martes, 9 de septiembre de 2014

Ecuador 63 El desastre de la Josefina de 1993

Reconstrucción de viviendas y reasentamiento de la población afectada por el desfogue de las aguas del represamiento de La Josefina en la zona de Paute.

 

 El origen del problema

El río Paute se origina al norte de la provincia del Azuay, es parte del límite fronterizo entre las provincias del Azuay y Cañar y después desciende hacia la provincia de Morona Santiago como afluente del río Santiago, para desembocar luego en el Amazonas.

En el tramo del río conocido como la "Cola de San Pablo" se construyó hace muchos años, el Complejo Hidroeléctrico Paute que genera buena parte de la energía eléctrica del país.

El lunes 29 de marzo de 1993, a las nueve de la noche, en el Cerro llamado Tamuga situado en la  cuenca media del río Paute, se produjo un impresionante deslizamiento de aproximadamente 30 millones de metros cúbicos de tierra y rocas; el alud represó las aguas en el sector denominado “La Josefina” a 17 kilómetros de la ciudad de Cuenca. 


En cuestión de minutos todo lo que antes fue un angosto y fértil valle de gran belleza, en el sector conocido como “El Descanso”, entre  La Josefina y la ciudad de Cuenca, se convirtió en un gigantesco lago.

Aproximadamente  200 millones de m³ de agua se acumularon en el sector, en el lapso de un mes. Más de sesenta casas quedaron sumergidas bajo el agua. Además se cortaron las principales vías de comunicación, la carretera Panamericana y el ferrocarril. La magnitud de la tragedia fue tan grande que, un mes después, las autoridades no podían precisar el número de víctimas y la magnitud de los daños.

Como el nivel del represamiento seguía subiendo, una serie de instalaciones fabriles, numerosas quintas y la propia capital del Azuay estaban seriamente amenazadas. Las autoridades tomaron una resolución dramática: con la ayuda de explosivos y de misiles de poco impacto, el dique fue debilitado y la fuerza del agua hizo el resto.


El 30 de abril, un mes después de que el deslizamiento de tierra generara ese enrome represamiento, el agua comenzó a fluir por el cauce seco del rio.

Parecía que todo se había solucionado.

Cuanto la avalancha llegó al valle del Paute, las aguas turbulentas abandonaron el cauce e inundaron las fértiles y productivas vegas próximas al poblado. Pero lo peor estaba todavía por verse.

El torrentoso desfogue acarreaba rocas, troncos y todo tipo de escombros… todos esos materiales  de acumularon contra el puente metálico que cruzaba el río a la salida del poblado, represando nuevamente las aguas. 

Las aguas y el lodo, al toparse con aquel nuevo obstáculo, no se fueron acumulando lentamente, venían ya con la velocidad y fuerza destructiva de cientos de caballos desbocados, chocaron con ímpetu contra el nuevo dique, se salieron del cauce y entraron al poblado destrozando todo a su paso. Entraron y salieron del pueblo a manera de un gigantesco remolino, como una mano colosal girando sobre una torta de lodo. 

El torrente arrasó con todo, en las manzanas más cercanas al rio, tumbó muros, rompió puertas y ventanas y penetró en las casas colmándolas con un espeso lodo que acabó con muebles y electrodomésticos y llegó a las manzanas más distantes inundando calles, patios y huertas con más de un metro de agua lodosa, de olor nauseabundo.

El problema luego del desfogue

En la zona de Paute, el desfogue de las aguas del represamiento de La Josefina afectó una embotelladora de licores y dos plantaciones de flores para la exportación, destruyó 2000 hectáreas dedicadas a actividades agropecuarias y dejó inservibles 112 unidades agrícolas campesinas. También se afectaron 36 fincas vacacionales y residencias de fin de semana. 


Las fuentes de trabajo asalariado y las actividades productivas rurales sufrieron un serio impacto que se prolongó por meses. Las vías de comunicación, las redes eléctricas y un canal de riego también se destruyeron, ello agravó la reconstrucción y la reactivación económica de la zona.

En los asentamiento humanos la situación fue también muy grave: Lumapamba desapareció totalmente y se destruyeron -o sufrieron serios daños- numerosas edificaciones en Paute,  Zhumir, El Cabo, La Estancia, Chicti, Tutucán, Uzhupud, Amaluza y Guachapala. En todos estos poblados las actividades comerciales y los servicios se vieron afectados no sólo por los daños, sino también por el desabastecimiento y la crisis económica posterior al desastre. 



