sábado, 29 de junio de 2013

Ecuador 57: Los fantasmas de la Casa-hacienda Miraflores del Parque Metropolitano Guangüiltagua



Como ya he relatado en diversos relatos precedentes, desde diciembre de 2006 hasta mediados de 2010 el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomo a su cargo la administración integral del Parque Metropolitano Guangüiltagua tras haber ganado un concurso convocado por el “Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito”.

Cuando recibimos el parque una de las primeras cosas que hicimos fue realizar un recorrido por su territorio para conocer todas sus particularidades, sus quebradas, sus bosques, sus construcciones, sus  equipamientos, sus instalaciones y a sus moradores.

Planificamos muy bien ese recorrido de acercamiento y familiarización pues el parque Guangüiltagua tiene casi 600 hectáreas y era imposible recorrerlo en un solo día. Con ayuda de un plano estructuramos 7 áreas de entre 60 y 90 hectáreas para hacer recorridos a pie en una semana completa.


Realizamos esos recorridos en compañía de los miembros las dos microempresas que colaboraban con nosotros en la gestión del parque… la Microempresa de Guardabosques a cuyos integrantes conocíamos como “los Pumas”, y la Microempresa que se encargaba de las actividades de jardinería, limpieza y mantenimiento, a cuyos miembros llamábamos “los Ashintacos”.

Buena parte de ellos vivían en la “Comuna Miraflores” ubicada al interior del parque; por tanto, conocían sus bosques, quebradas, recovecos y senderos, como la palma de su mano… conocían leyendas, historias y anécdotas sobre ese enorme territorio, sobre sus moradores, animales, árboles y plantas.

Para nosotros fue muy interesante hacer esos recorridos con Pumas y Ashintacos pues pudimos darnos cuenta de cuánto amaban y conocían el parque; muchos incluso habían nacido y se habían criado allí, lo habían recorrido “de cabo a rabo” desde niños y luego de adultos desempeñando su trabajo… era maravilloso escucharles relatar toda sus experiencias y vivencias.  

Muchos de esos recorridos eran verdaderamente agotadores, pues caminábamos el día entero, cubriendo todo el territorio, para familiarizarnos con todos los detalles de cada zona del parque.

En esas visitas pudimos verificar que en el parque existían una diversidad de construcciones de todo tipo, varias que podían ser utilizadas a pesar de requerir alguna intervención de mantenimiento o de reparaciones menores y otras cuyo uso era imposible por el lamentable estado en el que se encontraban pues habían permanecido abandonadas por muchos años.

Una de las propiedades más importantes que fueron expropiadas para la conformación del Parque Metropolitano fue la Hacienda Miraflores que perteneció a la familia Donoso.

En el quinto día de nuestros recorridos por el parque, pudimos conocer buena parte de lo que fue esa propiedad y sobre todo, pudimos ingresar a la vieja casa de la hacienda y visitar lo que fueron sus jardines; todo se hallaba en un estado de lamentable deterioro. Incluso uno de los grandes árboles se había desraizado y se encontraba tendido como una gigantesca escultura natural.


La Casa de la Hacienda estaba a punto de colapsar; su cubierta de teja soportada sobre estructurar de madera, estaba muy deteriorada. 




A pesar de que el Municipio en algún momento la había cubierto con una estructura provisional de pingos de eucalipto y láminas corrugadas de zinc, el descuido y las goteras habían hecho lo suyo… el clima y el abandono siguieran deteriorando las paredes y la cimentación, la casa, una magnífica construcción de adobe con las características de las casas de la sierra ecuatoriana podía derrumbarse en cualquier momento.

Los espacios interiores habían soportado por años, la acción destructiva de todo tipo de vándalos. Según relataban los moradores de la Comuna Miraflores la casa era usada en ocasiones como guarida de ladrones y en otras como sitio de reunión de jóvenes descarriados que en las noches se concentraban allí para beber alcohol, consumir drogas e incluso para hacer extraños rituales de los que nadie quería hablar ni explicar nada.  

