viernes, 18 de marzo de 2011

Francia 3: Alsacia, la “Vendange tardive” y el Municipio de Estrasburgo

Como ya he relatado el Secretariado Internacional del Agua “SIA” organizó en Estrasburgo a fines de Diciembre de 1991 el Forum Intercontinental: "ONGs, agua y medio ambiente, estrategias para el futuro", una actividad preparatoria de la Cumbre del Tierra  que se llevaría a cabo en  Río de Janeiro en 1992.   

Llegué a Estrasburgo con dos queridas amigas latinoamericanas, Regina Pacheco de Brasil  y Marian Pérez de Costa Rica., de otros lados del mundo nos acompañaban Ibrahima Cheikh Diong, de Senegal, Hilda L. Kiwasila, de Tanzania, Lilia Ramos de Filipinas,  Bunker Roy de la India, S.M.A. Rashid de Bangladesh, Magdi Sidhom de Egipto, Denise  Beaulieu y Gilles Hout  de Canadá, Laurent Chabert d'Hieres de Francia y algunos otros colegas. 

Raymond Jost estaba muy contento de poder hacernos conocer los magníficos pueblos, la comida, los vinos, la cerveza, la pastelería y las tradiciones navideñas de Alsacia.

En relación a la comida y a los vinos los propósito de Raymond no pudieron cumplirse pues como ya relaté, casi todos nuestros colegas eran vegetarianos, musulmanes o macrobióticos y no comían carne, menos aún, carne de cerdo y no tomaban alcohol. Tuvimos que solicitar en el hotel un menú más bien vegetariano, para que los amigos no se sintiesen mal y prever como bebidas jugos de fruta y agua sin gas, en vez de los deliciosos vinos de Alsacia.

Hicimos de todas formas un bonito recorrido por los pintorescos pueblitos de Alsacia que yo había conocido varios meses atrás en pleno verano. Ahora se los veía igualmente bellos en el invierno, con la nieve y la decoración navideña, todo parecía de ensueño. En mi caso, era la primera vez que disfrutaban en vivo, de los paisajes y el ambiente que normalmente uno recibe o puede ver en las tarjetas navideñas.

Visitamos el “Mont Sainte-Odile”, un convento, a 760 m.s.n.m., en la cordillera de los Vosgos, originalmente construido por Santa Odile de Alsacia en el siglo VII en la cima de una antigua fortificación conocido como “Mur Païen” o Muro Pagano, que se cree fue levantado en el siglo II, aunque algunos especialistas creen que puede ser mucho más antiguo. El convento ha tenido reconstrucciones y añadidos en diferentes momentos de la historia y desde la Edad Media es un lugar de peregrinaje de los ciegos y personas afectadas por problemas de la visión. Desde ese punto de observación la vista sobre el valle es increíble, los bosques de coníferas, de pinos y cipreses, cubiertos de nieve, los pequeños pueblitos con sus chimeneas humeantes y las luces de las casas y de los adornos navideños, titilando en medio de la bruma, hacen que el recuerdo de ese paisaje sea algo verdaderamente inolvidable.

También visitamos algunas cavas de vino para que los colegas pudiesen tener un contacto con ese elemento de la cultura y la economía locales a pesar de no probar una gota de alcohol. En un momento del recorrido Raymond se acordó que en uno de esos pueblitos, vivía un viejo camarada de clases, hijo de viticultores y decidió que podíamos pasar a saludarlo. A pesar de los años transcurridos el hombre seguía allí, se reconocieron luego de treinta años de no haberse visto. Nos invitó a pasar, así que decidimos que el bus podía seguir el recorrido hacia el hotel con todos los demás colegas y yo me quedé con Raymond para aceptar la amable hospitalidad de su compañero de colegio.

Sus padres habían muerto y él se ocupaba ahora del viñedo y de la producción de vino en su propiedad. Nos comentó que año a año, vendía prácticamente toda su producción, a compradores japoneses. Guardaba solo unas pocas cajas para su consumo doméstico o para compromisos con comerciantes o restaurantes locales a quienes no podía fallar pues eran clientes de esa industria familiar desde tiempos de su padre. Obviamente abrió una botella de “Gewüerztraminer” para hacernos probar el producto de sus tierras y de sus desvelos y seguimos conversando de los temas comunes de esos dos viejos conocidos.

El padre de Raymond fue director de la escuela y pastor protestante en un pueblo cercano y este señor con el que compartíamos sus vinos, recordaba que asistió a esa escuelita y que concurría con su familia a los servicios religiosos oficiados por el papá de Raymond, luego  fueron compañeros de colegio y… ahora les voy a hacer probar una botella de “vendange tardive

Nos explicó que el término “Vendange tardive” -vendimia tardía-, comenzó a usarse en Alsacia, aunque luego se extendió a otras regiones de Francia y del mundo. En inglés se conoce  a los vinos producidos con este procedimiento como "late harvest".

Este apelativo se refiere a una forma de producción de un vino más dulce y con mayor grado alcohólico que el que normalmente genera la misma cepa. Los vinos producidos con este sistema se los bebe, como aperitivo o como vinos de postre, pero también se los sirve muy fríos, para acompañar el  foie-gras o quesos grasos maduros como el “munster” de Alsacia.  En es punto de la explicación ya nos habíamos tomado una primera copa y la nariz de nuestro anfitrión comenzó a ponerse algo más roja.

