Salí de Quito el domingo 19 de febrero en la tarde y llegué al hotel casi a la media noche del día siguiente totalmente agotado.
En la mañana del martes 21 iniciamos las deliberaciones del jurado y hasta el medio día del jueves 23 logramos atribuir los premios en las cinco categorías previstas en el concurso luego de haber visto y seleccionado los filmes ganadores de entre 150 que entraron en la competencia.
La ceremonia de premiación se realizó el domingo 11 de marzo en el “Pharo”, un antiguo palacio amurallado transformado en centro de convenciones y exposiciones de la municipalidad.
Entre el jueves 23 de febrero y el 11 de marzo, un día antes de la apertura oficial del Foro, pasaron muchas cosas.
Creo que han sido los días más alocados e intensos que haya podido vivir en este tipo de eventos internacionales que me son familiares desde hace más de tres décadas.
Mi pasaje y los gastos de hotel, al igual que los de los demás miembros del jurado, fueron cubiertos por el presupuesto de los “Encuentro Internacionales Agua y Cine”; sin embargo a partir del viernes 24 de febrero yo me iba a quedar sin alojamiento.
Con Raymond habíamos convenido que desde esa noche me mudaría a un pequeño departamento que él había arrendado desde hace un mes atrás, para poder coordinar la gran cantidad de actividades que iba a desarrollar el Secretariado Internacional del Agua durante el Foro Mundial. Es más, como se trataba de un departamento de dos dormitorios, él y Elisabeth, su esposa, ocupaban el primero y en el otro me iba a instalar yo con mi mujer Marie Thérèse, a quien Raymond también había invitado, aprovechando que estaría en Francia en esos días.
Dejé pues el hotel al medio día del viernes 24, Raymond me recogió con el auto que había arrendado y nos trasladamos a nuestro alojamiento compartido.
Fue grande mi sorpresa al descubrir que el departamento no estaba en Marsella, sino en un pequeño, pequeñísimo, diminuto puerto, a más de cuarenta y cinco minutos de la ciudad. El lugar se llamaba la Madrague de Gignac, próximo a un pueblito llamado Ensuès-la-Redonne.
Fue grande mi sorpresa al descubrir que el departamento no estaba en Marsella, sino en un pequeño, pequeñísimo, diminuto puerto, a más de cuarenta y cinco minutos de la ciudad. El lugar se llamaba la Madrague de Gignac, próximo a un pueblito llamado Ensuès-la-Redonne.
Todos los días salíamos temprano para que nos agarre la congestión del monumental tránsito de Marsella y regresábamos en la noche después de jornadas llenas y agotadoras, pues Raymond debía resolver innumerables temas, grandes y pequeños, de todos los proyectos en los que se había metido con su enorme creatividad y visión.
A fines del 2011 el Secretariado Internacional del Agua editó un folleto con ocasión del 6to. Foro Mundial del Agua en el que se invitaba a discutir y compartir soluciones sobre 6 ejes en 6 espacios diferentes.
En el folleto se puntualizaba que los seis ejes eran:
1) Una gobernanza a inventar: abierta, participativa, transparente y multi-actoral; 2) Los representante electos: garantes del derecho al agua y al saneamiento, gestores de los recursos hídricos y del acceso equitativo al financiamiento; 3) El agua factor de civilización, de simbolismo, de rituales, de espiritualidad, de expresiones artísticas y de solidaridad; 4) La juventud: un eslabón en la cadena de soluciones; 5) Las prácticas de una gestión integral, territorial y transfronteriza del agua: beneficios a compartir; y, 6) Las catástrofes de origen natural: movilización y búsqueda de soluciones a todo nivel.
Los seis espacios previstos para debatir sobre esos ejes eran los siguientes: 1) El “Parlamento mundial de la juventud y el agua”, en Aix-en-Provence; 2) El kiosco “Más allá del agua”, en Marsella; 3) La “Casa del ciudadano y el agua”, en el Parc Chanot; 4) El “muelle y el velero de la solidaridad”, en La-Ciotat; 5) La “Casa regional del agua”, en Barjols y 6) Los lugares de proyección de los filmes ganadores del Festival internacional “Agua y cine”, en todas aquellas ciudades.
