domingo, 1 de noviembre de 2015

Ecuador 79 Nuestra famosa tesis “Programa de vivienda para la cooperativa Santa Faz de Riobamba”




Corría el año 1975. Yo era estudiante de la Facultad de Arquitectura (de la Universidad Central del Ecuador, la única facultad de arquitectura existente en Quito, habría que aclarar, ahora que han proliferado las facultades que ofrecen esa carrera en otras universidades de la ciudad y del país).

Junto con mi amigo Carlos Jácome habíamos sido electos representantes de los estudiantes al Consejo Directivo de la Facultad. Los profesores que formaban parte de ese cuerpo colegiado eran los arquitectos Mario Solís, decano, Ramiro Pérez, sub-decano, Carlos Velasco y Oswaldo de la Torre.

Carlos y yo habíamos acabado el quinto curso de la Facultad y nos disponíamos a iniciar el curso pre-profesional en el período 1975 – 76, en ese curso los egresados de la Facultad debían desarrollar una tesis de graduación para optar por el título de arquitecto.

Tres años antes, a principios de 1972, se había organizado en la capital de la provinvia de Chimborazo, la ciudad de Riobamba, la cooperativa popular "Santa Faz". La cooperativa se conformó con familias pobres de esa ciudad que vieron esa forma de asociación como una alternativa para enfrentar el problema de la vivienda. Recibieron el apoyo de ese gran visionario que fue el Obispo Leónidas Proaño y su equipo de colaboradores, entre otros el padre Estuardo Gallegos, con quien llegué a establecer una gran amistad que perdura hasta ahora.

Para poder resolver la búsqueda de un terreno adecuado para su programa de vivienda y contar con asesoría técnica para el diseño tanto de la urbanización cuanto de las viviendas, la cooperativa se vinculó a la Facultad de Arquitectura en 1974 durante el decanato del arquitecto Mario Solís.

En esos años corrían vientos de cambio en la universidad ecuatoriana y en nuestra Facultad se “buscaba orientar la enseñanza de la arquitectura hacia la solución de necesidades sociales en el orden espacial”. Se habían implementado sistemas de enseñanza - aprendizaje,  capaces de conjugar el trabajo académico con la realidad.

Ante la solicitud de la Cooperativa Santa Faz, la Facultad pensó en estructurar un taller para que un grupo de docentes y estudiantes pudiera encargarse de esa experiencia  académico - productiva de diseño y construcción.

Arq. Lenin Oña
En la Facultad estaba funcionando el Taller “Otavalo” que dirigía mi amigo Lenin Oña y en el que laboraban los colegas chilenos Pedro Gastón Pascal y Rosamond Cheetham; a ese equipo docente se sumó posteriormente su compatriota Alfredo Rodríguez (a quien he mencionado en relatos anteriores, pues es uno de los fundadores de CIUDAD, institución en la que trabajé hasta hace muy poco).

Cuando llegó el pedido de la Cooperativa “Santa Faz”, ese taller aceptó hacerse cargo de las tareas referidas al diseño de su programa habitacional , tanto que pasó a llamarse Taller “Otavalo-Riobamba”.

El Taller previó una investigación inicial tendiente a conocer el medio social y geográfico en el que se ubicaba el proyecto y emprendió diversas tareas para encontrar un terreno adecuado para la urbanización. Posteriormente, en un proceso conjunto de cooperados y estudiantes, se definieron las premisas del diseño y, en una acción educativa mutua, se ejecutaron los anteproyectos de la urbanización, las viviendas y los equipamientos así como los estudios económicos preliminares para poder hacerlos realidad.

La vinculación del Taller con la Cooperativa dio sus primeros frutos dos años después con la aprobación municipal del anteproyecto realizado por los estudiantes del Taller.

