viernes, 4 de diciembre de 2015

Ecuador 82 Axel Rudin en el Parque Metropolitano Guangüiltagua




¿Axel Rudin?

¿Quién es Axel Rudin?

Vayamos de a poco...

El 24 de noviembre de 2015 diario El Comercio publicó una notica referida a que Carlos Sevilla, director técnico del Deportivo Quito, había invitado al sanador sueco Axel Rudin para que levantara la moral del equipo.

“El director técnico en su afán de levantar el ánimo del equipo, invitó al complejo del Deportivo Quito a un motivador y sanador espiritual. Axel Rudin, identificado con la camiseta azulgrana, fue quien abrió la jornada con su charla y su buena vibra. Los jugadores aprovecharon los 20 minutos que duró la charla para gritar, orar y sacarse las malas energías acumuladas durante las últimas semanas.

Rudin ya conoce a los jugadores. Trabajó con ellos en el viaje que hizo la plantilla a Puerto Quito, con el objetivo de aislarse de la crisis y concentrarse para el siguiente partido.”

Diario Últimas Noticas  también publicó una nota en relación a esa visita el miércoles 25 de noviembre:

El diario daba cuenta de los problemas que estaban atravesando los jugadores del Deportivo Quito ante la penosa situación financiera del club y señalaba que Carlos Sevilla, había invitado al motivador sueco Axel Rudin a que imparta una charla a los jugadores. 

La nota señalaba que ese tipo de actividades resultaban necesarias ante la angustia de los jugadores pues el equipo estaba en último lugar de la tabla y las deudas lo tenían comprometido con el descenso a la Segunda Categoría, cosa que efectivamente aconteció en días pasados. 


Estos acontecimientos referidos al sanador sueco me han hecho recordar una serie de avatares que tuvimos que enfrentar varios años atrás por la presencia de este personaje en el Parque Metropolitano Guangüiltagua.



Como ya he relatado en múltiples ocasiones el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la administración integral del Parque Metropolitano Guangüiltagua, desde diciembre de 2006 hasta agosto de 2010, tras ganar un concurso convocado por el “Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.

Todavía estábamos fresquitos en esas funciones y apenas habíamos comenzado a familiarizarnos con todos los problemas y complejidades de nuestras tareas, cuando a mediados de abril de 2007, debe haber sido el martes 17 o el miércoles 18, asomaron por nuestras oficinas varias personas que se identificaron como miembros de una agrupación espiritual denominada “Centro de Desarrollo Integral” (CDI). 

Venían para confirmarnos que un evento de sanación con la presencia del guía espiritual Axel Rudin, tendría lugar en el Parque, el domingo 22 de abril de ese año; es decir apenas cuatro o cinco días más tarde.

Nosotros no teníamos ni la menor idea de ese evento así que les pedimos mayores detalles e información al respecto.

Al parecer la administración anterior del Parque había autorizado la realización de aquel acto masivo, pero nadie nos había informado nada al respecto. Nos enseñaron una serie de cartas solicitando autorización para el evento y las comunicaciones de la Dirección de Parques y Jardines del Municipio autorizándolo.

Cuando nos enteramos de los detalles y pormenores casi nos da un soponcio colectivo a todos los integrantes de nuestro equipo. 

Nos contaron que esperaban la presencia de cientos -incluso de miles- de personas. Muchos visitantes llegarían de provincias en buses y vehículos particulares, aunque la mayoría vendrían de todos los barios de Quito y de los valles vecinos en todo tipo de transporte… pero se debía prever acceso fácil para personas con discapacidades y enfermos con dificultades de movilidad autónoma, pues en eventos semejante organizados con la presencia de Rudín, era frecuente que buscaran acercarse al sanador personas con muletos, sillas de ruedas, bastones y andadores, sin contar a otros enfermos que llegaban en ambulancias, camionetas o en brazos de sus familiares y allegados.


Desde que nos hicimos cargo del Parque, una de las tares más difíciles que enfrentamos fue tratar de que los visitantes respetaran las normas establecidas para ese parque-bosque. Habíamos establecido que se prohibía la circulación vehicular en el parque; habíamos habilitado y mejorado los parqueaderos existentes y teníamos previsto construir uno nuevo. 

También habíamos prohibido el uso de equipos de amplificación y la música estridente para garantizar el derecho de las personas de disfrutar de la naturaleza en paz. 

En fin
Y ahora… nos topábamos con  esa suerte de “autorización heredada” que posibilitaba un acto público con miles de asistentes, amplificación y música que se iba contra todas las normas que nosotros mismo habíamos impuesto.

Además el tiempo se venía encima… no podíamos cancelar el evento pues los organizadores en uso del permiso que les habían otorgado, ya habían convocado a los interesados a través de anuncios en diversos medios y habían dado entrevistas en medios televisivos, escritos y radiales. 