Como conté en un relato anterior, una ocasión recibimos la visita de la señora Lucia Donoso, hija del último propietario de la Hacienda. Yo no estuve presente pero Lady Franco que colaboraba con nosotros en el “Centro de Información y Servicios Generales”, tuvo la oportunidad de recibirla y acompañarla en una visita a la Casa-Hacienda cuando ya habíamos emprendido los trabajos de restauración.

Según la señora Donoso, después de la expropiación, ella solo había regresado en una ocasión anterior a la casa… y con pesar había podido verificar que: - “…cuando la casa estuvo abandonada, habían destruido todo…” 




“Los pisos de madera estaban quemados, parece que hacían fogatas adentro. Daba miedo acercarse…" 



“Venían grupos a hacer misas negras… en las paredes se veían dibujos muy miedosos, por dentro y por fuera...”

Esa información fue corroborada por alguna otra persona que participó en esa visita, quien reiteró:

“…en las paredes se podían ver dibujos horribles, diablos negros… cabezas con cachos, muy feos…”




Pero volvamos al relato que nos ocupa.

Durante nuestro recorrido con “Pumas y Ashintacos”, efectivamente pudimos verificar todos esos daños.

A más del visible deterioro de las paredes y de la cubierta, los vidrios estaban destrozados, muchas ventanas y puertas estaban destruidas o habían sido arrancadas de su marcos, las duelas de los entablados de los pisos habían sido desgarradas por todas partes -según explicaron nuestros acompañantes- en busca de supuestos “entierros” (la gente cree que en toda casa vieja, existen “tesoros enterrados”)…

Pero era evidente también que los visitantes nocturnos habían hecho fogatas para abrigarse usando la madera de puertas, ventanas y entablados, y los muros lucían pintarrajeados con todo tipo de inscripciones y dibujos, muchos de ellos hechos con carbón de las maderas calcinadas.

Dimos una vuelta por los exteriores y luego no aventuramos por las habitaciones. 


El recorrido no era fácil pues los pisos presentaban huecos y restos de materiales por todo lado; la penumbra y -en algunos casos la obscuridad- reinante en todos los ambientes hacía más dificultoso nuestro desplazamiento… además, la visita parecía más complicada, por lo tétrico del ambiente que se respiraba en ese sito por los dibujos y un aire gélido que se sentía por las corrientes de aire y la humedad reinante.


Estábamos desplazándonos despacio, con cuidado y con miedo…cuando de pronto nuestra colega Mayra Calderón quien trabajaba con nosotros como responsable de los temas culturales y recreativos…dio un grito estridente.

No fue un alarido de pánico, ni un prolongado grito de terror… fue simplemente un “¡ay!, súbito, corto y de tono muy agudo…

Como la penumbra impedía darnos cuenta de nada… salimos en confuso tropel…primero para averiguar qué le había acontecido y poder socorrerla, pero también por un pánico general que nos envolvió a todos…

En brevísimos instantes abandonamos la casa y todo el grupo se encontró en el patio alrededor de Mayra.

Ella no decía nada pero tenía el cuello absurdamente torcido, con la cabeza como recostada sobre su propio hombro… no podía volverla a la posición vertical y tenía un rictus de dolor en su cara. No se quejaba pero lloraba con copiosas lágrimas… de tanto en tanto, repetía: -¡me duele, me duele!

Los Pumas tenían consigo su botequín de emergencias y alguno de sus líderes, no recuerdo si Eddy Guamán u Oscar Legña, comenzó a tratar de enderezar su cabeza  y hacerle masajes con alguna pomada que tenía en su mochila…

A cada movimiento, el dolor de Mayra aumentaba más y más… su cara daba muestras de que efectivamente sufría y nuevamente repetía: -¡me duele, me duele!

Me decidí a intervenir.

