miércoles, 9 de enero de 2013

Ecuador 50: La ciudad y los niños




Hace un par de meses, Cata, la secretaria de CIUDAD me pasó una llamada de una persona que deseaba hablar con Diego Carrión. Cuando respondí, una mujer saludó y se identificó con su nombre. 

-“Estás hablando con Ana Vainstoc” me dijo… añadiendo enseguida, -“no sé, si mi nombre te dice algo, pero hace años tuvimos la oportunidad de organizar con ustedes un seminario”… 

-¡La ciudad y los niños!..., respondí de inmediato…, - ¡claro que te recuerdo, Ana!... le dije…

Ana trabajaba en esa época con Jorge Enrique Hardoy en el IIED (International Institute for Environment and Development) en Buenos Aires y junto con Diego hicieron la compilación y edición de las ponencias del seminario internacional “La Ciudad y los niños” que publicamos como libro en enero de 1987.

Charlamos un rato, me comentó que había venido a Quito a un seminario organizado por el Municipio y estaba saliendo esa noche, pero quería al menos saludarnos telefónicamente. Le di los teléfonos de Diego para que pudiera llamarlo y me despedí, agradeciéndole por haberse acordado de sus amigos luego de tantos años.

El Se­minario "La Ciudad y los Niños en América Latina" se realizó en Quito en septiembre de 1985 como resultado de la confluencia de diversas preocupaciones sobre la situación de la población infantil en los centros urbanos de la región.

Diego coincidió en alguna reunión con Jorge Enrique y se pusieron de acuerdo en impulsar un seminario sobre el tema de la ciudad y los niños. Los investigadores de la problemática urbana habíamos constatado que el proceso de urbanización estaba conformando, en nuestros países, un hábitat opresor que no tomaba en consideración las necesidades, demandas y requerimientos de los ni­ños.

Según cifras de la CEPAL, en esos años más de 35 millones de niños menores de seis años vivían en medio de la pobreza en nuestras ciudades. 

Los niños de los sectores populares, aquellos que se veían en las esquinas de los semáforos vendiendo periódicos, caramelos o flores, mendi­gando o deambulando, eran las víctimas de una realidad que no podían com­prender: lanzados a la calle en busca de unos centavos -por la pobreza familiar o por el abandono- sufriendo hacinamiento y promiscuidad, soportando malas con­diciones de vida que ocasionaban enfermedades, altos índices de mortalidad, deserción escolar y aún secuelas psicológicas, los niños pobres latinoamerica­nos sobrellevaban estoicamente su vida urbana. 

La situación poco ha cambiado, pero en esos años el drama de los niños en las ciudades era posiblemente más significativo.

Diego y Hardoy con su gran creatividad, esbozaron las ideas para un evento sobre la situación de los niños en el contexto urbano y se encargaron de contactar a diversas personas e instituciones para llevarlo a  la práctica. El Seminario fue concebido como una oportunidad para difundir la importancia y pertinencia de ocuparse de los problemas de la ciudad en general y en particular los problemas de los niños en la ciudad.

Su iniciativa fue acogida por diversos organismos internacionales y locales como el “Instituto Interamericano del Niño” (dirigido por Rodrigo Crespo Toral), la “Comisión de Desarrollo Urbano de CLACSO”, el “Mu­seo del Banco Central del Ecuador” (dirigido por nuestros colega y amigo Hernán Crespo Toral), el “Instituto Nacio­nal del Niño y la Familia”, el “Ministerio de Bienestar Social y Promoción Popular”, el “Proyecto Regional de Patrimonio Cultural y Desarrollo de la UNESCO” (con sede en Lima) y nuestras propias instituciones: el “Instituto Interna­cional para el Medio Ambiente y el Desarrollo” (que era dirigido por Hardoy) y el “Centro de Investigaciones CIUDAD” (en el que Diego era Director y yo sub-director).

Luego de diversas conversaciones y reuniones los responsables de todas esas instituciones decidieron aunar esfuerzos para organi­zan el encuentro "La Ciudad y los Niños en América Latina", para  reflexionar sobre los acuciantes problemas de los niños en las ciudades de América Latina.
Los ejes académicos del seminario fueron: a) El impacto físico y psíquico de la ciudad en el desarrollo de los niños; b) Las experiencias y la imagen de los niños en su hábitat (el barrio, su lugar de vivienda, la calle, la plaza y su ciudad) y c) Reflexiones y proposiciones acerca de cómo re­pensar la ciudad latinoamericana en función de los niños y con los niños.