Jorge Di Paula, Mario Solís y Sócrates Ulloa

En diciembre de 1975 la cooperativa, preocupada por dar un paso adelante en las tareas de planificación de su hábitat, dirigió una comunicación al decano Mario Solís, solicitando que sea un grupo de tesis el que continúe con los trabajos tendientes a la ejecución de los planos definitivos de la urbanización,  los planos constructivos de las viviendas y que proporcione además la asesoría técnica indispensable para hacerlos realidad.

Ese año habían egresado del Taller tres estudiantes que acabaron el quinto curso, Diego Carrión, Hernán Burbano y César Rosero. Diego comenzó de inmediato su tesis “Renta del suelo y segregación urbana en Quito”, bajo la dirección de Alfredo Rodríguez; Hernán y César optaron por enfrentar la suya, encargándose del “Programa de Vivienda para la Cooperativa Santa Faz” bajo la dirección de Lenin Oña.

Sin embargo, simultáneamente, Carlos y yo, presentes en la sesión del Consejo Directivo en la que se trató el pedido de la Cooperativa Santa Faz, decidimos también encargarnos del “Programa de Vivienda para la Cooperativa Santa Faz” como tema de tesis.

Cuando nos enteramos que los cuatro estábamos tras la misma tesis, llegamos un acuerdo muy simple: la tesis “Programa de Vivienda par la Cooperativa Santa Faz de Riobamba" se iba a realizar como un trabajo colectivo del grupo integrado por Hernán Burbano, Carlos Jácome, César Antonio Rosero y Mario Vásconez.


Bajo la dirección de Lenin Oña, nos lanzamos a una aventura académica vinculada a la realidad social de las familias de Santa Faz que nos dio grandes satisfacciones, un montón de problemas y una enorme experiencia como profesionales y seres humanos preocupados por el país y la realidad de nuestras ciudades.

En un primer momento recopilamos y sistematizamos el trabajo del Taller; actualizamos y completamos las investigaciones; reajustamos el marco teórico y las hipótesis investigativas y de diseño y tomamos acuerdos finales con los moradores. En un segundo momento concretamos el anteproyecto de nuestra propuesta y luego de su valoración por parte de los cooperados emprendimos las tareas de diseño y dibujo de los proyectos definitivos (arquitectónicos y de ingenierías) de la urbanización y de las viviendas; ejecutamos los diseños de mobiliario y de variantes de uso de las casas, establecimos las necesidades y posibilidades presupuestarias y financieras de la urbanización y las viviendas; estructuramos las especificaciones técnicas; realizamos los estudios de laboratorio de los materiales más importantes y obtuvimos la aprobación municipal del proyecto definitivo.

Sin embargo, esto que se resume tan rápidamente nos tomó dos años. Es que resultó prácticamente imposible compatibilizar las exigencias académicas, los cronogramas y los plazos de la Facultad con las exigencias de la cooperativa, los tiempos y los plazos de la realidad.

Los profesores del curso pre-profesional nos citaban en un día determinado para dar cuenta de los avances de nuestro plan de tesis y ese mismo día debíamos presentar en la empresa eléctrica de Riobamba el anteproyecto de tendido eléctrico y de iluminación de los terrenos de la cooperativa…

Según el cronograma del pre-profesional, en una fecha determinada debíamos entregar los resultados de la investigación inicial que diera cuenta de la “existencia del problema que la tesis pretendía resolver” y ese mismo día la cooperativa nos llamaba para pedirnos, casi suplicarnos que asistiéramos a una sesión en el cabildo de la ciudad pues un grupo de concejales se oponía a autorizar la ejecución de una urbanización popular en una zona importante para la expansión urbana residencial. Era imperativo que diéramos una explicación pormenorizada de nuestra propuesta y sobre todo, que demostrásemos a esos personajes de traje, gomina, corbata y bigote  que Santa Faz no iba a ser un tugurio lleno de casuchas sino una urbanización agradable, llena de árboles, flores y casas de buena factura arquitectónica. Un modelo a replicar para otras urbanizaciones populares.

