miércoles, 13 de febrero de 2013

Ecuador 52: Mi vinculación al Centro de Investigaciones CIUDAD.


Comencé a escribir este relato el primero de febrero de 2013. A partir de ese día he comenzado jugar en el equipo de los jubilados. 

Con esa fecha envié a mis contactos, colegas, amigos, familiares y colaboradores una escueta nota de despedida que rezaba: 

“Queridos amigos y amigas. 

A partir de febrero comenzará una nueva etapa de mi vida. 

He decidido jubilarme. 

Eso implica que dejaré el Centro de investigaciones CIUDAD, institución en la que trabajo desde 1981. Esta decisión no ha sido fácil, pues mis vínculos con CIUDAD, primero como Investigador y en dos oportunidades como Director, han sido desarrollados con total compromiso, honestidad, pasión y responsabilidad. 

Creo sin embargo, que las personas debemos tomar decisiones en el momento que corresponde, por más tristes que éstas puedan ser. 

Mil gracias a todos quienes ahora hacen CIUDAD y a todas las personas que han pasado por la institución, mis agradecimientos por su amistad, espíritu de trabajo, solidaridad y compromiso. 

El esfuerzo de todos ha permitido que lleguemos a donde hemos llegado en todos estos años. Gracias a los amigos y amigas de todo el mundo con quienes compartimos  sueños, emprendimos proyectos e “hicimos cosas” interesantes… 

Un abrazo solidario y afectuoso a “todas y todos” (como se suele decir en los tiempos que corren)”.

Esta decisión me ha llevado a pensar y repensar sobre la historia del Centro de investigaciones CIUDAD y mis vínculos con esa querida institución. 

El nombre completo de CIUDAD es “Centro de Investigaciones de Urbanismo, Arquitectura y Diseño”, pero el nombre corto con el que se le conoce es “Centro de Investigaciones CIUDAD” o simplemente “CIUDAD”. Aunque muchos colegas nos conocían como “Grupo CIUDAD” en nuestros primeros años de vida.

CIUDAD comenzó a operar como un grupo de estudio y discusión de los problemas sociales y urbanos a fines de 1996. Se constituyó formalmente con el largo nombre ya mencionado el 4 de agosto de 1977, “con sede en la Capital de la República del Ecuador, teniendo como jurisdicción y competencia todo el territorio nacional… y como una entidad autónoma, apolítica y sin fines de lucro”, según rezan sus estatutos.

Los objetivos de CIUDAD según ese documento constitutivo, eran los siguientes: a) Promover y desarrollar investigaciones críticas de la realidad nacional, con el objeto de producir instrumentos teóricos para dilucidarla; b) Incursionar en los campos específicos de la arquitectura, el urbanismo y el diseño, en los ámbitos urbano y rural, a través de estudios teóricos generales y particulares; c) Desarrollar e incentivar la práctica investigativa; d) Difundir a través de diversos medios tanto las investigaciones y estudios realizados por CIUDAD, así como aquellos trabajos nacionales y/o extranjeros que puedan significar un aporte teórico o práctico para el desarrollo de la ciencia y la cultura nacionales; e) Promover un amplio intercambio de información con organismos, instituciones y personas públicas o privadas, nacionales o extranjeras que persigan fines similares a los de CIUDAD; f) Conformar un sistema de información sobre arquitectura, urbanismo, diseño, etc., y g) Participar con otros organismos similares dentro y fuera del país en trabajos de interés común.

Los nueve amigos fundadores de CIUDAD e integrantes de su “Asamblea General” (máximo órgano de la institución) fueron Diego Carrión, Fernando Carrión, Miriam Ernst, Jorge García, Handel Guayasamín, Henriette Hurtado, María Mercedes Jaramillo, Paulina Matta, Alfredo Rodríguez, Janette Rueda y Jaime Vásconez.

Diego Carrión, que acaba de graduarse de arquitecto, fue nombrado Director; Fernando Carrión, Jefe del Departamento de Investigación y Handel Guayasamín, Jefe del Departamento de Publicaciones. Los tres conformaban el “Comité Directivo”, órgano ejecutor, bajo cuya responsabilidad estaba el funcionamiento del Centro y el cumplimiento de las resoluciones, disposiciones e instrucciones emanadas de la Asamblea General. 

Según el acta constitutiva, los estatutos del Centro de Investigaciones de Urbanismo, Arquitectura y Diseño – CIUDAD, fueron discutidos y aprobados por la totalidad de los miembros fundadores, en reuniones de “Asamblea General” convocadas por el Director para ese efecto, los días 18 de julio, 26 de julio y 4 de agosto de 1977. Así lo certifican con sus firmas, en Quito a los 11 días de agosto de 1977, Diego Carrión, Director y Janette Rueda, Secretaria. 

