La Coalición Internacional del Hábitat – HIC impulsó en 1993 un
proyecto sobre “agua potable y saneamiento” como parte de las actividades
inter-regionales del Programa LIFE (Local Initiatives Facility for Urban
Environment) del PNUD.
El propósito del Programa LIFE era promover procesos de diálogo entre
los diferentes actores involucrados en la gestión urbana: gobiernos locales,
ONGs, organizaciones sociales, etc., para mejorar la calidad del ambiente
urbano.
El HIC creó en 1991 un comité sobre "Hábitat y ambiente"
formado por una red de organizaciones involucradas en el tema. Ese comité
buscaba promover el desarrollo sustentable de los asentamientos humanos y
apoyar la participación de las organizaciones sociales en diversas acciones
para un lograr un hábitat digno y una mejor calidad ambiental.
Un acercamiento entre HIC y PNUD llevaron a la formulación de un
proyecto conjunto llamado: "Promoción de tecnologías sustentables para el
agua potable y el saneamiento en los asentamientos urbanos" que se inició
en 1993 y culminó un año después.
Una primera fase permitió identificar entre los asociados del HIC un
total de treinta y cinco casos desarrollados
en América Latina, once casos en África y doce en Asia.
De esos casos identificados, con el apoyo de los puntos focales de HIC,
se seleccionaron los más representativos con una metodología que tomaba en
cuenta los diferentes tipos de impactos (familiares, sociales, culturales,
económicos, políticos, urbanos, ambientales y sobre la salud).
El programa HIC/LIFE permitió una profundización de los quince casos,
la sistematización de sus resultados y propuestas y la estructuración de un
documento conjunto que permitía su réplica y divulgación en otros contextos y
realidades.
Los cuatro casos seleccionados en África fueron: a) “Planta de tratamiento
de aguas negras” en Tohoue (Benín); b) “Mejoramiento de los servicios de agua y
saneamiento en Kltul- Pumwanl”, asentamiento informal en Nairobi (Kenia); c)
“Mejoramiento de los servicios de saneamiento y recolección de basura en
Hamdallaye”, Bamako (Malí); y, d) “Promoción de tecnologías para el tratamiento
de aguas grises” en Diokoul y Rufisque
(Senegal) con el apoyo de ENDA RUP.
Los cuatro casos seleccionados en Asia, fueron: a) “Esperando el agua” en
Bombay (India); b) “El agua, el rio y la
ciudad”, Ahmedabad (India); c) “Servicios básicos en un barrio popular:
Dharavi”, Bombay (India), y, d) “Proyecto Piloto de letrinas en Baldia”,
Karachi (Pakistán).
Los siete casos seleccionados en América Latina fueron: a) “Sistema de
alcantarillado en condominio” en Fortaleza (Brasil), iniciativa de la
Secretaria del Desarrollo Urbano y Ambiente del Estado de Ceará; b) “Mujeres y
calidad del agua” en Bogotá y Santa Marta (Colombia) de ENDA A.L.; c) “Planta
de tratamiento de aguas grises en La Sirena”, Cali (Colombia) del CINARA; d) “Micro
planta dual de recuperación de recursos en desechos” en Naucalpan (México); e) “Sociedad
civil y tecnología sanitaria alternativa” en Morelos (México); f) “Agua potable y saneamiento en los
asentamientos populares de Lima” (Perú) de 5 ONG limeñas (DESCO,
CIPUR, CIDAP, CENCA, ALTERNATIVA);
y, g) “Participación comunitaria en la gestión del agua y el hábitat” en Quito (Ecuador)
del Centro de Investigaciones CIUDAD.
Nosotros presentamos con el título “Participación comunitaria en la gestión del agua y el hábitat”, una lectura analítica, intepretación y síntesis del Proyecto “Agua - Desarrollo” que yo había impulsado como una iniciativa conjunta CIUDAD
/ REDES con el apoyo del Secretariado Internacional del
Agua (SIA) de Montreal-Canadá. Ese proyecto contribuyó a mejorar la calidad de vida en 43 barrios organizados en la "Federación de Barrios Populares del
Nor-Occidente de Quito".
