miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ecuador 19: Espacio público incluyente: facilidades para personas con discapacidades en el parque Metropolitano Guangüiltagua.

Como ya he relatado, desde diciembre de 2006 el Consorcio CIUDAD-Ecogestión administraba el Parque Metropolitano Guangüiltagua (PMG), merced a un contrato con el Municipio Metropolitano y la Corporación “Vida para Quito”.

Desde el inicio de nuestras actividades en el Parque el tema de que ese espacio fuera accesible e incluyente para todas las personas fue una preocupación de nuestro equipo. 
En noviembre de 2007 presentamos en un stand de la Feria “Un Ecuador para todos” los esfuerzos que habíamos comenzado a desarrollar en el Parque con miras a garantizar facilidades para personas con discapacidades. 

En el stand se exhibieron varios banners y se difundieron las propuestas del Consorcio para las personas con diversos tipos de discapacidades, facilidades y equipamientos para personas con discapacidades motrices, auditivas, visuales, etc.

En esa oportunidad tuve la oportunidad de explicar nuestras propuestas y nuestras iniciativas al Vicepresidente de la República, Lenin Moreno. Al principio me dirigía a él de manera muy formal, pero luego, con su gran don de gentes, me llamó por mi nombre y me hizo saber que se acordaba de mí desde la época de estudiantes en el Colegio Benalcázar; así que el hielo se rompió y terminamos tuteándonos. Al despedirnos nos dimos un fuerte abrazo y me felicitó por todo lo que estábamos impulsando para hacer del Metropolitano un parque incluyente, más cordial y accesible para todos.

Como ya conté en un relato anterior, en 2008, el Consorcio construyó el sendero “Pájaro Carpintero”; ese sendero estaba concebido para permitir que personas con movilidad reducida y con otros tipo de discapacidades puedan realizar confortables recorridos por el bosque.

El sendero fue inaugurado el 16 de junio de 2008 con la ocasión de la vista de un grupo de turistas franceses con diferentes tipos de discapacidades; hecho que tuvo gran cobertura de los medios de comunicación tanto escritos como radiales y televisivos. 

El Parque Metropolitano Guangüiltagua ingresó, con esta iniciativa, en la lista de “Espacios Públicos incluyentes”. 
Con apoyo del COMEDIS organizamos un curso destinado a  nuestro personal, a los facilitadores de educación y a los miembros de la microempresa de guardabosques y guías del Parque sobre atención a visitantes con discapacidades. Aprendimos a conducir y a ayudar a personas en sillas de ruedas, con discapacidades visuales, auditivas y motrices.


Sin embargo eso todavía eso no era suficiente. Nos propusimos realizar una serie de adecuaciones e innovaciones y brindar mínimas facilidades para que el Parque pudiera ser moderadamente respetuoso e incluyente.

Entre las obras y mejoras realizadas cabe mencionar la intervención de mejoramiento realizada en el Mirador No.4 (“Cerro Puntas”) al que se le dotó de facilidades de circulación para personas con discapacidades: senderos y rampas con piso encementado, un chozón-asadero, una batería sanitaria y una plataforma-mirador accesibles para personas en silla de ruedas. 
Estas obras fueron visitadas -durante su ejecución- por personas con distintos tipos de discapacidades de la Dirección Metropolitana de Discapacidades y personeros de la cooperación internacional, quienes las probaron y sugirieron adecuaciones y mejoras. Estas sugerencias fueron implementadas y al finalizar nuestra gestión frente a la administración del Parque, las obras se encontraban terminadas y operando.

Desde la plataforma para personas con discapacidades del Mirador No.4, existe una magnifica vista hacia el valle de Cumbayá y Tumbaco, el nuevo aeropuerto y los volcanes y nevados de la cordillera central.

Paralelamente, en otras zonas del parque, se concluyeron otras obras pensadas en las personas con diversas discapacidades.
Se realizó la adecuación y mejoramiento de las baterías sanitarias que se rediseñaron para prestar servicio a personas con discapacidades.