CIUDAD obtuvo su personería jurídica ante el Ministerio de Educación Pública del Ecuador el 01 de septiembre de 1977. Los Estatutos fueron aprobados con el No. 7669 y fueron inscritos y publicados en el Registro Oficial  No. 420 de 12 de septiembre de 1977 con la firma del Ministro de Educación, Dr. Eduardo Granja Garcés. 


A las pocas semanas de la constitución legal de CIUDAD, Diego viajó a Inglaterra para cursar un posgrado… emprendió ese periplo en compañía de Henriette (con quién estaba casado en esa época) y de sus hijas Andrea y Carolina.

La dirección de CIUDAD fue confiada a su hermano Fernando, quién desempañó esas funciones hasta 1980. En ese período se desvincularon de CIUDAD buena parte de los miembros fundadores; Handel y Lisie al igual que Jaime y Janette decidieron buscar trabajo en algún otro lado pues sus premuras domésticas demandaban ingresos estables y no eventuales e inciertos como los que podían avizorarse en CIUDAD. Alfredo y Paulina regresaron a Chile y Memé, la esposa de Fernando también se retiró pues consiguió trabajo en el Museo Camilo Egas.

Fernando y Jorge quedaron a cargo de la oficina y no cerrarla fue un esfuerzo de titanes.
De ese duro período data mi vinculación a CIUDAD.

Según mi Carnet de afiliación al IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social) mi vínculo formal como empleado de CIUDAD se inició el 01 de mayo de 1982; pero en realidad, comencé a colaborar en la Institución desde  fines de 1977.



Antes de mi viaje a México yo mantenía una oficina de arquitectura, junto a mi amigo Marco Vásquez y trabajaba con nosotros su primo Carlos Guerrero Vásquez, el popular “Carlanga”, quien comenzaba a dar sus primeros pasos en la Facultad de Arquitectura de la U. Central.

Con Marco teníamos originalmente la oficina en la casa de sus papás, ubicada en la “Diagonal Universitaria”, llamada en esa época “Av. Márquez de Varela”. Posteriormente arrendamos una oficina de una habitación y un pequeño medio baño, construida sobre la losa del garaje de la casa paterna de un colega nuestro, el arquitecto Leonardo Arcos. Esa oficina, ubicada en la calle Fernando de Santillán y Av. La Gasca, fue originalmente el lugar donde CIUDAD inició sus actividades en 1977.

Cuando CIUDAD se mudó a un departamento más amplio en la Calle Adolfo de Valdez y Humberto Albornoz, en el extremo occidental del Parque Italia, Marco y yo arrendamos la habitación de la calle Fernando de Santillán.

A los pocos meses Fernando Carrión propuso sub-arrendarnos una parte de las instalaciones de CIUDAD para nuestras actividades de arquitectura. La idea era que nosotros estaríamos más cómodos en esas instalaciones y CIUDAD podría ayudarse con nuestra “cuota”, para el pago del arriendo. Así que con Marco y Carlanga, dejamos los altos del garaje de la familia Arcos y desembarcamos con nuestras mesas de dibujo y algunos otros muebles a una de las habitaciones del departamento que ocupaba CIUDAD frente al Parque Italia. 

Como ya he contado en un relato anterior, al egresar de la Facultad de Arquitectura de la U. Central, yo desarrollé -entre 1975 y junio de 1977-  junto a Hernán Burbano, Carlos Jácome y César Rosero, una tesis que fue famosa en su época: el Programa de vivienda popular de la Cooperativa “Santa Faz” de la ciudad de Riobamba.
 
Casi de inmediato Fernando Carrión nos invitó a Hernán y a mí a colaborar en CIUDAD en varias actividades de capacitación, en particular en la organización de un seminario sobre el proceso de diseño.

En un primer momento Fernando nos había invitado a sumarnos a las actividades de CIUDAD merced a una contribución económica.

En una carta personal fechada en octubre 25 de 1977, nos informaba de la constitución formal de CIUDAD y de los objetivos que perseguía el Centro; alrededor del desarrollo, promoción, difusión e intercambio de investigaciones en los campos de la arquitectura, el urbanismo y el diseño. 