El proyecto "Agua - Desarrollo" fue coordinado en CIUDAD por mi querido amigo Rodrigo Barreto (quien dejó este habitat terrenal, hace poquísimos meses). El proyecto incluía una serie
de acciones muy diversas; partió de una
campaña de difusión que llamamos “Minga por la Vida”, realizamos la construcción
de un tanque de agua para la distribución de agua potable en algunos de esos
barrios e impulsamos un programa de prevención de desastres y acciones
comunitarios como la siembra de arboles y la mitigación de riesgos. Los beneficiarios fueron alrededor de 30.000 personas.
Los resultados de estos 15 trabajos se presentaron en un taller
organizado por el HIC en Diciembre de 1994, en México para: a) reforzar las tecnologías sustentables
para el suministro de agua potable y el saneamiento en el marco de una gestión
democrática de la ciudad; b) promover otras acciones estratégicas en cooperación
con gobiernos locales; c) difundir las experiencias a otras organizaciones
sociales; d) reforzar el programa "Hábitat y medio ambiente" del HIC
y e) publicar la información y los resultados.
Los colegas del HIC tuvieron el acierto de organizar ese taller en el
mágico y acogedor pueblo de Tepoztlán.
Tepoztlán
Tepoztlán es la cabecera del municipio homónimo situado al norte del
estado de Morelos, colindante con el Distrito Federal. Según algunos autores la
palabra Tepoztlán deriva de Tepoztecatl, una divinidad nahuatl aunque otros
afirman que el nombre significa
"lugar donde abunda el cobre", pues sus raíces etimológicas vendrían
de “tepozt-tli” que significa cobre y “tlan” que significa lugar.
Tepoztlán se ubica a 18 kilómetros de Cuernavaca y es muy conocido por
su clima, sus tradiciones y un paisaje esplendoroso; gracias a esto ha tomada
gran fama a nivel mundial y es uno de los destinos turísticos mas conocidos y
visitados en México.
Tepoztlán se ubica en una área plana y rodeada de montañosa y bosque
pertenecientes al parque nacional "El Tepozteco" creado por Lázaro
Cárdenas en 1937.
Se caracteriza por sus agradables condiciones naturales. Por su clima
subtropical, su generosa y colorida vegetación, su gastronomía y la belleza de
las montañas que lo rodean, las zonas arqueológicas y las iglesias y conventos del periodo colonial,
este municipio es muy visitado por turistas nacionales y extranjeros.
Entre los principales atractivos se encuentra la pirámide del Tepozteco
construida aproximadamente en 1150 dedicada a Ometochtli-Tepuztécatl, uno de
los dioses del pulque; otro atractivo es
el ex convento de Tepoztlán construido por los dominicos, en 1570 y el convento
dedicado a la virgen de la Natividad, edificado entre 1555 y 1580; actualmente
sede de la parroquia de la Natividad y el Museo y Centro de Documentación
Histórica de Tepoztlán.
Los colegas del HIC nos reservaron habitaciones en un lindo hotelito
llamado “Posada del Tepozteco”, antigua casona mexicana convertida ahora en un
bello hotel.
La “Posada del Tepozteco” dispone de espacios agradables y muy bien
decorados que acogieron con calidez nuestro taller.
Adicionalmente fue un verdadero deleite disfrutar de sus esplendorosos
jardines y de sus floridas terrazas desde las cuales se tenía una vista
espectacular de las montañas que rodean a la ciudad y hacia el monasterio de la
Natividad, el colorido poblado y el horizonte del amplio valle en el que se
ubica.
A más de Enrique Ortiz y Joël Audefroy de HIC, los participantes en ese
taller fuimos: César Añorve de CIE / México, Patrick Bodart de CEARAH-PERIFERIA
/ Brasil, Silena Vargas y Cecilia Gómez de CINARA / Colombia, Albina Ruiz de
ALTERNATIVA / Perú, Malik Gaye de ENDA-RUP / Senegal, Mario Vásconez de CIUDAD
/ Ecuador y cuatro colegas cuyos nombres no recuerdo, dos mujeres: una de
Colombia y otra de Pakistán y dos varones, uno de Estados Unidos y otro de
Kenia.