Se construyó una nueva batería sanitaria en el sector de los jugos. Esta batería sanitaria ejecutada con madera tratada por la firma ITM está equipada para prestar servicio a personas con discapacidades.  

Adicionalmente el Consorcio con fondos de CISP-Ecuador, construyó baterías sanitarias completas para hombres, mujeres y personas con discapacidades en el Centro de comercialización de hortalizas orgánicas (Yuyo-Tambo) y en el Centro de Capacitación y Desarrollo Personal (Ricsi-Tambo). 

El 27 de junio de 2008 la Directora del Consejo Metropolitano de Discapacidades, Dra. Liliana Zanafria, realizó una visita al Parque Metropolitano Guangüiltagua por pedido nuestro, para realizar una veeduría técnica a las obras, infraestructura y facilidades para garantizar la accesibilidad para personas con discapacidades en el Parque.  

La directora del Consejo vino acompañada de un grupo de colegas con discapacidades visuales y de motricidad parcial. Todos realizaron un recorrido por las baterías sanitarias y por el sendero “Pájaro Carpintero”  y formularon recomendaciones y sugerencias para mejorar estos servicios.


El lunes 7 de julio de 2008 la Directora del COMEDIS, realizó otra visita al Parque para realizar esta vez una veeduría técnica a las obras, infraestructura y facilidades que habíamos ejecutado en el Mirador No. 4 para garantizar la accesibilidad para personas con discapacidades. La directora del Consejo, ella misma una persona con discapacidad motriz, vino acompañada de un grupo de personeros, algunos con discapacidades. Todos realizaron un recorrido por las obras y facilidades del Mirador No. 4 (camino de acceso, asadero, batería sanitaria, sendero y plataforma-mirador). Formularon recomendaciones y sugerencias para mejorar este servicio y felicitaron por los esfuerzos realizados por hacer del Metropolitano un espacio público incluyente.

Luego de esas visitas realizamos la edición del tríptico “Un parque bosque incluyente” para reforzar las actividades relacionadas con nuestros intentos de que el Metropolitano sea un parque incluyente. Se elaboró ese material para participar en la segunda edición de la feria “Un Ecuador para todos”.
El 08 de julio de 2008 el equipo técnico del Consorcio realizó un recorrido con funcionarios y técnicos de la Corporación de Salud Ambiental “Vida para Quito”. Aproveché esa visita para explicar las iniciativas y realizaciones del Consorcio en el Parque y recibir las sugerencias, inquietudes y críticas de los funcionarios de la Corporación en relación a las obras ejecutadas para beneficiar a las personas con discapacidades.


Allí tuve serios inconvenientes con varios de estos visitantes que me reclamaron por estar “encementando” el parque y por estar “llenándolo de “gente del pueblo” y de “tullidos”. Insistían en que ese era un parque “bosque” (término que acuñamos en nuestra propuesta, pero ya se lo habían apropiado); manifestaron que el parque “debía servir” sólo para los habitantes del “norte” y particularmente para ciclistas y deportistas. Insistieron en que no “debíamos” seguir haciendo esas obras que iban a atraer más gente al Metropolitano, opinaron que para un ciclista era desastroso y sumamente peligroso toparse con una persona empujando una silla de ruedas o un carrito de bebé…Que “para esa gente” habían otros parques (en el sur, en la Carolina y en “los barrios”) y que debíamos dejar al Metropolitano “tal cual”. Su visión fue tan mezquina y obtusa que terminé expulsando del Parque a uno de estos sujetos y peleándome a los gritos con otros.


Casi como por casualidad, algunos días después el diario “Últimas Noticias” sacó una noticia en primera plana (1/4 de página) con el titular “Encementan el Metropolitano” y un reportaje interior (3/4 de pagina) “No más cemento en el Parque”.

Llamamos a la redacción para que nos hagan una entrevista en la que pudiéramos aclarar esa notiicia; recibieron la información, pero como dicen a nivel popular;  “el mal ya estaba  hecho”.

