miércoles, 26 de junio de 2013

Ecuador 56: Sobre fantasmas y orbs: historia de la casa Piedrahita del parque Itchimbía.


Como ya conté en un relato anterior el 20 de junio de 2013 mi amigo Nicolás Svistoonoff compartió en Facebook una foto de la casa Piedrahita del actual Parque Itchimbía cuando albergaba la sede del Canal 6 de Televisión, allá en la década de los sesenta.


A raíz de la publicación de esa fotografía me propuse escribir una serie de recuerdos en relación a aquella casa, pues por alguna extraña razón mis vínculos con la casa Piedrahita del Itchimbía han sido continuos por casi 45 años, en diversos momentos de mi vida.

Uno de esos recuerdos tiene que ver con un evento intercolegial denominado “Concurso Académico Estudiantil”, que se desarrolló en marzo de 1969 por iniciativa del “Centro Ecuatoriano Norteamericano” y el auspicio del “Ministerio de Educación”. 

Yo formé parte del equipo del colegio Benalcázar que luego de derrotar a los colegios “La Inmaculada”, “San Gabriel” y “Las Mercedarias” llegó a la final del concurso para enfrentar al equipo del colegio “San Francisco de Sales”. 

Aquella confrontación tuvo lugar justamente en la casa “Piedrahita” del Itchimbía y fue trasmitida por Canal 6 de Televisión.

Mi amiga y colega Olga Woolfson -ahora arquitecta especialista en restauración de bienes patrimoniales- formó parte del equipo del colegio “San Francisco de Sales”.

A raíz de la publicación de ese relato, que titulé “El Canal 6 de televisión del Itchimbía y el Concurso Académico Intercolegial”, Olguita me escribió agradeciéndome “por traer a la memoria esos recuerdos de juventud”.

A la par, me comentó que cuando ella dirigía el “Fondo de Salvamento” tuvo oportunidad de disponer que se hicieran algunas obras de “protección y consolidación” en la Casa Piedrahita del Itchimbía; la casona fue restaurada y preservada luego de mucho tiempo de abandono y de descuido durante los años que siguieron a la desaparición del Canal 6.

Como ya he relatado, el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión del que yo era presidente, tuvo a su cargo la administración del Parque Itchimbía desde enero de 2004 hasta mediados de 2009, tras haber ganado un concurso convocado por el “Municipio Metropolitano” y la Corporación “Vida para Quito” y la casa Piedrahita fue la sede de nuestras oficinas durante ese período. 

Cuando iniciamos nuestra gestión pudimos usar de inmediato los espacios e instalaciones  de la casa Piedrahita que estaban en perfectas condiciones pues efectivamente había sido bellamente restaurada por el FONSAL entre 2002 y 2003. Preservando sus espacios originales y sus finos acabados.



En la nota que me escribió Olguita, ella refiere que “…según contaban algunas personas que participaron en las obras de restauración”, en la casa Piedrahita “…habían fantasmas y pasaban cosas raras….”

Ella comentó luego que “…de esto no me consta nada, como tampoco me consta la presencia de otros connotados fantasmas que dicen se pasean y asustan a los habitantes de varios antiguos edificios públicos de nuestro querido Centro Histórico”.

Estas frases, me han llevado a recordar que mis colegas del Consorcio quienes laboraban en esa vieja casa restaurada, efectivamente contaban de una serie de “actividades paranormales” muy curiosas. 

Casi todos mis colegas coincidían en relatar que en la casa “se sentían” unas “presencias”, se oían ruidos y  “sucedían cosas raras”.

Muchas personas juraban y re-juraban que en diversas oportunidades “habían visto al fantasma de un señor elegante de mediana edad, que deambulaba por las habitaciones y los corredores de la casa, sin preocuparse por los actuales ocupantes ni por las actividades que éstos estuviesen desarrollando”.   

Como no les causaba ningún tipo de problema, a algún colega ingenioso se le ocurrió bautizar a esta “entidad” con el nombre de “don Alfonsito” y todos se referían a él con ese nombre cuando lo habían detectado o creían haberlo visto en alguno de los espacios de la casa. 

Otras personas nunca vieron nada pero sentían “corrientes de aire gélidas” o rápidos movimientos como si “alguien” hubiese atravesado a hurtadillas la habitación… 

Otros escuchaban ruidos de pasos o escuchaban crujir las gradas sin causa aparente. En no pocas ocasiones puertas y ventanas se cerraban sin viento y ciertos muebles u objetos menores aparecían en otro lugar sin que nadie se declarara responsable por esas nuevas disposiciones.  

Desireé Castro quien trabajó en el equipo técnico de nuestro Consorcio, cuanta que una mañana, estando ella en su oficina en la planta alta de la Casa Piedrahita, se sorprendió sobremanera escuchándose a sí misma, gritar de improviso: “…¡no!!!,… ¡el árbol, no!!!...   

