viernes, 6 de enero de 2012

Ecuador 33: Los “años viejos” y el “horóscopo chino” en Tonsupa.

2005 – Año del Gallo

A fines del 2005  fuimos con mi mujer Marie Thérèse a pasar las fiestas de fin de año en la playa. Coincidimos en aquella ocasión con Fernando Calle, Karina Borja y su hijo  Pedro, todos arquitectos. No recuerdo si Juan Diego y Francisco, los otros hijos de la pareja, eran parte del grupo.
  
Lo que si recuerdo claramente es que Pedro había invitado a Fabricio Lalama, quien fue alumno mío en la Facultad de Arquitectura de la Católica, a su esposa María Dolores y a su hijo Pedrito, en esa época un lindo bebé de un año y medio de edad. 

Descubrimos que la casa vecina estaba ocupada por una simpática familia con la que hicimos amistad de inmediato; Manuel Roman, belga de origen español, su esposa  Sylvie, francesa y sus hijos Nicolas y Pauline. 


Nosotros habíamos viajado con nuestros amigos Philippe y Gigi Fourney, que ocupaban el departamento de abajo. No recuerdo si Jessica y Vanesa, sus hijas, les acompañaron en esa oportunidad. 

Lo que si recuerdo es que un gallo joven de canto arrebatado y ensordecedor que tenía Don Abelino, el cuidador de la casa de Handel y Lisie Guayasamín, nuestros vecinos, ejercitaba sus cuerdas vocales desde las cuatro de la mañana cuando apenas comenzaba a clarear el día y no paraba de cantar con rigurosa puntualidad suiza, cada quince minutos, para hacer saber a todas las gallinas de los alrededores, que se encontraba en plenitud de facultades… y continuaba cantando hasta que ellas salían de nidales propios y ajenos y él olvidaba su canto estridente para remplazarlo por un vigoroso perseguir a unas y a otras, a fin de cumplir sus deberes conyugales, entre las seis y ocho de la mañana.

Luego volvía a cantar, supongo que para anunciar que seguía vivo a pesar de la agotadora tarea… y nuevamente nos volvía a despertar, apenas cuando habíamos logrado conciliar un breve sueño para tratar de remplazar al insomnio al que nos había forzado con su arrebato de tenor emplumado lleno de reprimidas vehemencias juveniles.

Luego de dos o tres noches a ese ritmo, todos los nombrados, víctimas de ese intérprete de cresta rubicunda, evidenciábamos unas ojeras hasta las mejillas y una gana individual y colectiva de buscar la manera de que el  intérprete fuese a parar a la olla para festejar el año nuevo.

No nos atrevimos a ser autores, cómplices o encubridores de una gallicidio aun teniendo todo tipo de razones justificativas y con gran cantidad de circunstancias atenuantes a nuestro favor.

El crimen del gallo fue le tema de conversación en el desayuno, los tragos compartidos y el letargo en la arena en la que todos, medio adormilados, tratábamos de recuperar las largas horas de insomnio forzado.

Fabricio, quien desde los años de la Facultad había demostrado que era un personaje de una gigantesca creatividad, decidió que el crimen perfecto debía ser simbólico. Como ese año vivíamos el “año del gallo” según el “horóscopo chino”, sugirió que debíamos hacer un “año viejo” con la figura del plumífero cantante y quemarlo a las doce de la noche del 31 de diciembre, en un aquelarre que significase el justo pago a sus agresivas intromisiones en el “buen dormir” de las parejas, los jóvenes y los niños.

A todos (y a todas, como se debe decir en los tiempos que decurren) nos encantó la idea. Pero nadie movió un dedo para llevarla a la realidad.

Como a las cinco de la tarde, Fabricio comenzó a reunir materiales. Consiguió un tronco de palmera, unos pedazos de guadua, incrustó el tronco en el piso para estructurar las patas y con las cañas y alambre hizo una suerte de columna vertebral y el buche de un gallo colosal de más de dos metros de alto; con varias hojas de palmera dio forma a un cuerpo grácil y estilizado, una magnifica cola con las plumas movidas por el viento y dos alas arrastrándose en la típica actitud de correteador galán de aquella especie (no sé si esa imagen era parte de la vendetta, poner a las gallinas frente a un gallo de tamaño excepcional para hacer aparecer al insolente como un don nadie, un bueno para nada, un recién llegado de Lilliput…).

Fabricio terminó la obra con maravilloso ingenio, usó un coco para dar forma a la cabeza, dos almendras como ojos, una gran guaba como pico y remató la creación con una magnífica cresta confeccionada con un guante verde de huele y con el otro, recortado, elaboró la barbilla del gigante para adornar la parte baja de su pico.