Esos temas iban a ser los elementos estructuradores del debate y estarían presentes en otras  actividades culturales y artísticas a desarrollarse de manera paralela.

El Seminario se realizó en Quito entre el 25 y 28 de Septiembre de 1985. Las reunio­nes del Coloquio se desarrollaron en el "Centro Cultu­ral San Sebastián" y en el Museo Camilo Egas del Banco Central del Ecuador.

La convocatoria y la selección de los participantes se realizaron sobre la base de que existiese interés y preocupación por la problemática urbana y la niñez y de que el gru­po de invitados fuese representativo de distintas perspectivas analíti­cas en la aproximación al tema.

Invitamos a participar en calidad de expositores a varios especialistas, seleccionados sobre la base de su expe­riencia en trabajos relacionados con el tema del se­minario, representatividad por países e interés institu­cional por la problemática.

Condición importante para partici­par en el Seminario fue la de que se presentaran trabajos especial­mente preparados para el efecto, sobre la base de experiencias personales de investigación o de trabajo de campo. El objetivo del encuentro fue generar un espacio para el in­tercambio, la reflexión y el diálogo sobre un tema poco explora­do, pero extremadamente rico e importante.

Sólo lograr aquello fue ya un paso adelante.

Yo había concluido unos meses antes mi investigación sobre la Movilidad Urbana en Quito y preparé una ponencia titulada “La ciudad y los niños: algunas reflexiones sobre la movilidad de los escolares de los barrios populares de Quito”.

En la introducción de la ponencia señalaba que la movilidad no era sino uno de los múltiples problemas que afectaban la vida cotidiana de los niños en la ciudad, especialmente la de los niños de los sectores populares. Para ellos, obviamente existían otros problemas posiblemente más agudos y más directamente relacionados con la estructura misma de la sociedad como el de la desnutrición, la mortalidad infantil, la temprana incorporación al aparato productivo, la insuficiente prevención y atención de las enfermedades…; pero había otros problemas que surgían del medio urbano en el que los niños se desenvolvían y desarrollaban su vida: tal era el caso de las prácticas y estrategias de desplazamiento que debían desarrollar para concurrir cotidianamente a clases o de manera más eventual para realizar una serie de otras actividades (deportivas, recreativas, cultuales y, en general, de esparcimiento y uso del tiempo libre).

Señalaba que en realidad el estudio de la problemática urbana desde la perspectiva del menor de edad, era un tema muy poco desarrollado hasta la fecha; de allí que el aporte que se pudiera hacer sobre un aspecto parcial de ese conocimiento, partía precisamente del interés de llegar a comprender y explicar la ciudad desde todos los ángulos posibles. En el caso de mi ponencia, el análisis de la movilidad infantil intentaba apuntalar a esa visión unitaria del niño en la ciudad, pues eran frecuentes los estudios sobre temas urbanos o sobre temas infantiles pero muy poco usuales aquellos que integraban a los dos como objeto de estudio,

Reiteraba que repensar la ciudad en función del niño, pensar la planificación, la cuestión de la vivienda, les servicios urbanos, la cuestión del medio ambiente, desde la perspectiva de las necesidades e intereses de los niños era un tema que debía interesarnos a profesionales, especialistas, funcionarios y políticos, era una iniciativa y un reto en el que todos debíamos comprometernos.

En mi ponencia hice una breve introducción sobre los niños y el hábitat urbano en Quito, tanto en el caso de los barrios populares de las zonas deterioradas del centro y sus alrededores cuanto en barrios de las áreas de expansión.

Enfoqué a continuación la situación de la movilidad urbana y los niños de los barrios populares de Quito; las prácticas y estrategias de desplazamientos de los escolares: destinos de los desplazamientos; modos de desplazamiento cotidiano; el gasto en transporte; el tiempo de desplazamiento; las actividades socio-culturales y la movilidad de los niños (actividades realizadas y no realizadas). Finalmente a manera de conclusiones, enfoqué el Impacto de la movilidad en los escolares de los barrios populares.

