lunes, 20 de octubre de 2014

Ecuador 68 El Rincón de los Sentidos en el Parque Itchimbía

De nudistas y coincidencias

En días pasados escribí un relato sobre la primera manifestación nudista en un espacio público en el Ecuador, que tuvo lugar en el parque Itchimbía el domingo 13 de diciembre del 2009.

Ese encuentro nudista al que acudieron casi un centenar de personas se desarrolló en el espacio denominado “El Ágora” diseñado por mi amigo Hernán Burbano, en el sector conocido como el “Rincón de los Sentidos”, sitio no muy transitado y protegido -por la vegetación y la topografía- para que “fotógrafos” y “modelos” pudieran sentirse cómodos y a gusto.      

Como lo he mencionado, estoy convencido de que las coincidencias no existen, nada es casual y todo acontece cuando debe acontecer…. Al día siguiente de haber concluido ese artículo, fui a una lubricadora para hacer lavar mi auto y, mientras los operarios se ocupaban del vehículo, con jabón y potentes chorros de agua, me puse a revisar algunas revistas que estaban arrumadas en desorden en la sala de espera.

Encontré allí un número atrasado de una publicación titulada “Crear Ambientes”, del año 2007. Al echarle un vistazo, me topé en las páginas interiores con un artículo titulado “Mobiliario de madera da vida a los parques de la ciudad”… en él se daba cuenta de “la recuperación que “Vida para Quito” y el “Fondo de Salvamento” (FONSAL) habían realizado en los parques de la urbe…” y se reproducían varias fotos de las obras que realizamos en esos años en el Parque Itchimbía: dos de los miradores-asaderos del “Mirador del los volcanes” situado en el costado oriental del parque y una del “Cubo sin función” del  “Rincón de los Sentidos”.

Las dos obras fueron encargadas por el Consorcio CIUDAD-Ecogestión, diseñadas por el Arq. Hernán Burbano y construidas por Technoswiss, sin embargo en la revista no se mencionaba a nuestro Consorcio como el promotor de las obras, ni se daban los créditos al diseñador. La empresa que construyó esas instalaciones, especializada en la confección de estructuras de madera inmunizada, era mencionada indirectamente… en una de las páginas de la revista se podía observar una publicidad a todo color con los servicios que ofrece esa empresa y en las fotos se lee que fueron proporcionadas por ella.

Nuestro paso por el Itchimbía
  
Como ya he relatado, merced a un convenio con el Municipio y la Corporación “Vida para Quito,” el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la gestión del Parque Itchimbía desde mediados de enero de 2004 hasta agosto de 2010.

Un año antes el Municipio había encargado a la Corporación la administración de los parques Itchimbía y Metropolitano y ésta convocó a un concurso para  el manejo integral de esos parques por un período de tres años.

ECOGESTIÓN y CIUDAD habían suscrito un convenio de cooperación interinstitucional y en ese marco, presentaron una propuesta conjunta para la administración de los dos parques. El concurso del Metropolitano fue declarado desierto pero en el concurso para administrar el parque Itchimbía, fuimos declarados ganadores.

En la propuesta del Consorcio planteábamos como propósito de nuestra acción, la recuperación de la loma del Itchimbía para convertirlo en un parque público dotado de infraestructura, equipamiento y servicios adecuados para hacer posible el desarrollo de actividades educativas, culturales, recreativas, turísticas y ambientales; que permitiesen elevar la calidad de vida de los habitantes del centro histórico y de la ciudad en general.

En la propuesta planteábamos que el parque del Itchimbía debía ser un hito urbano, un importante recurso cultural, natural-ambiental, recreativo, turístico y de formación ciudadana.

Equipamientos previstos por CIUDAD-Ecogestión para el Itchimbía

Entre muchos otros innovadores equipamientos previstos en la propuesta de nuestro Consorcio para el Parque Itchimbía, se destacaban dos a los que voy a referirme  en este relato: el “Mirador de los volcanes” y el “Rincón de los Sentidos”. En ambos casos se preveía que deberían construirse con materiales de bajo impacto y que resultasen no solo acogedores, sino también armoniosos con el ambiente.

