El 17 de junio de 1996 recibí un fax de la Secretaría Nacional del Colegio de Arquitectos del Ecuador. Me retrasmitían por ese medio, una comunicación, recibida por el CAE ese mismo día, emitida desde París, por la UIA , la Unión Internacional de Arquitectos.
La carta estaba firmada por el arquitecto Jaime Duró -presidente de la UIA- y venía dirigida a mi colega y amiga Silvia Flores, en esa época, mi alumna en la facultad de arquitectura de la Universidad Central.
La comunicación fechada el 13 de junio de ese año, señalaba en el encabezado a Silvia como destinaria… no había lugar a dudas; se leía claramente su nombre completo: Ms. Silvia Sayonara Flores Zambonino, con su dirección y casilla postal en la ciudad de Quito (Equateur).
Subrayado, inmediatamente debajo de la fecha, se podía leer en inglés:
“HABITAT II - INTERNATIONAL COMPETITION - CONVIVIAL SPACES - STUDENTS CATEGORY”
La carta decía lo siguiente:
“Estimada señorita Flores Zambonino:
Tengo el agrado de informarle que el trabajo enviado por usted, con Alexandra Marcela Iturralde Rosero y Jorge Eduardo Jarrín Coello, al Concurso Internacional “Espacios Cordiales” – Categoría Estudiantes, fue seleccionado para una mención por el jurado que se reunió en Estambul para analizar los proyectos enviados.
La conferencia de prensa organizada para dar a conocer todos los resultados del concurso se llevará a cabo próximamente. Por ahora, reciba mis sinceras felicitaciones al igual que las de los otros miembros del jurado”.
Llamé inmediatamente a Silvia para darle la buena noticia, la felicité efusivamente y le pedí comunicar la novedad a Jorge Jarrín y a Alexandra Iturralde los otros integrantes del equipo.
Meses atrás, en los primeros días de Febrero de ese año, Jorge y Silvia, quienes eran mis alumnos de Proyectos en la FAU , se acercaron a charlar conmigo en relación a la convocatoria a ese concurso y a su interés en participar… me pidieron que fuese su director y que buscara el auspicio de nuestra Facultad.
Me contaron que había previsto trabajar una propuesta en el Centro Histórico, específicamente en el pasaje “Galápagos”, esa pequeña calle que nace en la calle Guayaquil y se comunica con la calle Vargas a través de una escalinata y un gran arco neoclásico.
Me pareció un tema interesante, me comentaron que con Alexandra, ya habían avanzado en el relevamiento de información, disponían de fotografías y planos y estaban esbozando una propuesta.
Así que acepté gustoso fungir como director del trabajo y me comprometí a buscar apoyo de la facultad para que auspiciara nuestra participación.
Le comenté que la Unión Internacional de Arquitectos -UIA- con motivo de la Conferencia de las Naciones Unidas" Hábitat II ", que se llevaría a cabo en Estambul, del 3 al14 de junio de ese año, estaba organizando un concurso internacional para estudiantes de arquitectura sobre el tema "Espacios Cordiales".
Le informaba que los estudiantes Silvia Flores, Alexandra Iturralde y Jorge Jarrín, alumnos del Quinto año, y miembros del taller 2 que yo coordinaba, me habían comunicado su deseo de participar en concurso, solicitándome además que dirija las tareas que debía desarrollar, para presentar su trabajo en ese evento.
Como las reglas del concurso establecían que los estudiantes debían participar bajo la supervisión de una estructura académica universitaria, (escuela o facultad de arquitectura) solicité, a nombre de los estudiantes, la autorización y el auspicio de la FAU para que el grupo pueda participar oficialmente en el certamen, respaldando su propósito de lograr una mejor formación de los futuros profesionales.
Antonio me respondió de inmediato apoyando y felicitando la iniciativa y me entregó la carta oficial de auspicio para que Silvia, Jorge y Alexandra pudieran presentar su trabajo a aquella confrontación internacional.
En la primera reunión de trabajo que mantuve con el equipo, analizamos las bases del concurso, vimos los requisitos y criterios para la calificación del jurado y analizamos la información que el grupo disponía en ese instante.
Una de las cosas a tener en cuenta era que cada trabajo debía presentarse en una única lámina. En ella debía sintetizarse mediante elementos gráficos (esquemas, planos, dibujos, gráficos y/o fotos) acompañados de los textos indispensables: a) los elementos de contexto (histórico, social, cultural, ambiental); b) el diagnóstico del problema a intervenir, c) los criterios de intervención y d) la propuesta que se presentaba a confrontación.
En la siguiente reunión que mantuve con el grupo, les hice notar que en un concurso de este tipo en donde iban a presentarse centenas de competidores, la calidad compositiva y de diseño gráfico de esa única lámina era muy importante, pues debía ser sumamente atractiva para atraer la atención del jurado (colores, formas y textos) debían “convocar” pero una vez conseguido ese objetivo, su contenido debía ser lo suficientemente claro para garantizar la compresión y lectura de la propuesta. La captación de una única “idea fuerza”, el análisis de la dualidad “problema-solución” y la aceptación de su “pertinencia y factibilidad”, por los miembros del jurado, debía lograrse de inmediato. En definitiva la propuesta y su presentación debían generar un impacto positivo para que la lámina pudiese ser preseleccionada para una segunda ronda en la que los jurados seguramente iban a analizar más en detalle los trabajos “de los finalistas”…
En la tercera reunión de trabajo, convenimos en que ese no era un concurso de diseños, ni de diseño urbano ni de diseño de elementos urbanos. El concurso era una confrontación “de ideas pertinentes” para hacer de un espacio urbano existente un “espacio más cordial para la vida”.
