jueves, 10 de marzo de 2011

Sudáfrica 1 Sin visa en Johannesburgo

En 1998 viajé al Japón para asistir a un seminario de Mahikari. Antes de emprender el periplo, me acerqué a la Embajada de ese país en Quito y pedí información sobre el procedimiento para solicitar una visa de turista. Me entregaron una lista de dos páginas de requisitos que, en el poco tiempo que me quedaba, me iba a ser absolutamente difícil de cumplir.

Opté pues por una alternativa mucho más simple. Como mi mujer es francesa, yo tenía derecho a solicitar un pasaporte europeo en tanto que cónyuge de una persona de esa nacionalidad. Nunca lo había hecho pero tenía avanzados los papeles, así que pregunté qué me faltaba para obtener el pasaporte. Descubrí que los trámites eran mucho más sencillos que la enorme montaña de documentación que me pedían los japoneses. Me embarqué pues, hacia el Japón, con un pasaporte francés.

La fórmula de salir de mi país como ecuatoriano y llegar a otros países con pasaporte europeo, me ha ayudado mucho, pues el procedimiento me evita los engorrosos trámites de obtener una visa.

La “Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible”, conocida como “Río +10” se celebró en Johannesburgo en septiembre de 2002. Con Raymond Jost y los colegas del “Secretariado Internacional del Agua” decidimos que debíamos tener una importante presencia en ese evento tal como había acontecido diez años antes en la “Cumbre de la Tierra”, en Río de Janeiro.

Fui invitado a ese evento, así que antes de que se iniciara, salí con la debida anticipación hacia Sudáfrica. Mi itinerario era vía París, como acontece siempre cuando se trata de viajar desde América del Sur a cualquier país del África. Casi no existen vuelos directos sur-sur. En la mayoría de los casos se debe prever un trayecto con escala y cambio de avión en alguna de las capitales europeas. Hice pues el agotador trayecto, de casi dos días, Quito-Bogotá, Bogota-París, París-Johannesburgo. Llegué agotado con ganas sólo de ir hasta el hotel y dormir como un tronco el mayor tiempo posible.

Al dejar el avión e ingresar a la zona de inmigración del aeropuerto me topé con colas interminables de gente de todas las nacionalidades, atuendos y colores que llegaban a la ciudad con el propósito de asistir a la “Cumbre de Desarrollo Sostenible”. Cuando luego de un buen tiempo por fin me llegó el turno, presenté confiado mi pasaporte francés que tan útil me había sido para entrar a muchos otros países. El joven policía de migración, me miró y me lanzó a la cara una pregunta horrible, que ya la creía superada: -“¿visa?”. Me quedé helado. Jamás me hubiera imaginado que necesitaba visa para ingresar a Sudáfrica. Respondí, en inglés con una pregunta llena de admiración sobre si los pasaportes franceses necesitaban también una visa y él, categórico, me respondió. –“Of course!”.

Comencé a explicarle que venía a la “Cumbre”, que estaba invitado por el “International Secretariat for Water”, que, yo era en realidad “from Ecuador”, y qué se yo.…

Nada que hacer, me dijo que debía dejar la fila y dirigirme a la oficina de inmigración para hablar con sus jefes. Así lo hice y, en medio de mi agotamiento, me armé de paciencia y fui a tratar de explicar a los jefes de aquel muchacho, por qué había desembarcado en Johannesburgo sin una visa.  Después de que innumerables personas que hacían también allí una larga cola, explicaron su respectivo caso, me tocó por fin el turno y pude dirigirme a una señora gorda a quien presenté mi pasaporte francés y comencé el mismo cuento:    que venía a la “Cumbre”, que estaba invitado por el “International Secretariat for Water”, que, yo era en realidad “from Ecuador”, y qué se yo...

Ella alzó la vista e inquirió en inglés: -“¿de donde dice que es usted?... ¡de Ecuador!, dije, ¡de América Latina!, añadí. -¿Tiene usted un pasaporte ecuatoriano?, preguntó… -si, respondí, al mismo tiempo que lo sacaba de mi maletín y se lo mostraba.

Ella lo revisó, me aclaró que los ecuatorianos no necesitábamos visa, me puso un sello con una visa temporal, de quince días y una sola entrada, en el pasaporte francés y con una cordial ademán hecho con su mano derecha me invitó a salir de su oficina e ingresar a Sudáfrica. Cuando iba a dejar el recinto, me llamó: -¡Mister Vásconez!... yo me volví y pregunté: -¿Yes…?”…. - ”¡I love Ecuador!.., aclaró.

Así entré sin visa a Sudáfrica y pude asistir a “Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible”




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