El “Mirador de los volcanes” era un paseo natural que pensábamos debía construirse en el parque  provisto de tres miradores-asaderos que propiciaran el vínculo del visitante con el Cayambe al norte, el Antisana al este y el Cotopaxi al sur.

El Cayambe y el Antisana (izq.) desde el Itchimbía.



Fotos de Nicolás Svistoonoff



Para el efecto, los miradores-asaderos estarían ubicados junto a un sendero peatonal que iría de norte a sur en el sector oriental del parque.

Diseño: arq. Hernán Burbano
Los tres se destinarían a un tipo de servicio demandado por usuarios y visitantes: la preparación y consumo de alimentos, picnics, asados y reuniones familiares.

Se pensó que deberían construirse tres plataformas con piso de madera cubiertas parcialmente, sobre estructura de madera tratada, en el que se implantarían parrillas (de mampostería, hormigón y metal), mesas y bancas empotradas (confeccionadas de madera tratada).

En cada mirador, ubicado en medio de la vegetación, se implementarían además un baño y un sector para fregadero de platos. 


El “Rincón de los Sentidos” se preveía como un conjunto de instalaciones de carácter lúdico – educacional, con diseños de bajo impacto visual, que facilitarían la práctica de actividades como: conversatorios, encuentros, talleres de arte y experimentación sensorial.

Foto de Nicolás Svistoonoff
En la propuesta del Consorcio para el Parque Itchimbía se planteaba que en el “Rincón de los Sentidos” se deberían integrar los ambientes y elementos naturales, los elementos construidos y las actividades de los visitantes. Se planteaba que el “diseño, la materialidad y las vivencias” debería otorgan “sentido y significado a los espacios”. En la propuesta se mencionaba que trataríamos de utilizar elementos creativos e innovadores que permitan apreciar las interrelaciones del paisaje urbano y natural a lo largo de la línea de cumbre.

Entre los conceptos e ideas-fuerza subyacentes en la propuesta del “Rincón de los sentidos”, se señalaba que el “rincón”, sería “un espacio que acogiera la imaginación y la creatividad colectivas, un lugar de aprendizaje y de fiesta…” pensado para privilegiar la función social del parque.

Se preveía equipar al Itchimbía con elementos escultóricos, sencillos y vitales “que acojan olores, movimientos, sonidos, fragancias y sabores de la naturaleza como una parte vital, sustantiva y esencial del disfrute del parque”. 





En la propuesta se planteaba que el “Rincón de los sentidos” debería ser también un “rincón para las artes”: espacios acogedores, algunos cubiertos, otros abiertos y algunos incluso apenas insinuados, que se implantarían en un bosque de árboles nativos en un territorio de aproximadamente una hectárea, relacionados a través de un sendero de un metro de ancho.

En mi discurso el día en que nos hicimos cargo del Parque Itchimbía, hice mención a esos dos tipos de equipamientos:

Foto de Nicolás Svistoonoff
“…el Parque Itchimbía es muestra formidable de la complementariedad del todo y de las partes… es balcón privilegiado de nuestro Centro Histórico, de la ciudad moderna, del sur, del norte… de Quito, en su conjunto. Está pensado como albergue de los sentidos, centro de creatividad, de cultura, de recreación… y -a la vez- mirador que contempla hacia fuera no sólo la ciudad sino también su entorno, el Cotopaxi al sur, el Antisana al este, el Cayambe en el norte, el Pichincha y los valles….”

Diseños de madera planificados para el Itchimbía

En mayo de 2006 en un boletín electrónico emitido a manera de de rendición de cuentas de la gestión del Consorcio CIUDAD-Ecogestión al frente del Parque Itchimbía, se mencionaba lo siguiente:

“Luego de dos años de manejo integral, el Parque Itchimbía, administrado por el Consorcio Ciudad-Ecogestión, se ha consolidado como un referente de educación ambiental y ciudadana, y de recreación y cultura en el Distrito Metropolitano de Quito. La variedad, calidad y cantidad de acciones realizadas dan cuenta de ello”.