Pudimos informarles que el Parque Metropolitano tiene 575 hectáreas (es diez veces mayor que la Carolina o que el Itchimbía).

Les aclaramos que las áreas encementadas que recibimos al hacernos cargo del Parque eran las canchas de fútbol y de básquet, la cancha de la Comuna, el área de juegos infantiles, el ágora donde estuvo antes un escultura, el patio de jugos y varias  escalinatas. A todas ellas nosotros simplemente les habíamos dado mantenimiento y mejorado. El área “dura” existente en todos esos espacios era de apenas 2.500 m2 (el 0,04 % del área total del parque)

Las construcciones existentes en el Parque eran el galpón, la iglesia, las casas de hacienda (Miraflores y Batan Alto), Yuyu-Tambo, Ricsi-Tambo, Puma-Tambo y 22 asaderos. A todas ellas nosotros simplemente les habíamos dado mantenimiento y mejorado; nosotros no aumentamos ni una sola edificación durante nuestra administración. El área edificada existente en todas esas construcciones era de apenas 3.103 m2 (el 0,05 % del área total del parque)

La única obra encementada que habíamos realizado y que daba origen a ese reportaje, era el sendero para personas con discapacidades cerca del mirador No. 4, construido -era verdad- con piso de cemento (aunque coloreado de tono tierra, para atenuar el impacto visual) y cubría tan solo 99,6 m2 (equivalente a 0,0017 % del área total del parque) lo cual no justificaba ese dramático titular. ¿Coincidencia o mala fe?

Miserias humanas. Cosas de la vida. 


Para que se pueda tener una idea de la limitada visión de ese tipo de personas, voy a reproducir un correo que me envió el 10 de junio de 2008 una funcionaria de “Vida para Quito”, la entidad que nos había contratado para la gestión integral del Parque Metropolitano:
 “Buenas tardes Arquitecto. Le comento y soy muy sincera,  que me ha dado un poquito de tristeza recibir la carta donde se me invita a la pre- inauguración del sendero “Pájaro Carpintero”  
No tengo nada contra los discapacitados.  Es más, tuve a mi hija durante ocho meses en silla de ruedas y sé muy bien lo que significa para el que está sentado y PARA EL QUE EMPUJA lo difícil de una silla de ruedas...
…Es por este motivo que me preocupa, que el Parque Metropolitano se convierta con el tiempo en un nuevo Parque La Carolina, si pensamos en las canchas para los jugadores de Volley, los de fútbol, senderos PAVIMENTADOS para los discapacitados, tiendas de souvenirs para los turistas,  parqueaderos,  etc. etc.
El Parque Metropolitano DEBERÍA SEGUIR SIENDO LO QUE ES, ó al menos lo que pensamos los que visitamos el Parque: un lugar absolutamente natural con senderos naturales para ciclistas, deportistas, personas que aman la naturaleza y desean realmente gozar del único parque (al menos en el norte) que  todavía se conserva como lo que es y como siempre se quiso que siga siendo UN PARQUE BOSQUE.
Valga la oportunidad para mencionarle que también me ha llamado la atención encontrar en el Parque últimamente, troncos divisorios (horribles) alrededor de todo el sendero empedrado, así como zanjas por todo el parque.  Pienso que para un ciclista es peligroso. (yo no soy ciclista, pero si pienso en ellos)
Me encantaría que alguien de la Corporación visite de vez en cuando el Parque. Ojalá no se decepcione como tantos otros.
Siento mucho no estar de acuerdo con la Administración sobre este tema y  tampoco  creo que deba dejar pasar mi opinión sobre el mismo”.

Miserias humanas. Cosas de la vida. 

Nunca respondí esa carta. Nos habíamos propuesto que el Metropolitano fuese un parque incluyente, para personas con todo tipo de discapacidades.


