Como ya he relatado, el Consorcio
“CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la administración del Parque Itchimbía desde
mediados de enero de 2004, tras ganar un concurso convocado por el “Municipio
Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.
En la propuesta se buscaba recuperar la loma
del Itchimbía como un hito urbano del Centro Histórico de Quito y convertirlo
en un parque público dotado de infraestructura, equipamiento y servicios
suficientes para hacer posible el desarrollo de actividades culturales, recreativas,
turísticas y ambientales que permitan elevar la calidad de vida de los
habitantes del Centro Histórico de Quito y de la ciudad.
En el contrato para el manejo del parque,
nuestro Consorcio se comprometió a administrar y operar el parque, sus
infraestructuras e edificaciones; a encargarse de administrar el diseño,
construcción, equipamiento y operación de otras obras de infraestructura,
edificaciones y servicios que se previeran construir; formular e implementar
acciones, programas y proyectos de educación, capacitación, cultura y
recreación y a manejar los servicios de seguridad, mantenimiento, jardinería y
otros de atención al usuario.
En la propuesta se concebía al “Balcón” como
un espacio público de uso permanente, con miradores, pequeñas plazas, rincones,
restaurantes, galerías, desde donde se pueda contemplar en el día y en la noche
el extraordinario patrimonio arquitectónico e histórico que contiene el centro
de la ciudad. Para nosotros, el “Balcón” era un espacio donde en el día, al
atardecer, en las noches y los fines de semana la población se convoque para
conversar, comer al aire libre, enamorar, escuchar buena música y hacer
deporte. Queríamos hacer del Itchimbía un lugar privilegiado para los sentidos
(buena comida, buena vista, buena música, aire puro, buenos olores, ambiente
agradable…).
En la propuesta señalábamos que su operación
tendría diversas fuentes de financiamiento: a) los recursos de la Corporación
de Salud Ambiental “Vida para Quito”; b) ingresos generados por la operación del parque; c)
ingresos procedentes de proyectos específicos ejecutados con inversiones privadas y d) donaciones de la
cooperación nacional o internacional.
Luego de un período de negociación llegamos a
un acta de acuerdos y suscribimos un documento en el que se puntualizaba que la
Corporación “Vida para Quito” contrataba al Consorcio “CIUDAD-Ecogestión” para
que tome a su cargo la administración y manejo integral del Parque Itchimbía,
con la finalidad de elevar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad,
especialmente del Centro Histórico, mediante la ejecución de acciones,
programas y proyectos relativos a la conservación, mantenimiento, mejoramiento
y recuperación del espacio público; que propicien la participación ciudadana y
la seguridad.
En el Contrato se especificaba que el
“Consorcio” debía presentar a la “Corporación” los cronogramas de las obras y
actividades que proponía desarrollar, junto con los presupuestos respectivos y
más detalles que se requieran, referidas especialmente a las contenidas en su
propuesta.
Nuestras responsabilidades se regirían de
acuerdo a la propuesta presentada por CIUDAD y ECOGESTION y al acta de acuerdos
entre las partes con información complementaria y reformas solicitadas a la
propuesta original. Se señalaba que los recursos para el diseño, construcción y
equipamiento de las obras de infraestructura y servicios, iban a ser provistos
por la Corporación, de acuerdo a los términos definidos en este contrato y a la
programación anual de actividades y se dejaba expresa constancia que toda obra
a ejecutarse en el Parque Itchimbía requerirá la previa aprobación por escrito
de la Corporación, en la que se especificarán los costos involucrados, fuentes
de financiamiento, forma de pago y demás términos y condiciones.
Una de las primeras cosas que hicimos fue
presentar a “Vida para Quito” la documentación requerida para poder iniciar la
construcción del “Balcón”. Con su visto bueno, apenas un mes después de haber suscrito
el contrato, formulamos los Términos de referencia
de un concurso privado de anteproyectos para el diseño arquitectónico del
“Balcón”
En la convocatoria de aquel concurso, lanzada
el 18 de febrero de 2004, se señalaba que sus objetivos apuntaban a definir un
anteproyecto arquitectónico del “Balcón del Itchimbía” y la posterior elaboración
del proyecto definitivo de esa propuesta.