Los actores de la reconstrucción y la reactivación

El equipo pastoral de Paute que dirigía el padre Hernán Rodas y la ONG CECCA (Centro de Educación y Capacitación Campesina del Azuay) que dirigía el arquitecto Iván González, se convirtieron en las cabezas del proyecto de reconstrucción y reactivación de la zona.



Hernán Rodas es ese tipo de personas que resultan inolvidables cuando se las conoce; tiene la cabeza en constante ebullición; permanentemente está inventando proyectos y acciones de beneficio comunitario; trabaja infatigablemen­te en sus labores pastorales; adora el vino, toca guitarra y charango y el número de pasillos, boleros, rancheras, vallenatos, cuentos, anécdotas e historias que conoce sólo es comparable al número de libros que acumula su nutrida biblioteca. 


Es un artista notable; en numerosas iglesias, en los talleres comunales, en la hospedería pastoral, en la sede de CEDECO y en su propia casa en Paute, pueden observarse cuadros, vitrales y detalles de buen gusto que surgen de sus manos como guiadas por la mano de Dios.


Hernán y CECCA, presentaron una propuesta a CEBEMO, organización de cooperación al desarrollo, con sede en los Países Bajos, para buscar apoyo financiero para poder emprender las tareas de reconstrucción. La propuesta fue aprobada y con esos recursos, Hernán e Iván tomaron una serie de decisiones para enfrentar el reto de la reconstrucción con celeridad y eficiencia.


El programa de reconstrucción de Paute fue un éxito. En seis meses intervinieron en toda la zona, atendieron la reconstrucción y reparación de viviendas; apoyaron de manera diferenciada a quienes habían perdido todo y a quienes sufrieron daños parciales pues lo que buscaban era reactivar la economía y normalizar las actividades cotidianas; formaron un banco de materiales y otro de mano de obra y propiciaron la formación de talleres y microempresas de producción de insumos para la construcción.

Respetaron la voluntad de cada familia de regresar al lugar donde estuvo su casa antes del desastre; permitieron que cada una decidiera sus requerimientos de áreas y ambientes; y, no cometieron el error de diseñar prototipos de vivienda para no generar desarraigos o contradicciones culturales o sociales.

Meses después, cuando su labor tenía ya positivos efectos, visibles en la zona, CEBEMO decidió emprender una evaluación del proyecto; pidió al Comité Ecuménico de Proyectos (CEP) que buscará un consultor para evaluar los resultados y… yo fui invitado para realizar ese trabajo.   

Viajé a Cuenca y luego a Paute y pude conocer los detalles de la tragedia y los logros del proceso de reconstrucción emprendidos por estos amigos en esa zona gravemente devastada y afectada. 

De las notas del informe que presenté como fruto de esa visita, he extraído algunos materiales para hilvanar estos recuerdos y evitar que queden en el olvido luego del gigantesco esfuerzo de estos colegas y de los magníficos resultados a los que llegaron en aquel momento.

Reconstrucción y reparación de viviendas

Las estructuras afectadas eran de diverso tipo, casas de habitación, unidades productivas agrícolas, instalaciones industriales, comercios, servicios, etc.  Las pérdidas en la embotelladora de licores, las plantaciones de flores y en otras unidades  agropecuarias, fincas vacacionales y residencias de fin de semana  fueron cuantiosas y dramáticas.  Sin embargo, sus propietarios podían acceder a variadas fuentes de financia­miento para su reconstrucción. 

CECCA decidió que el proyecto atendería básicamente la reconstrucción y reparación de viviendas de los habitantes más pobres de la zona. La decisión fue adecuada pues en la mayoría de los casos eran personas de escasos recursos sin acceso al crédito bancario o a otras formas de financiamiento. 

CECCA promocionó la idea de que el objetivo de la acción no era "hacer casas" sino ayudar a las personas a que superen el impacto negativo del desastre; que encuentren un soporte para que dejen de considerarse "damnificados a perpetuidad".