La mayoría de estas seis iniciativas/espacios estaban funcionando con la precisión de un reloj suizo.
No tuve mayor vínculo con las actividades previstas en el kiosco o en la “Casa regional del agua”; pero pude verificar que todo estaba listo para el inicio del “Parlamento de la juventud” en el magnifico palacio de Tholonet que iba a recibir a 80 jóvenes de 71 países y 5 continentes.
El velero de la “Solidaridad y el agua”, había zarpado de La Rochelle y luego de varias escalas en Tanger, Orán, Bizerte, Palermo, Ajaccio, iba llegar a La-Ciotat, antes de echar anclas en Marsella y en Barcelona, generando diálogos y debates y recogiendo soluciones en todos esos puertos de seis diferentes países.
Lo único que parecía estar medio atrancado era lo relativo a la “Casa del ciudadano y el agua”.
Desde el primer Foro mundial del agua de La Haya en el año 2000, luego en Johannesburgo en 2002, Kioto en 2003, México en 2004 y Estambul en 2009, el Secretariado Internacional del Agua había presentado sus proyectos, sus ingeniosas iniciativas y sus singulares resultados en un acogedor espacio de convergencia al que se llamó “Casa del ciudadano y el agua”.
Desde el Foro de La Haya, Raymond había recurrido a la estrategia de organizar un concurso para jóvenes estudiantes de arquitectura para que se encargaran del diseño y la construcción de la “Casa”, los resultados en todas las ciudades mencionadas fueron formidables y la “Casa” fue un espacio realmente “democrático”, todas las personas eran bienvenidas y sus espacios albergaron extraordinarios foros y debates sobre la temática del agua, el ambiente, el desarrollo y las demandas y derechos ciudadanos.
En Marsella el procedimiento fue el mismo, en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura se lanzó un concurso para que el equipo ganador pudiera llevar a la realidad su propuesta en el “Parc Chanot”, sitio que recibiría las exhibiciones y los seminarios, conferencias y mesas redondas del “Foro del agua” entre el 12 y el 17 de marzo.
Un jurado integrado por representantes del Foro Mundial, profesores de la Escuela y arquitectos en libre ejercicio de la profesión, revisaron los trabajos de diez grupos de estudiantes y eligieron a la propuesta ganadora; un proyecto elaborado con sacos de yute rellenos de arena; interesante reminiscencia de la imagen de un puerto, de los diques que se construyen para defenderse de las inundaciones, del almacenamiento de la producción agrícola y aun, de las barricadas que sirven de defensa y de protección en eventos de conflicto y de desastres…
El problema estaba en que para construir esa “Casa” se necesitaba conseguir, rellenar, transportar y superponer uno sobre otro, mil ochocientos sacos de yute. Las bases del concurso mencionaban que el equipo ganador debía ocuparse de la construcción; el SIA proporcionaría los recursos necesarios, siempre y cuando todo fuese hecho con criterio de ahorro y mesura en el gasto pero también con criterios que faciliten la ejecución y la agilidad para el montaje y el posterior desmontaje.
Los estudiantes se movilizaron y consiguieron alrededor de trecientos sacos de yute en una empresa que importaba café en grano de diversos países para tostarlo, molerlo y envasarlo para su comercialización en Europa. Llenaron a pala unos cien sacos e hicieron un prototipo del muro diseñado. Fuimos a verlo. El resultado fue interesante, el muro era sólido y estable; sin embargo no dejaba de ser un lío el transporte y la construcción porque cada saco llegaba a pesar entre 70 y 80 kilos y la idea era conformar un muro de 1,60 m de alto.
En una reunión de evaluación Raymond les sugirió rediseñar la propuesta para tratar de usar un menor número de sacos; pero aun así, la estimación era que se requerían alrededor de mil doscientos sacos.