Al inicio reproduje un texto de una entrevista hecha a una madre de familia sobre el tema de la movilidad y el impacto en su vida cotidiana.

"El transporte me resulta bastante caro. Yo gasto treinta y dos sucres diarios en movilización  y a veces hasta un poco más… A eso tengo que añadir el transporte de mis hijos, porque la escuela está algo distante. Felizmente ya están en edad de viajar solos (tienen 9 y 6 años de edad...) antes les daba veinte sucres a los dos (diez a cada uno), ahora les he restado los dos sucres, les doy solamente dieciocho (todo ha subido y yo más bien les he disminuido: pierden la colación los pobrecitos...) Es por la situación que se ha puesto un poco dura y mis hijos tienen que comprender... así, les digo. Como todavía son chicos las cobran cuatro sucres y les queda un sucre a cada uno para algún antojo". 

(Víctor y Luis Eduardo son dos niños que viven con su madre en uno de los barrios populares del noroccidente de Quito. Diariamente asisten a clases a una escuela situada en el centro de la ciudad. Requieren más de una hora en bus y casi media hora entre caminata y espera para legar a su destino. En total requieren más de tres horas diarias para movilizarse).

La ponencia fue muy bien aceptada y generó un amplio debate entre los participantes pues el tema era realmente novedoso y apasionante.

Como actividades paralelas organizamos eventos muy interesantes como una  exposición de fotografías titulada "La Ciudad y los Ni­ños en América Latina" (en el Centro Cultural San Sebastián); una exposición de pintura infantil, un festival de cine infantil y una feria/exposición de literatura infantil (organizadas por Carmen Rosa Ponce y María Mercedes Jaramillo del Museo Camilo Egas). Los resultados de esta experiencia combinada fueron extremadamente ricos y moti­vadores. 


Para la exposición "La ciudad y los niños en América Latina" preparamos 24 láminas de 0,80 m. x 0,60 m., con fotográfica que recogían situaciones concretas de la vida de los niños de nuestras ciudades. La exposición tenía como propósito el compartir visualmente una parte de la vida de los niños en el contexto urbano latinoamericano.

Las fotografías usadas para la exposición y luego para la edición de un libro que publicamos con ese material fueron cedidas por varios autores e instituciones (Alfonso Ortiz, Cristoph Hirtz, Eduardo Quintana y Gustavo Gilbert y los archivos de CEDECO, UED y Unicef-Ecuador).

Ana Vainstoc y Jorge Enrique Hardoy realizaron el diseño borrador de la exposición y la selección preliminar del material de la muestra. Diego y yo diseñamos las láminas con un formato muy sobrio; en una banda inferior ubicamos los logotipos de todas las instituciones que apoyaron la exposición (Unesco, IIN, UN-Hábitat, IEED, CLACSO, Banco Central del Ecuador  y CIUDAD); como las fotografías eran todas en blanco y negro y los títulos y textos eran escritos con letras negras sobre papel blanco, la composición de las láminas fue estructurada mediante cuadrados y rectángulos de cartulina de colores: negro, gris y naranja de dos tonos (uno obscuro y otro más claro).

La selección de textos y fotografías para la exposición fueron realizadas por Ana Lucía Alvear, Silvana Ruiz, Mario Unda y Diego Carrión. 

El montaje de la exposición fue realizado por todos nosotros con el apoyo de dos colegas del Museo del Banco Central del Ecuador.

Desde el momento del diseño y la concepción de la exposición se tenía prevista su difusión amplia de esa muestra así que luego editamos un libro para cumplir con ese propósito. Lo titulamos: “América Latina: La ciudad y los niños. Imágenes”.

Como en CIUDAD hacíamos de todo un poco, yo diseñé la carátula de ese libro que fue lanzado en mayo de 1987 con el apoyo de la “Comisión de Desarrollo Urbano de CLACSO”,  el “Instituto Interamericano del Niño”, el “International Institute for Environment and Development” y el “Centro de Investigaciones CIUDAD”.