En el acápite “servicios e infraestructura” se hablaba de los diseños que habíamos encargado a nuestro colega y amigo, arquitecto Hernán Burbano.

“Próximamente se construirá el ‘Rincón de los Sentidos’, un paseo natural adecuado para la creatividad y las artes y en la parte oriental se construyen tres miradores-asaderos desde donde el visitante podrá admirar y disfrutar el entorno natural que rodea la ciudad”.
 
Foto de Nicolás Svistoonoff
“El parque es un espacio para recrear y cultivar la importante herencia cultural y el entorno geográfico privilegiado de la ciudad de Quito. Se busca recuperar y revalorizar al Itchimbía como un balcón de Quito, para beneficio de toda la ciudadanía y un ámbito privilegiado de la actividad turística”.

El “Rincón de los sentidos” busca convertirse en un ámbito que acoja la buena vista, la buena música, los buenos olores, el aire agradable, la imaginación, la creatividad colectiva… será un lugar para la fiesta, la comida, el juego, un ambiente propicio para incentivar la cultura musical… un sitio para soñar y para hacer cosas útiles.

Elementos tan sencillos pero vitales como los olores, movimientos, sonidos y fragancias de la naturaleza (árboles, flores, aves e insectos), incluso el aire puro, serán parte esencial del parque. 

Diseño: arq. Hernán Burbano

Los diseños de madera construidos en el Itchimbía

Para realizar estas obras en el Parque Itchimbía, Hernán Burbano nos presentó en un primer momento, una serie de bocetos, acompaños de pequeñas maquetas para poder debatir y analizar sus ideas y sus propuesta. En esas tareas y en la toma de decisiones participamos Ramiro Morejón, Director del Parque; Mario Vivero, Coordinador Técnico y yo como presidente  del consorcio “Ciudad-Ecogestión”.

Cuando nos pusimos de acuerdo en las características y pormenores de los elementos que podríamos llevar a la práctica en razón básicamente de su factibilidad técnica y sus costos, Hernán elaboró los planos definitivos y buscamos una empresa que pudiera encargarse de su construcción.

Mediante un concurso de ofertas seleccionamos a Technoswiss que ofrecía costos razonables, plazos adecuados y garantizaba durabilidad y mantenimiento poco costosos pues planteaba la confección de los diseños con madera preservada y tratada, resistente a la intemperie y a los insectos.

Los elementos que se pudieron construir en el Itchimbía durante nuestra administración fueron los siguientes:
  
Cubo sin función: elemento escultórico previsto para integrar la vegetación (diversos tipos de enredaderas) el color de sus flores, sus fragancias, el vuelo de las mariposas y los colibrís y los trinos de las aves, con el paisaje, el entorno natural, los árboles, la vegetación, la luz y el sol.

Diseño: arq. Hernán Burbano

Cubo de las artes: elemento escultórico-utilitario previsto para integrar diversas actividades artísticas con el paisaje, el entorno natural, el calor, la luz y el sol… Se lo previó para acoger talleres y actividades de enseñanza y practica de artes plásticas (pintura, escultura, cerámica…), artes musicales (instrumentales y vocales), artes escénicas (teatro, danza, mimo)... para que la creatividad, el movimiento y el sonido se integren con la naturaleza y con los espectadores, por ello se lo pensó como un espacio transparente para que las actividades que allí se desarrollasen pudiesen ser observados desde afuera y para que quienes lo utilicen puedan vincular su actividad con la vegetación y el paisaje.   

Diseño: arq. Hernán Burbano

Laguna y puente: elemento paisajístico y escultórico-utilitario previsto para vincular las caminatas y recorridos de  los visitantes, con los otros elementos del “Rincón de los Sentidos” y con el paisaje, el entorno natural, el calor, la luz, el sol, el viento y el agua… La pequeña laguna puede ser observada desde sus costados pero sus plantas acuáticas, los peces y las ranas pueden ser vistos también desde el puente. Esta estructura puede recibir también enredaderas de diverso tipo y acoger mariposas, colibrís y muchas especies de insectos y de aves.