Aprendí que la producción de los “Vendange tardive”, es bastante complicada. Cada viticultor debe suscribir una solicitud y obtener la autorización de la asociación que regula la producción  y comercialización de vinos en la región, para destinar la cosecha de una determinada extensión de su viñedo para “Vendange tardive”. Las autoridades verifican, marcan el área y queda así preestablecido el destino de esas uvas.

La recolección debe preverse en una fecha precisa que debe señalarse por escrito en la solicitud. Se dejan las uvas en la planta, por el más largo período posible, puedan así recibir los rayos del sol un mayor número de días, incluso hasta que empiezan a deshidratarse. Este proceso concentra los azúcares en el jugo y cambia los sabores dentro de la fruta haciéndola mas dulce.

El día previsto para la recolección las autoridades se hacen presentes y verifican que se recolecte sólo la producción del área previamente acordada, se pesa la cosecha y se autoriza la preparación del “Vendange tardive”. Todo estos procedimientos son necesarios pues cada botella de este vino tiene un precio muy superior al que se puede obtener del mismo viñedo luego de la recolección normal, hecha generalmente varías semanas antes.

La apuesta consiste en que todo debe recolectarse antes de la primera helada. Si la fruta se hiela, estalla y se rompe…el viticultor pierde su apuesta… quién logró recolectar el día anterior en cambio, gana, sus uvas tendrán un sabor más concentradas, serán mucho más dulces y se logrará producir con ellas un mejor vino de este tipo.    

Acabamos la botella y nos despedimos cuando el amigo, ya con al nariz completamente roja, proponía abrir otra para que probemos una mejor cosecha. Agradecimos su amabilidad pero con el argumento de que debíamos conseguir un taxi y regresar al hotel pudimos librarnos de ese reto.

La organización del Foro Intercontinental al que asistimos fue auspiciado entre otras entidades por el Municipio de Estrasburgo, así que una tarde estaba prevista una visita formal, donde íbamos a ser recibidos por las autoridades locales, en el magnífico edificio de la Municipalidad. Allí tendríamos un diálogo con el Alcalde, los concejales y la prensa y luego asistiríamos a un coctel que ofrecía el gobierno local a los participantes en el Foro.

Nos trasladamos en un bus con la debida anticipación y pudimos hacer un breve recorrido por el Centro Histórico de Estrasburgo conocido como “Grande Île” (Gran Isla), que como ya he relatado fue declarado por la UNESCO, patrimonio de la Humanidad. Pudimos recorrer ese conjunto urbano único conocido como la “Petite France”, visitamos la hermosa catedral gótica y caminamos por las estrechas calles y plazuelas adoquinadas que la rodean. 

Recorrer el viejo centro de Estrasburgo bajo al nieve, con una magnífica decoración navideña en calles y almacenes es una experiencia formidable. Dirigiéndonos a la Municipalidad, pudimos dar un rápido paseo por el célebre “Mercado de Navidad” que todos los años concentra decenas de puestos de exhibición y venta, bellamente decorados e iluminados, donde se consigue de todo: artesanías, adornos, vinos, licores, frutas secas, comidas típicas, dulces, galletas y pasteles de navidad, juguetes educativos, libros, música, ropa… y cientos de otros productos y objetos de todo tipo. El “Mercado de Navidad” es el más antiguo y tradicional de Europa y ha sido replicado en numerosas ciudades como atractivo turístico de invierno.

En la Municipalidad fuimos recibidos por el "Alcalde Adjunto" en una amplio y altísimo salón con  lustrosos pisos de parquet, gigantescos tapices, espesas alfombras y muebles de estilo Rococó de color blanco y detalles dorados. Para mi gusto un ambiente más bien sobrecargado.

El "Alcalde Adjunto", a quién el titular delegó a último momento, para que cumpliese el rol de anfitrión, debido a un contratiempo imprevisto, no tenía mucha noción de quiénes éramos y qué hacíamos en Estrasburgo. 

Dio un discurso más bien simplón de bienvenida, lleno de lugares comunes y, como si se dirigiera a una asociación de trabajadores migrantes usó apreciaciones algo etnocéntricas y poco diplomáticas. 

Hasta hoy recuerdo la formidable intervención de nuestro colega de la India, Bunker Roy, en su impecable inglés de Oxford, traducido al francés por Ibrahima Cheikh Diong nuestro amigo de Senegal.

Bunker hizo un discurso de agradecimiento por la amable acogida del Municipio y su alcalde, de la Ciudad de Estrasburgo,  de Alsacia y de Francia. 

Se refirió con gran conocimiento a los principios de libertad, solidaridad y confraternidad de la revolución francesa, tocó con una visión erudita diversos temas de la historia europea y francesa, incluso con detalles de Alsacia y Estrasburgo a lo largo de la Historia y su rol contemporáneo en cuanto a la unidad europea, la defensa y promoción de la democracia, la cooperación y la solidaridad internacional. Y remató afirmando que su esposa había estado muy contenta al saber que venía a Francia, “cuna de la cultura y de la civilización” donde podía nutrirse de todo lo que un país como aquel puede dar a los ciudadanos de otras regiones del globo. 

Mis amigas Marian y Regina llaman a Bunker “el príncipe”. Creo que tienen razón; efectivamente lo es.

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