miércoles, 8 de junio de 2011

Costa Rica 5: Los líos de un concurso de belleza

Como ya he relatado conocí San José en 1985 como docente del cur­so "Transporte Urbano en Áreas Metro­poli­ta­nas de América Latina" y regresé a esa ciudad en 1990 para participar en el seminario "Posible gestión coordinada de los servicios de agua y saneamiento y la cuestión del medio ambiente” y en 1991 para asistir al Coloquio "CIUDAGUA REGIONAL: MÉXICO, CENTROAMÉRICA Y CA­RIBE".

En junio de 1990 también fui a San José para participar en una reunión de coordinación previa a ese Coloquio, que fue organizado por la FMVJ, la Municipalidad de San José, REDES y CSUCA.

Fue una semana bastante entretenido pues la selección de fútbol de Costa Rica que estaba participando en el Campeonato Mundial Italia 90, tuvo una participación más que exitosa y pese a quedar eliminada, el país celebró como su mayor éxito deportivo el paso a octavos de final y pudimos vivir  el gran recibimiento a su selección.
 
El grupo del comité coordinador estaba integrado por Jean Marie Tetart, Marcelo Nowerzstern y Daniel Faudry de la “Federación Mundial de Ciudades Unidas” (FMVJ); Mario Lungo y Marian Pérez del “Consejo Superior Universitario de Centro América” (CSUCA), yo en representación de REDES, un representante de la “Asociación Latinoamericana de Empresas y Entidades Prestatarias de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado” (ALCEAPA) y otro del “Comité Coordinador Regional  de Instituciones de Agua Potable y Saneamiento de Centroamérica” (CAPRE) y nuestros anfitriones: varios Regidores del Municipio de San José, así como el “Ejecutivo Municipal”.

Nos enteramos que según la ley, en esa época al menos, en Costa Rica no se elegía alcalde de los diversos cantones sino sólo a los Regidores del Concejo Municipal. En ese cuerpo colegiado se elige, de entre sus miembros, al Presidente del Concejo y se contrata luego, de una terna presentada por éste, al “Ejecutivo Municipal” (una suerte de “gerente”, encargado de la gestión administrativa y financiera del cabildo) que asume sus tareas por contrato y no por elección popular.

Como debíamos pasar un fin de semana en Costa Rica para proseguir la reunión el lunes siguiente, las autoridades de San José no invitaron a pasar un par de días en la playa. 

Viajamos el viernes en la noche y nos alojamos en un bonito hotel no lejos de Punta Arenas. A la mañana siguiente, cuando bajamos en busca del desayuno, descubrimos que estábamos en un verdadero paraíso. 

El hotel tipo Resort, tenía varias piscinas, lindísimas playas frente a un mar profundamente azul, arena blanca y una exuberante vegetación tropical con altísimas palmeras y frondosas cucardas o hibiscus con flores rojas, rosadas, amarillentas, naranjas o salmón; de corola doble algunas y simple, otras.

Frente a la playa y alrededor de las piscinas numerosas tumbonas de color blanco y confortables cojines de colores pastel, invitaban al descanso y a disfrutar del entorno. 

Entre las palmeras se distribuían varias chozas con techo de paja que albergaban agradables bares, parrillas y lugares de estar y de recreo donde los huéspedes podían encontrar diversas bebidas, cócteles y platos típicos.

Un gran espacio -también tipo choza- era el comedor del conjunto. Allí los huéspedes podíamos disfrutar tanto del desayuno como de fantásticos almuerzos y cenas tipo buffet. En la noche ese local -abierto y ventilado- se transformaba en discoteca y sala de espectáculos.

Agradecimos  a nuestros anfitriones y comenzamos a recorrer el territorio para tomar posesión de ese oasis tan bello, en el cual por añadidura, caímos en cuenta, había una inusual presencia de bellas muchachas por todo lado: en las piscinas, en la playa en los espacios deportivos... por todo lado.

Estábamos admirando todo ese colorido paisaje, cuando la jefa de relaciones públicas de la Municipalidad nos pidió un instante de atención.
 
Nos comentó que el certamen de belleza que se organizaba en Costa Rica para elegir  la “Tica Bonita” celebraba su décimo quinto aniversario. La elección de ese año tendría lugar en ese hotel y quería pedirnos que algunos de nosotros formásemos parte del jurado calificador.  

Jean Marie Tetart, Marcelo Nowerzstern, Daniel Faudry y yo, junto al  representante de ALCEAPA y el de CAPRE, todos extranjeros, fuimos escogidos para cumplir esa particular responsabilidad.

Pedimos alguna información adicional y nos explicaron que ese concurso era muy tradicional en el país, desde su inicio docenas de jóvenes han desfilado por sus pasarelas y en muchos  casos ese concurso les había abierto las puertas a una destacada carrera en el campo del modelaje y hacia otros certámenes de belleza como Miss Universo y Miss Mundo a donde concurrían en representación de Costa Rica.