Parece que gritó tan fuerte y en un tono tal, como de  pánico, que muchas personas fueron a su oficina para ver que le acontecía…para ver que le pasaba…

Ella no pudo explicar que le sucedió ni el porqué de ese grito, mezcla de miedo y pesar…

Lo curiosos es que unos minutos después, al bajar a la planta baja para tomarse una agüita de yerbas para calmar los nervios… descubrió a un grupo de operarios que habían comenzado a escavar en el patio de la casa, para sacar de raíz el tocón de un viejo árbol que existía en la mitad de ese espacio...     
   

Según lo que se relataba muchas personas habían “visto” a “don Alfonsito” sentado o caminando alrededor de ese tronco centenario… y algún viejo morador del Itchimbía juraba que ese árbol, cortado cuando allí funcionó el Canal 6, había sido plantado por alguno de los anteriores propietarios de la hacienda.

Lo único certero fue que alguien de nuestro personal, efectivamente dio la disposición a los obreros de retirar el tronco para poder usar el patio para actividades recreativas y de capacitación…. Y claro, no tuvo la precaución de avisar a los demás miembros del equipo y tampoco a “don Alfonsito”...

En octubre de 2005 adquirimos una cámara digital para poder registrar la actividades, culturales, educativas, recreativas y de conservación de la flora y la fauna que impulsábamos en el parque Itchimbía.

Al hacer pruebas de la cámara recién comprada, alguno de los colegas tomó una foto por demás extraña: al fondo de la imagen -que correspondía a la grada de acceso a la segunda planta de la casa Piedrahita, se veía sobre el descanso, destacándose sobre la pared de color ocre del fondo, una esfera luminosa muy curiosa.

Se trataba de una circunferencia bastante perfecta, con los bordes algo difusos como irradiando luz y con la parte central de aspecto más bien vaporoso y no como un plano circular de color unitario. 

Me enviaron una copia de esa foto para tenerme al tanto del asunto pero también, para ver si yo sabía algo o si conocía a alguna persona que pudiera explicar ese extraño fenómeno. 

Entré a Internet y pude descubrir que ese tipo de círculos o bolas de luz eran conocidas como “orbs”, palabra que proviene del vocablo orbe = globo, esfera o planeta.

Ahora con las nuevas cámaras digitales es bastante frecuente captar “orbs”. Esas esferas trasparente salen en algunas fotos que se realizan a oscuras o en penumbra… en realidad  no se sabe realmente lo que son, pero se las ha fotografiado en todo tipo de lugares cerrados o al aire libre.

Con las cámaras convencionales era más difícil captar a los orbs… hay muy pocos registros en blanco y negro o en color logrados con los tradicionales rollos usados en las cámaras  de fotos analógicas.

Las personas que defienden las explicaciones de este tipo de fenómeno desde lo esotérico, paranormal o metafísico afirman que  los orbs son entes de otra dimensión, espíritus, ectoplasmas, formas o entidades del mundo espiritual e incluso hadas o “espíritus elementales de las plantas”. 

No faltan aquellos que defienden a los orbs como seres superiores, visitantes luminosos, provenientes de otros planetas.

Quienes dan unas explicaciones un tanto más científicas dicen que se tratan de concentraciones de energía o de formas de electricidad que al ser perturbadas por la lluvia, el rocío, la humedad atmosférica, o por algún tipo de campo eléctrico o electromagnético se condensan -o evidencian- como partículas luminosas que no son necesariamente visibles al ojo humano, pero que si pueden ser captados por la sensibilidad de las nuevas cámaras digitales…

Algunas explicaciones más cartesianas dicen que el fenómeno puede tener su origen en manchas o partículas de cualquier tipo, presentes en el lente de la cámara el momento de tomar la fotografía. 

Otros dicen que los orbs que se muestran en una foto pueden provenir de polvo, gotas de agua, partículas en suspensión, e incluso polen o insectos diminutos que con la luz del flash se distorsionen y salen en las imágenes fotografiadas como esferas luminosas inexplicables.

Lo cierto es que nunca supimos si el orb fotografiado en la grada de la casa Piedrahita correspondía a la imagen etérea de  “don Alfonsito” o a la de algún otro antiguo habitante de la casa.

En varias ocasiones numerosos orbs aparecieron en fotografías captadas en la casa Piedrahita… 



El registro de orbs en la casa Piedrahita fue frecuente tanto en actividades artísticas y culturales cuanto en serios eventos nada esotéricos: inauguraciones, conferencias, conversatorios y lanzamientos de libros.

   

En el 2004 encargué a Jacques Ramírez, colega de CIUDAD, realizar un breve estudio sobre la historia de la hacienda y de la edificación conocida como “la casa Piedrahíta” que albergó el Canal 6 y luego nuestras oficinas en el período en el que el parque estuvo bajo nuestra responsabilidad... a más de las inquietudes históricas y culturales nos interesaba saber la posible “identidad” de nuestros orbs y otros moradores no materiales de la casa.