Quienes deseen ver otras fotos del Parque pueden visitar el sitio:

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ecuador 17: Rutas y Senderos del Parque Metropolitano Guangüiltagua

Como ya he relatado, desde diciembre de 2006 el Consorcio CIUDAD-Ecogestión administraba el Parque Metropolitano Guangüiltagua (PMG), merced a un contrato con el Municipio Metropolitano y la Corporación “Vida para Quito”

En los primeros días de julio de 2008 algunos usuarios del Parque Metropolitano, los señores Saadin Solah, propietario de TVentas, Raúl Ricaurte, profesor de deportes del Colegio La Condamine y Fabián Coello, técnico informático de “Vida para Quito”; me visitaron en las oficinas del Consorcio, para conversar sobre algunos temas inherentes según me dijeron, a los senderos que ellos usaban frecuentemente como miembros de un grupo de deportistas agrupados en una asociación denominada Ruta 42.

En concreto deseaban conocer el motivo por el cual se habían cortando árboles en esas rutas y por qué se habían colocado en los senderos del Parque: puentes, cercas y troncos que ellos calificaron como “obstáculos”.

Les agradecí por la visita y por su preocupación y les explique entre otras cosas lo siguientes:

El Consorcio contrató meses antes un trabajo para el manejo forestal en el PMG. Tomando en cuenta las directrices técnicas y las sugerencias dadas en el informe de ese trabajo, se habían hecho raleos y podas de los árboles que se encontraban en las vías y senderos principales y se habían talado aquellos que constituían un potencial peligro para los usuarios y la infraestructura del Parque (árboles secos, caídos, inclinados o en peligro de caer).

De otra parte se había visto la necesidad de consolidar las rutas y senderos existentes para diversos tipos de usos (caminatas, ciclismo, trote, etc.) para evitar que se siguieran abriendo rutas de manera indiscriminada y arbitraria, lo cual podía afectar el manejo, cuidado y recuperación del bosque, de su flora y de su fauna.

Les expliqué que con esa óptica se contrató un estudio para definir un “Sistema de Rutas y Senderos” para el PMG que permitiera a  los usuarios del parque realizar estas actividades de manera segura y apropiada. 

Para este trabajo se contrató a la firma “HTP ALTITUDE”, representada por el señor Rafael Martínez. 


El informe de esa consultoría contemplaba los siguientes productos: Un levantamiento de la situación inicial de las rutas y senderos del PMG y un trazado geo-referenciado de los senderos principales y, para cada uno de ellos:

a) Distinción de usos, distancias, niveles de dificultad, ubicación de atractivos y sugerencias de señalización; b)Textos base para la señalización y para la producción de materiales de difusión; c) Recomendaciones técnicas y ambientales para la construcción o adecuación de espacios, límites, puentes, miradores y señalización y d) Propuesta de normas de uso, señalización y operación de las rutas y senderos.

Con el informe  de consultoría realizada por la firma HTP ALTITUDE referida a los senderos del PMG el Consorcio pudo obtener el apoyo de varias empresas privadas para la implementación de los senderos y el diseño de la señalización respectiva. 

Se pudo realizar la señalización de la ruta “Los Mirlos”, de color naranja, auspiciado por Reebok; de la ruta “Los Jilgueros”, de color amarillo, auspiciado por Fybeca y de la ruta “Las Tórtolas”, de color celeste, auspiciado por Seguros Equinoccial.

Con el informe  de HTP ALTITUDE se contrató con la firma ITM, la construcción e instalación de varios puentes de madera tratada. Estos puentes fueron colocados en el acceso peatonal de la vía principal de entrada al Parque; en los senderos interiores de la zona deportiva; en el sendero de acceso al sector de la escultura conocida como “las tortugas” y en los senderos circundantes al mirador cuatro.

Les mencioné que con el informe de HTP ALTITUDE se pudo contar con fichas técnicas de todos los senderos y sugerencias de intervenciones necesarias en cada sendero del Parque. 