Diseño: arq. Hernán Burbano

Ágora y escenario: elemento utilitario previsto para integrar diversas actividades artísticas, culturales, recreativas y turísticas en medio de un acogedor entorno natural, el calor, la luz y el sol… Se lo previó para presentaciones musicales (cantantes, conciertos), artes escénicas (teatro, danza, mimo…); charlas, debates… para que la creatividad, el movimiento, la palabra y el sonido se integren con la naturaleza y con los espectadores, por ello se lo pensó como un espacio abierto, con graderíos vegetales, protegido y acogedor para que las actividades que allí se desarrollen puedan ser disfrutadas en medio de la vegetación y el paisaje natural.   

Diseño: arq. Hernán Burbano
   
Miradores asaderos: elementos utilitarios previstos para integrar diversas actividades familiares y grupales como un servicio para los usuarios y visitantes del parque. Para su uso se debe hacer una reservación previa y se estableció un pago simbólico para garantizar su mantenimiento y aseo. Cada mirador está orientado hacia uno de los volcanes que pueden ser observados desde el Itchimbía: el Cotopaxi al sur, el Antisana al este y el Cayambe al norte; pero están estratégicamente ubicados para vincularlos también con el paisaje natural del parque y de su entorno, con la ciudad, el calor, la luz, el sol, las aves, los árboles y la vegetación nativa…
 
Diseño: arq. Hernán Burbano

Cada mirador dispone de una plataforma cubierta, un par de mesas con sus respectivas bancas, una parrilla para preparar asados con campana extractora de humo y un mesón para preparar los alimentos, provisto de lavaplatos.





Diseño: arq. Hernán Burbano
Junto a estas acogedoras estructuras se construyeron instalaciones de servicios higiénicos para los usuarios.

Todas estas edificaciones se complementaron con una adecuada señalética que fue diseñada por el arquitecto Luis Bossano y su esposa la diseñadora María Isabel Castro.  
  
En general, tanto los Miradores cuanto los elementos del “Rincón de los Sentidos” fueron bien recibidos y aceptados y han sido cuidados por los usuarios del Parque…

Los contratos de administración del parque Itchimbía y del Metropolitano Guangüiltagua (que también estuvo bajo nuestra responsabilidad) finalizaron el 31 de agosto de 2010.

En casi siete años en los que el manejo integral de esos espacios públicos estuvo bajo nuestra responsabilidad, brindamos atención a más de veinticinco mil visitantes mensuales en el Itchimbía y a cerca de cien mil en el Metropolitano; ejecutamos con seriedad y responsabilidad, numerosas obras de infraestructura y múltiples actividades y servicios.

Al terminar nuestras labores en los parques, en un acto público, dejé constancia de nuestro agradecimiento al Municipio Metropolitano, a “Vida para Quito”, al personal que laboró en los parques y sobre todo a los usuarios, visitantes, vecinos, amigos e instituciones que con su apoyo y confianza hicieron posible nuestra gestión exitosa durante esos años. Tratamos -y creo que lo conseguimos- de que los dos parques fueran espacios respetuosos y acogedores del ser humano y la vida.

viernes, 17 de octubre de 2014

Ecuador 71 Nicolás Svistoonoff y el Parque Itchimbía

Como ya he relatado, merced a un convenio con el Municipio Metropolitano y la Corporación “Vida para Quito,” el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la administración del Parque Itchimbía desde mediados de enero de 2004 hasta agosto de 2010.

En los casi siete años en que realizamos el manejo integral de ese parque nos brindamos íntegros y procuramos ser eficientes en la gestión administrativa y financiera; cordiales y acogedores en las relaciones con los vecinos y otras instituciones; e innovadores en el desarrollo de actividades de educación ciudadana, cultura, recreación, turismo y manejo ambiental para usuarios y visitantes.


Mónica Dazzini, Mario Vivero, Diego Hurtado, Nicolás Svistoonoff, Desirée Castro, Mario Vásconez

Una de las personas que más nos apoyó en esas tareas, con toda generosidad, desinterés y verdadera pasión fue Nicolás Svistoonoff, querido amigo que acaba de dejarnos de manera súbita el miércoles 15 de octubre del 2014.