Concluyó la obra cuando ya había obscurecido. Contó con la ayuda de Pedro,  Nicolas y Pauline a quienes la creación y el proceso les tenía como embobados. Ni ellos ni nosotros, los adultos, podíamos creer el resultado… tan lindo, tan bien resuelto, en tan corto tiempo…  

Al final el gigante tenía un aspecto maravilloso, se asemejaba a esos gallos de patas anchas del cubano Mariano Rodríguez, pero en tri-dimensión, una verdadera obra de arte.

Desgraciadamente no tomé fotos… quien lo hizo fue Fernando pero las perdió en un computador cuyo disco duro tuvo un daño irrecuperable meses después y nunca me pudo dar una copia del registro fotográfico del enorme gallo de Fabricio.

Huelga decir que todos bailamos, cantamos y reímos en la quema de ese singular “año viejo” al inicio del 2006, por todo el simbolismo que tenía.

2006 – Año del Perro

Un año después, al finalizar el 2006, se repitió la historia en cuanto a los personajes de la escena. El gallo del año anterior había ido a parar no sé, si al mercado o la olla… y su sucesor, igualmente enamorado era a-dios-gracias, menos expresivo respecto a sus afanes con el sexo opuesto, en aquel patio; así que el sueño de los recién llegados no fue mayormente perturbado por sus cantos.

Según el “horóscopo chino”, ese año vivíamos el “año del perro”; así que todos comenzamos a sugerir a Fabricio que debíamos hacer un “año viejo” con figura canina para dar continuidad a la tradición iniciada un año atrás. Pero nadie tampoco en esa oportunidad, movió un dedo para hacerlo realidad.

El 31 Nicolas y Pauline empezaron a perseguir a Fabricio -inmediatamente luego del almuerzo- para ponerse a su disposición como voluntarios para la confección de la nueva obra de arte. Sin embargo Fabricio se ocupaba de Pedrito que ya era un niño de más de dos años y demandaba atención permanente y personalizada. En la tarde durmió la siesta y sus padres con él, así que Fabricio no asomó por el patio y nadie tomaba la iniciativa de iniciar la confección del “año viejo”.

Como aconteció el año anterior, Fabricio apareció como a las cinco… tomó su viejo jeep y salió disparado hacia Atacames. Regresó una media hora después, con varias cañas guaduas chancadas, como las que usan para forrar las paredes de las casas de madera que se ven en todos los pueblos y en las áreas rurales de la costa.

Con la ayuda de un machete comenzó a separar la caña en tiras largas y luego comenzó de forma rítmica, metódica, casi obsesiva, como una máquina en movimiento continuo, a construir algo en el suelo. A veces clavaba y en otras ocasiones amarraba las tiras de guadua con alambre. Cuando tenía una estructura básica ya armada la puso de pie para seguir con la construcción de su nueva creación; pudimos ver que se trataba de un perro perdiguero gigantesco en posición de  acecho; un pointer colosal de más de dos metros de alto y al menos seis de largo desde la cabeza a la cola extendida hacia atrás. Fabricio había construido con caña “el dibujo” del perro, con tres patas rígidas y una de las delanteras plegada como cuando este tipo de animales se quedan estáticos, con la nariz extendida, mostrando la presa. Sin embargo la noche ya había caído y solo tenía el perfil, las líneas básicas del enorme perro, pero no había suficiente material para cubrirlo, para darle volumen.

Al menos eso creíamos.

Con el perro de pie, el artista lo fijó al suelo con ayuda de unas estacas de madera, se dirigió al vehículo y regresó con un gran paquete con -al menos- cuarenta o cincuenta rollos de papel higiénico… ante nuestros ojos asombrados fue desenrollando ese material y con la ayuda de Nicolas y Pauline y varios rollos de masquin, fue cubriendo íntegramente al animal, sus costillares, su cuello, sus patas, la cabeza, sus largas orejas, la cola…

En pocos minutos un perfecto perro de cacería se había materializado ante nuestra mirada incrédula.

El resultado era genial.

Manuel tenía dos o tres reflectores que encendimos a la media noche para que la visión de esa prodigiosa creación de nuestro artista pudiera ser apreciada de mejor manera antes del paso del año.

Cuando se anunció en la radio que el 2006 había finalizado, descorchamos las botellas, lanzamos voladores e iniciamos -con pena- la quema del magnífico perro al inicio del 2007.

Tampoco tengo fotos de esta obra. Pedro Calle tomó muchas, pero las perdió en algún momento sin que haya podido proveerme de copia alguna.

2007 – Año del Cerdo

El 2007 era el “año del cerdo” según el “horóscopo chino”. Al concluir el año tuvimos también la ocasión de reunirnos los mismos protagonistas de aquellas andanzas de fin de año y Fabricio fue importunando de inmediato por niños y adultos para que pusiera en marcha su mente creativa y comenzara a pensar en un artístico cerdo a guisa de “año viejo”.

En esta ocasión Fabricio salió con Pedro Calle y su novia Isadora, en busca de materiales para el “año viejo”, regresaron temprano con una caña guadua, varios metros de alambre, un pedazo de tronco de palmera y se pusieron de inmediato en acción. 

Nico, Pauline y mi hija Manon habían reunido materiales vegetales diversos y esperaban expectantes la llegada de Fabricio, el maestro mayor, para poder iniciar la construcción del cerdo.

Fabricio puso a trabajar a todo el mundo, en esa actividad también participó su hijo Pedro, que ya pasaba los tres años de edad y era todo un asistente de artista, dinámico y responsable…

Fabricio clavó cuatro pedazos de guadua en el suelo para conformar las patas del animalito, con el alambre y varias tiras de caña estructuró el cuerpo regordete del cerdito y talló en el pedazo de palmera una esfera de cincuenta centímetros para armar su cabeza. Con diversos residuos vegetales cubrió el cuerpo, confeccionó las orejas y con un cable eléctrico usado definió la cola del puerquito. Remató su creación con un tarugo de diez centímetros de guadua para estructurar la nariz del animal.

El resultado como en otras ocasiones fue magnífico. Un cerdo rosado, gordo, de cara amigable y tan resistente que Pedrito pudo cabalgar sobre él sin ningún problema.

Otra obra de arte magnífica.

Cuando verificamos que el 2007 había finalizado, descorchamos las botellas, lanzamos docenas de voladores e iniciamos igual, con mucha pena, la quema del cerdo que Fabricio y sus asistentes habían confeccionado, para dar inicio así, al 2008.

En los años siguientes no tuvimos la suerte de que Fabricio con su mente creadora, ni su linda familia nos acompañaran en las festividades de fin de año. Fernando y Karina se separaron y sus hijos han ido a otros lados en esas fechas. Sin embargo la semilla del artista cayó en terreno fértil. 

 2008 – Año de la Rata

El 2008 según el “horóscopo Chino”, correspondía a año de “la rata”. Mi hija Manon y los chicos Roman se encargaron de hacer al fin de ese año, una expresiva representación de aquel roedor. En su confección y posterior quema se sumaron Handel y Lizie Guayasamín y su hija Valentina.

En esa oportunidad los artistas volvieron a utilizar sólo materiales vegetales: restos de hojas de “palma botella” para el cuerpo y las orejas, dos enormes toronjas como ojos, una rama de cocotero para la cola y unos vejucos de color obscuro para confeccionar los bigotes de la rata.

La cena fue en casa de los Roman; con varios amigos suyos que también participaron en la quema del bicho. Compartimos platos muy ricos que cada quien aportó y por supuestos lanzamos voladores y petardos y descorchamos numerosas botellas, cuyo contenido nos encargamos de dar fin en medio de la algarabía propia de esas fiestas.  


 2009 – Año del Búfalo

En el 2009, año del “Búbalo”, los artistas fueron los mismos.

Hicieron sus patas con trozos de guadua, el cuerpo con tiras de madera y alambre; los cascos con pedúnculos de palmera, los cuernos con vainas de acacia, los ojos con mitades de limón y los dos hoyos de la nariz con almendras de trópico. Creo que olvidaron las orejas, pero el resultado también fue muy bueno.

Quemamos el búfalo en medio de una algarabía general, tomamos líquidos de todos los colores y bailamos hasta altas horas de la madrugada.




2010 – Año del Tigre

En el 2010, año del “Tigre”, Manon, su amiga Michelle Romero  que vino a la playa con nosotros, Nicolas Roman y Jéssica Fourney, hicieron una muy linda representación de ese felino.





Los materiales más o menos semejantes: corteza de una hoja de “palma botella” para el cuerpo, las orejas y la cara; las rayas del felino y ciertos detalles de la cara fueron trazados con carbón, dos almendras secas sirvieron para confeccionar los ojos y dos raíces secas dieron forma a los bigotes. 


El resultado, un magnífico tigre en posición de acecho sobre un lecho de hojas secas de cocotero.

También un obra maravillosa.




2011 – Año del Conejo

En el 2011 quemamos el conejo. Manon está viviendo en Francia, así que esta ocasión no fue de la partida, Handel fue el creador del animalito. Nicolas, mi hermano Jaime, las hijas de Rocío, hermana de Handel y yo, los asistentes y colaboradores. 

Armamos una estructura de alambre, la forramos con cartulina y sobre ella pegamos hojas secas de almendro para simular el pelaje del bicho. Los jóvenes hicieron unas lindas orejas con los mismos materiales, alambre, cartulina y hojas secas.

Un pedazo de palma permitió hacer la cara, Jaime le pintó unos expresivos ojos y unas cejas preocupadas, una de las chicas hizo dos grandes y blancos incisivos con cartulina blanca y con una flor de cucarda representaron la nariz del animalito. 

Creo que no desmereció de las creaciones anteriores.



Cenamos en nuestra casa. Hicimos una larga mesa en la que estaban mi hermano Jaime y Janette, Gigi y Philippe Fourney y su hija Jessica, Manuel y Sylvie Roman, sus hijos Nicolas y Pauline y Sebastian su enamorado. También nos acompañaron nuestras amigas Claire Duquens y  Laurence Fourney hermana de Philippe.

Cada quién trajo algo para comer y beber, todo muy rico… pasamos muy bien y reímos a la medida.

Para la quema del conejo nos reunimos con los vecinos Guayasamín que también tenían una mesa numerosa: Handel y Lisie, sus hijos Sebastián, Valentina y Juan, éste último con su esposa. También estaban con ellos, Rocío, hermana de Handel y sus tres hijos: Tiana, Maí y Julián; además de un amigo alemán, su esposa y sus tres hijos.

Compartimos botellas, voladores y abrazos… quemamos el conejo y bailamos hasta las dos de la madrugada para recibir el 2012…
  

2012 – Año del Dragón

En el 2012, año del “dragón”, la mano de obra para confeccionar el “año viejo” había disminuido considerablemente.

Con mi esposa Marie Thérèse fuimos a pasar el fin de año en Tonsupa; vinieron con nosotros nuestros amigos Phiippe y Gigi Fourney, sus hijas Jessica y Vanessa y el enamorado de esta última, David Barzallo; nos encontrábamos en la playa con Manuel y Sylvie Román, sus hijos Nicolás y Pauline y nuestra amiga Claire Duquens.

Nicolás vino a vernos, con gran entusiasmo, con un dibujo de lo que podría ser el “año viejo” del “dragón”.

Esbozamos algunas ideas de los materiales que podríamos utilizar para confeccionar ese animal mitológico y comenzamos acopiar todo en el patio. 

Como no teníamos suficientes ramas de palmera, salimos con Philippe en su camioneta y Vane y David fueron recolectando hojas secas de las palmeras de los alrededores.

Faltando pocas horas para que terminar el 2012, Jesy, Vane, David, Nico, Pauline y yo, nos pusimos en acción para elaborar el “año viejo”.
 
Los materiales fueron un viejo tronco seco, dos o tres pedazos de guadua, cortezas de “palma botella” (para el cuerpo, las orejas y la cara) y hojas de palma para la cola y las patas.  Las fauces las confeccionamos con una vieja canasta de pan y las garras, con las vainas gigantes de un flamboyán. Dos almendras sirvieron para confeccionar los ojos y un manojo de flores rojas para simular el fuego que salía de la boca. Un lindo dragón.

Cenamos en el chozón de la casa vecina. Hicimos una larga mesa en la que estaban los Fourney, los Roman, Claire y los Vásconez.

Cada quién trajo algo para comer y beber, todo muy rico…

Para recibir el 2013 bajamos a la playa, prendimos varias cajas de fuegos artificiales que habían traído los Roman, destapamos varias botellas y nos dimos un cariñoso abrazo por el nuevo año…

Para la quema del dragón nos reunimos en nuestra casa y disfrutamos de calidez y amistad hasta las dos de la madrugada 

En fin… gratos recuerdos

4 comentarios:

  1. FELICIDADES MARITUS. EL AÑO VIEJO ES TAL VEZ EL ÚNICO PATRIMONIO INMATERIAL COMPARTIDO POR TODO EL ECUADOR. BIEN POR MANTENERLO!

    ResponderEliminar
  2. Que lindo relato y que buena idea de mantener esa tradición je je
    Felicidades Marito que todo te vaya maravillosamente en este ano para ti y la familia y hay que comenzar a visualizar al DRAGON, para este fin de ano
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Sabes, la verdad, te escribo porque estoy buscando a un Fabricio Lalama que conocí años atras.... Me gustaria saber si es él.
    Mi nombre es KArin

    ResponderEliminar
  4. Sabes, la verdad, te escribo porque estoy buscando a un Fabricio Lalama que conocí años atras.... Me gustaria saber si es él.
    Mi nombre es KArin

    ResponderEliminar