domingo donde un supuesto santón
extranjero se aprovecha de la desesperación de la gente que acude en números masivos
y destruye la naturaleza con la venia de los que están llamados a cuidar y
proteger las áreas verdes del Parque Metropolitano.
El
control y cuidado que ejerce la actual administración deja mucho que desear; incluso
se permitió el ingreso de buses a las áreas verdes.
Todo
esto pone en duda el criterio de los administradores del parque. La Alcaldía y
la Corporación Vida para Quito deberán corregir este error y entregar la
administración a personas con mejor criterio y formación así como determinar
parámetros de control claros, para evitar el ingreso excesivo de vehículos, la
realización de actos masivos y para evitar que el maravilloso Parque Metropolitano se destruya”.
Hablé de inmediato tanto
con el alcalde Moncayo cuanto con Andrés Vallejo, Gerente de “Vida para Quito”,
para informarles de que este acto no había sido organizado por nosotros y de
todos los esfuerzos que debimos realizar para que la presencia masiva de tanta
gente se haya podido producir sin mayores inconvenientes a pesar del cortísimo
tiempo que tuvimos para planificar y enfrentar todo aquel enredo.
Hablamos también de la
carta de Saadin Solah quien, según me enteré, era el propietario de la conocida
empresa llamada TVentas.
Quedamos en que convenía
tratar de aclarar las cosas mediante el diálogo. Esa misma tarde llamé a
TVentas y pedí hablar con Solah. Cuando se acercó al teléfono le expliqué
quien era y el motivo de mi llamada, mencionándole que me parecía indispensable
que pudiéramos conversar para aclarar los temas que él planteaba en su carta a
los lectores de El Comercio: tanto lo referido a la hecatombe generada por la
presencia de Rudin en el Parque, cuanto -y sobre todo- respecto a los
comentarios desproporcionados que en su reclamo había vertido sobre nosotros y
nuestro trabajo en el Parque.
Le agradó que hubiera
tenido la iniciativa de llamarle y me ofreció pasar a visitarme para poder
conversar.
Un par de días después,
efectivamente cayó por nuestras oficinas. Me reuní con él por más de dos horas.
Conversamos de muchas cosas; comencé por supuesto, por el acto masivo que fue
un “evento heredado” y le conté de nuestro plan de trabajo para la gestión del Parque
con muchos detalles, usando la propuesta con la que habíamos ganado el concurso
para la administración del Metropolitano.
Le conté sobre nuestros
planes para el manejo ambiental, el cuidado del bosque, las acciones previstas
en relación a temas culturales, deportivos, recreativos y turísticos, la
utilización de ese espacio público como un medio para mejorar la convivencia,
la educación ciudadana y las relaciones entre las personas. Charlamos de lo que
pensábamos emprender para mejorar la seguridad, el mantenimiento, el aseo, la
recolección de desechos, la presencia de vehículos, los parqueos y muchas otras
cosas.
El por su lado me entregó
generosamente una serie de sugerencias y recomendaciones que acepte de buena
grado.
Fue una muy buena reunión.
Al salir nos disculpamos mutuamente, yo a nombre de nuestro equipo, por las
molestias generadas con ese acto masivo y él por los términos de su carta que
autocalificó de apresurados.
Dos o tres días después, el
07 de mayo, volvió a enviar una carta a los lectores de El Comercio, esta vez
con el título: “Rectificación de criterio”, que decía lo siguiente:
“Tuve
la oportunidad de reunirme con el Arq. Mario Vásconez, quien preside el
Consorcio CIUDAD-Ecogestión, entidad responsable del cuidado y desarrollo del
Parque Metropolitano de Quito. Esta reunión se dio después de que envié una
carta reclamando por el acto público que se dio el 22 de abril en el parque. Debo
manifestar que luego de conocer al Arq. Vásconez, su visión para el Parque
Metropolitano y los proyectos que está desarrollando, reconocí en su persona a
un profesional comprometido con el cuidado y el desarrollo ecológico de dicha
reserva natural.
Si
bien es cierto fue un error el permitir el acto público y el ingreso de
vehículos al Parque Metropolitano, la actitud objetiva y caballerosa del Arq.
Vásconez me demostró que el cuidado del parque está en buenas manos, más aún cuando existe el compromiso de no
realizar actos de esa naturaleza en el futuro. De esta manera quiero rectificar
mi criterio sobre los administradores del Parque Metropolitano que han sabido
reconocer lo que se debe mejorar y tener la sensibilidad para recibir de manera
democrática la crítica constructiva de los ciudadanos de Quito”.
Fue una interesante
experiencia en este complicado arte denominado “resolución de conflictos” del
que salí graduado luego de los casi siete años que el consorcio
CIUDAD-Ecogestión estuvo al frente de los parques Itchimbía y Guangüiltagua. Se
comprobó que el diálogo, el saber disculparse y aceptar las disculpas de los
otros, son medios de entendimiento aun en casos de posiciones aparentemente
opuestas o divergentes…
Debo resaltar también que
las personas de bien pueden reconocer errores y evidenciar su cambio de
actitud. Saadin Solah pudo guardarse para sí las explicaciones y detalles de
nuestra conversación, pero tuvo la amabilidad de hacerlos públicos en el mismo
medio en el que había calificado con mucha dureza nuestro accionar en el
Parque.
Vaya para él esta nota como
una muestra de respeto y agradecimiento de mi parte, ahora que no está ya con
nosotros.
¿Será que efectivamente Axel Rudin cura las malas vibras?