Mencionaba que en CIUDAD se habían organizado departamentos especializados: publicaciones, investigaciones, capacitación; en cuyos planes de trabajo se contemplaba la ejecución de investigaciones, la publicación de trabajos y el desarrollo de seminarios y cursos sobre diversos temas ligados a tales prácticas.
Terminaba mencionando que como era conocido, este tipo de actividades carecía de apoyos oficiales o institucionales… y que por esa razón se dirigía a nosotros para recabar apoyo económico, en términos de una contribución pagadera en el plazo de un año. A cambio, se nos ofrecía la posibilidad de recibir gratuitamente las publicaciones de CIUDAD.

Un tiempo después, Hernán y yo respondimos que, para nosotros resultaría muy satisfactorio el poder contribuir a las actividades de CIUDAD a la medida de nuestras capacidades; analizábamos que en igual situación, estarían varias personas que podrían volcar su energía a la investigación y a la generación  de conocimientos… pero pensábamos que el mecanismo de ingreso “a través de una contribución económica” no era el más apropiado, pues personas verdaderamente capaces y con una formación sólida que pudieran estar interesadas en integrarse al Centro, al no poder hacer un desembolso de esa naturaleza, podrían tal vez abstenerse de brindar su aporte a la Institución. 

Añadíamos que a nuestro criterio, si el Centro aspiraba a producir en términos conceptuales, el mecanismo idóneo para el ingreso de las personas que tuviesen interés en sumarse al trabajo de CIUDAD, debería darse precisamente a través del trabajo y el aporte teórico. 

Añadimos que en nuestro caso, gustosamente podríamos continuar impulsando el desarrollo del seminario sobre el proceso de diseño en cuya organización estábamos colaborando y planteamos estructurar un proyecto de investigación que nos permitiera integrarnos al Centro en concordancia a sus objetivos.

Fernando aceptó la sugerencia y nos integramos a CIUDAD casi de inmediato. En mi caso, comencé a colaborar en todo lo que podía hacerse y al poco tiempo me hice cargo del “Departamento de Capacitación.

Con el apoyo de Hernán estaba armando aquel seminario sobre “metodologías de diseño”, cuando tuvimos que volcar nuestra energía a la organización de un ciclo de conferencias sobre la “planificación y sus perspectivas” y “el problema de la vivienda en América Latina” que iban a ser dictadas por el arquitecto colombiano Emilio Pradilla, durante los días 2, 3 y 4 de febrero de 1978.

En las conversaciones que pudimos mantener con el conferencista, nos enteramos que estaba viviendo en México y era docente del posgrado que la Escuela de Arquitectura – Autogobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México, había abierto en dos áreas: “arquitectura” y “urbanismo”. 

Le comentamos nuestro interés en poder realizar un posgrado y muy amablemente nos ofreció gestionar nuestra admisión; para ello, siguiendo sus indicaciones, escribimos nuestras solicitudes formales y se las entregamos junto a varios anexos, para que pudiera llevarlas a la UNAM a su regreso a México.

Pradilla cumplió su ofrecimiento y nos envió las cartas de admisión y los certificados de estar inscritos en los cursos de posgrado. 

Así que aprovechando esa coyuntura, viajamos a México con Hernán a fines de 1978. 
Yo viví en esa ciudad hasta principios de 1981 y cursé la maestría en la Escuela de Arquitectura de la UNAM. 

Como ya he relatado, México fue un corte fundamental en mi vida. Me alejé de la familia, de la novia, de los amigos, de Quito, del Ecuador, de la vida universitaria de pre-grado…, allá viví maravillosas experiencias, conocí un mundo diferente, enfrenté retos y responsabilidades y de alguna manera, dejé mi primera vida de joven-estudiante-arquitecto-recién-graduado y pasé a ser joven-arquitecto-recién-graduado-con posgrado, comenzando a ser adulto.

Me fui con un “chimbuzo” de marino al hombro, con algo de ropa y un montón de sueños… y regresé casado (con la misma novia que dejé por acá), con una hija, un carro, muebles y enseres, un perro, la satisfacción de haber superado una meta, algo más de experiencia y un montón de responsabilidades.

Durante el período que Fernando fue director de CIUDAD incorporó a la Institución a mis colegas Marco Vásquez y Carlos Guerrero, que habían quedado a cargo de mi oficina durante mi aventura mexicana… y sumó además a un valioso grupo de jóvenes estudiantes de arquitectura: Edgar Flores, Luis Gallegos y Bolívar Romero (que más tarde junto a Carlanga, formaron la Fundación Ecuatoriana del Hábitat - FUNHABIT); a más de las colegas Anita García, Patricia Palacios y Silvana Ruiz (para que hubiera equilibro de género en la Institución). 