Durante el taller nos visitó Jean Roberts para darnos una charla y participar en el
lanzamiento de su libro “Water is a commons” (El agua es un bien público),
editado por HIC en el marco del proyecto HIC-LIFE.
Para el cierre de la reunión el viernes hicimos un agradable recorrido
guiado por los principales atractivos turísticos de la ciudad y nos congregamos
para el almuerzo, en un pintoresco restaurante de comida mexicana llamado “Los
Colorines”.
Como entre los presentes había una serie de colegas que desconocían las
sutilezas de la cultura gastronómica mexicana, Enrique nos dio una charla sobre
la tortilla y su uso en diversos platillos extraños, delicados y deliciosos.
Todo ello en medio de un acogedor decorado lleno de cacharros de barro
y de los magníficos colores del arte popular de ese increíble país.
Enrique comenzó una documentada explicación sobre la tortilla de maíz.
Nos contó que constituyen la base de la comida mexicana… con las tortillas se
hacen los famosos tacos, las flautas, las quesadillas, las enchiladas, las
chalupas, los chilaquiles, los totopos, las chimichangas, las mulitas, los
burritos e infinidad de carnes (de res, de cerdo y de ave) en salsa de tomate o
en mole.
La tortilla tiene forma circular y aplanada y se elabora con una masa
hecha de maíz “nixtamalizado”.
La “nixtamalización” es un proceso milenario de origen mesoamericano
que sirve para pelar el maíz, hirviéndolo en agua con cal. Una vez hervido y
sin la cáscara (llamada hollejo), se puede preparar la masa que sirve para
confeccionar las tortillas. La palabra “nixtamalización” proviene de
“nixtamal”, voz náhuatl conformado por dos raíces: “nextli” (cenizas de cal) y
“tamalli” (masa de maíz cocido).
La tortilla se elabora palmeándola en las manos o por medio de una
maquinilla manual o mecánica que sirve para aplanar la masa. Se cuece luego
sobre una superficie plana, caliente, generalmente una plancha de metal o de
barro, calentada por la llama producida por gas o a la manera tradicional por
medio de leña o carbón.
La plancha utilizada para cocinar las tortillas se llama comal. Cuando
se observa que la tortilla se ha
calentado, se la voltea dos o tres veces hasta que toma su consistencia
característica. Una buena cocción hará que la tortilla se infle debido a la
evaporación del agua contenida en la masa, creando una membrana de cada uno de
sus lados.
A medida que las tortillas van saliendo del comal se las coloca en una
canasta conocida como “chiquihuite” y se recubren con una pequeña servilleta de
tela bordada para que conserven su calor. El “chiquihuite” normalmente es
fabricado con fibras secas del tallo del maíz
A pesar de haber vivido en México años atrás y de haber saboreado
infinidad de platillos de su deliciosa gastronomía, en esa oportunidad pude saborear
por primera ocasión las famosas tortillas azules, hechas de una masa elaborado
con maíz de grano azul o morado. Una verdadera delicia.
Otra cosa que pude probar por primera vez fue el riquísimo
huauzontle una planta comestible nativa
de México.
El huanzontle es otra de las plantas alimenticias que México aportó al
mundo junto con el maíz, el frijol, el chile, el cacahuate, el aguacate, el
tomate, la calabaza, la vainilla y el
cacao.
El maíz también se cultivaba y consumía también en América del Sur y
junto a la papa y a quinua, eran la base de la alimentación de los incas y otros
pueblos de la región.
Curiosamente la quinua y el amaranto, son plantas sudamericanas de la
familia del huauzontle mesoamericano.
En México se preparan varios platillos con esta hierba.
En esa ocasión tuvimos la oportunidad de probar unas tortitas de huazontle rellenas de queso y aderezadas con caldillo de tomate y una preparación de ramas de huazontle rebozadas (una suerte de “tempura” de huauzontle, ahora que está de moda la comida japonesa); las dos presentaciones de esta singular hierba nos encantaron, eran platos finos y delicados.