Antes, en enero de 1987, habíamos lanzado otro libro titulado “La ciudad y los niños”, editado por las mismas instituciones, con las ponencias presentadas en el Seminario. Diego y Ana Vainstoc se encargaron de la compilación y la carátula también fue diseñada por mí.

La presentación del libro la hizo Diego Carrión. Allí señalaba que la preocupación por el tema de la ciudad y los niños era un asunto relativamente nuevo en América Latina, aunque el  problema más bien, era viejo.

Diego señalaba que en la región existían muchos trabajos sobre la ciudad y acerca de los niños pero eran topados de forma separada. Sólo en años recientes se había iniciado en América Latina una corriente de reflexión sobre la problemática urbana y su interrelación con la situación de niños y jóvenes.

A partir de esa constatación y de la preocupación por avan­zar en el conocimiento y en la búsqueda de soluciones a los pro­blemas de las ciudades en relación con las necesidades de los niños y los jóvenes -particularmente de aquellos pertenecientes a los sectores populares- surgió la iniciati­va de organizar la reunión internacional que había dado origen al libro.

Los artículos del libro fueron ordenados por afinidad temática. Bajo ese espíritu, se identificó un primer grupo de trabajos que hacen referencia a cuestiones teórico-metodológi­cas que podían servir como marco para el análisis de la problemática; lue­go, un segundo grupo, que enfatizaba una visión antropológica so­bre el comportamiento de los niños en la ciudad; un tercer grupo, que se ocupaba principalmente de cuestiones referidas a las percep­ciones y sensaciones de los niños respecto de la ciudad; y, final­mente, un cuarto grupo de trabajos centrados en los problemas de los niños en tanto actores del mundo urbano.

En el Capítulo 1 (Aproximaciones teóricas) se presentaron tres trabajos: “Hacia una imagen sociológica de la ciudad: una propuesta que considere a los niños como consumidores y protagonistas de la realidad urbana” (de Silvia Blitzer); “Ecología social de la niñez urbana: hacia una perspectiva comparativa” (de Howard Andrews) y “El niño en las ciudades latinoamericanas” (de Francisco Pilotti). 

En el Capítulo 2 (Aproximaciones antropológicas) se presentaron también tres trabajos: “Ser niño en Santiago” (de Mario Muñoz Méndez); “Experiencias e imágenes de la ciudad: el entorno urbano y los niños en la ciudad de La Paz” (de Mercedes Uribe de Carafa); y “Pensemos una ciudad que contribuya a restituir a los niños pobres el derecho a la recreación” (de Mario Lungo y Marian Pérez).

En el Capítulo 3 (La ciudad vista por los niños) se presentaron las ponencias: “Niñez, ciudad y vida cotidiana” (de Ruben Gazzoli); “Los elementos que componen la imagen de la ciudad en el niño” (de Stella Maris Romero y Vicente Brunetti) y “Recuperación psicológica de la ciudad en los niños” (de Nydia Quiroz). 

Finalmente en el capítulo 4 (Niños: actores en la ciudad) se presentaban seis ponencias: “Experiencia urbana, trabajo e identidad: apuntes a una investigación sobre menores proletarios en Sao Paulo” (de Vera da Silva Telles y Helena W. Abramo); “El Trabajo infantil en Bogotá” (de María Elisa Bernal y Ulpiano Ayala); “Niños con ausencia de ciudad: el caso de Managua” (de María de los Ángeles Carazo); “Algunas reflexiones sobre el derecho a ser niños en la ciudad. El caso de San José de Costa Rica” (de Ana Leonor Ramírez); “Los niños de la calle en Quito” (de Berenice Cordero) y “Reflexiones sobre la movilidad urbana: el caso de los escolares de los barrios populares de Quito” (de Mario Vásconez).

Diego señalaba en la introducción del libro que con la publicación de esos trabajos las instituciones organizadoras del seminario y los propios autores queríamos poner a consideración del público los aportes que ha­cían esos trabajos pioneros sobre un tema tan transcendente. Para nosotros estaba claro que los textos que se presentaban en el libro llenaban apenas parcialmente el vacío existente en el análisis, la explicación y com­prensión de los problemas de nuestras ciudades en relación a la niñez. Pero habíamos dado un paso muy significativo.