Pérdidas totales y pérdidas parciales

La magnitud de los daños era diferente en las distintas unidades domésticas y entre los diferentes tipos de afectados. CECCA decidió apoyar de manera diferenciada a quienes habían perdido todo y a quienes sufrieron daños parciales o menores en sus viviendas. 150  vivien­das se destruyeron totalmente y 198 se afectaron de forma parcial. El proyecto atendió a todas esas familias en la construcción o en la rehabilitación de las edificaciones; sin embargo, aquellos que perdieron todo, requerían  más ayuda.

La ubicación de las viviendas afectadas era muy variada: muchas habían estado situadas en las áreas urbanas y otras eran viviendas campesinas, dispersas en la zona afectada. CECCA decidió intervenir en la totalidad de la zona, sin generar diferencias por la implantación de las casas en la etapa anterior al desastre. 


¿Ayuda, apoyo o préstamo?

La situación económica de la mayoría de las familias afectadas era muy conflictiva pues sus viviendas habían desaparecido o estaban seriamente dañadas; también se habían afectado o perdido sus cultivos, empleos o fuentes de ingresos. 

CECCA decidió que las intervenciones se harían a título de ayuda o apoyo y no de préstamo pues la capacidad de pago de los beneficiarios era prácticamente nula al momento y se preveía que continuaría afectada por un buen tiempo adicional. Los más pobres no hubieran podido ser calificados como sujetos de crédito y la capacidad de pago de cualquier tipo de préstamo era casi nula en el resto de la población. Por ello esta fórmula resultó la más adecuada. 

Un banco de materiales y otro de mano de obra

El objetivo del proyecto era la reconstrucción de las viviendas pero la población sufría al mismo tiempo de otras necesidades y problemas igualmente prioritarios. Si las familias recibían una ayuda monetaria, ésta habría podido encauzarse hacia otros requerimientos y aún dilapidarse de muchas maneras. 


CECCA decidió apoyar a la reconstrucción sin entregar dinero, sino proporcionando materiales de construcción y pagando la mano de obra requerida. Formó para ello un banco de materiales y otro de mano de obra (albañiles, carpinteros, plomeros, cerrajeros, etc.) para abastecer a las familias que emprendían la reconstrucción de sus casas. 

Este propósito, sin embargo, fue superado por el curso de los acontecimientos; en la práctica, la reconstrucción comenzó a ejercer una demanda de mano de obra mucho mayor que la oferta y todos quienes habían aceptado integrarse al banco de "mano de obra", pronto comenzaron a   cotizar cada vez más alto su salario y optaron por trabajar para quienes podían pagarles más. Esta situación fue de difícil control y por ello el rubro de mano de obra se elevó considerablemente en todas las acciones del proyecto.

Talleres y mi­croempresas de producción de insumos para la construcción.

El Proyecto propició por otro lado, la formación de talleres y microempresas de producción de insumos para la construcción. Se formaron microempresas de producción de blo­ques de concreto, puertas de madera y ventanas de hierro.

La decisión de hacer bloques fue lógica porque se disponía de abundante grava y arena arrastradas por la correntada. De otra parte, debido al mal estado de los caminos era más fácil transportar cemento y ardex desde Cuenca que ladrillos o tejas desde algún otro sitio. La decisión de hacer sólo las puertas de madera y confeccionar las ventanas de hierro fue adecuada; no se generó una demanda excesiva de madera -lo que habría encarecido ese material- y se brindó oportunidades de trabajo a otros artesanos (cerrajeros).

Los materiales de construcción

Como se ha dicho, cada familia recibía  ayuda, no en dinero sino en materiales de construcción. Las familias retiraban los materiales producidos localmente, directamente de las microempresas; mediante un recibo de entrega-recepción. 

El microempresario cobraba luego del proyecto según en número de unidades entregadas. 

En muchos casos también se destinó un monto para el transporte de materiales hasta la construcción familiar.  El material pétreo y  los áridos requeridos para las edificaciones fueron extraídos del río y entregados a cada familia según un volumen previamente especificado. Para el efecto, el municipio proporcionó maquinaria y equipos (tractores, cargadoras, volquetes).

El problema del tiempo: planificar o reconstruir.

La totalidad de familias afectadas estaban viviendo en carpas en varios campamentos por lo cual la intervención tenía que ser efectiva y rápida para que la normalización de la vida doméstica y la reactivación de las actividades económicas y cotidianas pudiesen producirse en el menor plazo.

CECCA decidió superar de forma ágil todas aquellas etapas de planificación y programación arquitectónica que habrían requerido un tiempo considerable y habrían prolongado la permanencia de las familias en los campamentos.  Cada casa fue "diseñada" prácticamente en el terreno, sobre la base de los requerimientos de cada propietario. Los planos fueron más bien esquemas y se brindó asesoría técnica a manera de recomendaciones. El peso de la planificación y construcción recayó sobre los propios beneficiarios y de los maestros de obra.

La programación y planificación arquitectónicas suelen entenderse como pasos para buscar mejores soluciones técnicas y funcionales a los requerimientos de espacios de la gente y se concibe al arquitecto como el sujeto capacitado para buscar esas soluciones y realizar aportes estéticos y formales. 

Sin embargo, el 80% de las edificaciones del planeta no fueron hechas por arquitectos. Confiar en que la gente pueda hacer sus viviendas no fue una medida equivocada. El mundo está lleno de arquitectos descalzos. Es importante aprender a confiar en ellos.


No a los prototipos de vivienda

Las edificaciones que debían reconstruirse o repararse eran de muy diverso tipo, no sólo por su ubicación en zona urbana o rural, sino también por el tipo de terreno donde debían implantarse. 

CECCA decidió no elaborar planos arquitectónicos pues prácticamente cada caso habría requerido una solución diferente. Por ello tampoco cometió el error de establecer uno o varios prototipos de vivienda; permitió que cada familia decidiera sus requerimientos de áreas y ambientes. Sin embargo dejó abierta la posibilidad de brindar asistencia técnica para la planificación y/o la construcción cuando ese apoyo fuese requerido y demandado por las familias beneficiarias del proyecto.

Cada familia decidió sus requerimientos de áreas y ambientes

Cada damnificado diseñó su vivienda. Esta resolución aumentó el entusiasmo de la población para intervenir y participar en la reconstrucción. Uno de los graves conflictos que originan en los usuarios los llamados "programas habitacionales" es la difícil aceptación de un modelo único de pequeñas viviendas, repetido en largas hileras y en interminables y monótonas manzanas. Esta decisión pudo ser cuestionable, pues muchas casa quedaron inconclusas; pero ello no fue motivo de alarma; innumerables familias de los sectores populares siguen construyendo su casa mientras la habitan. Ello es parte de una estrategia de supervivencia. No pagan arriendo y pueden acumular materiales y recursos hasta que les sea factible avanzar de a poco. En algún momento acabarán su vivienda.

No elaborar ni aprobar planos arquitectónicos

La decisión de dejar en libertad a cada familia para construir su casa -a su manera y a su gusto- como una forma de agilizar el proceso de reconstrucción, pero también de respetar sus opciones y requerimientos, originó ciertas fricciones con personeros del municipio, empeñados en hacer respetar ciertas regulaciones municipales como la aprobación de planos.

La decisión de eliminar los planos como un requisito formal, (bien dibujados y presentados, revisados y aprobados) fue una medida adecuada. Si se piensa que se requerían 150 planos de casas nuevas y 198 levantamientos de edificaciones semi-destruidas (e igual número de planos para su reconstrucción) pensar en planos aprobados, mientras la gente vivía en campamentos y viviendas improvisadas, era realmente absurdo. La reconstrucción no podía esperar. En casos de desastre, planificar sólo lo indispensable y actuar de inmediato, parece la medida adecuada.


Asistencia técnica

Se formaron comisiones de construcción y control en las propias comunidades. Contaron siempre con asistencia técnica  (equipos de maestros mayores y técnicos de CECCA). Con buen criterio, no se optó por formas, tecnologías o sistemas constructivos "innovadores", sofisticados o desconocidos en el medio, que hubieran podido generar rechazo en la población o problemas con la calificación de la mano de obra. Los moradores de la zona y los obreros de la construcción están familiarizados con tecnologías como el hormigón, la mampostería de piedra, ladrillo,  bloque, etc. por ello las viviendas se construyeron sin problemas y en poco tiempo. 

Re­cons­truir: ¿dónde? 

Las diversas familias solicitaron reconstruir sus viviendas en sus respectivos barrios y terrenos, por razones afectivas, culturales y/o económicas. Cada familia regresaría a su lugar de origen, salvo aquellas cuyo terreno se hubiese afectado seriamente o presentase graves riesgos o inconvenientes. No se emprendieron programas habitacionales que hubiesen podido generar desarraigos o contradicciones culturales o sociales. Muchas viviendas se construyeron o reconstruyeron en los propios sitios donde estaban ubicadas originalmente. Si a más del conflicto del desastre se propiciaban desarraigos, el impacto podía multiplicarse y el programa llegar al fracaso.

CECCA contribuyó en la búsqueda y adquisición de terrenos para algunas familias que debieron reubicarse ante un peligro evidente o debido a la destrucción del terreno. En esos casos se les brindó la oportunidad de seleccionar el sitio donde querían trasladarse. 

Reconstruir: ¿qué materiales y tecnologías?

Se propició la re­construcción de las viviendas con los materiales y tecnologías preferidas por la población. Las viviendas se construyeron con cimientos de piedra; plintos, columnas y vigas de hormigón armado; muros de bloque prensado de cemento; cubiertas de ardex, pisos de duela de eucalipto, puertas de madera, ventanas de hierro, cielo rasos de estuco o madera contrachapada; enlucidos de cemento / cemen­tína y  pintura de látex. 

Un intento de propiciar la re­construcción de las viviendas con materiales o tecnologías alternativas o el uso de sistemas constructivos tradicionales (el tapial, por ejemplo); debe entenderse como un proceso casi siempre largo y resultaba inconveniente en ese momento.

Reconstruir: ¿cómo?

El proyecto se propuso desde el principio respetar el derecho de la gente de decidir sobre su forma de vivir. La reconstrucción luego de un desastre es el momento menos adecuado para experimentar formas de agrupamientos urbanísticos o usos del suelo distintos a los que la gente conoce e identifica como suyos. Si las familias son de origen rural (acostumbrados al chanchito, los cuyes, las plantitas medicinales y tantas otras cosas) resulta un grueso error encasillarlas en  modelos que pueden ser adecuados para ámbitos urbanos. Y si las familias están acostumbradas a un espacio individual por más humilde que fuere; también es equivocado el creer que podrá adaptarse a fórmulas en condominio, de casas en hilera. La gente está contenta con la casa "que quiso" en el Paute post-desastre.

Casas comunales, centros infantiles,  juveniles y de ancianos

En ciertos casos CECCA emprendió otras acciones que complementaban las anteriores, en acciones de beneficio colectivo (construcción de casas comunales, un centro de capacitación o ayuda a la reconstrucción del centro infantil, centro de ancianos y centro juvenil de la comunidad salesiana que también fueron afectados por el evento).

Re-construir un conglomerado social

En el Paute, el Equipo Pastoral y CECCA propiciaron la re-construcción de un conglomerado social más que la simple edificación de obras materiales. En cada barrio se crearon comités y comisiones de construcción, distribución de materiales,  fiscalización y control. La organización comenzó en los propios campamentos donde las familias tuvieron que refugiarse ante la perspectiva del evento y luego -cuando éste sobrevino-. 
 
Del conjunto de comités salió "Paute Construye", entidad que jugó un rol central en el proceso, antes, durante y luego, de la reconstrucción. Un conjunto de palabras que fueron seleccionadas como su carta de presentación, evidencian de manera objetiva sus propósitos y sus logros: comunidad, cooperación, coordinación, colectividad, cordialidad, creatividad, comunicación, cambio. 


"Paute Construye" se conformó sobre la base de los Comités, CECCA, la curia y el municipio.  Posteriormente actuó como un verdadero cabildo abierto donde se discutía los problemas, se analizaban soluciones y se tomaban decisiones inherentes a la gestión de la zona. 


Se cumplió el propósito de esa forma de entender la "re-construcción" que buscó apoyar con financiamiento no sólo lo que tiene que ver con las edificaciones, sino también propiciar mecanismos productivos y de desarrollo y fundamentalmente, formas alternativas de participación y democracia.


Vale la pena visitar Paute, conocer estas interesantes acciones de re-construcción y conversar con los habitantes de la zona que lograron re-construir sus vidas. Pero también vale la pena tomarse un trago con el padre Rodas y deleitarse con sus canciones, sus historias y sus obras de arte.

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