Los arquitectos Antonio Narváez, Gonzalo Bustamante, Alfredo Novillo y Winston Yépez  que dirigían el curso pre-profesional, nos exigían que en una determinada fecha, establecida en los rigurosos cronogramas con que se manejaban, presentásemos un volumen impreso con los resultados de la primera parte de la tesis, en papel INEN A-4, en letra courier doce, a doble espacio… y nosotros estábamos a rompe cincha, diseñando los planos de los tendidos de agua potable y de ingeniería sanitaria para que la Empresa de Alcantarillado y Agua Potable de Riobamba diere su visto bueno antes de la presentación del proyecto arquitectónico al trámite de aprobación municipal de la urbanización de la cooperativa Santa Faz.

Esas incompatibilidades rompieron en la práctica “el vínculo del trabajo de la universidad con las más acuciantes necesidades sociales”, dieron al traste con la búsqueda de “sistemas universitarios experimentales capaces de conjugar el trabajo académico con la producción”,  partieron en dos “la vinculación docente-estudiantil con las organizaciones populares que luchan por el mejoramiento de sus condiciones de vivienda”…

No logramos que nos dieran un trato espacial para que los cronogramas y exigencias académicas fueran más flexibles, aún tratándose de un trabajo que respondía a un convenio y compromiso serio de la Facultad con la organización popular.

Así que un buen día tomamos una decisión. Íbamos primero a lograr la aprobación de los planos para que la Cooperativa pudiera iniciar las obras de urbanización y la construcción de las viviendas… y luego terminaríamos la tesis. Fue una decisión audaz que nos llevó un año adicional de trabajo. Nuestros compañeros de promoción se graduaron en 1976 y nosotros recién pudimos hacerlo en junio de 1977. Pero así es la vida y todo lo vivido y trajinado en ese período nos dejó grandes conocimientos y satisfacciones. 



En Julio de 1977 la Facultad reconoció la importancia de nuestro trabajo como un aporte a la “nueva universidad vinculada a las necesidades populares” e editó el plegable: “Riobamba: Programa de vivienda Cooperativa Santa Faz”, tendiente a divulgar en el medio universitario y sobre todo entre los profesores y estudiantes de arquitectura, los principio, contenidos, retos y realizaciones de lo que fue nuestra tesis.

El contenido del folleto se iniciaba con una cita de Salinas y Segre: "... se ha llegado a comprender que configurar el hábitat no significa colocar simples paralelepípedos uno al lado del otro, pues por hábitat se ha de entender una variación de espacios urbanos que se adecúen a las diferentes exigencias de la vida social y donde el usuario no se sienta un factor anónimo, una pieza de un mecanismo, sino un ser humano con sus particularidades, que deben exteriorizarse en el marco de acción de su vida cotidiana" (de: El diseño ambiental en la era de la industrialización)

Incluía unas pocas líneas de “antecedentes” sobre la cooperativa y su vinculación con la Facultad, otras pocas sobre “el problema de la vivienda en Riobamba”, un extenso enfoque sobre “el proceso de diseño”, una “síntesis del proyecto” (acompañada de algunos gráficos de la propuesta de urbanización y de las viviendas), un apretado enfoque sobre “la factibilidad de la construcción” y la necesidad de “asistencia técnica para llevar adelante la propuesta” y, a manera de conclusiones, unos pocas líneas sobre “una concepción diferente de la vivienda popular”…. Para rematar se incluía otra cita de Salinas y Segre:   "…el objetivo último de nuestra acción: construir con las técnicas más avanzadas, el marco de vida apropiado para la nueva sociedad, donde sus miembros como conjunto y cada uno individualmente, encuentren en cada instante los espacios apropiados para el desarrollo de la vida a plenitud…”

Como parte de nuestra tesis nos habíamos comprometido a construir los dos primeros prototipos de las viviendas. Hernán, César y yo nos vinculamos al equipo de Extensión Universitaria de la Facultad (Carlos no pudo hacerlo pues contrajo matrimonio en ese período y sus responsabilidades domésticas le exigían emprender el trabajo profesional en otros rumbos); los tres dirigimos la construcción de la línea magistral de alcantarillado y de las primeras viviendas.