En esa ocasión tuvimos la oportunidad de probar unas tortitas de huazontle rellenas de queso y aderezadas con caldillo de tomate y una preparación de ramas de huazontle rebozadas (una suerte de “tempura” de huauzontle, ahora que está de moda la comida japonesa); las dos presentaciones de esta singular hierba nos encantaron, eran platos finos y delicados.
Luego de esa experiencia gastronómica, en la tarde viajamos a la ciudad
de México, pues muchos de los colegas debían tomar los vuelos de regreso hacia
sus respectivos países, en la mañana o en la tarde del sábado.
La Plaza Garibaldi
Yo tenía un vuelo en la mañana del domingo, así que aproveché el sábado
para visitar a mis amigos Escandón: Jorge, Emma y sus hijos Jorge Alberto y María
Belén. Como ya he relatado viví en su
casa entre 1978 y 1979 cuando estudiábamos nuestros respectivos posgrados en
tierras mexicanas. Cada vez que he tenido oportunidad de regresar a México una
de las primeras cosas que hago es llamar a los Escandón pues es un placer
visitar a estos queridos amigos con quienes guardo especiales afectos a pesar
del tiempo y la distancia.
Pasé el día en su casa y al regresar en la noche al hotel me topé con
unos pocos sobrevivientes del taller de Tepoztlán pues la mayoría ya había
dejado el país para regresar a sus terruños.
Malik Gaye de Senegal y otros tres colegas cuyos nombres
desgraciadamente he olvidado, la una de Pakistán y los otros de Estado Unidos y
de Kenia, estaban haciendo planes para ir a la plaza Garibaldi para escuchar
música mexicana.
Al verme llegar me convidaron a sumarme a esa expedición. Yo estaba
bastante cansado y al principio dudé de seguir la jarana esa noche, pero me
lograron convencer, con el argumento de que yo era el único que hablaba español
y porque supuestamente debía conocer la vida nocturna de México por el hecho de
haber vivido en aquella ciudad hace más de una década.
Mientras viví en México en varias
ocasiones fui a la famosa plaza Garibaldi acompañando a parientes y amigos que
no querían perderse ese especial atractivo turístico del DF.
La primera vez, fui hasta ese lugar, justamente con Jorge y Emma
Escandón, Hernán Burbano y un grupo de amigos ecuatorianos, acompañados por un
guía de renombre, nada menos ni nada más que el célebre Gonzalo Abad Ortiz,
quien había sido funcionario de la JUNAPLA y Director de la FLACSO en Quito; en
esos años era profesor invitado en la sede de la FLACSO de México y en pocas
semanas, iba partir a Francia para encargarse de alguna importante
función en la UNESCO.
Gonzalo había vivido en México años atrás y se las sabía todas… era un
conocedor de la jarana nocturna mexicana, los mariachis y los tequilas… Antes
de salir de casa no habíamos aventado no sé cuántos y en el camino nos echamos
otros más… Al llegar a Garibaldi Gonzalo estaba bastante pasadito de copas y
cuando llegamos a ese tan renombrado espacio de la música ranchera, la música
veracruzana y la música norteña; no encontró nada mejor que meterse en un enredo
con un enorme bigotón también pasado de tequilas.
Apenas estábamos comenzando a ubicarnos en medio de esa algarabía
nocturna cuando un sonoro puñetazo nos volvió a la realidad… nuestro guía
sangraba de la nariz y maltrecho, se encontraba tratando de ponerse de pié, en
medio de mariachis, turistas y curiosos. ¡No vimos nada!… sólo nos enteramos
del incidente al ver a Gonzalo por los suelos… Ahí acabó la noche para nosotros… Emma Luisa
Calderón de Escandón con voz enérgica nos pegó una buena raspa a todos los
borrachitos y nos hizo abandonar de inmediato aquel potencial campo de batalla.
Tomamos varios taxis y semidormidos fuimos a dar a nuestras casitas sin haber
podido disfrutar de las atracciones de Garibaldi.
La Plaza Garibaldi está situada en el centro de la ciudad de México,
sobre del Eje Central Lázaro Cárdenas y las calles de Allende, República de
Perú y República de Ecuador en la Colonia Guerrero; no lejos de la Alameda
Central y del Palacio de Bellas Artes.