Desde 1975 la Comisión de Festejos Populares de San José aprobó el nombre de “Tica Bonita” para denominar lo que hasta ese momento y en años anteriores era la  elección de la Reina de San José.

No tuvimos más remedio que aceptar el amable pedido de nuestros anfitriones.

En la mañana disfrutamos de la piscina y de la playa y a la hora del almuerzo, nos volvieron a reunir en las instalaciones del hotel para entregarnos nuestra designación oficial y un instructivo escrito con los procedimientos y reglas del concurso.

El documento agradecía nuestra disposición a participar en la elección como miembros del jurado y explicaba en breves rasgos que el concurso “Tica Bonita” buscaba relevar el talento y la belleza de las jóvenes costarricenses y que, luego de arduo proceso de preparación y entrenamiento, el punto culminante sería la elección que tendría lugar esa noche, en un evento de alta calidad artística.

Explicaba luego a breves rasgos que para la elección se habían previsto cuatro presentaciones distintas de las bellas candidatas: a) en traje de baño, b) en traje casual, de coctel o deportivo, c) en traje de noche y d) respuestas individuales a diversas preguntas escogidas al azar.

En el instructivo se nos pedía tomar en cuenta que, en cada una de esas presentaciones debíamos verificar: el desenvolvimiento, la armonía corporal y la belleza del rostro, el cabello y la piel de las candidatas.

Para el efecto, en cada presentación, debíamos establecer un puntaje entre uno y cinco (uno mal, dos regular, tres bueno, cuatro muy bien y cinco excelente).

Los miembros del Jurado Calificador íbamos a contar con una hoja por candidata con el número de cada una; en esas hojas constaban todos los aspectos mencionados en una espacie de tabla, para poder calificar cada presentación.

Cada candidata tenia un número asignado ello nos permitiría ubicarlas sin que necesariamente debiésemos recordar su nombre.  

Al finalizar la presentación de las participantes el Jurado debía pasar una boleta en la que constaba el número de cada joven y la calificación otorgada. Un persona recogería esas boletas y dictaría los puntajes a un digitador.

En las presentaciones en los distintos trajes debíamos tomar en cuenta  la imagen, la postura, la elegancia, los movimientos, la expresión y la presentación del traje.

En relación a la contestación dada por cada concursante a las preguntas que los maestros de ceremonia –un hombre y una mujer- iban a formularles, debíamos evaluar: el coherencia, la creatividad, el desenvolvimiento, la dicción y la pertinencia y contenido.

En la noche nos ubicamos en una larga mesa, frente a la pasarela por la que iban a desfilar las concursantes. La elección era al aire libre, en medio de ese entorno tropical de ensueño.

Como en todo concurso de belleza, los maestros de ceremonia agradecieron a los auspiciantes y se hizo la presentación de los miembros del jurado… todos debíamos ponernos de pie y saludar al público, cuando nuestro nombre, país de proveniencia y funciones, eran leídos por el maestro de ceremonia. Yo no sabía por qué diablos había aceptado participar en ese enredo…

Disfrutamos luego de dos o tres números artísticos y comenzó la elección.

Desfilaron las hermosas chicas en traje de baño, cada miembro del jurado fue estableciendo en su hoja la puntuación que creía justa en función de los parámetros que constaban en el instructivo y entregaba luego, la boleta con el número de la concursante y el puntaje respectivo, a una persona que circulaba frente a la gran mesa para recabar esos papelitos. En esta oportunidad, quien desempeñaba esa tarea era uno de los Regidores del cabildo. Su función repito, era recoger las boletas y dictar las cifras que habíamos consignado en ellas, a un digitador sentado frente a una computadora al final de la mesa.

Luego de los desfiles en traje casual y en traje de noche. El computador se encargó de sacar las cuentas y se entregaron los resultados. Los maestros de ceremonia fueron llamando a las muchachas que habían resultado finalistas.

Todas las candidatas eran bellas, pero me dio la impresión viendo sus números que no eran las que, al menos a mí, me habían parecido las mejores… las más guapas, las de mejor cuerpo, las más elegantes, las de mejor desenvolvimiento en le escenario…en fin…

Luego las diez o doce finalistas respondieron las preguntas. Volvimos a  emitir los votos, el funcionario municipal recogió nuestras boletas y dictó las cifras de las calificaciones que habíamos otorgado a cada candidata luego de escuchar sus respuestas.

El computador emitió los resultados, se imprimieron y luego de otra presentación de algún cantante, se leyó el resultado.

Dos o tres muchachas fueron elegidas  señoritas, simpatía, amistad y.. .qué se yo que otra cosa, y… finalmente, se leyó el  nombre de la “Tica Bonita “de ese año.   

Todo el mundo aplaudió, las chicas se felicitaron, se coronó a la reina y todos fuimos invitados al coctel y a la fiesta, previstos para cerrar el evento.