Viajábamos a Riobamba todas las semanas para programar las actividades y verificar el cumplimiento de las tareas previstas. Las dos primeras casas de 63 m2 cada una, tenían losas conformadas por viguetas prefabricadas, apoyadas sobre muros portantes y cimientos lineales. 



En otro relato detallaré con más detenimiento los principios en los que se basaba el diseño: coordinación modular, flexibilidad, convertibilidad y adaptabilidad, innovaciones tecnológicas simples y producción en talleres comunitarios de una serie de elementos constructivos.

En ese trabajo contamos con el aporte de los cooperados en equipos de autoconstrucción junto a obreros especializados (albañiles, electricistas y plomeros) y la participación conjunta de moradores y estudiantes de la Facultad de arquitectura en divertidas mingas.



La Facultad editaba en esos años una revista informativa sobre temas de arquitectura y urbanismo, en el número 6 de esa publicación periódica, lanzada en abril de 1978 hizo una amplia reseña sobre la tesis, con ocassión de la inauguración de las dos primeras viviendas.

El informativo, de catorce páginas, estuvo a cargo de Eduardo Kingman y se refería al Programa de Santa Faz como “una experiencia académica-productiva innovadora en el diseño y la construcción”; daba cuenta de la estructura agraria y del proceso migratorio en la provincia del Chimborazo y del problema de la vivienda en Riobamba como introducción a los planteamientos de la Cooperativa Santa Faz para enfrentar esa situación. Analizaba luego nuestra propuesta urbana: “un nuevo tipo de urbanización” y describía “el proyecto” y la “factibilidad constructiva” del mismo. A continuación se centraba en el tema de las viviendas: “su enfoque”, “su planteamiento” y “aspectos técnicos de la construcción”. Terminaba con una serie de conclusiones y recomendaciones que remataban con un llamado a impulsar la extensión universitaria.


“En la medida en que la estructura académica actual de la Facultad se modifique, adquiriendo mayor flexibilidad o se impulsen otro tipo de mecanismos, como el de un departamento de extensión universitaria, al cual puedan vincularse estudiantes y profesores comprometidos con los problemas de nuestra realidad, el desarrollo de trabajos de esta índole puede tener mayor validez, tanto en el campo académico-profesional, como en el aporte efectivo que se puede brindar a los sectores afectados por diversos problemas concretos vinculados a la arquitectura y al urbanismo”.   

La inauguración de esas casas fue motivo de una gran fiesta a la que asistimos los cuatro. Durísima experiencia. Todos los cooperados querían brindar con nosotros y debimos tomar, uno tras otros, decenas de vasos de los más diversos tragos y mezclas explosivas; ron, whisky, anisados -de diversos nombres y procedencias- y aguardiente de caña, puro o combinado con jugos y gaseosas de todos los colores imaginables…, casi siempre con azúcar, limón y hielo del Chimborazo…y en muchas ocasiones, batidos con clara de huevo…

Los resultados, como es de suponer fueron devastadores y apenas logramos sobrevivir...

Noche agitada, cobijados solo con el frío de Riobamba y chuchaque de antología que nos sacamos con los famosos jugos y pepinillos encurtidos de don Hugo y los célebres hornados  del mercado de esa ciudad.

Hasta ahora se me da vueltas la cabeza, al recordar esa aterradora experiencia…

Cuando Hernán y yo viajamos a México en septiembre de 1978 para una nueva aventura académica, esta vez un posgrado en la UNAM, la Facultad encargó la construcción de las viviendas de la cooperativa Santa Faz a un equipo de Extensión Universitaria a cargo del arquitecto Luis López (el Tucho López) quien había sido también alumno del Taller Otavalo – Riobamba y se graduó un año después que nuestro grupo.