Con esas especificaciones técnicas se contrató por concurso a los señores Félix Eduardo Castro Silva para la construcción de los senderos “El Quinde” y “Los Mirlos” y al señor Iván Rivadeneira Chávez para la construcción del sendero “El Quilico” y “Los Jilgueros”.
Les aclaré que el trabajo de los contratistas en los senderos “El Quinde”, “Los Mirlos”, “El Quilico” y “Los Jilgueros” estaban casi concluidos.


En todos ellos se había desbrozado el trazado, se había limpiado la ruta de maleza y retoños de eucalipto, se había consolidado el piso en las zonas que estaba agrietado o deforme por las lluvias o el uso y se habían construido, puentes, cercas, cunetas y pasos de agua (para evitar su deterioro en el invierno). Además se había comenzado a colocar la señalización respectiva.

Les comenté que precisamente con las especificaciones técnicas de HTP ALTITUDE, habíamos construido el sendero “Pájaro Carpintero” para personas con discapacidades. 

Ese sendero fue inaugurado con la presencia de Margarita Carranco Concejala del Municipio, de Liliana Zanafria,  directora del Consejo Metropolitano de Discapacidades, de Xavier Torres, presidente de la Federación de Asociaciones de Discapacidades y un grupo de turistas franceses con diferentes tipos de discapacidades; hecho que tuvo gran cobertura de los medios de comunicación tanto escritos como radiales y televisivos.

Con esa indicativa habíamos logrado colocar al Metropolitano, al igual que el Itchimbía, en la lista de “espacios públicos incluyentes” que ofrecen facilidades y equipamientos para personas con discapacidades motrices, auditivas, visuales, etc.

Sin embargo y a pesar de esa exhaustiva explicación el señor Solah envió una carta a la Corporación “Vida para Quito” y al Alcalde en relación a las rutas y senderos del Parque. En ella  menciona que “se debía sacar los troncos que se habían colocando en la zona de trote de la vía perimetral del parque y en algunas zonas del interior del mismo”, pues le parecían “feos” y  constituían “verdaderas amenazas contra la integridad de los usuarios”.

Como Director del Parque y Presidente del Consorcio no entré a debatir su apreciación estética (cada quien puede calificar una obra de manera diferente según sus propios criterios); pero escribí al Gerente de “Vida para Quito” y al Alcalde (y luego me reuní con ellos) para hacerles notar que los puentes, cercas y troncos habían sido propuestos y colocados precisamente para defender y garantizar la seguridad de los visitantes: peatones y ciclistas pues a pesar de tener en el Parque, políticas expresas que limitaban la circulación vehicular y daban prioridad al peatón y a los ciclistas; habíamos colocado los troncos precisamente para definir las rutas para peatones y ciclistas evitando que los conductores de vehículos las invadan y puedan eventualmente provocar accidentes, pues ya habíamos tenido varios casos de atropellos.

El señor Solah pedía en esa carta que se debían retirar las vallas colocadas en el interior del parque pues, “a más de afear el entorno natural, bloquean el paso de ciclistas, caminantes y trotadores... y representan un grave riesgo en la madrugada o en días nublados ya que los  ciclistas… pueden chocar con las mismas”.

Al respecto aclararé a las autoridades, que las cercas colocadas se habían previsto para delimitar sitios eventualmente peligrosos (pasos de cunetas, sitios de cruce o convergencia de senderos, etc.); que se trataba de vallas rústicas de eucalipto que se complementarían con setos de especies nativas sembrados para que los límites en el futuro sean naturales y se pueda en un momento dado, retirar las cercas.
  
Ofrecí que una comisión integrada mi amigo Raúl Ricaurte (en representación de Ruta 42),  Rafael Martínez (consultor) y nuestro colega Bolívar Romero (en representación del Consorcio) pudiera realizar una inspección para recibir sugerencias, dialogar sobre las soluciones técnicas y poder llegar a acuerdos respecto a las cercas y a los troncos, incluso para poder reubicar o cambiar aquellos que la comisión sugiriese.