Aunque negáramos la autorización para el acto, la gente igual iba a llegar y nos veríamos abocados a un problema adicional, los reclamos de cientos de personas defraudadas y frustradas… 

No nos tocó otra salida que autorizar el evento y trabajar a rompe-cincha para garantizar la accesibilidad, la logística, la circulación vehicular y peatonal internas, la información, la seguridad, el control, la atención de emergencias médicas, el abastecimiento de agua, la protección ambiental, la dotación de baterías sanitarias y la recolección de desechos para salir del aluvión de personas que iban a llegar convocados por la novelería, la curiosidad o la fe en este sanador con pinta de Jesucristo contemporáneo.

El domingo 22 llegamos al parque como a las cinco y media de la mañana, creíamos que teníamos todo preparado y bajo control… 

Sin embargo los acontecimientos casi no desbordan… fue una jornada dramática que nos dejó experiencia y grandes enseñanzas.

Tuvimos la presencia de entre cuatro y cinco mil personas que como habíamos previsto llegaron desde muy temprano en la mañana a pie y en todo tipo de vehículos.



Las vías próximas al parque colapsaron, cosa igual aconteció con la única calle de acceso a nuestros parqueaderos, nadie quería dejar el carro lejos y caminar… de ser posible aspiraba a llegar en su vehículo hasta los pies mismos del sanador.



Nuestros guardabosques se vieron casi desbordados con la cantidad de vehículos que pugnaban por llegar al lugar previsto para la concentración de todos los asistentes a esta actividad totalmente inusual en el Parque. 


Habíamos previsto que el acto se llevaría a cabo en la explanada conocida como “la laguna”, un lugar relativamente plano, cubierto de césped, donde la gente solía realizar actividades deportivas, por ser el único espacio que podía dar cabida a tanta gente sin afectar al bosque, la vegetación o a las actividades normales de los usuarios del Parque.



Los organizadores armaron el día anterior una tarima móvil y una carpa para proteger del sol al sanador, a los equipos de amplificación y los parlantes, pero en esa zona no disponíamos de instalaciones eléctricas, así que tuvimos que planificar un operativo mediante el traslado e instalación de voluminosos rollos de alambre para traer la corriente desde el transformador más próximo, hasta la tarima preparada. 


No teníamos forma de garantizar protección del sol o de la lluvia a los asistentes. Muchos llegaron con sus propios paraguas, gorras y sombreros pero la mayoría resistió el calor del medio día de forma estoica y resignada. 


Para garantizar la hidratación de la gente -niños, mujeres, enfermos, ancianos- habíamos solicitado botellones de agua a la EMAAP-Q -la  Empresa Metropolitana de Agua Potable- pero la dotación que nos enviaron se terminó casi de inmediato, tuvimos que comprar agua en recipientes de dos galones y repartir a los calcinados visitantes gracias a la colaboración de nuestros guardabosques.


Habíamos alquilado varias baterías sanitarias móviles pero las cinco o seis que instalamos resultaron totalmente insuficientes para un público que desbordó totalmente el cálculo de los asistentes previstos para aquel acto.



Felizmente habíamos conseguido que la policía nacional nos enviara un piquete de uniformados para garantizar la seguridad del público y aquel personal debió ocuparse de organizar las filas y las prioridades para el uso de las baterías sanitarias.


Felizmente también habíamos solicitado también un contingente de guardias municipales que nos fueron de gran ayuda pues nuestros pocos guardabosques libres no habrían podido garantizar la seguridad del sanador y su séquito, todos los asistentes querían tocar y recibir la bendición de Rudin casi de forma personal… los efectivos de seguridad tuvieron que rodear la tarima e impedir que la gente se aproxime por el riesgo de que el tinglado se desbaratara ocasionando heridos y contusos.



Como a media tarde el acto terminó y la gente comenzó a retirarse de a poco, satisfecha y tranquila…

Al final del día hicimos una evaluación de todo lo acontecido. 



Creíamos que habíamos salido bastante bien librados.

Pero no todo concluyó aquel día.

Tuve que enfrentar una campaña dura por la prensa y en varias entrevistas radiales… los usuarios cotidianos del parque, no aprobaron en absoluto la organización de este evento de sanación y se quejaron y reclamaron con toda razón.  

El 29 de abril, diario El Comercio publicó una carta firmada por el señor Saadin Solah Ferri, en la que dejaba por los suelos al Municipio, a la Corporación “Vida para Quito” y a nosotros por el acto de Axel Rudin. 

La carta se titulaba “Negligencia municipal” y rezaba así: 

“El domingo pasado  muchos  quiteños fuimos testigos de un espectáculo inaudito. La administración del Parque Metropolitano permitió el ingreso indiscriminado de vehículos tanto de automóviles como buses, los cuales se ubicaron en los prados y áreas verdes más vulnerables del parque luego de copar los parqueos. Lo increíble de este hecho es que los autos ingresaron porque se había organizado una ‘sanación’ pública autorizada por los administradores del parque y dirigida por un supuesto ‘sanador’ barbado y vestido con túnica, como si fuera un personaje bíblico. 

El Parque Metropolitano de Quito no puede ser usado para efectuar actos públicos y peor actos bochornosos como el de este domingo donde un supuesto santón extranjero se aprovecha de la desesperación de la gente que acude en números masivos y destruye la naturaleza con la venia de los que están llamados a cuidar y proteger las áreas verdes del Parque Metropolitano. 