La urbanización estaba conformada por 172 casas; Tucho construyó 46 viviendas que junto a las 2 que edificamos nosotros, llevó a culminar hasta fines de 1980 las cuatro primeras manzanas ( Etapa I del conjunto) para que las familias fundadoras de la Cooperativa “Santa Faz” pudieran acceder a su vivienda. 


A mi regreso de México en enero de 1981 tuve la ocasión de asistir a la inauguración de esas viviendas. Fue un acto muy emotivo pues los cooperados llegaban a ser propietarios de lindas casas, construidas con muy buenos materiales y acabados, en el marco de una atractiva urbanización… se hacía realidad, una utopía luego de nueve años de lucha, esfuerzos y sacrificios. Un verdadero éxito.





Mis colegas y amigos Carlos Velasco y Lenin Oña eran en esa época decano y sub-decano de la Facultad; ellos asistieron a la inauguración de la primera etapa de Santa Faz y recuerdo que nos acompañó también nuestro común amigo Jorge Núñez, actual Director de la Academia Nacional de Historia, en esa época secretario-abogado de la Facultad.

En su intervención, Vicente Piñas, presidente de la Cooperativa, resaltó la acción titánica de la gente para lograr un sueño que se hacía realidad ese día y agradeció la labor de todos cuantos  habíamos colaborado desde la Facultad de arquitectura. Concluyó que el slogan de “la universidad junto al pueblo” en ese caso, había llegado a ser una realidad concreta, verificable y fructífera.



Al poco tiempo pasé un concurso para emprender tareas docentes en la Facultad de arquitectura. Comencé a dar clases en el taller de proyectos, actividad que me mantuvo vinculado a la Universidad Central por muchos años. Apenas iniciadas las clases, Patricio Mena Durini, decano de la Facultad, me convocó para comentarme que habían recibido una comunicación de la cooperativa Santa Faz solicitando que la Facultad se hiciera cargo de la dirección técnica de la construcción de la tercera etapa de su programa habitacional y quería proponerme duplicar mi tiempo de dedicación para que yo pudiera hacerme cargo de esas tareas, pues la Facultad no había logrado dar continuidad al departamento de Extensión Universitaria, y no contaba ahora con los recursos necesarios para hacerlo. La única forma de atender el pedido de la Cooperativa era asignar un profesor que pudiera realizar las visitas técnicas, el seguimiento, monitoreo y control de las obras como parte de sus responsabilidades académicas.

Sacando cuentas la propuesta no era atractiva pues yo debía pagarme mis viajes y alimentación en Riobamba, pero acepté de todas formas… por razones afectivas y de compromiso con la gente. Le mencioné que la asesoría técnica a Santa Faz también debía reconocerse como un aporte del Centro de Investigaciones CIUDAD, institución donde yo trabajaba, puesto que los días que debería desplazarme a Riobamba serían jornadas improductivas mías para la oficina.

El decano aceptó y comencé entonces el trabajo en la Etapa ll de Santa Faz que culminó con todo éxito con la inauguración de otras 24 viviendas (2 manzanas adicionales) realizadas con financiamiento estatal y la construcción de algunos equipamientos, con la participación de la Facultad y el apoyo de CIUDAD. Ese trabajo lo ejecuté desde fines de 2001 y culminó en julio de 1983.
 

Ese también fue un período muy enriquecedor. Las familias que integraban el grupo de beneficiarios de esta nueva etapa eran entusiastas y colaboraban con gran energía en todas las acciones en las que se comprometían: trámites, gestiones o participación en mingas y tareas comunitarias. Tuve muy buena relación con ellos y las edificaciones se hicieron sin contratiempo.


En varias oportunidades programé también la participación de mis estudiantes en mingas para la habilitación del terreno, excavación de cimientos, fundición de columnas o de losas y pintura y jardinería al final del proceso.


Para los estudiantes fue una interesante forma de aprendizaje práctico, ensuciándose las manos y las botas y disfrutando de participar junto a las familias -hombres, mujeres y niños- que metían el hombro para ir dando forma a sus futuras viviendas.


