jueves, 21 de marzo de 2013

Ecuador 54 La Ruta del Quinde en el Parque Itchimbía




COLIBRÍ CORUSCANS
Quinde Herrero
Foto: Nicolás Svistonoff


Como ya he relatado, merced a un convenio con la Corporación “Vida para Quito” y luego de haber ganado un concurso promovido por el Municipio de Quito, el Consorcio “CIUDAD-Ecogestión tomó a su cargo la administración del Parque Itchimbía desde mediados de enero de 2004.

En agosto de 2005 el Consorcio presentó a consideración de “Vida para Quito” una idea del proyecto denominado “La ruta del quinde” para crear y consolidar en el costado oriental del Parque Itchimbía, un espacio destinado a exhibir y precautelar la vida vegetal y animal propias de ese sector de Quito, que pudiese ser observada por los visitantes del parque y que pudiera ser a la vez, un lugar privilegiado para los estudiosos de la flora y la fauna nativas.

Vida para Quito” consideró que la idea propuesta era válida y solicitó al Consorcio presentar un perfil avanzado del proyecto, para concretar su apoyo y concertar un acuerdo  para su puesta en marcha. 

Se acordó desarrollar un proceso que en grandes términos contemplara los siguientes pasos: a) identificación de los componentes del proyecto: características, condiciones y dimensiones principales; b) programa arquitectónico general; c) definición de la zona de implantación del proyecto; d) propuesta preliminar del perfil del proyecto, que contuviera: el plan masa de la propuesta, su dimensionamiento básico, una estimación gruesa de los costos de inversión, de operación y alternativas de modelos de gestión aplicables; e) validación de la propuesta preliminar por parte de los actores claves y f) formulación del perfil del proyecto.

Se consideró que la exhibición de aves, batracios, mariposas y plantas podía constituir la idea central básica del proyecto. 

Una de las decisiones adoptadas fue que expertos en cada uno de esos temas emitan un opinión calificada sobre los diferentes aspectos técnicos de la propuesta.

Los aspectos contemplados en un cuestionario previsto para recabar la opinión de esos expertos fueron: elementos que deberían mostrarse; relación de los elementos con los usuarios; requerimiento de espacios de exhibición y áreas complementarias (lo que no se ve); requerimientos técnicos; condiciones ambientales; instalaciones especiales; colindancias deseadas y no deseadas; etapas de implementación de la propuesta; sugerencias de formas de gestión (aspectos operativos, administrativos, financieros, sostenibilidad, costos de inversión, de operación y  mantenimiento) y otros aspectos que los expertos considerasen necesarios.

Como parte del proceso se llevó a cabo un taller de trabajo que fue facilitado por el arquitecto Alberto Rosero. En ese taller participamos varios miembros del equipo del Consorcio CIUDAD - Ecogestión (Mario Vásconez, Jenny Maldonado, Ramiro Morejón, Mayra Calderón, Mario Vivero,  Desiré Castro) y contamos con la presencia de siguientes especialistas: Juan Manuel Carrión, experto en aves; Martín Bustamante y Néstor Acosta, expertos en batracios; Martha Echavarría, experta en mariposas y Nicolás Svistonoff,  experto en plantas y botánica.

Todas estas personas entregaron sus respuestas a los cuestionarios y, sobre la base de sus opiniones, con Alberto Rosero estructuramos el programa básico del proyecto, un plan masa tentativo, el presupuesto y el modelo de gestión que se sugería instaurar. 


El objetivo general del Proyecto “La ruta del quinde” era construir un elemento de atracción turística para el Parque Itchimbía y paralelamente un espacio de observación, reflexión y motivación de los usuarios para fomentar su disposición a precautelar la vida animal, vegetal y el entorno ambiental del Distrito Metropolitano de Quito. 

Con esa propuesta se buscaba estructurar un hábitat de exhibición y estudio que permitiera el mantenimiento de especies de aves, mariposas, ranas y plantas de la región metropolitana de Quito que pudiese ser un atractivo para los visitantes del parque. Se buscaba además consolidar procesos de capacitación y difusión para personas con formación técnica, estudiantes y ciudadanos en general, en temas vinculados a la preservación y cuidado del ambiente y a los roles que podrían desempeñar para ese propósito. Esas instalaciones podrían constituir uno de los atractivos claves del parque y podría aportar a su sostenibilidad.  