Nicolás tenía su casa a pocos pasos del parque, él y Sarita su esposa, hicieron del Itchimbía un lugar de esparcimiento y ejercicio cotidianos. 



Nicolás Svistoonoff y Sara Sánchez


Foto Nicolás Svistoonoff
Caminaban todos los días por los senderos del parque, nos visitaban de tanto en tanto y siembre estaban dispuestos a colaborar y ayudar en todo cuanto les pudiésemos pedir o solicitar. 


Nicolás vivía intensamente en el jardín de su casa y en su otro jardín más grande, el Parque Itchimbía, que era también suyo.




Foto Nicolás Svistoonoff
Descubría y fotografiaba con su ojo de artista, todas las plantas y aves existentes y toda nueva especie animal o vegetal que descubría jubiloso. Las rutas de sus caminatas eran siempre diversas para poder gozar como un niño, de plantas, flores y cuanto bicho se cruzara en su camino.




Foto Nicolás Svistoonoff
Su generosidad no tenía límites, nos regaló gran cantidad de semillas y plantas de especies nativas con la consigna de que “debíamos” hacerlas germinar y proliferar en el parque. No se guardaba ningún tipo de información, todo lo compartía… estaba convencido de que el conocimiento, así como las plantas y las fotos, debían ser de todos, para el uso y disfrute de todos…


Foto Nicolás Svistoonoff
Cada vez que pudo nos dejó copias de las decenas y decenas de fotos que tomaba incansablemente en sus largas y fructíferas caminatas… teníamos un nutrido archivo de bellas fotografías de flores, pájaros, insectos y reptiles que Nicolás capturaba con su cámara en sus desplazamientos cotidianos por el parque.


También era muy crítico. Cuando algo que habíamos hecho le parecía mal, nos lo comunicaba de inmediato. Pero de igual forma siempre estaba dispuesto a  brindar un juicioso comentario, un sabio consejo o una sugerencia oportuna.


En agosto de 2005 el Consorcio Ciudad-Ecogestión presentó a consideración de “Vida para Quito” una idea del proyecto denominado “Ruta del Quinde” para crear y consolidar en el costado oriental del Parque Itchimbía, un espacio destinado a exhibir y precautelar la vida vegetal y animal propias de ese sector de Quito, que pudiese ser observada por los visitantes del Parque y que pudiera ser a la vez, un lugar privilegiado para los estudiosos de la flora y la fauna nativas.


Para discutir los pormenores de ese proyecto, organizamos un taller de trabajo -que fue facilitado por Alberto Rosero- con la participación de varios miembros de nuestro Consorcio (Mario Vásconez, Ramiro Morejón, Mayra Calderón, Mario Vivero, Jenny Maldonado, Desiré Castro) y la presencia de varios queridos "amigos del parque Itchimbía", que amablemente nos dieron sugerencias e ideas para nutrir y mejorar la propuesta; nos acompañaron Juan Manuel Carrión, para aportar sus conocimiento sobre aves; Martín Bustamante y Néstor Acosta, sobre batracios; Martha Echavarría, sobre mariposas y Nicolás Svistoonoff sobre plantas y especias nativas del Itchimbía.


Mario Vivero, Jenny Maldonado, Mayra Calderón, Mario Vásconez, Ramiro Morejón

El proyecto desgraciadamente no pudo hacerse realidad. A pesar de disponer del presupuesto respectivo, de constar en nuestro contrato como una de las obras a ser desarrolladas en el Itchimbía, los funcionarios de “Vida para Quito” que debía apoyar y tomar decisiones sobre la construcción, fueron dando largas al asunto. Su indecisión y falta de visión impidieron que pudiéramos implementar esa singular propuesta.


Mayra Calderón
Buscando viejos archivos (que debo tener en algún lado) con las fotos y textos de aquel taller, he encontrado más bien algunos materiales de otra actividad que promovimos en el Itchimbía un año antes.


El 23 de junio del 2004, al inicio de nuestra gestión en el Itchimbía, nuestro querido amigo Rodrigo Barreto, quién fue el primer Director del Parque, organizó una linda exposición de fotos de sus flores nativas.