El nombre de la plaza durante la colonia fue “Plazuela del Jardín” y
más tarde, “El Baratillo”, por albergar un mercado donde se comercializaban
objetos usados a precios muy baratos.
Conservó ese nombre hasta 1921, cuando se celebró el primer centenario
de la Independencia de México y su
nombre fue cambiado a “Garibaldi” en honor no de Giuseppe Garibaldi sino de su
nieto: José “Peppino” Garibaldi, quien combatió en el ejército de Francisco I.
Madero, en Chihuahua, durante la Revolución Mexicana.
A partir de esos años la Plaza Garibaldi, rodeada de “vecindades”,
pequeños comercios y un mercado, vio el nacimiento de una cantina que llegó a
convertirse en el célebre "Tenampa".
Su propietario don Juan Hernández Ibarra, originario de Jalisco comenzó
a presentar “música en vivo” para sus parroquianos. A partir de allí la Plaza
de Garibaldi se convirtió en un animado lugar donde la gente converge para
escuchar música y para degustar la gastronomía típica de Jalisco y del Valle de
México y otros lugares de la nación.
Yo regresé a Garibaldi en una cantidad de ocasiones fungiendo de guía
de numerosos amigos y familiares que nos visitaron durante nuestra estadía en
México.
Se podía disfrutar allí, de mariachis, grupos norteños, tríos
románticos y conjuntos de música veracruzana que se reúnen en la plaza,
vestidos con sus atuendos típicos y equipados con sus instrumentos musicales:
trompetas, guitarras, violines y guitarrón los unos, guitarras y requintos los
otros, arpas, marimba y percusiones los de Jalapa.
Es clásico que quien desee elegir un mariachi, quien cante o acompañe
una serenata, o amenice una fiesta de quinceañera, un cumpleaños, o cualquier
otro festejo, debe acercarse a Garibaldi.
En una ocasión fuimos con mi mujer Maria Thérèse y nuestra querida
amiga Emma Escandón quien no había podido regresar a Garibaldi desde el
incidente aquel que he relatado y tenía interés en conocer la plaza, los
mariachis y por supuesto el Tenampa.
Allí nos echamos unos tequilas, disfrutamos de los músicos que se
presentaban y terminamos la noche en el Mercado de San Camilito, célebre por su
oferta de pozole y otras delicias muy útiles que las almas de trasnochadores y
borrachitos puedan volver a sus cuerpos luego de una noche de parranda y tequila.
Pero volvamos a mi historia en Garibaldi con los colegas del proyecto
HIC/LIFE.
Salimos del hotel con Malik y los otros amigos hacia Garibaldi. Al
llegar les fui explicando las diferencias de la música y los atuendos de
mariachis, norteños y veracruzanos… y pudimos ver a infinidad de turistas y
enamorados que pagaban a esos grupos para poder escuchar diversos tipos de
canciones y sus respectivas preferencias musicales.
Vimos a galanes de todas las edades, que a pie o en lujosos vehículos,
enganchaban a tríos, intérpretes de boleros y otro género de canciones
románticas o a estruendosos mariachis o conjuntos norteños, para que brindaran una
serenata a la mujer de sus sueños…
Vimos a quinceañeras, novias, esposas, madres, amantes, cumpleañeras y
abuelitas recibiendo esa ofrenda artística tan tradicional… mientras que el bigotón
oferente, muy seguro de sí, se pegaba los tequilas con algún amigote o con el
manager de la banda.
Hice ver a mis colegas las grandes camionetas llamadas “mariacheras” en
las que un grupo entero de músicos podía desplazarse hacia la residencia u
oficina a donde debían llevar una serenata contratada para homenajear al “jefe”
o la “jefa”.
Les hice experimentar los famosos “toques”, típicos de ese célebre
lugar. El vendedor circula con una caja que pende de su cuello por medio de una
correa y propone a los potenciales clientes: -“¡toques!, ¡toques!”… Quien
acepta probar esa singular experiencia, debe tomar en cada uno de sus manos, un
tubo metálico conectado por medio de un cable a un acumulador eléctrico. El “microempresario”
de ese curioso servicio, genera electricidad por medio de una manivela y el
cliente va recibiendo una descarga que circula por su cuerpo mientras la mano
hábil del operario acelera el artilugio.