Raymond me enseñó el dibujo de esa nueva propuesta y me relató brevemente la preocupación que tenía en el sentido de que iba a ser imposible conseguir los sacos y que los estudiantes pudieran rellenarlos para armar su propuesta. Le comenté que para mí, las condicionantes logísticas y los imponderables externos y de ejecución tenían muchos elementos en juego como para que ese proyecto se pueda hacer realidad... le sugerí que, en mi opinión, se debía pensar en un plan “b” para poder tener a tiempo la “Casa” para su inauguración el 12 de marzo. Teníamos menos de veinte días y todo estaba “verde” (como se dice en el Ecuador, usando una metáfora agraria), respecto a algo que requiere todavía cuidados y tiempo de maduración antes de la cosecha.
Raymond me comentó que otro de los proyectos había planteado una propuesta usando andamios metálicos para conformar la casa, pero el jurado no lo había considerado entre los ganadores. Me pareció que esa era una buena solución, pues nos podía facilitar la conformación de la “Casa” en un tiempo mínimo, a un costo moderado y sin necesidad de recurrir a diseños de detalle que demandasen la intervención de carpinteros o de otros obreros especializados.
Raymond llamó a Nicolás Magnan, arquitecto que había participado como miembro externo del jurado; recordaba que en una de sus intervenciones había manifestado sus dudas respecto a la viabilidad del proyecto con sacos de arena, anotando además que en esa propuesta iba a resultar difícil ubicar elementos gráficos tales como afiches o fotografías, como se preveía en las bases del concurso; parece que él defendió en ese sentido el proyecto planteado con andamios.
Raymond le habló de mí, le explicó que también era arquitecto y le comentó que habíamos llegado a la conclusión de que sus observaciones habían sido pertinentes…que nos parecía muy difícil llegar a concretar la propuesta con sacos de arena y que creíamos que teníamos que buscar una propuesta alternativa, para la que íbamos a tratar de hacer un diseño usando andamios metálicos. Le consultó si conocía algún proveedor de andamios de alquiler y nos pasó el teléfono y dirección de Nasser Difallah propietario de una firma que se ocupa de ese tipo de servicios.
Llamamos a esta persona y nos dio ciertas referencias tales como las dimensiones de los módulos de andamios, sus características técnicas, precios aproximados para el alquiler por una semana y nos confirmó que ellos se encargaban del montaje y desmontaje. Nos dio una dirección muy próxima a la oficina de Nicolás donde podíamos ver sus andamios en una obra de restauración de la fachada de un antiguo edificio del centro de Marsella.
El sábado en la mañana fuimos para allá y tomé nota de las dimensiones de los módulos: largo, ancho y altura, así como las formas de ensamblaje de las piezas que los conforman.
Luego fuimos al “Parc Chanot” para conocer el enorme galpón cubierto donde se iba a ubicar la “Casa” y conseguimos un plano de implantación con los accesos, las áreas de circulación para el público y todos los stands vecinos. Descubrimos que el espacio destinado para el SIA de 350 m2 (15 x 23,3 m) estaba junto a un acceso y limitaba con los stands de Japón, México, y Corea; asunto con mucho simbolismo pues los Foros anteriores tuvieron lugar en los dos primeros países y el siguiente iba a desarrollarse en Corea.
Con toda esa información dije, para tranquilizar a Raymond: - podré hacer un diseño esta misma noche.
Nos juntamos los dos en nuestro departamento después de cenar y me puso al tanto de los requerimientos de espacios, mobiliario, elementos gráficos de información y comunicación así como de las diversas actividades que se iban a desarrollar en la “Casa”: seminarios, charlas, mesas redondas, debates, reuniones, proyección de películas, exhibición de afiches, etc.
El programa incluía los siguientes espacios principales: a) un ámbito para proyección de filmes y dialogo sobre el festival “Agua y cine; b) un lugar de encuentro y de reuniones para “representantes electos” (autoridades locales, parlamentarios, administradores…); c) un lugar para una obra de arte referida al agua; d) un ágora o auditorio para 60 o 70 personas para las conferencias y debates, que incluya cabina de traducción simultánea, cabina de proyección y control del sonido y una pequeña bodega para almacenar materiales de difusión e información, materiales de limpieza y mantenimiento, embalajes, etc.; e) un ámbito para exhibición y difusión pero también sitio de reuniones y encuentro sobre las actividades del “Velero de la solidaridad”; f) un espacio semejante pero mucho más pequeño para el tema: Gestión integrada de cuencas hídricas “El profesor Hipopótamo”; g) un espacio similar para el proyecto “Sinfonía de los Grandes Lagos y el río San Lorenzo”; y f) área de exhibición de afiches y cuadros de otros proyectos del SIA y sus aliados.