De forma paralela comenzaron a trabajar en CIUDAD, Mónica Manrique, en las tareas de secretaría y Miguel Samaniego, como mensajero y asistente de oficina.


A mi regreso de México a principios de 1981, una de las primeras cosas que hice fue caer por las oficinas de CIUDAD. 

Fernando Carrión, Jorge y Anita Garcia habían viajado a México para estudiar un posgrado; en el “Colegio de México” el primero y en la UNAM, igual que yo, los dos restantes. 

Diego Carrión había regresado de su posgrado en Inglaterra y había retomado las funciones de Director de la Institución. 

Me invitó con varios amigos a un asado en Villa Juárez, la magnífica quinta de su abuelo y cuando conversamos me reiteró su interés de que yo pudiera colaborar en CIUDAD… 
Sin embargo me aclaró que al momento, no tenía nada que ofrecerme en cuanto a salario o cualquier otro tipo de ingresos. 

Le respondí que me encantaba la idea de meter el hombro para sacar adelante  CIUDAD pero que tendría a la par, que buscar trabajo en algún otro lado para poder responder  a las exigencias domésticas y familiares.

Presenté en mis papeles en numerosas instituciones en busca de trabajo. Alberto de Guzmán me recomendó en el FONAPRE (Fondo Nacional de Pre-inversión), me entrevistó Raúl Gangotena su Director Ejecutivo y estuve a punto de trabajar con ellos, sin embargo, mi amigo Mario Solís le contó a Pepe Ordóñez, a la época Director de la Junta Nacional de  la Vivienda (JNV), que yo había regresado con un posgrado referido al tema habitacional; Pepe me invitó para conversar, me propuso colaborar con él… acepté y me contrató de inmediato. 

En las tardes a la salida de la JNV me daba un salto por CIUDAD y con Diego tratábamos de inventar alguna iniciativa o proyecto que nos permitiera conseguir algo de financiamiento para la institución.


Laboré en la Junta de la Vivienda desde el primero de junio hasta el 30 de septiembre de 1981. A pesar del apoyo de Pepe el ambiente de la burocracia estatal me oprimía. Ganaba bien pero eso no era todo. 

Yo he trabajado siempre de forma responsable e intensa pero el tener que timbrar tarjeta, estar pendiente del reloj para salir corriendo, no poder prolongar las jornadas cuando se estaba haciendo algo interesante y tener que calentar la silla cuando no había trabajo… me molestaba enormemente. De otro lado, casi de inmediato detecté que estaba en un ambiente lleno de rencores, envidias y pequeñeces… No me sentía a gusto… así que un día tome la decisión de renunciar. 

De inmediato, a partir del 01 de octubre de 1981, me integré a CIUDAD a tiempo completo.


Mi mujer casi me mata, había dejado un trabajo con salario estable y bien remunerado para integrarme a una utopía, para ganar la cuarta parte y con la incertidumbre de no saber si tendríamos sueldo luego de tres meses. 

Diego había conseguido un proyecto con el alcalde Rafael Sancho, para elaborar el Plan de Ordenamiento Territorial de El Puyo, trabajaban en esas tareas con el apoyo de Santiago Carcelén, Edgar Flores, Lucho Gallegos, Patricia Palacios y algunas otras personas; el trabajo estaba bastante avanzado así que no tuve mucho que aportar en los contenidos; pero me integré al equipo para encargarme de la corrección de estilo y de la edición de los textos finales del informe.

Esa fue una de las primeras tareas que desarrollé en CIUDAD a fines de 1981.

Ahora, casi 32 años más tarde he decidido dejar la institución. 

CIUDAD ha sido parte de mi vida. Le debo mucho. 

También le debo mucho a Diego con quién fue muy grato trabajar y de quién aprendí muchas cosas. 

Creo que también he dado bastante de mí a la Institución. Fui su director por un par de años entre 1992 y 1993 y luego por un período mucho mayor -de más de catorce años- entre 1998 y 2012. Actué siempre con dedicación y seriedad e hice todo lo posible por sacarla adelante. 

Pero sobre todo hay que destacar que en este largo periplo pude hacer muchas cosas interesantes y novedosas como parte de un equipo humano maravilloso… muchos de los colegas que pasaron por CIUDAD nos dejaron para dedicarse a otras tareas, algunos se mudaron para el más allá y otros siguen… pero una de las fortalezas que nos permitió sacar adelante una utopía y hacer de CIUDAD una realidad, sólida y tangible, fue el que todos supimos meter el hombro…  que todos fuimos en realidad un grupo de amigos…

Posiblemente tuvieron razón aquellos colegas que nos bautizaron como “Grupo CIUDAD” allá en 1977, en nuestros primeros años de vida. 