En mi carta y las reuniones, les mencioné que estábamos totalmente abiertos a recibir sugerencias y dialogar sobre la propuesta pero no necesariamente íbamos a retirar esos elementos porque “afeaban el parque”, porque “limitaban el uso de los senderos”, o porque dos o tres personas opinaban que esos elementos “ponían en peligro la integridad de los usuarios”.

Insistí en que esos elementos, precisamente estaban previstos para garantizar la seguridad de los visitantes (caminantes y trotadores) del paso raudo y peligroso de los ciclistas y, a unos y otros, del paso eventual pero no por ello -menos peligroso- de los vehículos automotores. 

Aclaraba que muchas cercas se habían previsto para evitar la apertura indiscriminada de senderos, atravesando zonas de protección ecológica o para evitar peligrosas intersecciones de rutas. Un mínimo desvío podía evitar graves accidentes y atropellos de ciclistas a caminantes como ya había acontecido en varias oportunidades.
Concluía manifestando que esperábamos que esa información permitiera a las autoridades tener una idea cabal respecto a lo que estábamos haciendo en el Metropolitano en materia de rutas y senderos. Les insistí que todo lo que habíamos ejecutado respondía a criterios técnicos, enmarcados en la necesidad y voluntad de garantizar seguridad a los visitantes y a la necesidad de preservar y proteger el parque-bosque.

Mencionaba que parecía obvio que algunas innovaciones podían generar un cierto malestar de los usuarios en un primer momento y que estábamos seguros que en el mediano plazo comprenderían y apoyarían nuestros propósitos.

Relaté que en una entrevista que tuve en un programa radial un usuario que se identificó precisamente como miembro de “Ruta 42”, me había agradecido y felicitado por lo que estábamos haciendo para mejorar, señalizar y evitar el deterioro de los senderos.

Y terminé mi comunicación, solicitando el apoyo de las autoridades para nuestra gestión.

No obtuve respuesta.

A las pocas semanas me llegó una disposición de Ximena Araujo de “Vida para Quito” que mencionaba que debíamos sacar todos los “obstáculos“ de los senderos para no herir susceptibilidades ni generar inconvenientes al señor Saadin Solah y a otros usuarios.

Así acabó nuestra disposición para poder hacer un buen trabajo en el Metropolitano en cuanto a “rutas y senderos”. No pudimos conseguir más apoyo de empresas privadas para la señalización ni aportar a un uso racional de esas arterias al interior del Parque.

Miserias humanas. Cosas de la vida.

Quienes deseen ver otras fotos del Parque pueden visitar el sitio:

jueves, 15 de septiembre de 2011

Ecuador 16: Los “culuncos” y las “apachitas” del Parque Metropolitano Guangüiltagua

Como ya he relatado desde diciembre de 2006 el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la administración integral del Parque Metropolitano Guangüiltagua tras ganar un concurso convocado por el “Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.


Uno de los miembros de nuestro equipo era Bolívar Romero, arquitecto de profesión pero además un apasionado estudioso y gran conocedor de temas culturales y saberes ancestrales de los moradores precolombinos de nuestro territorio.


En el equipo él era el encargado de los temas terrenos de nuestras tareas en el Metropolitano, las edificaciones, el mantenimiento, la seguridad, la jardinería, la limpieza, el cuidado de la infraestructura y el control de nuevas construcciones; temas todos, más bien ligados a su profesión de arquitecto. Sin embargo Bolo siempre estuvo preocupado por una serie de temas ligados a los saberes ancestrales.


En el acto de entrega del Parque Metropolitano por parte de la Municipalidad al Consorcio "Ciudad - Ecogestión", Bolívar organizó una ceremonia con el “Taita" Jaime Pilatuña, para bendecir al Parque y bendecir nuestro trabajo futuro en ese espacio.