En las opiniones entregadas por los especialistas en el taller, se identificaron los siguientes componentes funcionales y espaciales de este posible proyecto: a) área de exhibición para mostrar diversas especies de ranas, aves, mariposas y plantas; b) centro de interpretación y organización de grupos; c) centro de administración y d) áreas destinadas a diversos servicios técnicos.

En el área de exhibición de ranas se proponía exhibir ejemplares de la rana marsupial (especie propia del parque y de la ciudad) y adicionalmente otros tipos de ranas y sapos andinos.  La exposición se complementará con material gráfico e informativo. El ambiente general de exhibición buscaría reproducir las condiciones del hábitat de estas especies en una área de alrededor de 150m2.

En el área de exhibición de aves se previó la exhibición de ejemplares de quindes, en un espacio provisto de abundante agua y vegetación arbustiva al interior y en el exterior de ese espacio.  En otro espacio semejante se proponía la exhibición de otras especies de aves propias de la región andina (huirachuros, tangaras, mirlos, pinchaflores, jilgueros y otros). La vegetación arbustiva y las condiciones de humedad serían similares a las requeirdas por los quindes. Cada uno de estos espacios podía abarcar un área de entre 150  y 200 m2.

En el área de exhibición de mariposas se presentarían variedades nativas del Ecuador, de diversos pisos climáticos y diferentes alturas, incluyendo la zona del DMQ. Estarían reunidas en un espacio tipo burbuja, lleno de plantas. La exhibición se realizaría en un recorrido sobre “un camino serpenteante” bordeado de vegetación exuberante. Este tipo de espacio demandaría una cobertura de malla, vidrio o policarbonato. Las especies deberían estar protegidas de aves y roedores. Se consideró que esa exhibición debía abarcar una superficie de entre 300 y 400 m2 y estar servida por un invernadero de 600 m2.

Para el área de exhibición de plantas se previó un jardín botánico de tamaño medio. El criterio para la exhibición de las plantas fue que formen parte de los espacios previstos para los otros elementos ya citados así como de los espacios de conexión entre ellos. Sin embargo ciertas especies botánicas podían ser destacadas en áreas específicas de exhibición. La provisión de agua  era prioritaria en este tipo de instalaciones: riego por aspersión; riego por filtración en los taludes, cascadas con recirculación de agua. Al talud existente en el parque se lo podía trabajar para  crear ambientes similares a lo que existen en las carreteras llenas de epífitas.   

El diseño del proyecto también debería tomar en cuenta la reproducción del paisaje como un patrimonio que la gente debe aprender a valorar.  El tratamiento de los taludes se lo podía hacer con rocas volcánicas porosas. Para esta área se previó el funcionamiento de un invernadero de 120 m2.

El centro de interpretación y organización de grupos permitiría linstruir y organizar a los visitantes antes del inicio de sus recorridos y difundir criterios y procedimientos orientados a la conservación del ambiente. El centro estaría constituido por espacios de instrucción y organización de grupos y espacios logísticos (unidad de trabajo, archivos, bodega de materiales...)

El centro de administración y servicios estaría destinado a oficinas de la administración y áreas de servicios vinculadas con los visitantes: ventas y servicios (una pequeña cafetería y baterías sanitarias).

El área técnica estaría constituida por una sala de máquinas que albergaría un sistema hidroneumático para la circulación de agua en los espacios de exhibición, su tratamiento y disposición y un generador de emergencia. También formaría parte de este componente el área de personal –vestidores y baños– y una bodega de insumos y materiales.

Los estudios definitivos para la posible implementación de esta iniciativa deberían contemplar la posibilidad de  construir una laguna o reservorio si parecía conveniente desde el punto de vista técnico.