Es que como dice mi amiga Lucelena Betancur, directora de la Fundación Hábitat Colombia:

 “A un grupo de amigos, nadie le gana”…

Esa siempre fue y espero que seguirá siendo, la fuerza de CIUDAD.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Ecuador 51 El Centro de Investigaciones CIUDAD y el EED – Una relación fructífera.

No tengo un recuerdo muy claro de las fechas, pero debo haber conocido a Detlef Leitner a mediados de septiembre del año 2000.


Yo había sido designado Directo del Centro de Investigaciones CIUDAD un par de años antes  y desde esa época, había tenido que enfrentar una responsabilidad bastante compleja que me tuvo ocupado y preocupado todos estos años: la búsqueda de financiamiento para la institución.

CIUDAD no tenía recursos propios ni dependía de la asignación presupuestaria de ningún entre público o privado. Año a año teníamos que conseguir proyectos que nos permitieran cumplir nuestros objetivos, metas y actividades… y claro, pagar los salarios de nuestra planta de investigadores / colaboradores y enfrentar los gastos corrientes de la institución (desde cosas significativas como el arriendo, los servicios de telefonía, comunicación, electricidad y agua… hasta el mantenimiento y aseo, adquisición de suministros e insumos, guardianía, renovación de equipos, operación de vehículos, jardinería… y quién sabe cuántas cosas más)… 
  
El 9 de enero de 2000 el presidente Mahuad anunció su decisión de dolarizar la economía después de anclar el precio de la divisa en 25.000 sucres por dólar, cuando la tasa de cambio hasta unos días atrás había llegado apenas a 5.000 sucres por dólar. 

Para CIUDAD ese fue un golpe muy duro. Primero porque los salarios -al igual que el del resto de ecuatorianos- se vieron objetivamente reducidos a la quinta parta y segundo porque la institución lograba financiar parte de sus gastos corrientes y de operación con el diferencial cambiario. Los proyectos de CIUDAD, casi todos financiados por contrapartes y agencias de cooperación de exterior, se presentaban y aprobaban en dólares (o en cualquier otra moneda fuerte europea) y nuestros gastos los efectuábamos en sucres. 

Corrían tiempos de inflación constante y el tipo de cambio de esas divisas sufría modificaciones  casi a  diario. CIUDAD obtenía más sucres por cada dólar que recibía y como nuestros gastos eran en moneda nacional, el excedente obtenido servía para pagar gastos institucionales no contemplados en los proyectos: desde el funcionamiento de la biblioteca, hasta el mantenimiento del jardín y el pago del guardián de la esquina.

Con la dolarización todo eso se modificó… además tuvimos que enfrentar el justo pedido de un incremento salarial para poder salir del bache que con la dolarización todos comenzamos a vivir en el día a día y en lo doméstico.    

CIUDAD vivió en esa época momentos de gran incertidumbre… Nuestros recursos resultaban insuficientes y no se veían formas claras de salida a la crisis.

Recibí el mandato de la Asamblea de CIUDAD de encontrar mecanismos administrativos tendientes a reducir el déficit que evidenciaba la institución, evitando así un descalabro financiero antes de fin de año.

Tuve que tomar decisiones muy duras en consenso con todo el personal: reducción de la remuneración base del personal de planta o por contrato (en un monto más elevado para el personal académico y menor para el administrativo); reducción del porcentaje de la remuneración base que recibía por antigüedad el personal de planta (académico y administrativo); reducción de una hora en el tiempo de dedicación que constaba en la tabla para el cálculo de la remuneración del personal académico (de planta o por contrato), sin que esto significase una disminución real del tiempo de dedicación al trabajo en la oficina; aporte de un monto mensual de todos los miembros de la Asamblea como contribución a la crisis institucional; reducción de un porcentaje de la remuneración base, que recibía el personal académico por coordinación de proyectos y reducción de un 40% en el monto que el personal de planta debía recibir por décimo tercer sueldo.

Con estas medidas se logró reducir en un monto significativo los requerimientos de la institución para pago de salarios. Esa medida sin embargo, significó apenas una reducción del 60% del déficit estimado entre julio y diciembre.

Debíamos por tanto hacer importantes esfuerzos para conseguir recursos adicionales y tratar de ser más eficientes en las tareas para evitar el descalabro de la institución.