Hice un par de bosquejos, los discutí con Raymond y al final de la jornada antes de ir a dormir, ya había logrado esbozar una idea de la “Casa del ciudadano y el agua” conformada con andamios, velas de barco y los sacos de arena más bien como elementos escultóricos y límites de ciertos espacios. En esta propuesta se incluía aperturas hacia los stands vecinos para generar una suerte de diálogo con los países que ya había acogido las “Casas” en los Foros anteriores y con el país que lo haría luego de dos años.
Planeamos una estrategia para plantear este asunto a los profesores y a los estudiantes. Vimos que no convenía llegar con el proyecto dibujado sino intentar primero un diálogo para hacerles ver los problemas que -avizorábamos- podía tener la construcción de la casa con sacos de arena y la posible solución para hacerlo con una formula mixta que guarde el simbolismo de los sacos pero que se realice con los famosos andamios metálicos.
Raymond llamó al profesor que había coordinado el concurso y le comentó todos estos temas. No le hicieron ninguna gracia las argumentaciones de Raymond y menos aun cuando le habló de mí… Seguía defendiendo el proyecto con los sacos y argumentó una serie de cosas sobre la autoría del proyecto, la idea central del mismo que se vería trastocada con los andamios… parecía no entender el asunto de que una cosa era el concurso y otra muy diferente, la necesidad de que la casa pueda construirse y comience a operar con todos sus espacios y actividades, para la inauguración del Foro.
Quedamos en desayunar juntos al día siguiente para hablar sobre este peliagudo asunto. Al colgar, Raymond me comentó que era evidente que la decisión de tener un plan “b” había sido una muy acertada decisión. No se avizoraba un fácil desenlace a la cada vez más complicada construcción del proyecto ganador del concurso.
Desayunamos con el profesor en el Viejo Puerto, en la tradicional cafetería y restaurante “La Samaritaine” que luego, se convertiría en sitio obligado de numerosas reuniones que debimos mantener con diversas personas para resolver el enredo de la “Casa”. Raymond me presentó a Jean-Marc, ese es su nombre y, luego de dos o tres minutos de charla sobre generalidades, fuimos directo al grano. Con mucho tino le expliqué que en el SIA éramos muy respetuosos de los derechos de autor y de las propuestas de terceros (y yo, como arquitecto, como el que más) pero, que en esta ocasión nos veíamos entre la espada y la pared en nuestra vocación de respeto al trabajo ajeno y al cumplimiento de nuestros compromisos y que nos veíamos en la obligación de discutir con él la necesidad de encontrar la más adecuada solución al problema de la construcción de la “Casa” en los plazos y con el presupuesto previstos. Le insinuamos que tal vez sería interesante reunir a los dos equipos de estudiantes, al de los sacos con el de los andamios, para tratar de sacar una solución mixta, pero ese asunto le pareció por demás complicado. Quedamos en que se reuniría el lunes con su colega profesora y con los estudiantes, para discutir el problema y llegar a un planteamiento para comunicárnoslo. Le insistimos en el problema de los plazos y le pedimos nos llamase apenas tuviera alguna decisión.
Luego de despedirnos, Raymond me volvió a reiterar que la decisión de tener un plan “b” había sido una muy acertada decisión.
El lunes 27 llamamos a Nasser para ver si podíamos reunirnos para enseñarle el plano que yo había esbozado, comentarle los detalles del mismo y acordar la presentación de una proforma por el alquiler, montaje y desmontaje de los andamios, Nasser nos preguntó en dónde podíamos toparnos y Raymond, luego de consultar con Nicolás, le dio cita, en la oficina “Magnan Architecture” que estaba en la ciudad vieja y le quedaba cerca a Nasser quien iba a estar en los alrededores en la tarde.