Como criterios generales para hacer realidad esta propuesta se sugerían que la “Ruta del Quinde” sea un paseo escénico natural y un circuito-mirador de la flora y la fauna andinas. Se buscaría propiciar un maravilloso jardín -el primero del Ecuador- ornitológico, de ranas y de mariposas; para que pudiera convertirse en un modelo nacional y regional de restauración del bosque y flora andinos y se convierta en un refugio natural de aves, mariposas y ranas de esta zona del planeta.

En función de las condiciones derivadas de la naturaleza del proyecto y las características del Parque Itchimbía, se previó la ubicación de la “Ruta del Quinde” en la ladera oriental del Parque donde podría recibir sol de la mañana durante todo el año lo que facilitaría la creación un ambiente adecuado para la sostenibilidad de los distintos hábitats que formaban parte de la exhibición; esta zona se encuentra alejada de otras áreas del parque que generan ruidos o afectaciones que no son adecuados para las especies que se van a exhibir; el área estaría limitada en el lado oriental, por la denominada vía técnica que vincularía los dos posibles accesos (al norte y al sur) y resultaba equidistante de las áreas de estacionamiento de los extremos sur y norte lo cual permitiría un trato equitativo para los usuarios sin importar su proveniencia. 

Desde el punto de vista de la topografía, el área seleccionada presentaba tres espacios diferenciados: a) una ladera de baja pendiente que se origina en el estacionamiento del sur; b) una pequeña meseta de pendiente suave, que está en la parte central del área seleccionada y c) una ladera con un talud más pronunciado  que llega desde la hondonada que sería el acceso norte.  

Para la organización de  los espacios que formarían parte de la “ruta del quinde” se establecieron los siguientes conceptos:

Los espacios de exhibición debían ser estructurados como escenarios naturales de las especies que iban a acoger. Esta precisión era válida no sólo en relación al tipo de vegetación que se preveía utilizar sino en cuanto a la calidad ambiental relacionada con temperatura y humedad relativa.  De esa forma se garantizaría que las especies pudiesen vivir en un hábitat propicio y que los visitantes vivan su experiencia en un ámbito  real.

Los grupos de visitantes deberían estar conformados por 8 o 10 personas como máximo para que su presencia no afecte a las especies exhibidas y para que las instrucciones o comentarios de los guías sean mejor aprovechados.

La disposición de los distintos elementos de exhibición debería permitir un recorrido secuencial entre ellos, pero siempre debería contarse con la posibilidad de comenzar el recorrido desde cualquier área de exhibición pero, el punto de partida debería ser siempre el área de interpretación y organización de grupos.

La economía de recursos debía reflejarse en la posibilidad de compartir espacios; el invernadero del área de las mariposas por ejemplo, podía ser compartido con la exhibición de plantas prevista. 

En este mismo sentido los taludes existentes servirían como limites de ciertos espacios y a la vez como lugares de exhibición de sapos y ranas, por ejemplo. 

Las técnicas constructivas y los materiales empleados para la edificación de los espacios deberían ajustarse a los requerimientos particulares de cada elemento exhibido (en unos casos deberían ser permeables a las condiciones ambientales y en otros casos no) y todos, deberían ser semejantes para no perder la unidad de conjunto.

Las construcciones debían permitir una integración con el paisaje circundante sin perder el carácter de una propuesta arquitectónica contemporánea.

El requerimiento de agua en todas las áreas, constituía un punto importante a considerar. 

La localización del sistema de bombeo así como la buena operación de los equipos debía ser una condición obligada y en ese tema no cabía escatimar recursos. 



Finalmente, pero sin ánimo de agotar los criterios, se debía considerar que los visitantes provendrían de varias partes del parque. 

La accesibilidad por tanto, debería responder a criterios de equidistancia que permita un trato justo y equitativo.

 


Desde los dos estacionamientos se previó la creación de senderos que vinculasen los sitios de arribo de los visitantes en el norte y en el sur, con la plaza  de llegada al centro de interpretación. Tendrían dos metros de ancho, piso de grava y una baranda de protección en su lado oriental. Las personas discapacitadas podrían utilizar la vía técnica en el caso de que la superficie de estos senderos impidiese su movilización.

