Como ya he relatado, en julio de 1983 fui invitado por el Programa de estudios de vivienda en América Latina – PEVAL a asistir como expositor al Primer Seminario Internacional que organizó ese Programa con un tema por demás sugestivo: “Alternativas para el papel del Estado en el problema de vivienda para familias de bajos ingresos en América Latina” entre el 26 de julio y el 6 de agosto en la sede del PEVAL en Medellín.
Yo
ofrecí llevar un caso de estudio sobre el Programa de vivienda popular de la
Cooperativa “Santa Faz” de la ciudad de Riobamba que, como conté hace unos
días, fue mi tesis de grado junto a Hernán Burbano, Carlos Jácome y César
Rosero en la facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Quito.
Desarrollamos
la tesis entre 1975 y 1977. Luego de graduarnos con Hernán y César construimos dos
prototipos de las viviendas diseñadas para esa organización popular.
Casi enseguida viajé a México con Hernán donde hicimos un postgrado en
la UNAM entre 1978 y 1980. En ese período la Facultad de Arquitectura encargó
la construcción de las 46 viviendas adicionales (para completar las 48 de la primera etapa) a nuestro amigo
Tucho López.
A mi
regreso de México me integré a CIUDAD y suscribimos un convenio con la Facultad
y la Cooperativa para dirigir la construcción de la segunda etapa del programa
habitacional (24 viviendas). Ese trabajo lo comencé a fines de 1981 y lo
concluí en julio de 1983. Luego construí la tercera etapa (otras 24 viviendas)
entre 1986 y 1987… pero esa es otra historia.
Cuando
recibí la invitación del PEVAL mi rol junto a Santa Faz estaba todavía
“calientito” pues acaba de finalizar la construcción de la tercera etapa así
que pude hacer una exposición llena de informaciones y vivencias.
En
esos años la computación todavía estaba en paños menores y no existían estas
innovaciones tecnológicas que permiten hacer “presentaciones” con colores,
movimiento, música y efectos especiales.
Disponía
de la información de la tesis, planos, fotos y un material de divulgación que
había publicado la Facultad de Arquitectura en relación a este proyecto, que
fue bastante innovador y novedoso.
Con esos insumos pude ilustrar la ponencia, el resto debía escribirse a máquina como todos los documentos de esa época.
Tuve
que reunir una serie de diapositivas -de las viviendas construidas y de la
gente interactuando-, tomé diapositivas de los planos, los cuadros y los
gráficos y registré en casete un texto que iba leyendo pausada y claramente con
voz de locutor profesional, con fondos musicales diversos, provenientes de una
pequeña grabadora.
En el
guión iba marcando con un símbolo el momento en que se debía operar el cambio
de diapositiva en el proyector para que las imágenes tuviesen correspondencia
con el texto leído y la música de fondo.
En
caso de preguntas o de una explicación adicional, debía tener el control de
cabeza, ojos y manos para detener la reproducción del audio y de las
diapositivas, dar la respuesta o la explicación del momento y volver a activar
todo ese complicado conjunto de aparatos para continuar con mi exposición.
En
esta ocasión voy a hacer un recuento de los aspectos conceptuales de la
urbanización, las propuestas de diseño y las innovaciones tecnológicas de las
viviendas, la racionalización en el uso de recursos, así como la contribución del proyecto a la
organización y capacitación de la comunidad; a la generación de opciones de
trabajo, al mejoramiento de los ingresos y a la calidad de vida que esperábamos
lograr en el Programa Habitacional Santa Faz, temas éstos, que traté de resumir
en aquel seminario de Medellín.
Un modelo
alternativo de urbanización: de la utopía a la realidad
En
nuestro planteamiento para Santa Faz tratamos de llegar a un modelo alternativo
de urbanización.
Una de
las características típicas de las urbanizaciones populares en nuestro medio,
es la reproducción que suele hacerse de las urbanizaciones y viviendas de los
sectores de altos ingresos: lotes individuales con casas unifamiliares, como si
ese fuera el único modelo también para las clases sociales de menores ingresos.
En
nuestro planteamiento de urbanización buscamos implementar un modelo diferente
al tradicional, en razón de la base social popular de la organización y de su
decisión de encauzar su vida por el sendero de la cooperación y la acción
comunitaria.
Estos propósitos sólo podían ser logrados modificando aquellos esquemas de una vivienda funcionalmente aislada y reproductora en el espacio de una ideología del hábitat basada por entero en el individualismo.
Estos propósitos sólo podían ser logrados modificando aquellos esquemas de una vivienda funcionalmente aislada y reproductora en el espacio de una ideología del hábitat basada por entero en el individualismo.
El
estudio de la situación social de la cooperativa, que desde luego es general
para las clases populares, demostró que sus miembros habían tenido que
desarrollar hábitos y modos de vida en gran medida comunitarios, principalmente
por los escasos recursos económicos con que cuentan. Tratamos entonces, de
recuperar para el proyecto lo positivo de esos modelos y soluciones populares
del hábitat.
Detectamos
que los espacios de recreación y ciertos espacios de trabajo doméstico son
susceptibles de un cierto grado de uso comunitario. A través del diálogo y
participación, decidimos que los espacios exteriores de recreación no se iban a
circunscribir a cada casa, sino por el contrario, se los planificó como
territorios de uso y mantenimiento colectivos.
Por
otra parte, acordamos que la faena de lavado de ropa podía conservarse como una
actividad comunal que propicie diálogos y encuentros, para lo cual plasmamos en
el proyecto, un sistema de lavanderías comunales para cada cuatro viviendas;
aunque los patios de secado correspondían uno a cada casa.
En
definitiva optamos por una fórmula de planificación contraria al sistema de
lotes y viviendas individuales. Los pasajes peatonales previstos para el
proyecto no sólo constituían arterias de comunicación sino que se convertían en
vínculos activos de la integración comunitaria, gracias a su mantenimiento
necesariamente colectivo y a su uso como espacios inmediatos para la recreación
infantil.
Plasmar
en el diseño los principios de una vida comunitaria, constituyó realmente un
desafío; debíamos lograr un justo equilibrio entre lo que necesariamente se podía
entender como privado y lo que era susceptible de un mayor grado de uso
comunitario. Pensamos para ello buscar soluciones compatibles con el concepto
de hábitat: la habitabilidad de la vivienda no termina en los muros de fachada,
sino que se proyecta en el espacio inmediato (vecindario) y en el espacio
mediato (barrio).
Se
intentó además plantear soluciones que si bien inicialmente constituyan
respuestas a particularidades, permitan al demostrar su validez la
generalización de prototipos, no en el sentido de producir esquemas espaciales
susceptibles de repetirse indiscriminadamente como ''solución a la vivienda de
interés social", sino como parámetros válidos en los que puedan apoyarse
los esfuerzos para buscar soluciones a los problemas del hábitat para los sectores
populares que luchan por la vivienda.
En las
recomendaciones de la tesis señalábamos que el planteamiento urbano era un
modelo experimental que intentaba generar un espíritu comunitario; por tanto
para que pudiera seguir siendo válido debía reglamentarse y controlarse la
utilización de los espacios comunales, tanto a nivel de sector (lavanderías y
pasos peatonales) así como a nivel de barrio (parques, plazas, espacios verdes,
canchas, etc.).
Señalábamos
también que la conservación y mantenimiento de la imagen urbana (jardines,
vías, césped, arborización, fachadas) se debería también reglamentar.
Desgraciadamente
ni el Municipio ni la propia cooperativa hicieron efectiva ni la reglamentación
ni el control y muchos moradores se apropiaron de los espacios verdes como
jardines privados o los invadieron para edificar ampliaciones, construir otra planta
o levantar una grada para acceder al segundo piso de las viviendas, generando
un grave deterioro del conjunto.
Durante
el proceso de la tesis, la condicionante más importante para tomar decisiones de
diseño fue lograr disminuir los costos de urbanización, de las viviendas y de los
espacios complementarios previstos en el complejo urbano.
Nuestro
proyecto incluía todos los aspectos indispensables para poner en ejecución
inmediata la obra. El costo estimado de las obras de urbanización en el terreno
de 46.000 m2 de la cooperativa, llegaba a un millón y medio de sucres
(alrededor de USD 54.000) en 1997.
En los
diseños de la infraestructura urbana, el criterio económico fue determinante;
planteamos la racionalización de vías y redes (eléctrica, de agua potable y de desalojo
de aguas lluvias y servidas) y establecimos varias etapas perfectamente
definidas para llevar adelante los trabajos de urbanización .Estas etapas
correspondían a zonas con autonomía de servicios y prioridades sucesivas,
características que determinaban y garantizaban la factibilidad integral del
planteamiento.
Bloque de 12 viviendas: red condominial de desalojo de aguas servidas |
Las
redes de agua potable y de desalojo de aguas lluvias y servidas fueron diseñada
buscando reducir al máximo los costos iniciales. Por el planteamiento de las
lavanderías comunales, el sistema planteaba un solo medidor por cada bloque de
viviendas y en las recomendaciones señalábamos que se debería reglamentar la
forma de utilización y pago del consumo de agua. Eso tampoco se hizo y
finalmente los moradores optaron por eliminar las lavanderías colectivas y
demandaron una acometida y un medidor individual para cada vivienda.
Un tipo alternativo de vivienda
En el
diseño de las casas para la cooperativa Santa Faz, buscamos disminuir costos a
través de un modelo en el cual la flexibilidad la convertibilidad y la
versatilidad espacial permitían el cumplimiento de todas las actividades familiares
sin optar por disminuir las dimensiones de los ambientes o la calidad de los
materiales.
Decidimos
plantear una vivienda de semejantes características para todas y cada una de
las familias, pues el aporte familiar era el mismo en todos los casos, tanto
para los gastos de urbanización e infraestructura cuánto para la amortización
del valor de la casa. Sin embargo no todas las familias eran iguales… el diseño
debía solucionar también las particularidades en lo que se refiere a
composición familiar, necesidades, actividades e intereses.
Diseñamos
la vivienda tipo sobre la base de una composición familiar media de seis
miembros pero la cuestión funcional la
enfocamos a través de espacios flexibles, convertibles y versátiles, que se
adaptaran a lo que cada grupo fa miliar era en la realidad, sin condicionar las
actividades familiares a espacios rígidos y preestablecidos
Cama: vista superior |
Cama: corte y elevación frontal |
Cama: elevación lateral y corte |
Diseñamos
camas, mesas, sillas y muebles modulares adaptables para diversos usos
(roperos, anaqueles, cómodas, mesas auxiliares, divisiones de ambientes, etc.).
Mesa: Elevaciones y cortes |
Mesa: cortes horizontal y trnsversal |
En
resumen, se intentó que la vivienda proporcionara una respuesta efectiva a
todas las necesidades que como grupo o individualmente poseían los cooperados.
Plantemos
en el diseño de la casa un sector duro: cocina-bario (espacio 3 y 4 del plano)
en el que se evidenciaba la intención de ahorrar en lo que a instalaciones
sanitarias se refiere: pues se racionalizó el diseño de las redes tanto de
acometida como de desalojo mediante una pared sanitaria (cuyo rendimiento habría
sido óptimo si se la hubiera logrado prefabricar).
El
dormitorio de los padres (No. 5 del plano) garantizaba la privacidad que por
razones obvias, debe poseer ese espacio, lo diseñamos en el centro de la casa
para evitar la relación de adosamiento con la familia vecina y lo definimos con
paredes duras y puerta para aislarlo aún dentro de la vivienda misma.
El dormitorio de los hijos (No. 6 del plano) permitía mediante la utilización de muebles, tabiques, paredes, closets.etc., definir lo que cada familia requería: podía ser un solo ambiente, convertirse en un dormitorio grande para tres personas y uno chico para una o dividirse en dos habitaciones iguales.
El
ambiente de cocina-comedor (No. 3), podía tener relación visual con el estar
(No. 8), o no tenerla, usando cualquier división fija o móvil.
En el
plano, el espacio No 7 es un local múltiple con características óptimas de
flexibilidad convertibilidad y versatilidad, pudiendo ser estudio, dormitorio
(definido como tal o eventual), taller (muchas amas de casa eran costureras y podían
realizar allí su trabajo). Finalmente, este ambiente podía también convertirse
en tienda.
Si la
composición familiar lo permitía, el espacio de cocina-comedor podía
constituirse íntegramente en cocina; el planteado como estar pasaba a ser
comedor y la sala se definía en el espacio múltiple.
Un
tipo alternativo de vivienda: de la utopía a la realidad
Como
ya he relatado la primera etapa de las obras de urbanización y dos casas tipo
fueron financiadas con el aporte de los propios socios de la cooperativa. Para la
ejecución de las siguientes etapas del programa, la Cooperativa contó con recursos
provenientes de un crédito del Banco Ecuatoriano de la Vivienda - BEV.
El
valor de las casas, de 63 metros cuadrados, construidos en mampostería de
bloque y cubierta de losa de hormigón prefabricada, llegó a 62.000 sucres (USD
2240). Con el costo del lote, urbanización y espacios comunales el desembolso
familiar previsto era de aproximadamente 85.000 sucres (USD 3070).
El
bajo costo relativo de este proyecto, aproximadamente 1.000 sucres / m2 (USD 36
/ m2) que pudimos comprobar en la construcción de las dos casas tipo, fue
posible de alcanzar gracias a nuestras tareas de asistencia técnica, al trabajo
remunerado de varios de los propios cooperados que poseían especializaciones
relativas a los procesos de construcción (albañilería, carpintería,
electricidad, gasfitería, etc.) y al esfuerzo comunitario de todos los demás en
mingas realizadas los días sábados.
Con
esto se buscó abaratar costos, conseguir una calificación profesional para algunos
de los miembros de la cooperativa y, sobre todo, obtener dividendos sociales
que sólo el trabajo y el esfuerzo colectivos pueden asegurar: educar a los
miembros de la comunidad en la práctica productiva para fortalecer la
solidaridad, los principios de las acciones comunitarias en oposición al
individualismo y la conjunción de esfuerzos para lograr objetivos comunes.
La
solución planteada para las familias de la cooperativa Santa Faz fue
cuidadosamente analizada para que sea consecuente con la realidad económica de
los usuarios y con el desarrollo de la industria de la construcción en el
medio. No se plantearon por tanto, sistemas constructivos que pudieran requerir
mecanismos, recursos humanos o técnicos inexistentes en Riobamba, que habrían
resultado por lo mismo, utópicos e inaplicables.
En
esta perspectiva la participación de la propia comunidad a través de sistemas
de autoconstrucción fue evaluada cuidadosamente, determinándose varias posibilidades
reales de los cooperados para participar en la construcción con éxito.
Entendíamos
la autoconstrucción no como una forma de economizar medios a costa de trabajo
no remunerado de aquellos miembros de la comunidad que tenían calificación
profesional para asumir la ejecución de determinadas labores técnicas. Por el
contrario la entendíamos como un sistema que ofrecía fuentes de trabajo seguro
y adecuadamente remunerado en el seno de su propia comunidad y que abría la
posibilidad para que otros de sus integrantes se instruyan en esas tareas, no
sólo con miras a abaratar el costo de las viviendas, sino de adquirir
conocimientos profesionales que les ofrezcan una alternativa ocupacional futura.
La
organización de las obras contempló el ejercicio de tradicionales formas de
trabajo comunal como la minga, para involucrar a amplios sectores de la
población en la ejecución de trabajos no calificados, con una periodicidad y
ritmo que las convirtieron en un aporte sostenido a la labor total.
En la
construcción de los dos prototipos de vivienda que ejecutamos para validar los
planteamiento de nuestra tesis, el aporte comunitario, mediante mingas en
labores no especializadas y la participación remunerada de elementos de la
cooperativa en las labores de albañilería carpintería, gasfitería,
instalaciones eléctricas, etc., permitieron según el balance realizado obtener
un ahorro global de un 20 % en el costo de esas dos viviendas.
Con
miras a que el sistema de construcción resultara verdaderamente económico, no
sólo se abarcó la ejecución misma de las obras, sino la fabricación de determinados
elementos constructivos. Esto permitió abrir nuevos horizontes productivos a la
comunidad, pues no benefició únicamente a la propia construcción de las
viviendas, sino que se convirtió en una actividad permanente con incidencia en
el mercado general.
La
cooperativa estableció talleres comunales de carpintería, cerrajería y
albañilería. En el proceso constructivo de las viviendas tipo, comenzó a
funcionar este último produciendo bloques de hormigón de alta resistencia, de
gran impermeabilidad, de acabado uniforme y a la cuarta parte del precio del
bloque comercial ordinario.
Igualmente
se consideró prioritario el ahorro mediante la racionalización de procesos,
evitando el desperdicio y buscando el diseño modular en la mayoría de los
elementos constructivos. Así, la mampostería soportante, compuesta por los
bloques de concreto mencionados, respondía a un adecuado planteamiento modular
en el que la holgura indispensable la asumían las riostras estructurales que se
incorporaban a la tabiquería.
La
ventanería y las puertas fueron planteadas de igual manera, en base a diseño modular,
considerando las dimensiones del tablón del que iban a ser fabricadas.
Con el
mismo criterio de reducir costos se prefabricaron las lavanderías de ropa y los
lavaderos de cocina utilizando moldes metálicos y se racionalizó el diseño de los muebles de cocina en función de las
dimensiones de la madera contrachapada que se obtenía en el mercado.
Igualmente, se racionalizó la utilización
del hierro estructural programando la longitud de las varillas a utilizarse y
los cortes de las mismas para evitar desperdicio.
La losa de hormigón de la cubierta era también modular; estaba conformada por 22 viguetas prefabricadas de 3,80 metros de longitud y 60 viguetas de 2,60 metros. La holgura la absorbían los macizados que requeridos junto a las cadenas superiores en las que se apoyaban aquellos elementos constructivos.
La losa de hormigón de la cubierta era también modular; estaba conformada por 22 viguetas prefabricadas de 3,80 metros de longitud y 60 viguetas de 2,60 metros. La holgura la absorbían los macizados que requeridos junto a las cadenas superiores en las que se apoyaban aquellos elementos constructivos.
Las
viguetas en mención estaban compuestas por 19 bloques de cemento las más
grandes y por 13 las más pequeñas. Se apoyaban sobre muros portantes y
cimientos lineales de hormigón armado.
Para
la primera etapa Luis López optó por conformar la losa de concreto armada de la
cubierta con nervaduras en los dos sentidos, pero cuando yo me hice cargo de la
segunda y tercera etapas, volví a trabajar con viguetas prefabricadas que no
requerían encofrado.
Las
viguetas las confeccionábamos en taller en moldes confeccionadas con perfiles
estructurales tipo “c” y los bloques de alivianamiento los fabricábamos gracias
a una modificación del molde de una ponedora semi-industrial que se usó para
confeccionar los bloques de las paredes, desde la construcción de la primera
etapa del conjunto del conjunto.
El
planteamiento de viviendas adosadas con continuidad estructural y de cubierta,
con paredes comunes tenía igualmente importantes ventajas económicas, pues
existía un considerable ahorro de materiales, tiempo y esfuerzo en el levantamiento
de bloques continuos en oposición a varias pequeñas unidades aisladas.
En
nuestra propuesta de diseño no planteamos un posible crecimiento de las
viviendas; ni horizontal por cuanto desde un principio se partía de una alta
densidad, ni vertical pues eso habría supuesto una estructura portante más
costosa. No planteamos columnas portantes sino riostras estructurales para
reforzar la mampostería soportante en caso de sismos.
En las
recomendaciones de la tesis plantamos que también se debería contar con una
adecuada reglamentación que contemple la imposibilidad de aumentos, ampliaciones
o modificaciones que destruyan y deterioren el conjunto. Tampoco en este asunto, el Municipio o la
cooperativa hicieron efectiva ni la reglamentación ni el control y muchos
moradores subieron dos o tres pisos sobre las losas de cubierta, edificaron en
los retiros frontales, sacaron volados hacia los retiros, edificaron sobre los
patios de servicio y cambiaron el tipo de ventanas y puertas dando al traste
con la propuesta y con la imagen urbana.
Las
casas de la primera etapa en su mayoría, siguen siendo modestas, como eran
desde esa época los ingresos de las familias a las que se entregaron.
En las
siguientes etapas la mayoría de las casas tienen ahora dos y tres pisos, una
evidencia de que el grupo humano de esas etapas pertenecía a un estrato de
mayores ingresos; esto a pesar de que en las recomendaciones de la tesis
también se señalaba que se debería garantizar la uniformidad social de la
cooperativa para evitar los contrastes y las diferencias tan usuales en los
barrios populares de nuestras ciudades que entre otras cosas dificultan el
compromiso y la participación pues los intereses y prioridades de grupos
heterogéneos muy pocas veces contribuyen a la unidad y la acción colectiva ante
problemáticas comunes.
En
fin, como dije en mi relato anterior… tuvimos un sueño… pero es obvio que todo
puede cambiar con el paso del tiempo… Total han transcurrido más de cuarenta
años desde que decidimos meterle el hombro al tema habitacional, trabajando
nuestra tesis con la gente de la Cooperativa Santa Faz.
Pero
como dice el dicho “lo bebido y lo bailado nadie nos puede quitar…” y, yo
añadiría que los “sueños tampoco”…
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