En la mañana aprovechamos para visitar las oficinas de una empresa llamada “SADE” subsidiaria de una de las firmas que auspiciaba las actividades del SIA en Marsella, nos atendió el gerente y luego de explicarle el tema de los sacos de arena, accedió a colaborar en varias cosas concretas: proporcionarnos la arena, un cargador con pala frontal y una tolva para llenar los sacos y transportarlos luego, al “Parc Chanot”. Los estudiantes debían colaborar para llenar los sacos, coserles y apilarlos sobre paletas de madera para su traslado.
Fuimos luego a la empresa importadora de café, donde descubrimos que habían regalado los sacos que supuestamente estaban reservados para nosotros; los estudiantes desgraciadamente no habían dado señales de vida; sólo quedaban alrededor de cien sacos. Nos reunimos con la asistente del gerente y le hicimos prometer que nos guardaría al menos trecientos sacos durante esa semana.
Estábamos en esos líos cuando nos enteramos, por una llamada urgente, que Raymond debía salir al día siguiente hacia Montreal, pues se había confirmado una importante reunión el miércoles 29 a primera hora.
Yo tendría que quedar a quedar a cargo del operativo junto con Elisabeth, no había otra opción. Le tranquilizamos, asegurándole que confiábamos en hacer todo de la mejor manera para no perder tiempo y poder tener la “Casa” lista para la fecha de apertura del Foro.
Ahí comenzaron -como ya he dicho- los días más alocados e intensos que haya podido vivir en este tipo de eventos internacionales.
Después de almuerzo fuimos al estudio de Nicolás, le enseñamos el plano, comentó que le gustaba y que iba a poder hacerse realidad con mucha facilidad. Nos presentó a una de sus colaboradoras, una joven arquitecta llamada Clarisse Rocca y le pidió que dibujara mi boceto en autocad y antes de la reunión con Nasser, muy amablemente, nos ofreció su oficina como centro de operación y coordinación de nuestras tareas referidas a la “Casa”.
Nos reunimos con Nasser, al terminar la reunión declaró que “le caíamos bien” y que nos iba ayudar; al día siguiente a primera hora nos enviaría la proforma.
Entre tanto habíamos recibido información sobre el precio y la posibilidad de conseguir viejas velas de barco para usarlas como límites de los espacios del “Casa”. Era caro y complicado, tuvimos que descartar la idea. El propio Nasser nos sugirió usar más bien las redes que ellos solían poner en los andamios para evitar que la mezcla, la pintura u otros materiales, afecten a los peatones y a los autos. Nos pareció una estupenda idea y le pedimos que incluyera también una cotización de ese tipo de malla en su proforma.
Nos contó que ya había participado con sus andamios en una importante feria de la moda y que el stand de la firma que le contrató fue todo un éxito. Había trabajado con una persona especialista en escenografías para obras de teatro que había “vestido” a sus andamios con telas rústicas de colores neutros en los que destacaban los vestidos y modelos que se exhibían.
Nicolás comentó que esa podías ser la solución para confinar el auditorio de la “Casa”, podíamos alquilar cortinas de teatro y “vestir” con ellas a nuestra ágora.
Desgraciadamente Nasser no había guardado contacto con la escenógrafa; sin embargo Nicolas conocía una joven profesional que se ocupaba de ese tipo de actividades. Nos dio sus coordenadas y pudimos contactar telefónicamente a Marie Keller.
Le explicamos el asunto, le interesó la idea y quedamos en vernos al día siguiente en la oficina de Nicolás.
Al final de la tarde, Clarisse nos entregó el plano de la “Casa”, perfectamente dibujada en autocad, entre ella, Marie y Nasser nos salvaron la vida.
Felicitaciones... proactivo otra gran lección Mario... pregunta las casas con yute como funcionaba la cubierta o de que area eran y que area contemplaban....
ResponderEliminarNo tenían cubierta pues todos estos stands se debían construir en el interiro de un gran galpón.
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