El control y cuidado que ejerce la actual administración deja mucho que desear; incluso se permitió el ingreso de buses a las áreas verdes.

Todo esto pone en duda el criterio de los administradores del parque. La Alcaldía y la Corporación Vida para Quito deberán corregir este error y entregar la administración a personas con mejor criterio y formación así como determinar parámetros de control claros, para evitar el ingreso excesivo de vehículos, la realización de actos masivos y para evitar que el maravilloso Parque Metropolitano  se destruya”.

Hablé de inmediato tanto con el alcalde Moncayo cuanto con Andrés Vallejo, Gerente de “Vida para Quito”, para informarles de que este acto no había sido organizado por nosotros y de todos los esfuerzos que debimos realizar para que la presencia masiva de tanta gente se haya podido producir sin mayores inconvenientes a pesar del cortísimo tiempo que tuvimos para planificar y enfrentar todo aquel enredo.

Hablamos también de la carta de Saadin Solah quien, según me enteré, era el propietario de la conocida empresa llamada TVentas. 

Quedamos en que convenía tratar de aclarar las cosas mediante el diálogo. Esa misma tarde llamé a TVentas y pedí hablar con Solah. Cuando se acercó al teléfono le expliqué quien era y el motivo de mi llamada, mencionándole que me parecía indispensable que pudiéramos conversar para aclarar los temas que él planteaba en su carta a los lectores de El Comercio: tanto lo referido a la hecatombe generada por la presencia de Rudin en el Parque, cuanto -y sobre todo- respecto a los comentarios desproporcionados que en su reclamo había vertido sobre nosotros y nuestro trabajo en el Parque.

Le agradó que hubiera tenido la iniciativa de llamarle y me ofreció pasar a visitarme para poder conversar. 

Un par de días después, efectivamente cayó por nuestras oficinas. Me reuní con él por más de dos horas. Conversamos de muchas cosas; comencé por supuesto, por el acto masivo que fue un “evento heredado” y le conté de nuestro plan de trabajo para la gestión del Parque con muchos detalles, usando la propuesta con la que habíamos ganado el concurso para la administración del Metropolitano. 

Le conté sobre nuestros planes para el manejo ambiental, el cuidado del bosque, las acciones previstas en relación a temas culturales, deportivos, recreativos y turísticos, la utilización de ese espacio público como un medio para mejorar la convivencia, la educación ciudadana y las relaciones entre las personas. Charlamos de lo que pensábamos emprender para mejorar la seguridad, el mantenimiento, el aseo, la recolección de desechos, la presencia de vehículos, los parqueos y muchas otras cosas.


El por su lado me entregó generosamente una serie de sugerencias y recomendaciones que acepte de buena grado.

Fue una muy buena reunión. Al salir nos disculpamos mutuamente, yo a nombre de nuestro equipo, por las molestias generadas con ese acto masivo y él por los términos de su carta que autocalificó de apresurados. 

Dos o tres días después, el 07 de mayo, volvió a enviar una carta a los lectores de El Comercio, esta vez con el título: “Rectificación de criterio”, que decía lo siguiente: 

“Tuve la oportunidad de reunirme con el Arq. Mario Vásconez, quien preside el Consorcio CIUDAD-Ecogestión, entidad responsable del cuidado y desarrollo del Parque Metropolitano de Quito. Esta reunión se dio después de que envié una carta reclamando por el acto público que se dio el 22 de abril en el parque. Debo manifestar que luego de conocer al Arq. Vásconez, su visión para el Parque Metropolitano y los proyectos que está desarrollando, reconocí en su persona a un profesional comprometido con el cuidado y el desarrollo ecológico de dicha reserva natural. 

Si bien es cierto fue un error el permitir el acto público y el ingreso de vehículos al Parque Metropolitano, la actitud objetiva y caballerosa del Arq. Vásconez me demostró que el cuidado del parque está en buenas manos,  más aún cuando existe el compromiso de no realizar actos de esa naturaleza en el futuro. De esta manera quiero rectificar mi criterio sobre los administradores del Parque Metropolitano que han sabido reconocer lo que se debe mejorar y tener la sensibilidad para recibir de manera democrática la crítica constructiva de los ciudadanos de Quito”.


Fue una interesante experiencia en este complicado arte denominado “resolución de conflictos” del que salí graduado luego de los casi siete años que el consorcio CIUDAD-Ecogestión estuvo al frente de los parques Itchimbía y Guangüiltagua. Se comprobó que el diálogo, el saber disculparse y aceptar las disculpas de los otros, son medios de entendimiento aun en casos de posiciones aparentemente opuestas o divergentes… 

Debo resaltar también que las personas de bien pueden reconocer errores y evidenciar su cambio de actitud. Saadin Solah pudo guardarse para sí las explicaciones y detalles de nuestra conversación, pero tuvo la amabilidad de hacerlos públicos en el mismo medio en el que había calificado con mucha dureza nuestro accionar en el Parque. 

Vaya para él esta nota como una muestra de respeto y agradecimiento de mi parte, ahora que no está ya con nosotros.

La vida: un continuo aprendizaje.

¿Será que efectivamente Axel Rudin cura las malas vibras?