Uno puede ver en la máquina unas pequeñas agujas que vibran sobre sendas
escalas graduadas… una, marca el voltaje que descarga la máquina a través de
las manos del cliente y otra, el nivel de “valentía” que todos tratan de
superar: las últimas medidas dicen simplemente “macho”, bien macho”,
“super-macho”, “machote mexicano”…
Pueden haber “toques individuales” en el que cada cliente trata de
mostrar a su novia o sus amigos cuánta resistencia tiene y “cuan macho” resulta
ser… y también se ofertan “toques colectivos” en los que un grupo de personas se
ubica en círculo, tomándose las manos… el primero y el último toman los bornes
del aparatito y el operador comienza a descargar electricidad para ver “cuánto
resiste” ese “audaz colectivo” de turistas o amigos.
Traté de llevar a mi propio “colectivo” al “Tenampa” pero ese célebre
bar, estaba repleto de “bote a bote” y no se nos había ocurrido reservar una
mesa con anticipación.
Muy decepcionados comenzamos a
deambular por allí en busca de algún otro lugar donde pudiéramos tomar un trago
y escuchar algo de música.
Viéndonos medio despistados, se nos acercó un fulano que repartía
tarjetas de otro establecimiento… le pregunté si era “bueno” y replicó de
inmediato que nos estaba llevando al mejor lugar en el que podíamos deleitarnos
del mejor show en vivo, la mejor comida y los mejores tragos de la ciudad.
Caímos en un local muy grande, situado en una calle paralela al eje
Lázaro Cárdenas, hacia el sur de la plaza, ese bar-restaurante –cuyo nombre he
olvidado- se veía bien, con muchas mesas llenas de turistas, decorado con buen gusto y provisto de una
enorme pista para la presentación de artistas en vivo.
Un mesero nos llevó a una mesa no muy distante de la pista, nos preguntó
qué deseábamos beber y todos –salvo nuestra amiga de Pakistán- respondimos que
un tequila, con sangrita, sal y limón como se acostumbra en esas tierras.
De inmediato pudimos deleitarnos del show. Se presentaron varios grupos
y cantantes, entre otros un imitador de “Juan Gabriel” realmente sensacional.
En medio de ese barullo, los tequilas descendieron rápidamente… todos
estuvimos de acuerdo en pedir otra ronda… Felizmente me di cuenta que en dos o
tres mesas de los alrededores, los turistas que las ocupaban, discutían con los
meseros… Me entró la duda sobre el por qué de esos líos y llamé al mesero para
informarle que deseábamos pedir otros tequilas pero queríamos saber previamente
el valor de nuestra cuenta.
Se alejó hacia la barra y regresó de inmediato para informarnos que
debíamos algo así como ochenta dólares. -¡veinte dólares, por cada tequila!,
exclamé indignado… añadiendo luego que -¡no nos podía salir con una cuanta
así!... que ese precio era ¡exorbitantemente caro, un verdadero abuso!...
Me explicó con la mirada pedida y como que no era con él que –“los
señores habían solicitado tequila “extra añejo” y “ese, era el precio”…,
añadiendo que desgraciadamente “no podía hacer nada”…
Pedí que llamara al maître a quien volví a formular mis argumentos... añadiendo que “jamás habíamos solicitado tequila extra añejo” y que
además, aun en el supuesto no consentido de que así lo hubiéramos hecho… el
tequila que tomamos no era más que un vulgar tequila corriente… ¡nunca nos
pasaron el tan cacareado “extra añejo”!...
Nada que hacer… el jefe de meseros volvió a repetirnos el argumento de
que habíamos consumido un licor finísimo y debíamos pagar por aquel consumo.
Punto final.
Traduje todo este enredo a mis amigos y todos, a las par que
conscientes de haber sido estafados, estuvimos de acuerdo en que debíamos pagar
y marcharnos. No teníamos otra alternativa.
Los tres colegas me pasaron sus respectivos veinte dólares y yo pagué
con un billete de cien.