El panorama no se veía -para nada- alentador.

Logramos salir de hoyo gracias a dos generosas contribuciones que quiero consignar en estas líneas. Las rememoro ahora con nuestro total reconocimiento y los agradecimientos más sinceros pues las manos que nos tendieron nos permitieron salir de la crisis y seguir adelante. Fueron tan importantes que hasta ahora no hemos vuelto a pasar apuros tan graves como los de aquellos años; crecimos, nos hemos mantenido y hemos hecho cosas verdaderamente interesantes en todo este tiempo.

El primer apoyo que recibimos fue un préstamo que el CAAP (Centro Andino de Acción Popular) nos hizo para evitar el descalabro. Junto con Diego Carrión fuimos a visitar a Paco Rohn y él -con gran solidaridad y afecto- nos hizo un préstamo de institución a institución… que luego honramos claro, pero que posibilitó superar el déficit hasta fines del año 2000 y salir adelante.

El segundo apoyo fue una combinación interesante de múltiples factores: afectos, respetos, reconocimientos y complicidades entre el CAAP, el CEP, CIUDAD y el EED.

El propio Paco Director del CAAP y Javier Ponce, que en esa época laboraba en el CEP (Comité Ecuménico de Proyectos), me invitaron a una reunión que se desarrollaba en el Hotel Quito para presentarme a Détlef Leitner, a la sazón funcionario de EZE, responsable del Departamento para América Latina y el Caribe (he tratado de recordar, sin conseguirlo, quién convocaba a esa reunión o el tema de ese encuentro).

Al presentarnos, Paco y Javier hablaron muy bien de CIUDAD y del trabajo serio que habíamos desarrollado desde 1977. Le contaron que éramos prácticamente el único centro vinculado a la problemática urbana en el país a través de actividades,  acciones y propuestas de investigación, capacitación, intervención y documentación… le comentaron de nuestras tareas y esfuerzos de desarrollar propuestas en interacción con organizaciones populares y de la sociedad civil en general: universidades, otras ONG, organizaciones sociales y una serie de redes locales e internacionales. Y le hablaron claro, de la situación complicada que estábamos viviendo en lo financiero, advirtiendo que no cabía pensar en que la crisis y la dolarización pudieran liquidar un esfuerzo serio de casi veinte y cinco años. 
  
Me entrevisté con Detlef a la hora del almuerzo por algo más de una hora… le entregué materiales de CIUDAD y pude contarle con más detalle lo que era CIUDAD, sus metas, sus logros y sus  problemas actuales… Le propuse que me permitiera presentarle un proyecto aunque fuese pequeño, para que tuviéramos la posibilidad de demostrar -en la práctica- la forma seria y responsable con la que solíamos trabajar y para comenzar a cimentar un estrategia de cooperación sostenible y más a largo plazo.

Detlef me escuchó con atención, me formuló varias preguntas concretas y pertinentes y me advirtió que una de las políticas de EZE en relación a sus contrapartes era trabajar de forma continua para apoyar “procesos” y no necesariamente “proyectos puntuales” o “de corta duración”… Supongo que le caí bien, pues le repliqué que esa era precisamente nuestra intención… queríamos iniciar un “noviazgo” que pudiera llevarnos a un “largo matrimonio” lleno no sólo de sueños, sino también de logros y buenos resultados… pensando en las cosas que podríamos aportar para la gente y no en los beneficios para nosotros….

Durante la reunión Detlef no dejo de fumar su habitual pipa… Sin descanso la cargó, taqueó, encendió y absorbió el humo con deleite, una y otra vez.

Terminamos con un acuerdo. Me comprometí a enviarle una propuesta-proyecto en un plazo muy corto… él la iba a analizar para someterla luego al comité de su oficina (“Servicio de las Iglesias en Alemania para el Desarrollo”) pero me advirtió que no me garantizaba nada… Otra política de EZE era no abrir el espectro de sus contrapartes en un país, más allá de los que podían apoyar en función de sus recursos y de su capacidad de seguimiento  y monitoreo.  
      
En Octubre del 2000 envié una primera versión borrador de nuestra propuesta titulada: “Programa de Formación para el Desarrollo Local en el Ecuador – FORLOCAL”.

Detlef me respondió algún tiempo después con una serie de cometarios y me solicitó un conjunto de modificaciones en el contenido y en el presupuesto. Luego de un carteo constante envié la versión final en mayo de 2001 y Detlef pudo someter la propuesta al comité de aprobación. Para esa época ya se había formalizado la fusión de EZE con EED y fue ese nuevo ente el que finalmente, aprobó el proyecto.

