lunes, 5 de octubre de 2015

Perú 2: Los inicios de mi relación con DESCO y los amigos peruanos



El 15 de julio de 2015 recibí una carta proveniente de Lima, firmada por Ramiro García actual Jefe del Programa Urbano de DESCO.

Me comentaba que en estas fechas, DESCO estaba cumpliendo cincuenta años al servicio del desarrollo social y que en el marco de las celebraciones planificadas por ese acontecimiento, en alianza con la Coalición Internacional por el Hábitat – HIC, estaban organizando en Lima un Encuentro Internacional titulado: “Sociedad Civil y Gobiernos Locales hacia Hábitat III: Derecho a la vivienda, barrio y ciudad” entre el 1 y 2 de octubre.

En la carta, Ramiro añadía amablemente que por mi experiencia e interés en el tema del Hábitat, me invitaban a participar en este evento y celebrar juntos el aniversario de DESCO.

Acepté gustoso y escribo este relato, a mi regreso de Lima, luego de asistir a ese interesante encuentro. Presenté una ponencia titulada “Apuntes sobre el derecho a la vivienda, barrio y ciudad”, pero ese es otro asunto.

En esta oportunidad quiero referirme a mi relación con DESCO y a las relaciones de trabajo y amistad desarrolladas con muchos de sus integrantes así como con otros colegas peruanos.

El Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo – DESCO se fundó en Lima en 1965, cuando yo rondaba los 24 años de edad y ni siquiera había egresado de la Facultad de Arquitectura.

DESCO se autodefine como una asociación que busca contribuir al fortalecimiento de las capacidades de la sociedad civil y a la elaboración de propuestas de desarrollo; cuenta con un equipo interdisciplinario con experiencia en temas como pobreza y desigualdad, participación ciudadana, desarrollo y gestión local, fomento productivo local, gestión ambiental, planificación y quién sabe cuántas cosas más.

Esta invitación me ha hecho rememorar el largo tiempo que conozco a esta institución amiga  y las ingeniosas tareas que hemos emprendido con DESCO en todos estas décadas. El año pasado dejé el Centro de Investigaciones CIUDAD, institución a la que me vinculé de manera relativamente informal en 1978 y como investigador de planta desde 1981 luego de cursar un posgrado en México.

CIUDAD comenzó a operar como un grupo de estudio y discusión de problemas sociales y urbanos a fines de 1996 y se constituyó formalmente en agosto de 1977, está cumpliendo 38 años de labores… es por tanto, uno de los hermanos menores de DESCO.

Gran parte de mi vida profesional la desarrollé vinculado a CIUDAD en donde laboré más de 34 años y en medio de ese “chingo de años” -como dicen en México- (he sacado cuentas…) y resulta que conozco a DESCO casi el mismo tiempo. 

Es que eso no fue difícil pues entre los fundadores de CIUDAD estaban varios destacados urbanistas de nuestros pagos: entre otros, Diego y Fernando Carrión, mi hermano Jaime y Alfredo Rodríguez (el Pelado Rodríguez) otro de los invitados al encuentro sobre el “Derecho a la vivienda, barrio y ciudad”.

Pues sí… el mismo Alfredo Rodríguez que junto a Gustavo Riofrío escribió “De invasores a invadidos” a mediados de 1969, texto que fue publicado en el número 9 de los Cuadernos DESCO, en noviembre de 1971. Es decir seis años antes de la fundación de CIUDAD. 

Ahora que estamos sacando cuentas, ese texto cumple en estas fechas 44 años de editado, lo que demuestra que no somos tan jóvenes.

Pero decía que era casi obvio, que los miembros de CIUDAD conociéramos a DESCO (y a Gustavo) pues el Pelado invadió primero Lima y luego Quito, antes de regresar a su patria y fundar SUR (la versión chilena de DESCO y CIUDAD).

En 1983 hice una escala en Lima como parte de un viaje a Francia para participar en un encuentro sobre la movilidad urbana en los países en desarrollo, organizado por mi amigo Etienne Henry del IRT. Llamé a Gustavo y él me recibió en el aeropuerto. En aquella época, Alfonso Barrantes había sido elegido Alcalde Metropolitano de Lima y muchos de los amigos urbanistas se preparaban para darle una mano en los retos de la administración municipal. Gustavo en ese momento estaba trabajando en CIDAP luego de haberse desvinculado por un breve período de DESCO.

En DESCO conocí a Eduardo Ballón, Mario Zolezzi, Balo Sánchez-León, Julio Calderón y Lucho Olivera y en CIDAP a Roolfing Hack, Lucho Chirinos, Fico Arnillas, y Carlitos Frías y posteriormente a Silvia de los Ríos y Maritza Mayo.

Recuerdo que pasé un par de noches en Lima. Me alojé en un hotel del centro y algo que me llamó la atención fue la acumulación de empolvados cacharros, muebles viejos y materiales de construcción que se veían, en las terrazas de los edificios vecinos desde la ventana de mi habitación. Como en Lima no llueve casi nunca la gente usa las terrazas como depósito y trastero.