No se podría acceder ni salir de ningún elemento de exhibición sin pasar por las instalaciones del centro de interpretación.  La vía técnica debería permanecer cerrada a los dos lados de los estacionamientos con una valla móvil que se abriría ocasionalmente sólo para el ingreso de los vehículos autorizados. 

El centro de interpretación y el área administrativa y de servicios, deberían conformar una unidad funcional.  Desde el centro de interpretación y de organización de grupos se originaría el recorrido de los visitantes por las áreas de exhibición que se armarían en una secuencia lineal mediante módulos unidos por corredores.  Se propuso un camino peatonal, al oriente de la vía técnica -un paso peatonal sobre la quebrada, al otro lado de la vía técnica- que permitiera retornar al punto de origen al término de cada módulo de exhibición.

Se sugirió situar el invernadero que produciría las plantas de exhibición y aquellas que precisaba el mariposario, al sur del centro de interpretación, espacio con el que se vincularía por medio de la vía técnica.

El Centro de Interpretación, la administración y los servicios deberían conformar un conjunto volumétrico integrado al paisaje, transparente, visualmente permeable y rodeado de vegetación. El empleo de madera estructural, vidrio, malla y tabiquería liviana fue una opción que se consideró válida.  
Los módulos de exhibición, deberían ser permeables a las condiciones climáticas, por lo cual se propuso una estructura muy liviana. Se recomendó el empleo de parantes metálicos y malla de fibras sintéticas.   

Se proponía espacios en dos niveles: un andén superior próximo al talud, desde el cual se pueda tener una visión de conjunto de los elementos de exhibición y uno inferior, que permita el contacto más directo con las especies. En el caso del sapario, desde ese andén se podrían observar espacios excavados en el talud que formen parte de la exhibición, así como cascadas o fuentes de agua. Se deberían considerar circulaciones verticales que permitan vincular los dos niveles y organizar el recorrido secuencial de cada módulo. Las dimensiones propuestas para estos módulos serían de 15 m x 8 m y una altura de 5 m de alto. 

Los corredores o conectores, serían de materiales similar al de los módulos y su forma podría ser tubular. A la mitad del recorrido permitirían la salida de los usuarios para conectarse con el paso peatonal que retorna al Centro de Interpretación. La longitud de estos elementos sería de 10 m; 3 m de ancho y 3 m de alto.      

Los pasos peatonales sobre la quebrada oriental, que permitirían el retorno de los visitantes al Centro de Interpretación, podrían ser construidos con estructura de madera anclada en el talud de la quebrada. El nivel de este paso podría ser el mismo  - o ligeramente inferior – al de la vía técnica. Se propuso generar la sensación de estar en el aire sobre la quebrada. La transparencia de sus elementos constructivos era indispensable, sin merma de su solidez y seguridad.  



Para estos elementos podrían considerarse un mezcla de madera rolliza con elementos de acero inoxidable (por ejemplo para tensores y partes de los pasamanos) siempre que se ajusten a los requerimientos de transparencia  e integración paisajística ya señalados.

El perfil de esta propuesta -a nivel de pre-factibilidad- fue desarrollado con gran calidad y profesionalismo por Alberto Rosero. 

Desgraciadamente no pudo hacerse realidad. 

A pesar de disponer del presupuesto respectivo, de constar en nuestro contrato como una de las obras a ser desarrolladas en el Itchimbía, Jimena Araujo y César Burneo, funcionarios de “Vida para Quito” que debía apoyar y tomar decisiones sobre la construcción fueron dando largas al asunto.

Por temores sin fundamento, prejuicios e ideas preestablecidas sobre el “posible rechazo ciudadano” a esta iniciativa, trabaron la contratación de la planificación definitiva y, a pesar de haber financiado los estudios de pre-factibilidad (que recibieron a satisfacción), con su indecisión y falta de visión impidieron que pudiéramos edificar esta singular propuesta.
Miserias humanas.

Nuestra propuesta se “pasmó” en mitad del proceso. No fue factible construir y poner en operación esta obra arquitectónica que pudo tener gran trascendencia para Quito, para la colectividad y para el turismo. 

Así es la vida…

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