Era -y continúa siendo hoy en día- una tarea de todos, el continuar avanzando en el reto de repensar la ciudad latinoamericana del fu­turo; en especial con la incorporación de la dimensión de la niñez y la juventud como cuestiones centrales.

Pensar que ese tema tan vigente ahora, nos preocupó hace casi veinte años, no deja de ser increíble. Mal o bien en CIUDAD hemos sido precursores de muchas cosas bastante interesantes. 

Recuerdo dos o tres anécdotas de ese seminario.

Yo moderaba una mesa en la que participaba nuestra colega Vera da Silva Telles del CEDEC de Sao Paulo. Vera trajo una ponencia -escrita en portugués- titulada “Experiencia urbana, trabajo e identidad: apuntes a una investigación sobre menores proletarios en Sao Paulo”.  En su exposición trató de hablar en “portuñol” para que el público le pudiese entender un poco mejor. De vez en cuando se volteaba hacia mí y me  consultaba si una determinada palabra que ella había usada -o iba a usar- era correcta en español. Yo le daba el visto bueno y ella continuaba la charla sin problemas.

Yo estaba un tanto descuidado en un determinado momento, al  principio de su charla… y ella me preguntó si en español se decía “crianza”… y yo, pensando que se refería al hecho de “cuidar a los niños”, le respondí que sí… Desgraciadamente ella me había preguntado por la palabra “criança” (niño en portugués)…

Vera, confiando en el “visto bueno” que yo le había dado, usó la palabra “criança(s)” en vez de niño(s) durante toda la charla y la comprensión de los asistentes poco conocedores de esa particularidad idiomática fue bastante menor… Cosas de la vida...

Otro recuerdo bastante interesante es el siguiente:

El último día del Seminario luego de la clausura y entrega de certificados a los asistentes, habíamos previsto una recepción informal den nuestra oficina: “canelazos y empanadas de viento” en lugar de “vino y bocaditos”.

Esa misma tarde, nuestro colega y amigo Hernán Crespo Toral fue removido de sus funciones en los Museos del Banco Central del Ecuador por una arbitraria decisión gubernamental.

Corrían los aciagos días del mandato de León Febres Cordero y una bravata muy suya, dio al traste con años de tesonera y fructífera labor en el rescate de la cultura nacional emprendida con amor y pasión por Hernán, primero como fundador y director del museo arqueológico y de las galerías de arte del BCE (1959 – 1975) y luego como Director General de los Museos del BCE (1975 – 1985).

Para nosotros fue muy significativo y aleccionador respecto a sus principios y humildad, el hecho de que a pesar del profundo dolor que le debe haber causado esa grosera expulsión de su trabajo de toda una vida, haya tenido la amabilidad de venir a CIUDAD a tomarse un canelazo con nosotros… 

Por supuesto, Diego y yo le manifestamos nuestra total solidaridad, pero además le agradecimos profundamente el hecho de haber venido a CIUDAD a pasar -con alegría- el mal rato de ese momento duro de su vida.

De esa noche -en la que pudimos intercambiar abrazos afectuosos y charlar de muchas cosas agradables- nació una gran amistad que conservamos hasta su prematura desaparición en el 2008. 

En octubre de 2002 en la sesión solemne organizada por el Colegio de Arquitectos por el día de la arquitectura, el orador principal fue Hernán Crespo. Al verlo y escucharlo me pareció regresar en el tiempo… volví a mis años de estudiante cuando él fue mi profesor de Teoría de la Arquitectura… con sus gestos casi histriónicos, su gran erudición, su magnífica voz, su impecable dicción y sus ojos profundamente azules -tan expresivos- cautivando al auditorio…

En ese acto se nos entregó un diploma a los arquitectos que cumplíamos 25 años de ejercicio profesional. Cuando mencionaron mi nombre, Hernán se abalanzó desde su sitio hacia el maestro de ceremonias, prácticamente le arrebató el diploma y se acercó hacia mí con una gran sonrisa… él quería entregarme ese certificado.

Nos dimos un profundo abrazo, muestra de una amistad sincera, nacida en las aulas en 1975, pero acrecentada diez años más tarde, en aquel canelazo de la “ciudad y los niños”…

Cosas gratas de la vida… gratísimas. 

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