Javier Ponce sintetizó este asunto en un documento que buscaba relievar la historia de los programas sociales ejecutados en el Ecuador, con  el apoyo del EED, durante veinticinco años.

“A comienzos de la década de 2000, CIUDAD se propone darle a su acción de capacitación un carácter más permanente y vincularlo con procesos académicos, a través del Programa de Formación para el Desarrollo Local en el Ecuador -FORLOCAL-, que recoja la vasta experiencia de la institución. El antecedente al programa fue un  proyecto de fortalecimiento de la gestión local a nivel nacional y regional andino… y la ejecución de una propuesta de gestión participativa para el Municipio de Quito, entre otros cincuenta trabajos.

Y mientras alimenta esta idea, se producirá su encuentro con Detlef Leitner y con el EED y las conversaciones, que duran alrededor de un año, hasta establecer un convenio de cooperación. En ese momento, se concreta también un acuerdo con la Universidad Andina Simón Bolívar, para darle al programa  una estructura más académica, con títulos de postgrado, pero bajo una modalidad abierta que permita la participación de líderes populares que no cuenten previamente con un título académico.

El primer sector con el que se va a trabajar será el de municipios alternativos, con los que CIUDAD mantenía actividades anteriormente, y a líderes vinculados a organizaciones sociales o iglesias evangélicas que contemplaran en su programa de acción el fortalecimiento de actores y gobiernos locales.

El programa se inicia en el segundo semestre de 2002 con cuatro componentes principales: preparar los contenidos de capacitación para la formación de capacitadores que puedan replicar la experiencia, constituir con ellos un equipo de formación permanente,  capacitar un grupo de gestores del desarrollo local y generar planes y programas de desarrollo local”.

Efectivamente el objetivo del Programa de Formación de Desarrollo Local -FORLOCAL- era dotar y potenciar las capacidades de los agentes del desarrollo local para comprender realidades locales y regionales; formular, gestionar y dirigir políticas, programas y proyectos; trabajar en el procesamiento de conflictos y consensos; y, promover la participación e interacción de múltiples actores.

Entre los principales resultados del Programa FORLOCAL que se inició a principios de 2003 , con un duración de 36 meses se pueden contar los siguientes: a) se logró que un amplio espectro de actores locales, se formaran en temas como “democracia”, “participación” y “desarrollo local”; b) se consiguió que esos actores locales trabajaran en equipo e interactuaran en red; c) se constituyeron espacios presenciales y virtuales de aprendizaje que pudieron ser  usados de forma interactiva por los participantes; d) se apoyaron micro emprendimientos e investigaciones y e) se llegó a una seria sistematización de los resultados para garantizar la continuidad y réplica del programa.

Finalmente Detlef confió en CIUDAD e impulsó ese primer proyecto. Hicimos las cosas seriamente y creemos que no le defraudamos. Es justo reconocer y agradecer su confianza y todo el apoyo que nos ha dado junto a los demás colegas del EED en ese período y en los años subsiguientes.

También se debe recalcar que tuvimos razón en eso de que “lo nuestro” sería un matrimonio fructífero y de largo aliento.

En 2004 presentamos al EED una nueva propuesta del “Programa de Formación para el Desarrollo Local en el Ecuador – FORLOCAL” (II Fase) que también fue aprobada y la desarrollamos por 39 meses entre 2005 y 2007. Los objetivos y resultados eran prácticamente los mismos que aquellos previstos y obtenidos para  la primera Fase.

 Javier Ponce señalaba en su libro:

En el año 2005 y a la luz de los resultados, EED aprueba un apoyo para una segunda etapa del programa, incorporando un tema: el apoyo a la gestión local en aspectos ambientales, aplicados en coordinación con seis países de la región. 

Otro elemento fundamental que se incorporó en la segunda etapa (del Programa FORLOCAL), fue transferir la decisión sobre los temas prioritarios del currículo de enseñanza a los propios participantes, a través de un proceso de reflexión, concertación y priorización de necesidades de capacitación. Finalmente, se vincula al proyecto con los programas iniciados por la Universidad Intercultural Amawtay Wasi, incorporando el tema de la interculturalidad y un factor adicional: la capacitación a distancia vía Internet".

A fines de 2006 Mario Unda, Jorge y Anita García que habían trabajado en las actividades del FORLOCAL II formularon una propuesta del FORLOCAL III

Detlef y los colegas del EED, aportaron con comentarios y sugerencias y esta nueva Fase del Programa FORLOCAL fue aprobado de manera de poder dar continuidad a las acciones. Se inició en 2008 y se prolongó hasta el año 2010 durante 36 meses. 