Todas las finalistas eran bellas, pero me dio la impresión también en esa ocasión, que quienes resultaron electas no eran las que, al menos a mí, me habían parecido las mejores… ni las más guapas ni las que mejor habían respondido a las preguntas.

Pero mi voto era tan sólo uno y el jurado había tomado su decisión de forma democrática…en fin…

Nos dirigimos al hotel dispuestos a disfrutar del coctel y de la música. Una vez allí y con un vaso en la mano, comenzamos a platicar con los amigos sobre la singular experiencia que no había tocado vivir como jurados de esa elección en un lugar tan bello.

Lo curioso fue que -a todos- nos había acontecido lo que ya he relatado. Habíamos votado seriamente y al final la computadora había elegido a unas muchachas distintas de aquellas que habían merecido una mejor calificación de todos nosotros -los miembros foráneos del jurado-. No conocíamos a los otros, así que no profundizamos en nuestras investigaciones sobre el tema y decidimos que algo raro había acontecido pero no sabíamos exactamente, qué.

Un tanto más entrada la noche, cuando ya los efectos del ron y el whisky habían generado agradecimientos, abrazos, amistades, amores y desamores, escuchamos que se armaba un alboroto en un grupo donde se hallaban los Regidores municipales.

La cosa se fue encendiendo, el asunto -parecía- que era grave, habían reclamos, discursos vehementes,  palabras altisonantes,,,, así que optamos más bien por retirarnos.

Salimos despacio, sin hacer ruido y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones para descansar de los trajines del día y sobre todo para no vernos involucrados en los extraños acontecimientos de esa noche.

Al día siguiente bajamos todos a desayunar y nos topamos con que ya  no se encontraba allí, ninguno de los miembros del cabildo. 

Pasamos toda la mañana en ese acogedor hotel y en la tarde un bus vino a buscarnos para conducirnos a San José.

Retomamos nuestra reunión al día siguiente y seguimos discutiendo los pormenores  organizativos y académicos del Coloquio "CIUDAGUA REGIONAL: MÉXICO, CENTROAMÉRICA Y CA­RIBE" que estábamos co-organizando con la Municipalidad de San José.

Antes de dejar el país -a la mitad de la semana- nos enteramos de los líos políticos que pueden ocasionarse en un concurso de belleza.

Parece ser que el número de Regidores que debían elegirse para el Concejo Municipal de San José era de once en total. La votación había tenido lugar unos pocos días antes de nuestra visita. En esa oportunidad habían triunfado en las elecciones cinco candidatos del partido PLN (liberacionista) y cinco de la coalición PUSC formada por Unificación Nacional, demócratas cristianos y conservadores. El restante Regidor era un candidato de los partidos de izquierda.

Desde 1948 los dos bandos políticos se habían disputado el poder tanto a nivel nacional cuanto a nivel de los gobiernos locales.  A partir de 1983 se gestó en Costa Rica el sistema bipartidista que dio lugar a una “civilizada” alternabilidad en la que los dos partidos mayoritarios hegemonizaban  la política nacional en todos sus niveles.

Casi enseguida de nuestra reunión el Concejo Municipal debía reunirse para elegir entre los once regidores al Presidente del Concejo. En esa ocasión -por el acuerdo de alternabilidad- el cargo le correspondía al representante designado por uno de los dos partidos tradicionales; no recuerdo por cual de ellos.

Sin embargo ese personaje, ya designado… (sólo debía ratificarse su designación en una sesión formal del Concejo), cometió un error imperdonable.

Fue él quien recogía los papelitos del jurado en la elección de la “Tica Bonita” para dictar los puntajes al digitador.

Parece ser que, en el coctel posterior a la elección y ya con unos tragos entre pecho y espalda... declaró a sus colegas que él había escogido a la ganadora… pues dictó lo que le vino en gana, alterando las puntuaciones consignadas en nuestras boletas.

Muy ufano se reía de su actuación y de cómo había sorprendido al jurado, a las candidatas, al digitador, a la computadora y al público, esa noche… 

Ese fue el motivo del grave incidente que presenciamos antes de retirarnos muy sigilosamente del salón, cuando nos dimos cuenta que la cosa iba a pasar a mayores.

Le costó el cargo.

Supimos luego que el Concejo lo descalificó y si bien su suplente lo reemplazó en el seno de ese órgano de gobierno local, los dos bandos opositores no llegaron a ponerse de acuerdo en la designación del nuevo Presidente Municipal. Ninguno de los dos quería ceder pociones. Al final tuvieron que elegir al Regidor de la tendencia de izquierda… Fue él quién nos recibió -como Presidente Municipal- meses más tarde, cuando llegamos a San José para participar en el Coloquio CIUDAGUA de 1991.

Menudo lío ocasionado por un concurso de belleza. Cosas que pasan en nuestra tierra. Macondo grande.

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