domingo, 22 de enero de 2012

Ecuador 38: Casa Vásconez: “Antes los osos vivían en cuevas, los tiempos cambian”


En Febrero de 1990, la Revista Trama había logrado sacar a circulación el número 50, como ya he comentado, un esfuerzo profesional y editorial, enorme.

A fines de marzo, mi amigo el arquitecto mexicano Carlos González Lobo, quien fue mi director de tesis en la maestría que cursé en la UNAM, me entregó un muy interesante artículo suyo, titulado: “Por una arquitectura apropiada y apropiable: Sistema de autoconstrucción de cubiertas”. Ese trabajo, bastante extenso y muy serio (como todo lo que emprende González Lobo), venía acompañado de unos maravillosos dibujos hechos “a mano alzada” con rapidógrafo de punta fina por el autor.  Carlos, a más de ser un arquitecto formidable y un erudito en temas numerosos y variados es, además, un excelso dibujante.

Pensé que sería importante que aquel texto pudiese llegar a un amplio público de profesionales  y estudiantes de arquitectura, así que fui a visitar a mi amigo Rolando Moya, Director de Trama, para entregarle una copia del artículo para que pudiera difundirla en la revista.

Me comentó que la salida del número siguiente estaba prevista para abril o mayo de ese año y aceptó de buen agrado publicar el ensayo de mi amigo mexicano.

En la conversación nos pusimos a hablar de la casa rústica que había diseñado y construido para mi familia, casi sin recursos, entre mediados de 1986 y principios de 1988 y de una serie de retos en los que incursioné para abaratar costos y lograr -también de mi lado” una arquitectura “apropiada y apropiable”; sobre todo a través del uso de materiales reciclados y de recuperación.

Rolando me propuso que escribiera un artículo sobre la “casa Vásconez” para el nuevo número de Trama. 


Como había tiempo suficiente, no evadí el reto y acepté con agrado su amable invitación para escribir sobre esa obra.

El número 51 de Trama, salió de imprenta en mayo de ese año e incluyó el artículo de mi amigo Carlos González Lobo y el texto de la casa Vásconez que titulé “Antes los osos vivían en cuevas, los tiempos cambian”.

El texto de Trama, que ahora lo reproduzco para compartirlo por esta medio, decía lo siguiente:






“Residencia Vásconez: Antes los osos vivían en cuevas, los tiempos cambian”.

1, ¿Osos?, ¿qué osos?

Estos osos no viven en el país de los osos, en medio de un bosquecillo ni mucho menos. Viven en una casa de ladrillo, teja y eucalipto, en medio de un bosque si, pero en plena ciudad.

¿Qué osos? pues, un papá oso, una mamá osa y dos hijas ositas. A su casa llegan también otros úrsidos: la señora osa que ayuda en las tareas del hogar -aunque no vive allí-, los osos visitantes -que nuestros amigos reciben de vez en cuando- y numero­sas ositas -amigas de las pequeñas- que duermen en la casa con frecuencia.

Esos son los osos de los que esta­mos hablando, los usuarios permanentes y eventuales de una casa a la que nos referire­mos más adelante.

2. Bueno, y... ¿qué hacen estos osos?

Papá oso trabaja como inves­tigador, mamá osa es docu­mentalista y las ositas asisten a la escuela (les gusta mucho la gramática y los números, la geografía, la música y las cien­cias naturales). A mamá osa y a las pequeñas les encanta la música; en ocasiones, mien­tras papá oso escribe sus in­formes o corrige algún trabajo, ellas cantan y tocan guitarra y piano. Antes de ir a dormir, cuando las ositas han comido y han hecho sus deberes, la familia oso ve televisión o lee un poco; a las ositas les en­cantan las historias, sobre to­do las que hablan de osos y de casas.