Nicolás Svistoonoff, quien participa activamente en aquella asociación de “amigos del Parque Itchimbía”, en su intervención en el acto inaugural de esa exposición, dirigió a los presentes unas emotivas palabras que las reproduzco en este relato, como nuestro mejor homenaje a las sabias enseñanzas y sensibilidad de nuestro querido maestro y amigo… con toda nuestra gratitud por su generosidad y apoyo solidario.

Mario Vásconez, Galo Medina, Andrés Vallejo, Rodrigo Barreto, Nicolás Svistoonoff, Hugo Galarza, Inés Pazmiño

El Itchimbía
Por: Nicolás Svistoonoff

Foto Nicolás Svistoonoff
“En la memoria de mucha gente, todavía persisten los recuerdos de una infancia maravillosa, de un lugar de aire puro, de vientos y cometas, de aventuras y de vacaciones.

Aquel lugar perdido en la nostalgia, lleno de naturaleza y muy cercano a la vieja ciudad de Quito de nombre Itchimbía, en algún momento debió haber tenido una sensación a paraíso natural.

El Itchimbía, a pesar de ser ese referente entrañable, se transformó por el "que-me-importismo", en un enorme campo abandonado, propiciando la formación de depósitos de escombros, basura y refugio de antisociales. En todos esos años del gran crecimiento urbano, se permitió irresponsablemente su deterioro,  y lamentablemente así, este lugar se convirtió en el sinónimo del descuido y del peligro, menospreciado por todos.

Foto Nicolás Svistoonoff
Pero, desde el año pasado, después de una serie de adversidades, hemos sido testigos de asombrosos cambios. Acertadamente, las autoridades actuales de nuestro municipio han comprendido y se han concientizado de la importancia de los entornos naturales y han puesto todo su empeño en recuperar los diversos sitios injustamente abandonados. Se ha hecho mucho por sanear el medio ambiente, y el trabajo ha sido muy duro; pero, afortunadamente, cuando hay la decisión y el buen criterio, nada es imposible.

Foto Nicolás Svistoonoff
Hoy, todos somos testigos como propios y extraños están descubriendo el privilegiado paisaje del Itchimbía, que hasta hace poco, nadie podía siquiera imaginar un lugar tan maravilloso. Dudo que exista un parque con una vista así de  espectacular y con un panorama tan diverso en sus 360º.


Algo está pasando en Quito: el Itchimbía es la mejor prueba de que los milagros existen. Aquello que parecía imposible de arreglar; esta "tierra de nadie", hoy vive un proceso increíble de renovación y apropiación de sus ciudadanos. Igualmente el Centro Histórico ha sido recuperado y es la admiración y orgullo de todos.


Es inconcebible los años  de abandono de un sitio tan especial. La riqueza del suelo revela su historia. Cuando excavamos aquí, podemos apreciar una rica y profunda capa de tierra negra. Por simple deducción lógica y haciendo volar un poco la imaginación, podemos  sentir por este vestigio, toda la memoria de un bosque primario que existió algún día. Seguramente, de estas laderas sacaron los primeros habitantes españoles la madera para sus construcciones coloniales. De hecho, dicen que toda la orilla del Machángara estaba poblada de bosques muy espesos; de cedros y arrayanes, de huaycundos y orquídeas. El Itchimbía debió ser parte de ese maravilloso corredor ecológico.

Foto Nicolás Svistoonoff
Pero, ¡qué difícil es recuperar un bien natural perdido! Lo que a la naturaleza le ha costado siglos formar, con qué facilidad puede ser destruido en un instante. Ese drama lo vivimos diariamente. Cuanta inconsciencia ha habido en el pasado y sigue habiendo en el presente en la agresión a la naturaleza. Todo el clima se está modificando con estas alteraciones. Cada día hay menos humedad, y cualquier persona se puede dar cuenta de  la diferencia climática en esta ciudad. Si no se toman medidas correctivas urgentes, las consecuencias pueden ser catastróficas.