Según ese estudio Jijón y Caamaño encontró vestigios que daban cuenta que la loma del Itchimbía en épocas precolombinas era no sólo un cementerio sino un lugar ritual, sagrado, de mucha importancia para los habitantes de este territorio. Piedad y Alfredo Costales en el libro “Los Señores Naturales de la Tierra”, dan algunas pistas sobre ese carácter sagrado. Parece que el Itchimbía era un Inti-watana, lugar donde se “amarraba” al sol y donde se producía el mushuc-nina o fuego nuevo en las fiestas del Inti-Raymi.


La siguiente época histórica del Itchimbía está marcada por la llegada de los españoles. 

Según Jacques, quien hace referencia a un estudio de mi amigo Fernando Jurado Noboa titulado “Quito Secreto: orígenes y evolución del barrio San Blas”, el cura José de Orbea Fernández de Córdova, declaró en 1747, poseer varios solares en el cerro del Itchimbía. De igual manera se sabe que Don Antonio López Salcedo junto con su mujer Doña Sebastiana Conforte de la Cadena, por 1750, eran dueños de una estancia en Itchimbía. Sus hijas Rita y Josefa hablan de la misma estancia en sus respectivos testamentos de 1799 y 1800. 

Fernando Jurado Noboa cuenta también que hacia 1755 gran parte de la colina del Itchimbía –sobre todo su lado sur- se convirtió en la hacienda de doña María Josefa Piedrahita y Zumárraga, quiteña nacida en 1730, esposa del General José Cifuentes y Lozada, e hija del doctor Francisco Javier Piedrahita. 

Desde entonces los vecinos empezaron a llamar a esa propiedad como la “Hacienda Piedrahita’, haciendo alusión al apellido de la dueña.

Un siglo más tarde, por 1850, el lugar continuaba llamándose “Hacienda Piedrahita”. Hasta entonces vivía allí Mercedes, la hija de  Manuel Piedrahita, heredero de la hacienda, quien se había casado con Ramón Bosano. 

Posteriormente la Hacienda pasó a manos del señor Julio Terán quien la vendió a la familia Guerrero Mora. Quién hizo la transacción y se interesó por esa hacienda fue la señora Josefina Mora, perteneciente a una familia adinerada de la ciudad. Josefina Mora se casó con el Doctor Antonio Guerrero quienes fueron los propietarios de la hacienda desde principios del siglo XX. 

Se sabe con certeza que la familia Guerrero Mora fue propietaria de la Hacienda del Itchimbía desde principios de 1900 hasta 1957. Antonio Guerrero y Josefina Mora vivieron ahí y de su unión matrimonial tuvieron cuatro hijos (tres mujeres y un varón): Beatriz, Magdalena, Jorge y Emma. En ese período la hacienda Piedrahita se dedicaba a la producción lechera, ganadera y agrícola.

Jacques refiere que posteriormente, la Hacienda de la familia Guerrero Mora fue vendida en el año de 1957 al grupo Urbanización y Constructora Bellavista S.A. (URBE), cuyos accionistas mayoritarios eran los norteamericanos Alberto y Enrique Lévy Hilbert, quienes tenían esta empresa constructora en México D.F, Buenos Aires y Lima. 

El gerente de dicha empresa y también accionista de la misma era Juan Escobar Pallares casado con Martha Konanz, quienes vivieron en la casa de hacienda Piedrahita desde febrero de 1958 hasta 1961 con sus cuatro hijos: Juan, María, Leonardo y Martha (querida amiga mía). 

URBE compró los terrenos del Itchimbía porque vio como un buen negocio el poder urbanizarlos y construir en esa zona. Al poco tiempo se dieron cuenta que la gente pudiente de la ciudad no estaba interesada en esa época en vivir en el Itchimbía.

Por eso a los pocos años vendieron los terrenos al Seguro Social (al actual IEES) para construir viviendas para sus afiliados, proyecto que nunca se realizó. 

Cuando Juan Escobar y Martha Konanz salieron de la casa Piedrahita, ésta fue comprada por el arqueólogo Prestley Norton, quien la utilizó como sede del Canal 6 de televisión.


Prestley Norton y las personas que trabajaban en el Canal 6 fueron los últimos habitantes de la casa de hacienda Piedrahita... posteriormente quedó abandonada. Es en esta época cuando se empezaron a entretejer leyendas y fábulas en torno a ella y los “fantasmas” que allí habitaban. 

Sin embargo nunca sabremos si “don Alfonsito” y los otros espectros que pusieron la piel de gallina a Desireé y a mis otros colegas, pudiera tener algún tipo de vínculo inmaterial con  Presley Norton, Juan Escobar, Antonio Guerrero, Julio Terán, Manuel o Francisco Javier Piedrahita…

¿Cómo será?, ¿no?.... 

Como un entendido en estos temas decía:

-       “¡Yo no creo en los fantasmas!... pero, que existen, ¡existen!...

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