En una reunión organizada por Gustavo con los colegas urbanistas, di una charla sobre los barrios populares de Quito. Varios jóvenes estudiantes que nos acompañaron no podían creer que las diapositivas que llevé correspondieran  a barrios pobres. En primer lugar les impresionó el aspecto sólido de las edificaciones (de hormigón, ladrillo y bloques de cemento), que tuvieran techos de teja o de asbesto-cemento (de calamina, como le dicen en Perú) que tuvieran ventanas con vidrios y sobre todo, que el paisaje circundante tuviera tanto verdor, arboles de eucalipto, matas de sigse y chilca, flores de todo tipo y sobre todo el infaltable kikuyo (pasto traído del África, ahora tan nuestro, que hasta se lo usa para designar con su nombre a los burócratas del Estado, pues asoma por todo lado y es casi imposible de erradicar).     

Gustavo se encargó de aclararme las dudas de sus jóvenes colegas, mencionando que las barriadas populares de Lima (conocidas como pueblos jóvenes) se levantaban en amplias extensiones desérticas, sin una brizna de vegetación, en áreas donde no llovía en absoluto y se edificaban con caña guadua (caña de Guayaquil, como se conoce en el Perú a ese material importado de las zonas húmedas de la costa ecuatoriana). Como el clima es cálido las construcciones no requieren de ventanas o vidrios y en un primer momento, ni siquiera de cubierta, así que las más sofisticadas disponen en la parte superior, apenas de unas pocas láminas de caña para proteger el interior del sol o de una suerte de toldo de tela barata para idéntico fin, pues la lluvia no es un problema en la medida de que es totalmente inexistente.

Recuerdo que Gustavo, quien tenía un Volkswagen escarabajo de color beige, me llevó a conocer lo barrios populares del cono norte de Lima así como asentamientos más antiguos como el Agustino, San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho.

Visitamos los asentamientos del Cercado en  la  margen  izquierda  del  Río  Rímac todos ellos de una fragilidad y vulnerabilidad evidentes, sobre todos aquellos más próximos al seco cauce del río o algunos casi surrealistas como la barriada conocida como “El Montón” un enorme barrio edificado sobre un antiguo botadero de basura; la imposibilidad de cimentar las casas sobre la basura, hacia que éstas se desplazaran de manera tragicómica, hacia la calle o hacia atrás o se arrimaran unas a otras en una peligrosa borrachera de adobes y ladrillos. Gustavo refería que en esos asentamientos a veces el suelo se agrietaba dejando escapar el gas metano proveniente de la descomposición de los desechos orgánicos con catastróficos resultados: grandes explosiones o intoxicaciones fatales de familias enteras.

Conocí también las barriadas del cono sur de Lima y visité con Gustavo, el mejor guía para esos menesteres, el populoso asentamiento de Villa El Salvador, que a la época comenzaba a densificarse de manera significativa. El Programa Urbano de DESCO ha trabajado en esa zona todos estos años en tareas de investigación, apoyo al desarrollo, asesoría técnica, mejoramiento habitacional, densificación y gestión local participativa.  

En ese viaje y en muchas otras ocasiones posteriormente, Gustavo me puso en contacto con otra de sus obsesiones, la música. Es un gran conocedor y amante de la música brasilera y la cubana… y del jazz, el fado y los tangos (pasión heredada de su padre, el ingeniero Rafael Riofrío)…

Gustavo me hizo conocer a María Bethania, Gal Costa y a Maritza Montes de las que conservo algunos viejos casettes, Años después cuando salieron los discos compactos, Gustavo me vinculó con la música de Buena Vista Social Club (mucho antes de que esos intérpretes se hicieran famosos en el mundo rescatados por Ry Cooder).

Conservo hasta ahora una hojita de libreta en la que Gustavo de su puño y letra me recomendaba conseguir una serie de discos de música cubana Y claro, como soy un discípulo fiel de este personaje no solo en los temas urbanos sino también en sus gustos musicales, conseguí y adquirí la mayoría de sus sugerencias.

Así he llegado a tener una buena colección de fados (Gustavo me presentó a Mariza y a Cristina Branco), de discos de Cesara Evora (esta magnífica intérprete de música de Cabo Verde) y por supuesto, de música de Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Eliades Ochoa, Omara Portuondo y quién sabe cuántos otros intérpretes.

Pero entre mis discos guardo con todo cariño tres que me grabó Gustavo; uno con diez o doce  versiones de la canción “Lágrimas Negras”, interpretadas por distintos cantantes y dúos; otro de música cubana antigua interpretada por dos maravillosas octogenarias, las hermanitas Cándida y Floricela Faez y un tercero titulado Mundo Azul (música peruana antigua) interpretada al piano.

Fue un gusto compartir con Gustavo y tantos buenos amigos durante este encuentro al que fui invitado a Lima. Las relaciones mías, pero también de CIUDAD, con DESCO han sido estrechas y productivas durante estas casi cuatro décadas… y como todo lo que hemos hecho juntos es bastante y arduamente trajinado, todo eso será motivo de otro relato. 


2 comentarios:

  1. Tu memoria también me hacer recordar. Va un abrazo, querido Mario.

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  2. Excelente crónica Mario, gracias por ella. Que pena no herte visto esta vez en Lima

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