miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ecuador 15: Jimmy Carter en el Parque Metropolitano Guangüiltagua

Hace unos días estuve viendo en la pantalla de mi computador una foto de mi querido amigo Manuel Chiriboga con el ex-presidente Jimmy Carter. Manuel cuenta que la imagen fue tomada luego de una conversación que mantuvieron en Atlanta. Refiere que el presidente Carter es una persona sabia, lista para ayudar en los conflictos internacionales y pone de relieve el papel extraordinario que jugó en busca del acercamiento entre Ecuador y Colombia.

La fotografía me hizo recordar una ocasión en la que tuve la oportunidad de recibir al presidente Carter en el Parque Metropolitano Guangüiltagua de Quito.


Un par de años atrás, en diciembre de 2006, había firmado como presidente del Consorcio CIUDAD-Ecogestión el contrato para la administración integral de ese parque, luego de haber ganado un concurso convocado por el Municipio Metropolitano y la Corporación “Vida Para Quito”.


En la propuesta que presentamos a ese concurso habíamos incluido una serie de actividades de educación, comunicación e investigación sobre aves. Para ello invitamos a la ONG “Aves y Conservación” a sumarse a nuestro proyecto, bajo el entendido de que, en caso de que la propuesta resultare ganadora suscribiríamos un convenio para trabajar de manera conjunta.


En marzo de 2007 iniciamos nuestras actividades en el parque y para cumplir lo acordado, en mayo de ese año firmé un contrato con Sandra Loor, directora de “Aves y Conservación“, para que esa institución nos apoyara en nuestro reto de hacer del parque un espacio educativo y de esparcimiento que incentivara el respeto a la naturaleza y permitiera a los visitantes familiarizarse con las aves y la vegetación nativas.


Para ello “Aves y Conservación” se hizo cargo de manejar un conjunto de recorridos guiados para observación de aves; actividades periódicas de monitoreo de especies y la realización de cursos de capacitación para ornitólogos, educadores ambientales y público en general.


Las visitas guiadas tuvieron desde el inicio gran aceptación del público. Nuestros principales “clientes” eran las escuelas y colegios pero también numeroso familias y turistas de todo lado.


Los recorridos comenzaban en la plataforma para observar aves que construimos en el “Jardín de Colibríes”, junto al Parqueadero “Ashintaco”, se dirigían al interior de la quebrada del mismo nombre y luego seguían por diversos senderos del parque. Los recorridos se hacían por tres diferentes circuitos dependiendo de los interesados, su disponibilidad de tiempo y las condiciones climáticas.


Varios años atrás “Aves y Conservación” -que antes se llamaba CECIA (“Corporación Ornitológica del Ecuador”)- había impulsado la creación del “Jardín de Colibríes”, plantando diferentes especies, nativas y exóticas, atractivas para esas aves. En noviembre de 2005 el Jardín fue dedicado a la memoria del Dr. Fernando Ortiz Crespo, destacado ornitólogo ecuatoriano prematuramente fallecido.


Cuando nos hicimos cargo del parque ese espacio estaba totalmente deteriorado y las condiciones de la señalética eran desastrosas. 
Nosotros reparamos los letreros, restauramos el “Jardín”, adecuamos una serie de puentes en la quebrada para facilitar los recorridos y construimos un mirador para observar aves.


En ese singular espacio los guías hacían una charla introductoria y se explicaban los cuidados y procedimientos para la observación de aves.


Niños, jóvenes y adultos recibían binoculares como herramienta de trabajo para la actividad, Antes de iniciar el recorrido, el guía enseñaba el manejo de esos instrumentos y explicaba aspectos a tener en cuenta para la observación de aves.


Se daba información general sobre las diversas especies, las diferencias de género, su plumaje, sus trinos, su hábitat y sus hábitos de alimentación y anidación.


Además se acompañaba esa información con folletos donde constaban las principales especies y sus características. Ese material, bellamente ilustrado por nuestro querido amigo el biólogo Juan Manuel Carrión, pudo reproducirse con el apoyo de la empresa privada, en tres ediciones que fueron complementadas y mejoradas de una a otra.


Ya en los recorridos a más de la observación de las aves los guías hacían notar y prestar  atención a los trinos y sonidos que emiten las diversas espacies y las diferencias entre ellas.


Este fue uno de los programas más atractivos que mantuvimos con éxito mientra la administración integral del parque estuvo bajo nuestra responsabilidad. Mi agradecimiento afectuoso para Sandra Loor, Adriana Lara y Christian Lllumiquinga quien fue el responsable de la mayoría de las visitas guiadas.


Pero volvamos al tema.


El 28 de abril de 2009, como a la cinco de la tarde, recibí una llamada telefónica. Era una persona que se identificó como funcionario de la Embajada Americana. Me explicó que el ex presidente Carter, quien se hallaba de vista en el Ecuador, se había enterado que en el Parque Metropolitano se podía realizar observación de aves. Me mencionó que el personaje era un gran aficionado a este tipo de actividad y me consultó si podría hacer un recorrido al día siguiente, con las medias de seguridad y la discreción del caso.


Naturalmente le respondí que sería un placer y un gran honor poder recibir al presidente Carter en el parque, que iba a disponer que el parqueadero “Ashintaco” sea reservado sólo para esta actividad, que le iba a conseguir una guía que pueda realizar las explicaciones en inglés y que yo mismo estaría en el sitio para recibirle.


Le recomendé que por seguridad pero también para que pueda disfrutar del avistamiento de la mayor cantidad de colibríes y de especies de aves, la visita debía ser lo más temprano en la mañana. Me indicó que debía ser así, necesariamente, pues su vuelo estaba previsto a media mañana; así que convenimos en que llegaría a las 06h15 para iniciar la vista a las 06h30.