(Como ya he relatado anteriormente yo practico aquel arte japonés de imposición de la mano conocido como Mahikari… que básicamente consiste en la trasmisión de energía a través de la palma de la mano, que llega a quien la recibe y purifica su cuerpo, su mente y su espíritu…)

Pedí a Mayrita que mantuviera los ojos cerrados. Realicé tres palmadas de forma secuencial y sonora y recité con voz fuerte, firma y grave, una oración en japonés conocida como “Amatsu Norigoto”… la entonación dura casi dos minutos y se la realiza con ritmo continuo y enérgico…casi como un torrente.

De inmediato elevé la mano derecha y la coloqué como direccionando la energía hacia la frente de Mayra… casi de inmediato dejó de llorar, poco a poco su cara de dolor fue cambiando a una evidente expresión de paz y serenidad. 

Luego de diez minutos le pedí que abriera nuevamente los ojos y que tratara de poner su cabeza en posición normal…

Lo hizo sin dificultad alguna. Ya no le dolía nada… Me abrazó agradecida… todos miraban la escena como embobados, con la boca abierta y los ojos desmesuradamente fijos… sin entender nada.

A partir de ese momento gané puntos en mi relación con el personal del parque… nadie había visto nada parecido…. Se rompió una suerte de barrera invisible que sentíamos entre el personal del equipo técnico y los miembros de las dos microempresas… a partir de esa extraña experiencia la relación se hizo fluida y de total confianza.

Al día siguiente vino a verme Esteban Oviedo que trabajaba con nosotros como responsable de los temas ambientales… quería hablar conmigo en privado… salimos de la oficina y dimos una vuelta por el exterior.

Me dijo que no sabía cómo decirme... se dio mil vueltas, pero al fin se atrevió a contarme algo sumamente curioso.

Según Esteban, el momento que Mayra enderezó la cabeza luego de recibir el okiome (así se llama la imposición de la mano que hacemos en Mahikari), algo salto del cuello de Mayra al cuello de Esteban…

Según me dijo, sintió un agudo dolor y una suerte de entumecimiento… como un tortícolis muy fuerte…

Casi no había podido dormir a pesar de haber tomado un fuerte analgésico y desinflamante… quería ver si podía hacerle lo mismo que le había hecho a Mayra… pero me advirtió que él no creía en nada de eso… ni en energía, ni en fantasmas, ni en nada…

Le comenté que eso no interesaba puesto que este asunto no tenía nada que ver con ideologías o creencias...

Le pedí que mantuviera los ojos cerrados. Realicé tres palmadas de forma secuencial y sonora y recité con voz fuerte, el “Amatsu Norigoto”….

De inmediato elevé la mano derecha y la coloqué como direccionando la energía hacia su frente… Luego de diez minutos le pedí que abriera nuevamente los ojos y que tratara de poner su cabeza en posición normal…

Lo hizo sin dificultad alguna. Ya no le dolía el cuello…

¿Cómo será?, ¿no?....

Como ya conté, un entendido en estos temas decía: “¡Yo no creo en los fantasmas!... pero, que existen, ¡existen!...

Pero, volvamos al tema de la Casa-Hacienda Miraflores.

Luego de nuestros recorridos por el Parque y de estas sorprendentes experiencias fui a visitar a mi amigo Carlos Pallares, director del FONSAL y le describí la situación solicitándole una intervención urgente de ese organismo para salvar este bien patrimonial de la ciudad. Carlos encargó la planificación de la intervención a la arquitecta Esperanza Fonseca y se procedió a la contratación de la construcción y fiscalización con mis buenos amigos los arquitectos Carlos Andino y Ximena Vela.

La restauración de la Casa de la Hacienda Miraflores concluyó en el mes de diciembre de 2007 y el 20 de ese mes se efectuó una inspección interinstitucional conjunta, para la firma del acta de entrega-recepción.