En las fechas de los solsticios y los equinoccios, con el apoyo de Mayra Calderón, de Anita Torres (nuestra querida “Pequitas”), de Julia Jaramillo y de otros colegas, Bolo dió vida a una serie de festividades y rituales como las del “Mushuc Nina“ o “fuego nuevo”, el "Cápac-Raymi", el "Inti-Raymi", las ”pamba mesas” y otras celebraciones; tendientes a difundir al público pero también a nuestros guardabosques y colaboradores en las tareas de mantenimiento, las expresiones, los conocimientos y  las formas de celebración de nuestros ancestros. 

Bolo nos explicó que nuestros antepasados se regían por dos calendarios, el uno "agrícola" (soli-lunar) para determinar los tiempos precisos de preparación del suelo, siembra, cosecha y descanso del suelo y otro "ritual" destinado a las celebraciones del sol y la madre tierra; en este último  por supuesto se reflejan las fechas solares más importantes para la vida y los acontecimientos sociales y religiosos, como: las fiestas del "Mushuc Nina" o "Paucar Huatay" -en marzo-; el "Inti Raymi " o solsticio de Junio;  el "Coya Raymi" o equinoccio de septiembre  y el "Capac Raymi" o solsticio de diciembre.



Fruto de las inquietudes de  Bolívar decidimos construir, casi sin presupuesto, contando sólo con la colaboración y la buena voluntad de los miembros de la microempresa “Ashintaco” una serie de pequeñas “obras” referidas al tema del rescate de lo ancestral.


Bolo tenía muy buena relación con los “Ashintacos” (la mayoría, habitantes de la Comuna Miraflores); la forma amable de dirigirse a sus colaboradores, la manera clara de explicar las cosas y el propósito de que aprendan a valorar sus raíces, le granjeó el respeto, la confianza y el afecto de todos ellos.


Bastaba que Bolívar insinuara alguna de estas tareas para que tuviera una legión de gentes dispuestas a ejecutarla con cariño.


Un día de octubre en 2007, Bolívar llegó con la inquietud de que se estaban perdiendo el conocimiento y el uso de las “Apachitas”.


Ni nosotros ni los “Ashintacos” teníamos la más remota idea de lo que eran y para qué servían las tales “apachitas”.


Con paciencia y con su gran capacidad de exposición, Bolívar nos explicó que en épocas precolombinas las “apachitas” servían para señalar los caminos, los sitios de descanso, la cima de una cuesta y las entradas a los poblados.


Nos enseñó unos dibujos comentándonos que originalmente las “apachitas” eran pequeñas pirámides irregulares conformadas por piedras colocadas por los caminantes. Su dimensión dependía de la acumulación sucesiva de esas pequeñas piedras.


Más tarde, las “apachitas” se transformaron en pequeñas pirámides de tres escalones de piedra tallada. Tenían una función simbólica muy importante: el caminante debía recoger una piedrecilla del camino, transportarla y depositarla en alguno de sus escalones para pedir un deseo o un augurio para su vida en general o para su recorrido en particular.


Si el caminante ponía su piedrecilla en el escalón más grande, su deseo se refería a la comunidad, si en el intermedio, a su familia y si lo colocaba en el más pequeño su pedido era en relación a sí mismo.


Los espacios donde se emplazaron las “apachitas” fueron considerados sagrados. Por el hecho de marcar cambios espaciales importantes, las “apachitas” se relacionan con principios filosófico–culturales como: “sitio de paso” (pungu = puerta),  “encuentro” (tinku),  “cruce”, “puente” (chaca” y chacana).


Por ello, en estos lugares que indican el término de un espacio y el inicio de otro, se realizan peticiones y se entregan ofrendas sagradas relativas “al descanso, las fuerzas para continuar, la protección, la salud y el permiso para ingresar a un lugar nuevo”.


En el Parque “Guangüiltagua” construimos dos “apachitas”, a ambos les dimos el nombre de flores andinas nativas que se podían observar en las inmediaciones de esas pequeñas pirámides. A la primara la denominamos “Apachita de los Sigses” y a la segunda “Apachita de las Atucsaras”.


