viernes, 3 de junio de 2011

Costa Rica 3: Hulk en el Key Largo

Como ya he relatado estuve en San José la capital de Costa Rica en 1985 como docente de un cur­so de Postgrado en Planificación titulado "Transporte Urbano en Áreas Metro­poli­ta­nas de América Latina", organizado por el Consejo Superior Universitario de Centro América – CSUCA conjuntamente con la Universidad de Heredia y REDES

Regresé a esa ciudad en 1990 para participar en el seminario "Posible gestión coordinada de los servicios de agua y saneamiento y la cuestión del medio ambiente” organizado por la Federación Mundial de Ciudades Unidas (FMVJ), la Municipalidad de San José, REDES y CSUCA.

Como también ya he referido, en las dos ocasiones visité el “Key Largo” un suigéneris bar ubicado la zona céntrica de San José  frente al acogedor Parque Morazán.

Un año después, en 1991 regresé a tierras ticas para asistir al Coloquio "CIUDAGUA REGIONAL: MÉXICO, CENTROAMÉRICA Y CA­RIBE", organizado por la FMVJ, la Municipalidad de San José, REDES y CSUCA. 

Lo primero que hice al llegar nuevamente a San José fue contar a todos mis amigos de REDES y de la FMVJ, acerca del -ya célebre- “Key Largo” ese extraordinario bar que había conocido en mi primer viaje a Costa Rica, a donde también tuvimos la ocasión de ir con varios amigos en mi segunda vista a la capital Tica.

Los amigos me hicieron relatar con lujo de detalles las características del local, su historia, su arquitectura, sus cambios de uso y la particular convivencia que se podía vivir en su interior con una variada clientela de todos los géneros, edades y nacionalidades; “profesionales”, “semi-profesionales” y “amateurs” -todos y todas- apasionadas por la música, el trago, la comida y la vida disipada.

La historia que se hizo famosa y debí repetir para todos quienes no la habían escuchado fue la del “mensaje” enviado -a través del cantante de la orquesta- al Ingeniero Raviglia. Este personaje era el responsable de la “Asociación Latinoamericana de entidades prestatarias de los servicios de Agua Potable y Alcantarillado” que se empeñaba en llamar “usuarios” a los dirigentes barriales y comunitarios, a los representantes de la población sin acceso a los servicios. No logramos  nunca que haga suya la palabra “pobladores”, seguía refiriéndose a los hombres y mujeres que luchaban por el derecho al agua como “usuarios” de ese derecho conculcado.

En el “Key Largo” se podían encontrar guapas muchachas que  brindaban sus “servicios” a la clientela foránea; pero esa “oferta turística” convivía en paz con quienes iban -en grupo o en pareja- a tomar un trago, a escuchar música o a bailar.

Por eso, al descubrir al Ingeniero Raviglia con intenciones de “clientela foránea” yo aproveché  para enviarle un saludo muy especial, a nombre de “las usuarias”.

Huelga decir que “los pobladores” quedaron vengados y el personaje no volvió a aparecer por el “Key Largo”

Con todas estas historias contadas y recontadas a los amigos de REDES que asistían al Coloquio CIUDAGUA, todos ellos  deseaban con vehemencia poder conocer el “Key Largo” y verificar de primera mano que todo lo que les había relatado fuese cierto.

Así pues… de común acuerdo, planearon que una noche irían todos en grupo, a dar una vuelta por el ya famoso “Key Largo” y naturalmente, un tipo tan conocedor de las particularidades de ese bar -como era yo- debía servirles de guía.

El grupo se hizo tan numerosos que tomé la precaución de ir hasta el bar la noche anterior para reservar una mesa que diera cabida a toda esa “manada”.

Casi todos nos alojábamos en hoteles cercanos del centro de la ciudad, así que no fue difícil darnos cita en alguno de ellos y caminar en tropel hacia el “Key Largo”. Cuando llegamos la noche estaba ya “prendida” la música era buena y mucha gente bailaba al ritmo de pegajosas melodías caribeñas.

En el grupo estaban Mario Lungo y Marian Pérez del país anfitrión, Alejandro Suárez de México, Maribel Carrera y Anna Sugrangnes de Guatemala, Ninnete Morales y Virginia Rojas de Nicaragua, Lily Caballero de Honduras, Álvaro Uribe de Panamá, Esther Marcano de Venezuela, Samuel Jaramillo y Luis Mauricio Cuervo de Colombia, Diego Carrión y yo de Ecuador, Néstor Espinoza  del Perú, Tito Vargas de Bolivia, Alfredo Rodríguez y Oscar Figueroa de Chile, Laura Faxas de República Dominicana, Fernando Brunstein de Argentina, Regina Pacheco de Brasil, Jean Marie Tetart, Marcelo Nowerzstern y Daniel Faudry de Francia y varias otros colegas de diversos países. En total casi treinta personas.

Entramos al bar y comenzaron a adecuarnos una larga mesa en la que pudiésemos caber todos. Yo había hecho una reservación para veinte y ahora llegábamos muchos más. Luego de un buen rato, como no resultaba fácil acomodar a tanta gente, casi todos seguíamos de pie.

La orquesta comenzó a tocar “Burbujas de Amor” y Biba Pacheco me dijo que le encantaba esa canción que era de un tal “Fágner”, cantante brasilero, yo le dije que no, que la canción era de “Juan Luis Guerra”, cantante dominicano. Nada que hacer… Ella  insistía en defender la autoría de su compatriota y yo la del cantautor dominicano. No pudimos ponernos de acuerdo, así que más bien la invité a bailar.

Como ya he relatado la casa donde funciona el “Key Largo” se desarrolla en diferentes niveles y espacios comunicados visualmente entre sí a los que se llegaba por gradas de máximo tres o cuatro escalones. En cada nivel había amplios salones adecuadas  con mesas de restaurante y otras más pequeñas para las áreas que funcionan como discoteca, en los patios interiores -cubiertos- existían distintas barras de bar y tablados para la presentación de cantantes, grupos y orquestas.

A nosotros nos estaban acomodando en uno de los salones, en una mesa muy grande con vista al jardín pero también con dominio a los aconteceres del interior. En esa sala era casi imposible bailar por la cantidad de gente y de mesas, así que pasamos a otro salón aledaño donde parecía, había más espacio libre.

Cuando llegamos las famosas “burbujas” ya habían dejado de sonar, así que optamos por esperar que tocaran la siguiente melodía para poder bailar y no regresar frustrados a la mesa.

Cuando la orquesta comenzó a emitir sus acordes y empezamos a bailar, Biba dio un salto algo asustada… le pregunté que pasaba y me respondió que alguien le había tocado las posaderas. Pensé que podía ser una casualidad pero ella se mostraba inquieta y a la defensiva; al poco tiempo se repitió el hecho y pudimos detectar al infractor. Ella le reclamó airada pero él tipo se rió y regresó a su mesa. Al poco tiempo como un niño malcriado se acercó nuevamente a la pista de baile agarro a dos manos las nalgas de mi amiga y se escabulló nuevamente hacia su mesa; allí comenzó a reír estrepitosamente con sus amigos.

Me acerqué para pedirle que se calmara… traté de razonar con estos personajes, al parecer algo pasados de tragos, y sólo obtuve como respuesta algún improperio.

Me iba a retirar, tendí la mano a Biba para dirigirnos hacia el otro salón, a nuestra mesa, cuando el tipo envalentonado, volvió a decirme algo altisonante y se atrevió a repetir su agresión.

Perdí la cabeza.

Me di vuelta y le acerté un tremendo puñetazo en el mentón con toda mi fuerza.

En las películas del lejano oeste se ven esas peleas de “saloon” en el que el protagonista hace volar al “malo” por encima de la mesa luego de propinarle un golpe en la quijada. 

Yo pensaba que ese tipo de escenas eran puramente ficticias y que el vuelo sobre la mesa era logrado por medio de algún truco escénico.

Pues no.

Cuando posé mi puño en la barbilla de mi propio “malo”, el tipo se elevó del suelo y literalmente voló sobre la mesa. Esta se rompió, se quebraron vasos y botellas y quedó tendido cuan largo era sobre los escombros.

Regresamos apurados a nuestra mesa.

Al llegar, nuestros amigos apenas estaban terminando de tomar asiento. Alguien había  pedido cervezas para todos y las botellas y los vasos apenas comenzaban a distribuirse en la gran mesa.

Me acerque a Diego y le dije: -¡creo que acabo de arruinar la noche, acabo de pegarle a un tipo en la otra sala!.

Estaba tratando de explicar lo acontecido cuando vimos llegar a los “malos” enfurecidos.

Eran cuatro. Vinieron directamente hacia mí y se lanzaron al ataque sin dar ni pedir explicaciones y tampoco, medir las consecuencias. 

Saltaron sobre nuestra mesa y comenzó la gresca. Yo le pegué -en pleno vuelo- un nuevo soberbio puñetazo a mi “malo”, Diego se encargó de un segundo y no sé quienes más, de los restantes.

El perfecto ¡far west!

Resultado: otra mesa rota, las cervezas derramadas, los vasos hecho añicos; todo el mundo de pié, la música dejó de sonar, nadie bailaba, por todo lado se veían ojos extremadamente abiertos y manos angustiosas tapando la boca de sus dueñas para no gritar, docenas de despistados que intentaban averiguar qué estaba pasando y los agresores masacrados en el suelo (por nosotros, los “buenos”…) en fin….  

Una vez dadas las explicaciones del caso, los guardias del bar sacaron a los cuatro sujetos y cuando pensábamos que todo se había calmado y podríamos sentarnos y comenzar  a disfrutar del “Key Largo” se escucharon sirenas.

Alguien dijo: -¡La policía!.
El administrador nos aconsejó que más bien nos fuéramos… todos éramos extranjeros y varios no teníamos el pasaporte en el bolsillo… así que optamos por seguir ese sano consejo.

Verónica organizó la retirada con voz enérgica.

-          ¡Diego, Néstor, Tito y Samuel, acompañen a Mario! – Vayan directamente al hotel por calles iluminadas y concurridas y no vuelvan a salir

-          ¡Los demás…en grupos chicos, hombre y mujeres, salgan calmadamente y vayan directamente al hotel!

-          ¡Alfredo!.. dijo, - ¡Tu pagas la cuenta!...Mañana pondremos cuota.. hoy no hay tiempo…

-          El resto de mujeres nos quedamos y saldremos en grupos pequeños.

Al llegar al hotel me di cuenta que tenía la camisa totalmente desgarrada y el pecho y la cara manchados de sangre. Me lavé y pude constatar que no tenía ninguna herida; la sangre era del mal sujeto que había osado agredirnos… pero él y sus amigotes, más bien cayeron en nuestras “REDES”. 

Diego, con quien compartía la habitación, tampoco había salido lastimado. A ambos nos dolían los puños y los nudillos estaban algo machucados… pero con suerte salimos sin daño de esta aventura en tierra extraña.


Tardé en dormirme…supongo que algo parecido le aconteció a Diego pues se le oía agitado en su cama y no paraba de dar vueltas. Por fin nos dormimos y a la mañana siguiente, pudimos pagar a Alfredo nuestra cuota, charlar de la aventura de esa noche y seguir -a pesar de todo- preocupándonos por los temas del agua y el saneamiento en América Latina.

Semanas  más tarde me escribió Laura, que había vuelto a Santo Domingo. Su carta muy amable se iniciaba con un cordial ¿Cómo estás mi querido Hulk, todo bien?... ¿Has vuelto al “Key Largo”?...

Pues no.

No he vuelto al “Key Largo”...

Al igual que el ingeniero Raviglia, no he vuelto al “Key Largo”, a él le asustaron los mensajes de “las usuarias” y a mi, las actitudes de “los usuarios”.


1 comentario:

  1. Há sido casi así! Mario adiciona un poco de pimienta, pero bien! Que bueno es el recuerdo de esas borbujas!

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