En esta tercera fase CIUDAD buscaba aportar a la construcción de una red de aprendizaje para el desarrollo de ciudadanía en lo local, mediante la implementación de procesos de formación sostenidos a diversos actores sociales locales, experiencias concretas que sirvan como medios demostrativos, interrelación de redes existentes y un proceso de seguimiento y evaluación sistemático.

El Programa concluyó exitosamente. Como en las fases anteriores, las evaluaciones de medio término y las evaluaciones finales, realizadas por colegas de alto nivel, fueron positivas y aleccionadoras. Permitieron corregir rumbos y mejorar los contenidos y enfoques de las  fases siguientes.

En este período nos metimos también en una aventura interesante con el apoyo del EED. Junto a otras de sus contrapartes en el país, organizamos e impulsamos el “Observatorio de la Cooperación al Desarrollo en el Ecuador”.

El Observatorio buscaba estudiar y generar información sobre temas pertinentes de la cooperación internacional para fomentar la capacidad de los actores locales de relacionarse con agencias de la cooperación internacional.

Esta iniciativa fue originalmente coordinada por el Comité Ecuménico de Proyectos – CEP y posteriormente por el Centro de Investigaciones CIUDAD por encargo del Grupo de Trabajo “Cooperación y Desarrollo” integrado por CIUDAD; la Asociación Cristiana de Jóvenes – ACJ; el  Centro Andino de Acción Popular – CAAP; el Centro Ecuatoriano de Promoción y Acción de la Mujer – CEPAM; la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas – CESA;  el Comité Ecuménico de Proyectos – CEP y el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio – FEPP.

En 2011 CIUDAD presentó al EED una propuesta para la Fase IV de “Programa de Formación para el Desarrollo Local en el Ecuador – FORLOCAL” que titulamos "CAMINANDO - Hacia una sociedad más justa y democrática: formando actores prácticos y reflexivos en las organizaciones sociales del Ecuador".

El programa fue aprobado por el EED y se inició en 2012 por 36 meses. De acuerdo a lo recomendado por la evaluación externa se propuso profundizar el trabajo con dos actores: organizaciones barriales y organizaciones de economía social y solidaria. La idea básica era que el Programa mantenga su inserción en procesos que tienen ya determinado nivel de desarrollo, que los acompañe, aliente y cualifique. 

Javier Ponce terminaba su análisis de la relación de CIUDAD con el EED de esta manera:

“En síntesis, un recorrido que inició con la investigación, pasó por la asesoría directa a las organizaciones sociales urbanas, concretó un programa de microcréditos que se mantiene activo y desembocó, apoyándose en toda esta experiencia de tres décadas y en la cooperación del EED, en la formación de nuevos actores y de líderes sociales, en momentos en que en el Ecuador, los gobiernos locales, los pequeños y medianos municipios, con sus dificultades y sus formas participativas de enfrentar los obstáculos, se van constituyendo en espacios donde se generan nuevas formas de hacer política y vivir la democracia”.

Sabias palabras.

Con el apoyo de EZE-EED y luego sólo de EED (ahora en proceso de una nueva fusión con “Pan para el Mundo”), CIUDAD ha buscado contribuir a una nueva visión de lo urbano; de entender las ciudades, de entender las relaciones económicas, sociales y políticas que se desarrollan en el contexto urbano, de proponer nuevas formas de atacar los problemas, resolver los conflictos y contradicciones y de llevar adelante un gestión de nuevo tipo en los conglomerados y asentamientos humanos.

En definitiva hemos tratado de contribuir a una gestión trascendente de los asentamientos humanos que resultase simultánea y equilibradamente democrática en lo sociopolítico; participativa y apropiada en lo social y cultural; sostenible y eficaz en lo administrativo, innovadora y eficiente en lo económico y sostenible e integral en la preservación del patrimonio ambiental y edificado.

Hacia esas utopías hemos apuntado todas nuestras labores de forma infatigable, con vehemencia y pasión en estos años. Ello ha implicado una infinidad de retos y agotadoras tareas para todos nosotros.

Ha sido invalorablemente grato que todos esos desvelos hayan podido cumplirse con el apoyo de los colegas del EED y particularmente de Detlef Leitner.

Nuestros agradecimientos para él por su confianza, su amistad y su apoyo; sin ellos no habríamos podido hacer muchas cosas interesantes en este fructífero período.