3. Requerimientos y de­mandas de los osos en relación a su casa.

Cuando papá y mamá oso de­cidieron hacer su casa pensa­ron en sus costumbres y hábitos de vida; creyeron con­veniente hacer un dormitorio matrimonial, un dormitorio para cada osita y un dormitorio de huéspedes para los osos foráneos que de vez en cuan­do duermen en la casa.



A más de la sala y el comedor vieron que convenía incorporar un co­medor informal a la cocina, pues para estos osos, ese es el centro operativo de la vida doméstica. Pensaron en una habitación que pudieran concentrar la música y los libros y un espacio que sirviera para depósito de abrigos y trastero.

Requerían de un retrete próximo a las áreas diurnas y dos cuartos de baño en la zona de las alcobas: uno para los osos adultos y otro para las ositas y los eventuales hués­pedes (este último, con posibili­dad de uso compartido en razón de la congestión que podría producirse por la simul­taneidad de horarios).

Vieron además que requerían una zo­na de lavado, secado y plan­chado y una bodega.

¡Ah!, y un espacio para otros habi­tantes de la casa, una perra grande y juguetona de color pardo rojizo de nombre Ashca y una salchicha pequeñita y bondadosa que afirma llamarse Ponqui.

4. ¡Osos exigentes!, ¿qué más pedían?

Los osos pensaron en mate­riales y acabados, formas y volúmenes, colores y texturas que recrearan una arquitectura rústica y acogedora; sin inten­tar que sea falsamente vernácula sino, más bien, concientemente ecléctica; que rescatara ciertas añoranzas de papá y mamá oso y que no entrase en contradicción ni con la arquitectura local ni con el contexto inmediato (natural y edificado).

¡Ah, estos osos!, ¿porqué no buscaron una cue­va como todo oso que se res­peta?

5. ¿Dónde iban a construir tal casa, los osos?

El terreno donde iban a cons­truir papá y mamá oso fue ad­quirido conjuntamente por ocho familias del género ursus, bajo la modalidad de condomi­nio, en la reserva natural de San Isidro de El Inca.

Los osos planificaron áreas indivi­duales para la implantación de las viviendas y generosas áreas colectivas para garajes, jardines y zonas deportivas.

6. Vivir entre osos

Los osos condóminos acorda­ron utilizar en sus viviendas el mismo tipo de materiales y col­ores para garantizar una visión armónica y unitaria del conjun­to; aunque los diseños fuesen diferentes, todas las edifica­ciones serían de dos pisos, de ladrillo blanqueado, de estruc­tura de madera y cubierta de teja vidriada.

Cuando papá y mamá oso iban a construir su casa se toparon con otras res­tricciones del terreno y del en­torno; de acuerdo a lo acorda­do podían edificar en un área plana de 170 m2 (10 x 17 m) pero debían respetar un adosamiento al norte y un retiro posterior de tres metros al este; sin em­bargo, podían contar con ilu­minación potencial y vista a las amplias zonas verdes del conj­unto, tanto al sur cuanto al este.

7. Y... por lo menos, ¿tenían plata?

Los recursos económicos de la familia oso no eran ilimitados cuando decidieron construir su vivienda; debieron por tanto, restringir áreas, materiales y acabados a sus disponibili­dades financieras: una pequeña suma inicial, un reducido crédito bancario y un mo­derado flujo de ingresos de su trabajo durante la realización de la obra.

8. Bien,   y... ¿qué   hicieron los osos?

Pues, hicieron lo que casi todo el mundo "cuando construye" su vivienda, "ir haciéndola de a poco"... salvo talvez por algu­nas novedades que se las con­tamos aquí, entre osos:

- Novedades funcionales: Los osos hicieron una casa de dos plantas con la entrada al costa­do del terreno a fin de ahorrar áreas de circulación y vincular mejor los espacios. Dejaron un portal y un asiento junto al acceso para aprovechar la re­lación con las áreas verdes co­munales; preservaron -en la parte posterior de la casa- un patio y un pequeño jardín priva­do para uso familiar al aire libre. 