Llamé de inmediato a Sandra Loor para que busque entre sus colegas una persona, con manejo fluido del inglés, que sepa de las aves de Quito. Llamé igualmente a los jefes de nuestros Guardabosques para que al día siguiente hicieran un adecuado operativo de seguridad y a Anita Torres, nuestra comunicadora para que me acompañe en esta particular y excepcional visita.  


Al día siguiente recogí a Anita a las 05h15; llegamos al parque quince minutos después y realizamos la verificación de que todo estaba listo para recibir a tan distinguido visitante. Poco tiempo después llegó un joven americano aficionado a la ornitología que la Embajada había contactado para que ayudara en las explicaciones y en la traducción y casi enseguida llegó Sandra con dos guías y una colega de “Aves y Conservación” que sabía de aves y hablaba inglés.  


A las 06h15 llegó la comitiva del ex-presidente; a más del carro oficial que lo transportaba, el convoy venía precedido por varios policías en moto y por vehículos cuatro por cuatro con numerosos policías de élite fuertemente armados; varios agentes de seguridad ecuatorianos, un camión especial llenos de equipos y antenas y, por supuesto, por numerosos guardias de seguridad de la embajada americana.


Todos entraron al parqueadero, mi personal cerró de inmediato los accesos y los policías se desplegaron en el perímetro para garantizar la seguridad del sitio.  


Primero bajaron varios agentes y dos funcionarios de la Embajada. Me acerque a ellos, me identifiqué como el director del Parque y les presenté a mis acompañantes. El señor Carter llegó acompañado por su esposa Rosalynn. Descendieron de su vehículo e inmediatamente se dirigieron hacia mí. Salí a su encuentro y saludándoles les dí la bienvenida al Parque.


Les presente a mis colegas y les entregué varios folletos informativos sobre el parque y sus aves.  


En una brevísima ceremonia les nombré “Guardabosques honorarios del Parque Metropolitano Guangüiltagua” y coloqué en las solapas de don Jimmy y de doña Rosalynn Carter las insignias del Parque.


De inmediato le expliqué el procedimiento para la visita.


Para no asustar a las aves el recorrido debía realizarse acompañados por el menor número posible de personas. Así que convenimos que el grupo estaría integrado por los esposos Carter, dos personas de seguridad, Sandra y los guías de “Aves y Conservación” y el ornitólogo-traductor.


Yo por supuesto, me colé al grupo, en calidad de anfitrión.


En “petit comité” en la plataforma de madera, entregamos los binoculares (Jimmy Carter y su esposa traían los suyos), di las explicaciones de rigor sobre el sitio y sobre Fernando Ortiz Crespo y mis colegas sobre las especies que constaban en el folleto y sobre las posibles especies que seguramente veríamos en el recorrido.


Oteamos el entorno desde el mirador e hicimos luego un primer recorrido por el “Jardín“, donde a esa hora ya era factible ver colibríes.


Descendimos luego hacia la quebrada y pudimos disfrutar de ese bello paisaje, su vegetación tan particular y decenas de aves que se congregaron como si hubiesen sido contratadas para saludar al ex-presidente: mirlos, tórtolas, gorriones, pinchaflores negros, quindes herreros, colibríes de cola larga, un quilico, jilgueros pico de loro, monjas pechiamarillas, toritos chicos…


A medida que descendíamos por los senderos de  la quebrada los agentes de seguridad se iban poniendo más inquietos… llegamos a los puentes de la parte baja y se aceraron al señor Carter para insinuarle que no siguiera adelante, pero él estaba fascinado; es que el sitio y la cantidad de aves que allí pueden verse lo convierten en un lugar de excepción. La seguridad casi entra en pánico cuando de improviso aparecieron en el puente dos ciclistas de la tercera edad; salieron de un pequeño sendero, pasaron junto a nosotros, saludaron con un atento -¡buenos días!.. y siguieron su camino sin saber que se habían cruzado con un ex-presidente de los Estados Unidos en ese rincón del parque, entre mimosas, guantugsillos, chilcas y sigses.


No hubo forma de convencer a los guardias de continuar, cruzar el puente y seguir el recorrido al otro lado de la quebrada, los pobres no paraban de mirar a todo lado, la vegetación era alta y no podían distinguir ni al frente ni los bordes de la quebrada, los senderos eran pequeños y no se podía prever ningún encuentro fortuito.


Prácticamente ordenaron regresar.


La subida de regreso fue un tanto más penosa. 

Ayudé a doña Rosalynn en el ascenso y de tanto en tanto nos deteníamos para descansar pues el parque está a más de 2.990 metros sobre el nivel del mar. En las paradas aprovechábamos para ver otros ejemplares de aves y para explicar sobre las diversas variedades de plantas y de flores.


Ya en el Parqueadero “Ashintaco” les volvió el alma al cuerpo a los responsables de la seguridad  y Jimmy Carter nos agradeció efusivamente por el recorrido y nuestras atenciones.


Le reiteré lo complacidos que habíamos estado por su visita y le pedí autorización para que mis colegas y los guardabosques pudiesen sacarse con él un par de fotos.


Aceptó con todo gusto. Se despidió, subió a su vehículo y la enorme caravana salió del Parque para internarse en el caótico transito de la ciudad.


Consulté mi reloj, eran las 07h48. Habíamos tenido a Jimmy Carter como huésped, por más de hora y media, en el Parque Metropolitano Guangüiltagua. 

Quienes deseen ver otras fotos del Parque pueden visitar el sitio:

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