En los Términos de Referencia se
establecieron los siguientes requerimientos para que los concursantes pudiesen
desarrollar sus propuestas:
- Programa arquitectónico: La propuesta debía contemplar un espacio público para circulación y observación (1200 m2); tres espacios para servicios de alimentación con acceso desde el espacio de circulación y observación, con vista panorámica de Quito (c/u con 160 m2 para restaurante y 60 m2 para baterías de cocina y baños), vinculados a un espacio de 220 m2 para comedor-mirador al aire libre; un centro de interpretación (200 m2 para información y comunicación; 150 m2 para aula; 30 m2 para biblioteca, 20 m2 para oficina y 20 m2 para baterías sanitarias); tres locales comerciales para artesanías, recuerdos, librería, (300 m2 en total).
- Condicionantes de ubicación: La propuesta debía implantarse en el costado occidental del parque Itchimbía; en sentido norte-sur, delante del cerramiento oeste del Colegio Santiago de Guayaquil (cota 2.900 msnm); debía prever elementos visualmente sólidos y parqueos hacia el este para liberar área para terrazas, miradores y jardines, al oeste.
- Condicionantes funcionales: La propuesta debía prever una arquitectura flexible, convertible y versátil; accesibilidad vehicular y peatonal; parqueo abierto para visitantes en límite occidental del Colegio (buses y vehículos livianos).
- Condicionantes culturales: La propuesta debía prever una arquitectura contemporánea con identidad; una arquitectura de gran simbolismo para el parque Itchimbía y para la ciudad de Quito.
- Condicionantes creativas: La propuesta debía prever una arquitectura modular; volumetría pura. No se contempló altura máxima de edificación sin embargo debía pensarse en la afectación visual que el objeto arquitectónico podría presentar al ser observado desde el Centro Histórico y desde el parque mismo.
- Condicionantes ambientales y de confort: La propuesta debía prever un adecuado vínculo de la arquitectura con la naturaleza y la luz; transparencia en las áreas públicas y confinamiento visual en las áreas de servicios; iluminación para uso nocturno. La arquitectura debía preverse para que funcione en el día y en la noche; en la lluvia y el viento; en el calor y el frío.
- Condicionantes económicas: La propuesta debía buscar “hacer más con menos” (el presupuesto disponible para la construcción era de USD 600.000).
- Condicionantes espaciales: La propuesta debía privilegiar la relación espacial y visual entre los espacios interiores y entre éstos y los exteriores.
- Condicionantes constructivas: Los proponentes tenían libertad en cuanto a estructura, mampostería, pisos interiores, pisos de acceso, pisos exteriores, cubiertas, pasamanería, ventanería, etc.; únicamente debían preocuparse de prever materiales resistentes y adecuados para uso público y que demanden bajos costos de mantenimiento
- Elementos de entrega: Las propuestas debían contemplar los siguientes elementos: Lineamientos generales, elementos conceptuales, implantación general, plantas arquitectónicas, cortes, elevaciones, perspectiva general de la propuesta y 3 perspectivas de detalle
El anteproyecto arquitectónico y la propuesta
para la elaboración del proyecto definitivo debían ser presentados hasta las 12h00
del día viernes 5 de marzo de 2004, en las oficinas del Centro de
Investigaciones Ciudad. La presentación debía ser realizada en láminas tamaño
A1 envuelta en papel kraft, sin ninguna identificación. En un sobre cerrado debía
constar la identificación de los autores.
El jurado estuvo integrado por los arquitectos
Mario Vásconez y Mario Vivero del Consorcio CIUDAD-Ecogestión, Alberto Rosero,
jurado externo invitado y Rafael Vélez Calisto, delegado de la Corporación de
Salud Ambiental “Vida para “Quito”.
Siete grupos de arquitectos fueron invitados
al concurso; de ellos, cinco grupos entregaron sus propuestas: 1. Pablo Moreira,
Natalia Corral y Yadhira Álvarez, 2. Verónica Holguín y Pablo Dávalos, 3. Diego Padilla
y Milton Chávez, 4. Adrián Moreno y María Samaniego 5. Enrique Villacís y Cyntia
Ayarza. Un grupo llegó tarde y fue eliminado: Gabriela Aguilera y Wilfredo Ayala
y un grupo no entrego su propuesta: Jaime Carrera.
Los trabajos entregados y los sobres con la
identidad de los participantes se marcaron, el momento de la entrega, con una
letra sin ningún orden específico; posteriormente y de forma aleatoria, ésta
fue cambiada con otra letra de manera tal de garantizar el anonimato de los
trabajos. En sendos sobres marcados con esta segunda identificación se
guardaron aquellos signados con la primera letra que contenía la identidad de
los autores.
En su primera reunión el jurado acordó varios
conceptos básicos respecto al proyecto: a) Se trataba de una propuesta de
intervención urbana, a ser resaltada y complementada por el componente
arquitectónico–funcional, por lo que las edificaciones deberían tender a
hacerse poco protagónicas; b) la
propuesta debía ser transparente, permeable; poco preponderante desde la ciudad
-sin llegar al mimetismo- pero demostrando una presencia clara y definida,
identificando su carácter; c) la propuesta debía ser un vínculo entre los
elementos que lo limitan (Centro Cultural Itchimbía y Casa de Hacienda
Piedrahita), por tanto debía insinuar una continuidad, “ocupando” todo el
espacio disponible; d) la estructura urbana del proyecto debía permitir una
accesibilidad múltiple, dando énfasis al acceso vehicular desde toda la ciudad
y peatonal desde el Centro Histórico. Esto determinaba la necesidad de un
desarrollo equilibrado del proyecto; y, e) debía cumplir razonablemente los
términos de referencia en los aspectos solicitados: tanto en los objetivos,
criterios, aspectos funcionales: usos, locales y áreas, cuanto en los que se
refiere a los costos.
Luego de deliberaciones realizadas en varias
reuniones los días 18, 20, 30 y 31 de marzo de 2004 en las que se analizaron
detenidamente las propuestas presentadas, el jurado consideró que los trabajos
presentaban propuestas aceptables que llegaban a nivel de ideas
urbano-arquitectónicas que podían ser utilizadas para el desarrollo de un
anteproyecto que debería ajustarse estrictamente a las bases del concurso; pues
la mayoría no llegaba a plantear una solución completa a nivel de anteproyecto
y muchos no cumplían aspectos establecidos en los términos de referencia en lo
que se refiere a la propuesta urbano-arquitectónica, funcional y, sobre todo,
respecto a los montos disponibles de
inversión.
Con estos antecedentes el jurado consideró que
tres proyectos reunían cualidades para responder a los requerimientos de los
promotores y a los objetivos del concurso. Y decidió seleccionar entre ellos
aquel que pudiera hacerse merecedor al primer premio.
Una vez definido el ganador y los premiso
segundo y tercero. El Jurado recomendó al Consorcio, considere la posibilidad
de que los autores revisen su propuesta para desarrollarla a nivel de
anteproyecto de acuerdo con los Términos de Referencia, las recomendaciones del
Jurado y un contacto y diálogo permanente como paso previo a la elaboración del
proyecto definitivo.
En ese sentido el jurado puntualizó las
siguientes recomendaciones para el anteproyecto y proyecto definitivo.
- Se recomendó un ajuste severo de la dimensión de la propuesta a las condicionantes previstas en los Términos de Referencia.
- La propuesta debería incluir una solución arquitectónica caracterizada por una fácil construcción, costo justo y expresión de contemporaneidad más adecuada a la función y espacios que se creaban.
- Sin embargo debería disminuir el protagonismo arquitectónico y simplificar su concepto y expresión formal.
- La propuesta debería buscar un respeto al paisaje y al contexto sin perder su calidad expresiva.
- La propuesta debería incluir un énfasis mayor en una “versatilidad” a las condiciones climáticas: uso durante el día y durante la noche y prever medios de protección contra el sol, la lluvia y el frío.
- Se debería pensar en la creación de “remansos” en las circulaciones peatonales, que incluya soluciones espaciales para “estar” y “contemplar” y no solo para “circular”.
- Se debería mejorar el planteo arquitectónico y la funcionalidad de los distintos espacios a ser construidos.
- El proyecto debería permitir la posibilidad de un desarrollo por etapas sin perder la unidad del conjunto, dar lugar a posibles cambios del destino o uso de las instalaciones arquitectónicas y a la incorporación de otras nuevas (posibilitar, en definitiva, respuestas a nuevos requerimientos y demandas de espacios y usos que provengan de la utilización de las instalaciones y espacios por una variada gama de usuarios).
- El proyecto debería contemplar accesos vehiculares hacia todos los elementos para garantizar la presencia de todo tipo visitantes (particularmente de adultos mayores, personas con discapacidades y niños) y, formas fáciles de abastecimiento y desalojo.
- El proyecto debería contemplar un mayor número de plazas de parqueo como facilidades necesarias para el acceso de un número mayor de visitantes y usuarios.
- El Centro de Interpretación debería simplificarse e integrarse al conjunto de elementos del “balcón” como un espacio de llegada o acceso.
- Se recomendó obtener los recursos necesarios que permitan desarrollar un acceso desde la calle Valparaíso, incluyendo un acceso mecánico como sugiere una de las propuestas presentadas.
Los miembros del jurado suscribieron su
veredicto el 31 de marzo de 2004.
La lectura del veredicto y de los resultados
del Concurso fue comunicado a los participantes el día miércoles 10 de marzo de
2004 en las oficinas del Centro de Investigaciones Ciudad, a las 15h00.
- Una vez abiertos los sobres de identificación se pudo verificar que el primer premio lo obtuvo el equipo conformado por los arquitectos María Samaniego y Adrián Moreno.
- El segundo premio correspondió a la propuesta de los arquitectos Pablo Moreira, Natalia Corral y Yadhira Álvarez
- El tercer premio a Diego Padilla y Milton Chávez.
Como en nuestro
contrato se señalaba que los recursos para el diseño y construcción de toda obra
en el Itchimbía iban a ser provistos por la Corporación “Vida para Quito” y que
para su ejecución se requerirá su aprobación especificando en detalle los
costos involucrados, fuentes de financiamiento, forma de pago y demás términos
y condiciones, cuando tuvimos los resultados del concurso lo primero que
hicimos fue invitar a Andrés Vallejo, gerente de la Corporación, a observar los
trabajos expuestos en la oficina y explicarle los méritos y cualidades del
proyecto ganador. Posteriormente informamos formalmente y por escrito a “Vida
para Quito” el resultado del concurso.
Conjuntamente elaboramos el contrato
respectivo con los arquitectos del equipo ganador pues el primer premio incluía el contrato para la
elaboración de la propuesta a nivel de “Proyecto Definitivo”.
Siguiendo las recomendaciones del jurado, solicitamos a Adrián y a María que desarrollaran
su propuesta a nivel de anteproyecto mejorándola con una mayor adecuación a los
términos de referencia del concurso y en concordancia a las sugerencias del jurado,
como paso previo a la elaboración del proyecto definitivo.
Estos arquitectos amablemente elaboraron
nuevas láminas de su propuesta que nos sirvieron para promocionar la iniciativa
y para comunicar a la ciudadanía lo que nos proponíamos hacer en el Itchimbía.
En las semanas posteriores se suscribió el contrato, “Vida para Quito” canceló los honorarios de planificación y pudo luego de algunos meses disponer de planos completos para poder dar inicio las obras.
El “Proyecto Definitivo” fue ejecutado y coordinado
con gran calidad y profesionalismo por Adrián Moreno y María Samaniego, con el apoyo
de un valioso grupo de profesionales y especialistas.
El trabajo desarrollado incluía: a) el proyecto
arquitectónico completo (plantas, cortes, elevaciones, detalles, cuadros de
acabados); b) el proyecto estructural (plantas, cortes, detalles, cuadro de
hierros); c) el proyecto de instalaciones hidro-sanitarias (plantas, detalles,
diagramas isométricos); d) el proyecto de instalaciones de energía (plantas,
detalles); e) el proyecto de instalaciones de comunicación y alarmas (plantas,
detalles); f) el presupuesto estimativo (presupuesto por sectores y precios
unitarios); g) la programación de obra por etapas (diagrama pert) y h) las especificaciones
técnicas de la construcción.
Desgraciadamente el “Balcón del Itchimbía” no
pudo hacerse realidad.
A pesar de disponer del presupuesto
respectivo, de constar en nuestro contrato como una de las obras a ser
desarrolladas en el Itchimbía, Jimena Araujo y César Burneo, funcionarios de
“Vida para Quito” que debía apoyar y tomar decisiones sobre la construcción
fueron dando largas al asunto.
Por temores sin fundamento, prejuicios e
ideas preestablecidas sobre el “posible rechazo ciudadano” a esta iniciativa, trabaron
la contratación de una empresa que pudiera encargarse de la construcción y, a
pesar de haber financiado los planos completos que recibieron a satisfacción
por parte de los proyectistas, a la larga, impidieron que pudiéramos edificar
esta singular propuesta.
Miserias humanas.
Nuestra propuesta se “pasmó” en mitad del
proceso. Grave error.
Por su indecisión y falta de apoyo no se hizo
esa obra arquitectónica que pudo tener gran trascendencia para Quito.
Así es la vida…