En la planta alta, a más de los espacios que habían previsto, decidieron hacer sendos soberados o altillos sobre los roperos de las ositas; de esa forma las camas se podían ubicar en la parte al­ta liberándose íntegramente el área de cada habitación para otras actividades.

- Novedades técnico-construc­tivas: Para construir su casa los osos compraron materiales y componentes de viejas edificaciones que estaban siendo demolidas en otras zonas de la ciudad. De esa forma obtuvie­ron enormes ladrillos mambrones para las paredes, adoquines de pie­dra para el patio, vigas rústicas de eucalipto para el entrepiso, aldabas  y picaportes, una es­paciosa bañera de hierro cola­do con patas en forma de ga­rra, ventanas y puertas-ventana de doble hoja, que incluían vidrios... y quién sabe, cuántas otras novedades. 


La estructu­ra portante y la cubierta se rea­lizaron totalmente en eucalipto, las paredes en ladrillo y los pi­sos de tejuelo cuadrado rústico. Para el entrepiso se fundió una loseta sobre vigas de madera y se recubrió de alfombra. En los baños la familia oso utilizó pie­zas sanitarias de color blanco y duelas verticales de eucalip­to que se combinaron, en el uno, con tejuelo vidriado de co­lor verde botella y, en el otro, con azulejo mate de tono azul-petróleo.

Novedades volumétrico-formales: Al diseñar la casa, papá oso optó por un techo que co­menzara a nivel del entrepiso, en él las habitaciones de planta alta se expresan más bien co­mo buhardillas. Consideró que ese partido volumétrico redu­ciría el peso visual de la edific­ación que, caso contrario pa­recería excesivo con sus dos plantas, sus diez metros de frente por catorce de fondo y, adicionalmente con una vivien­da de volumen semejante ado­sada a un costado. Por otra parte, reducir las alturas de una edificación mixta (madera-ladrillo) siempre resulta conveniente en términos de seguri­dad sísmica; en este caso la planta alta, prácticamente, se desarrolla dentro de la cubier­ta.

9. ¿Qué más decir sobre esta historia de osos y de casas?

Pues, no sabemos si se pueda decir mucho más. Ahí tienen unos esquemas de los planos y varias fotos del proceso constructivo de la casa.

Cuando quieran pasen a visitar a los osos, siempre hay una ta­za de café para los amigos, sin importar que sean grises, pandas, koalas, blancos, par­dos o de anteojos.

En agosto de 2007, me llamó  Darwin Borja, un joven periodista que trabajaba para la revista Vistazo. 


Me comentó que estaban preparando un nuevo número de “Construye”, una publicación de “diseño, construcción y proyectos inmobiliarios” y habían programada un reportaje sobre “casas de arquitectos”, así que me visitó y luego de una amena conversación, publicó algo más sobre la casa.

En esta oportunidad no hablamos de osos sino más bien de los aportes a la decoración derivados de una serie de herencias de muebles y enseres y de las cualidades innatas de mi esposa en esta nueva rama de la profesión que ahora se ha dado en llamar “arquitectura de interiores”.

Incluyo varias fotos que dan cuenta de esa afirmación  y de los cambios que hicimos en la estructura original de la “casa de los osos” pues terminamos cubriendo el patio y jardín posteriores, en donde ahora tenemos la sala de la casa y claro, cambiamos de lugar el comedor.

En la actualidad las ositas se mudaron y los osos viejos nos mantenemos en la casa… Ahora menos bulliciosa y hasta muy grande para nosotros, pero repleta de bellos recuerdos y añoranzas.

2 comentarios:

  1. lindo relato mario, lleno de ternura.

    me gusta pasar de vez en cuando por tu blog, las historias siempre son entretenidas.

    saludos,

    d.

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  2. Que chévere texto querido Marito. Nos has trasladado a tiempos que recordamos con añoranza y alegria, y a innumerables momentos llenos de calidez y cariño en vuestra casa.

    Un fuerte abrazo

    Los osos Suárez Pástor

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