Dicen que en estos tiempos de crisis de las utopías, la última utopía que queda, es todo aquello relacionado con la ecología y el medio ambiente. Afortunadamente, la actitud hacia la naturaleza está comenzando a cambiar. Sabemos muy bien que hay una nueva generación de jóvenes conscientes que se han comprometido con el bien común.
Son  gentes positivas que trabajan en silencio y con mucha seriedad y esfuerzo.  Uno de los mayores retos para ellos es devolver a la tierra lo que se le ha quitado. Conozco a muchos de ellos y son realmente admirables. Son nuestra esperanza. Es la reserva moral para una nueva mentalidad.  De esto, muy poco se habla; ya que las buenas noticias normalmente no son noticias de interés para los comunicadores.

Foto Nicolás Svistoonoff

Aquí tenemos un buen ejemplo de la participación de un entusiasta grupo de jóvenes científicos que  nos presentan fotos de la flora del Itchimbía. Como dice en su hermoso cartel: "Nos quedan pocos remanentes de esa flora nativa, que permanecía escondida en las quebradas y en los terrenos baldíos mientras la ciudad crecía". Pero, ¿que nos quieren decir estas sugestivas imágenes de plantas silvestres? ¿Por qué insistir en algo tan sencillo?

Foto Nicolás Svistoonoff
¿Cuántas veces hemos pasado al lado de cualquiera de estas plantas sin prestarles ninguna atención? ¿Que sabemos de ellas?

Es en verdad una magnífica oportunidad para aprender algo nuevo; una invitación para introducirnos a un mundo fascinante, para familiarizarnos  con sus nombres y sus usos.


Foto Nicolás Svistoonoff
Aprendamos su cultivo y sepamos apreciar su sencilla y humilde belleza. Con un poco de atención, si observamos el amarillo del putzo junto con los vibrantes azules de la flor de iso; las sinuosas enredaderas bomareas cerca de las delicadas calceolareas,  las solitarias ocayuyos o las susceptibles mimosas, descubramos en ellos todo un mundo lleno de sensible poesía.

Foto Nicolás Svistoonoff
Para un entorno sano y justo, hay que cambiar la mentalidad. Eso quiere decir, modificar nuestra actitud con la vida, replantear los valores. El lucro inmediatista e irresponsable de antes, tiene que dar paso al cuidado y restauración de la naturaleza. En el primer momento de esta transformación, mucho tiene que ver el aprecio por lo pequeño, lo frágil y lo delicado: el respeto de la armonía y la diversidad.

Para que regrese la naturaleza de  antes, lo único que necesita es que se le dé la oportunidad. Para ello, aprendamos a valorizar la flora y la fauna nativas. Seamos todos miembros activos de la minga por la vida. ¡Ya no más incendios. Ya no más volquetas con basura y escombros, ni más delincuencia! Este no es solo un parque de recreación familiar; es sobre todo un parque de educación ambiental.

Foto Nicolás Svistoonoff
Todos tenemos que aprender algo. Estoy totalmente convencido que si se mejora el entorno natural de Quito, sin duda va a  repercutir en el cambio positivo de sus habitantes. Las graves tensiones ­ las agresividades -que genera una ciudad moderna- podrían atenuarse con la recuperación de los espacios verdes. Esta obra prioritaria, a largo plazo, es  una magnífica inversión social.



Foto Nicolás Svistoonoff
Ahora ya están regresando los niños y sus familias; los jóvenes y los viejos; y, para que regresen los quindes, los huirachuros, los jilgueros y los tangaras; construyamos un ambiente con flores, frutos e insectos, propiciando con ello, una coherente planificación ecológica. 

Lo que todos queremos, es un parque sano y seguro; donde todos podamos sentirnos felices y orgullosos, de que cada uno de nosotros haya aportado en algo para este milagro de una sociedad sana. Estar en paz con la naturaleza es como estar en paz con uno mismo”.




Querido Nicolás: los parques también requieren de seres de luz que sigan velando por sus plantas, su animalitos y por la gente. Hasta vernos en algún rincón del parque con Rodrigo Barreto, para empinar una cometa y disfrutar de los árboles nativos, los colibrís, los mirlos, los sigses y los chilcos… vaya para ti un cariñoso “dios te pague”…