Tuve la oportunidad de colaborar en la construcción de otras 24 casas (otras 2 manzanas) entre 1986 y 1987, solo con mi  apoyo en las tareas de asistencia técnica (como parte de mis actividades en CIUDAD), pues la facultad ya no pudo seguir dándome un tiempo de docencia para esta tarea.


Casi al final de esa Etapa III, mi amigo el padre Estuardo Gallegos descubrió ciertos malos manejos de los asesores seglares que originalmente había trabajado en la parte organizativa y de capacitación por encargo de la curia… Durante la segunda etapa y luego, en la tercera, estas personas adquirieron poder y pasaron a tener un rol protagónico en el manejo de recursos y en el control mismo de la Cooperativa. Estuardo les denunció pero la gente defendió a quienes consideraba sus líderes y pilares de apoyo.

A mí me dio mucha rabia y enorme pesar este colofón inesperado de toda una historia de luchas y utopías compartidas, de esperanzas y realizaciones ciertas, de sudores y sonrisas de satisfacción….

El descubrimiento de estas pillerías me llevó a alejarme definitivamente de Santa Faz, creo que ni siquiera asistí a la inauguración de las viviendas de esta tercera etapa que estaban prácticamente terminadas cuando se conocieron todos los enredos en los que habían caído estas personas en las que todos confiábamos.

En los años siguientes regrese a Riobamba por otros asuntos en dos o tres ocasiones, pero no puse un pie en la cooperativa. Apenas hace un año, en 2014, Estuardo quien continúa activo en su trabajo pastoral, me invitó a dar una charla sobre el tema de la vivienda a los miembros de una nueva cooperativa a la que está apoyando.

En esa ocasión me di un salto por Santa Faz y pude ver que a pesar de que ha habido muchos cambios, la urbanización sigue allí muy parecida a como fue diseñada. Es evidente que las siguientes etapas, en las que ya no tuvimos ninguna participación ni la Facultad ni yo en lo personal, se construyeron para sectores más acomodados… ya no para familias realmente pobres como las que obtuvieron su vivienda en la primera etapa.

En las nuevas etapas la mayoría de las casas tienen ahora dos y tres pisos y en muchos casos los propietarios se han tomado los jardines que fueron diseñados como áreas verdes comunitarias, para cercarlas y utilizarlas como jardines privados o para construir un segundo piso.


Las casas de la primera etapa, en su mayoría, siguen siendo modestas, como eran desde esa época los ingresos de las familias a las que se entregaron. 


En la zona que habíamos previsto para equipamientos colectivos, existe un plantel educativo y una casa comunal pero no se han dado continuidad a una serie de talleres que se previeron para generar ingresos y dar trabajo a los cooperados, tampoco se han construido los equipamientos comerciales y de servicios que se habían previsto, más bien en muchas casas han aparecido como acontece en cualquier barrio popular de nuestro país un cantidad de tiendas y talleres y las áreas previstas como zonas verdes y de recreación e incluso en varios de los pasajes peatonales, se han abierto calles para el tránsito vehicular, una evidencia más de que el grupo humano al que se acogió en las siguientes etapas pertenecía a un estrato de mayores ingresos pues muchas de las familias poseen vehículos.


En fin… tuvimos un sueño… pero es obvio que todo puede cambiar con el paso del tiempo… Total han transcurrido más de cuarenta años desde que decidimos meterle el hombro al tema habitacional, trabajando nuestra tesis con la gente de la Cooperativa Santa Faz.

Pero como dice el dicho “lo bebido y lo bailado nadie nos lo puede quitar…” y yo añadiría que los “sueños tampoco”…

1 comentario:

  1. Los avatares de la relación entre la universidad y la población aún siguen siendo los mismos. Es una pena que la "extensión universitaria" que yo conozco en estos días sea peor. No se formarán arquitectos con calidad. Felicitaciones por escribir la valiosísima experiancia, querido Mario.

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