En los letreros que ubicamos junto a estos monumentos, a más de informar sobre el origen de los mismos, invitábamos a los visitantes a retomar esta costumbre ancestral y poner una piedrecilla portadora de un deseo en las “apachitas” del Parque Metropolitano Guangüiltagua.


En otra ocasión, ya en 2010, Bolívar llegó a contarnos que en un recorrido con los “Ashintacos” le habían conversado que de chicos, usaban para desplazarse y para jugar, una serie de zanjas semi-cubiertas por la vegetación que corrían por todo el territorio del actual Parque Metropolitano, en esa época ese territorio correspondía a la Hacienda Miraflores de la familia Donoso Coloma y a la hacienda “Batán Alto” de la familia Iturralde, a más de una serie de otras propiedades menores.


Bolívar hizo una visita a esos sitios con “sus guías” y descubrió que el Parque estaba atravesado por una red de “culuncus”.


Por supuesto todos abrimos la boca como bobos. Jamás habíamos escuchado el término y menos aún, de su significado.


Con gran paciencia y erudición, Bolívar nos contó lo mismo que ya había referido a los “Ashintacos”.


Los yumbos y otras comunidades prehispánicas usaban como caminos, una red de trincheras o zanjas bastante angostas, frecuentemente cubiertas de vegetación muy tupida, llamados "culuncos".


Las plantas que bordean a los “culuncos” impiden que los viajeros se desvíen del camino o chaquiñán; por ello, el pisoteo y la erosión son continuos y la depresión se hace más y más profunda.


Hay grandes tramos en los que los matorrales que han crecido sobre el “culunco” forman verdaderos túneles. Esto hace que el trayecto sea muy acogedor y agradable, pues el caminante puede circular protegido del sol, la lluvia o las miradas indiscretas.  


En las haciendas los “culuncos” eran usados para el desplazamiento de los peones hacia las faenas agrícolas y para el regreso al hogar luego de la jornada diaria. Con frecuencia eran usados para conducir a los animales a los abrevaderos y para transportar el agua para el consumo doméstico. 


Según Bolívar el término "culunco" es de origen y significado desconocidos, algunos autores sostienen que puede ser onomatopéyico del "culunc culunc" de las pezuñas de los animales de carga o del bamboleo del agua en los pondos en los que se la transportaba (Se sabe que en la colonia y primeros años de la república los “culuncos” fueron utilizados para trasportar aguardiente de manera clandestina en grandes zurrones).


Al amparo del microclima de los “culuncos”, caracterizado por la baja luminosidad y alta humedad, crecen infinidad de helechos, líquenes, musgos y anturios creando un paisaje de ensueño aún para el caminante más desprevenido.


Luego de la explicación y de la complicidad general que Bolo logró despertar en nuestro equipo y entre los miembros del la microempresa “Ashintaco”; en el Parque Metropolitano “Guangüiltagua” el Consorcio CIUDAD-Ecogestión impulsó la recuperación de sus culuncos.


Durante nuestra administración se despejaron y limpiaron varios “culuncos” existentes en el Parque, que servirían para que los visitantes experimenten las numerosas sensaciones y percepciones que ofrecen estos particulares senderos y aprendan a respetar nuestras raíces y a la naturaleza.


He creído importante escribir este relato para que el rescate de “apachitas” y “culuncos” no caigan en el olvido y, como el descuido posiblemente llegará a destruirlos en un corto plazo, he creído que era nuestro deber registrar por escrito estos conocimientos y el esfuerzo de mostrarlos como parte de un aporte -aunque pequeño- al rescate de nuestras culturas ancestrales. También creo que había que testimoniar la pasión que en ello, pudo poner Bolívar con el apoyo de los “Ashintacos“, para quienes claro, estaba dirigido ese rescate. Preservar y difundir “lo suyo”, significa preservar y difundir “lo nuestro”. 


Quienes deseen ver otras fotos del Parque pueden visitar el sitio: