martes, 15 de febrero de 2011

INTRODUCCIÓN: Pequeñas historias para ser contadas y que resulta difícil relatarlas por escrito

Hace unos cuatro o cinco años fuimos, con mi mujer, Marie Thérèse, a una reunión en casa de Sonia y Mario Solís.
Esa ocasión nos acompañaron también Hugo Galarza y Ana María, Nicolás Svistoonoff y Sarita, Lenin Oña e Ileana Almeida. 


Debe haber sido en algún momento cercano a la semana santa, pues Sonia nos congrega casi siempre en esas fechas para deleitarnos con su magnífica fanesca. 





En esa oportunidad coincidió que estaba en tierras ecuatorianas nuestro común amigo Carlanga, apelativo con el que le conocemos a Carlos Guerrero y, claro él también pudo estar presente.

Carlos, arquitecto de profesión es bastante más joven que el resto de los nombrados pero cuando daba sus primeros pasos en el mundillo de la arquitectura, trabajamos juntos en varias aventuras de dibujo, diseño y construcción. Comenzó como dibujante en el taller de Mario Solís en donde yo también colaboraba y luego fue alumno de muchos de los presentes en la Facultad de Arquitectura de la Central. 


En años posteriores, ya graduado, hizo no se cuántos posgrados en Bélgica y en el Reino Unido y luego trabajó en Inglaterra, Brasil, España y otros países de Europa. Actualmente  dirige ASDE una ONG que se ocupa de proyectos de desarrollo en Asia, África y América Latina.

En todos estos años, Carlos ha viajado, ha visitado y ha trabajado en numerosos países del mundo, los más pobres, los más raros, los más ricos, los más difíciles de pronunciar y los más difíciles de llegar. Hemos inventado y hemos hecho varios proyectos juntos y, así mismo, juntos o por separado, hemos ido acumulando una cantidad impresionante de anécdotas de viajes; muchas, verdaderamente  singulares.

Esa ocasión en casa de los Solís por alguna razón comenzamos a relatar nuestras historias; cada quién a su turno, una él y una yo…. Los anfitriones y los invitados estaban fascinados; no recuerdo hasta qué hora de la noche continuamos hablando. 





La variedad de contextos, personajes y situaciones era tan amplia y la forma de relatarlas tan amena, que nadie quería irse. Todos reían o se sorprendían con las fantásticas historias de estos dos ecuatorianos por el mundo.

Nicolás Svistoonoff y Mario Solís nos alentaron a escribir esas memorias. Al despedirnos así lo prometimos. Sin embargo luego de un primer impulso inicial en el que Carlos escribió y me envió un par de relatos, el proyecto se fue posponiendo y  ha estado en el archivo de temas pendientes todos estos años.

He retomado esta iniciativa ahora. Escribí una lista de más de ciento cincuenta títulos de anécdotas y las agrupé por país. Ya he escrito muchas de ellas y ahora voy a compartirlas en este medio. Me ocuparé de que Carlos haga lo propio y así, más de un amigo, podrá sonreír con nuestras singulares aventuras.

2 comentarios:

  1. Estoy buscando informacion sobre el trabajo de Mario Solis en Quito. Hay un libro de sus projectos? Soy Holandesa que vivio en Quito en los anos 80, (talvez) en una casa de su mano. Me puede contar algo de sus projectos? No puedo encontrar mucho en el internet. Muchas gracias para su atencion, Marilene Vermeulen (arquitecto urbanismo)

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