Eso implicaba que al jurado posiblemente le iba a interesar que “un conjunto de problemas” sociales, culturales, económicos, ambientales, urbanos, arquitectónicos, de gestión, etc., “existentes en un espacio urbano”, podían ser atacados a través de una serie de acciones de políticas públicas, de participación, de inclusión social, de generación de ingresos, de responsabilidad social sobre lo público, de valoración y emulación para la responsabilidad de todos sobre lo colectivo y no sólo sobre lo individual, debían servir para elevar la autoestima y, sería también importante, la b{usqueda de innovación, de sostenibilidad y el mantenimiento adecuados, la interacción de los vecinos y las autoridades, etc. etc.…En definitiva, todo lo que pudiera interrelacionarse para hacer de ese espacio urbano existente un “espacio más cordial para la vida”.
No se trataba pues de diseñar nada… se trataba de hacer un afiche que sintetizara con buenos gráficos y muy poco texto, el contexto histórico, ambiental y urbano, el pasado y la realidad actual de ese “pedazo de ciudad”, la realidad de su población (conflictos, carencias, requerimientos, demandas, necesidades) y una “utopía realizable” de lo que se debería hacer para cambiar en positivo y de forma integral.
De otra parte vimos que la lámina debía ser presentada en inglés. Un jurado internacional debía poder “entender” la propuesta sin intermediarios. Eso hacía que no podía haber ni retórica ni lata en los textos. Estos debían ser concisos, cortos y precisos; “pensados en inglés”, usando palabras y conceptos de esa lengua y en la jerga de “funcionarios internacionales”… y no pensados en español y mal-traducidos luego al inglés.
Silvia, Jorge y Alexandra hicieron un trabajo pulcro, claro, bien presentado y atractivo…
No olvidemos que en esa época no existían las computadoras, todo fue dibujado y escrito, con tinta blanca sobre cartulinas de colores, las fotos se pegaban con "pega de diagramar" o "pega de zapatero" y cualquier error arruinaba la "presentación" del trabajo,
No olvidemos que en esa época no existían las computadoras, todo fue dibujado y escrito, con tinta blanca sobre cartulinas de colores, las fotos se pegaban con "pega de diagramar" o "pega de zapatero" y cualquier error arruinaba la "presentación" del trabajo,
En el fondo azul de forma muy tenue aparecía delineado -en blanco- el plano de la calle Galápagos, a su derecha resaltaba un collage de fotos en el que se veía el pasaje en perspectiva y junto a las diversas casas y patios, una serie de problemas y sus soluciones, descritos con frases cortas y algunos pequeños gráficos.
En el extremos superior a la izquierda sobre fondo salmón dos fotos y una breve síntesis de los elementos históricos. Abajo un collage de fotos y un bello dibujo con las fachadas de las casas…
Abajo, al centro, los principios en los que se basaba la propuesta.
En fin…
Cuando vi el resultado de los desvelos de esos tres jóvenes supe que estaba al frente de una “propuesta ganadora”…
Les felicité y les dí ánimos para dejarla como estaba… no cabía aumentar nada más… debían embalarla y enviarla a Estambul para competir con cientos de otros trabajos preparados por estudiantes de todo el mundo…
A cruzar los dedos y a esperar…
Una mención en un concurso internacional de esa envergadura y con cientos de competidores, era un éxito a todas luces.
El sábado 22 de junio el diario El Comercio publicó una reseña sobre este aconecimiento tan especial. con el título "Ecuador : premio en Háabitat II".
Los tres jóvenes viajaron a Barcelona para recibir su premio en el XIX Congreso Mundial de la de Arquitectos -UIA- que tuvo lugar en esa ciudad catalana a fines de 1996.
Posteriormente, en enero de 1997, recibieron un homenaje en el Colegio de Arquitectos. En esa época era su presidente mi amigo Pepe Ordoñez, quien les entregó un diploma por encargo de la UIA, organizadora del concurso.
El sábado 22 de junio el diario El Comercio publicó una reseña sobre este aconecimiento tan especial. con el título "Ecuador : premio en Háabitat II".
Los tres jóvenes viajaron a Barcelona para recibir su premio en el XIX Congreso Mundial de la de Arquitectos -UIA- que tuvo lugar en esa ciudad catalana a fines de 1996.
Posteriormente, en enero de 1997, recibieron un homenaje en el Colegio de Arquitectos. En esa época era su presidente mi amigo Pepe Ordoñez, quien les entregó un diploma por encargo de la UIA, organizadora del concurso.
Lindos recuerdos.
Al armar este relato he revivido esos emotivos momentos y vuelvo a expresar mi complacencia por el gran mérito que tuvo ese trabajo.
Un gran abrazo a Silvia, a Jorge y a Alexandra a los quince años de ese momento tan importante para su crecimiento como valiosos profesionales y como inmejorables seres humanos.
Gracia Mario por compartir tu tiempo hace 15 años y ahora... Gran recuerdo, muchas horas de trabajo y un gran reconocimiento al equipo MARIO - SILVIA - ALEXANDRA - JORGE
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