En esa actividad me acompañaron Esperanza, Carlos, Ximena, Marcela Echeverría de “Vida para Quito”, Jorge García, Catalina Paredes, Mayra Calderón y varios otros colegas del equipo técnico del Consorcio.


Nuestra colega Lady Franco nos contó (al relatarnos los pormenores de la visita de la señora Lucía Donoso a la Casa-Hacienda en el mes de agosto) que esta amable dama se emocionó hasta las lágrimas al ver la casa y constatar lo linda que estaba quedando como fruto de su restauración.

Al final de la visita la señora Donoso agradeció las atenciones y la preocupación que habíamos tenido para “no dejar destruir” la Casa-Hacienda de su mayores, comentando luego: - “Ellos también deben sentirse muy contentos”…

Parece que así fue, pues en las fotografías que sacamos en el acto de entrega-recepción de la casa restaurada, estuvimos todo el tiempo rodeados de relucientes “orbs” o esferas de luz.

Las personas que defienden las explicaciones de este tipo de fenómeno desde lo paranormal afirman que  los “orbs” son entes de otra dimensión, espíritus, ectoplasmas, formas o entidades del mundo espiritual. No faltan aquellos que defienden a los “orbs” como seres superiores y quienes dan unas explicaciones un tanto más científicas dicen que se trata de concentraciones de energía o de formas de electricidad que al ser perturbadas por la lluvia, el rocío, la humedad atmosférica, o por algún tipo de campo eléctrico o electromagnético se condensan -o evidencian- como partículas luminosas…

Algunas explicaciones más cartesianas dicen que el fenómeno puede tener su origen en polvo, gotas de agua, partículas en suspensión, e incluso polen o insectos diminutos que con la luz del flash se distorsionen y salen en las imágenes fotografiadas como esferas luminosas inexplicables.

Nadie sabea ciencia cierta qué mismo son los “orbs” pero ese día decenas de ellos nos rodearon a todos; particularmente a Mayra que tiene una gran afinidad para atraer ese tipo de cosas.

¿Cómo será?, ¿no?....

Como ya lo dije antes, “¡Yo no creo en los fantasmas!... pero, que existen, ¡existen!...

5 comentarios:

  1. Marito querido, una experiencia inolvidable! sin duda, tanto para quienes lo sentimos en carne propia como para quienes nos acompañaron.
    Un dolor indescriptible, seguido de un enorme alivio luego de recibir la luz.
    Como usted bien dice, habemos algunas personitas con facilidad para que se nos suban cosas raras, recuerdo que en adelante ustedes se encargaron de protegerme de paseos y visitas por sitios que podrían considerarse con una carga "especial", gracias por ese inmenso cariño y generosidad.
    En otra ocasión cdeberíamos recordar las aventuras y desventuras con los seres espirituales que habitan en la Casa de Hacienda Piedrahíta, en el Parque Itchimbía y con quienes varios miembros del Consorcio CIUDAD-Ecogestión compartimos varias historias.
    Abrazos.
    Mayra

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    1. Escribí otro relato sobre los fantasmas de la Casa Piedrahita y los de la casa de CIUDAD... dales un vistazo... Un abrazo!!

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  2. Y nuevamente la majestuosidad de la Hacienda Miraflores esta nublada, despues de su hermosa reconstrucción, esta abandonada, porque la dejaron a su suerte nuevamente??? estuve por ahi hace dos semanas y están rotos los vidrios, abandonada y olvidada, y ahora nuevamente están tristes....

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  3. Me da mucha lástima de ver como la hacienda Miraflores sigue abandonada y peor aun nuevamente en un continuo deterioro. Estuve ahí ayer y no deja de ser un sitio muy lindo y místico. Entré por las habitaciones haciendo un recorrido interno de la casa y no sentí nada, soy una persona que cree mucho en la energía.

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  4. La casa no tiene mantenimiento alguno ni preventivo peor ni correctivo debería darse la utilización que beneficie al entorno, quizás un sitio para acampar cuando se visita el parque

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