Luego de un cuarto de hora, el mesero no había regresado con el vuelto…
le hice señas para que se aproximara y le pregunté por mi cambio… Con cara de
admiración y, como ofendido, rezongó:
-¡”Señor, ya le entregué el cambio hace más de veinte minutos”!...
Volví a argumentar una serie de
detalles pero no hubo nada que hacer… juraba y re-juraba que ya me había
entregado el cambio…
Pedí que llamara al maître a quien volví a formular mi reclamo... indicándole
que “jamás habíamos recibido los veinte dólares de vuelto”…
Nada que hacer… el jefe de meseros volvió a repetirnos el argumento de
que ya se nos había entregado el cambio, no podía hacer nada.
Sentirse estafado en el precio y por añadidura robado en el cambio me
parecía terrible, me hervía la sangre pero no sabía qué hacer… Si armaba un
escándalo, de seguro tenía "todas las de perder" y nos pondrían de patitas en la
calle… Si llamaba a la policía, también sabia que -como extranjeros- no
saldríamos necesariamente, bien librados…
¡De repente, se me encendió el foco!…
Yo había visto que en una mesa próxima a la pista un personaje muy
elegante acompañado de dos guapas muchachas, un par de amigos y dos o tres
guardaespaldas, recibía saludos y dedicatorias, prácticamente de todas y todos
los cantantes.
Yo no sabía si el hombre era un empresario, un político, un artista, un
dirigente deportivo o un capo de la mafia… pero era evidente que era conocido y
famoso… así que dejando con la palabra en la boca, al par de picaros meseros, me di
la vuelta y casi corriendo me planté frente a aquel miembro del “jet set”.
Los guardaespaldas me atraparon de inmediato y comenzaron a alejarme de
su jefe con algo de rudeza. Sin embargo alcancé a llamarle la atención…
-“¡Caballero!--- le dije con voz enérgica, “¡permítame una palabra!...
sin esperar respuesta continué… “¡soy ecuatoriano… yo estudié en este país y
quiero mucho a México!… he venido con un grupo de amigos extranjeros, para que
aprecien la música y la cultura de su país y resultan que nos están estafando
en este local!”… Complementé mi monólogo, diciendo: - “¡Yo no se quién es
usted, pero veo que es una persona importante… todos los artistas le conocen y
le dedican sus canciones!…, ¡por favor ayúdeme… no quiero que mis amigos se
lleven un mala imagen de México!”…
Me observó unos instantes y sin decirme nada, se dirigió a uno de los
guardaespaldas que ya me habían soltado: -“¡Ayúdale!”, le dijo, y volteó la vista
hacia la pista…
-“¡Gracias!”… dije… y comencé a caminar hacia nuestra mesa acompañado
por un gigantón de enorme bigote, grandes manos y un andar cansino de boxeador
retirado.
En el camino, rápidamente le explique el problema, al llegar junto al
mesero se abrió la chaqueta mostrando una enorme cartuchera bajo la axila y
señalándole la nariz con el dedo, simplemente dijo: -“¡devuélvele!”...
El tipo, pálido, sacó de su billetera un billete y me lo extendió sin
decir palabra.
Lo tomé y comencé a arengar a mis acompañantes para salir de allí lo
antes posible… Todos estaban fascinados por una mujer madura pero muy guapa que
entonaba conocidas rancheras con el acompañamiento de un excelente y nutrido
grupo de mariachis.
Después de todos esos sustos, no me
sentía con fuerzas para explicar y menos aún para traducir al francés y al
inglés lo que estaba pasando…
Saqué a todos de allí, prácticamente a empellones y les hice correr las
dos cuadras que nos separaban de Garibaldi para buscar allí un par de taxis.
Yo no sabía, qué tan peligrosos podían ser, nuestros dos meseros
resentidos, pero tenía el presentimiento de que debíamos alejarnos de allí lo
antes posible.
Solo al llegar al hotel y con una tranquilizadora cerveza en la mano,
me volvió el alma al cuerpo… hice un resumen multilingüe de los sucesos a todos
los amigos y reímos a mandíbula batiente cuando nos dimos cuenta que el asustado
mesero no me había entrega el cambio… me había devuelto intacto mi billete de cien
dólares…
Resultó que habíamos tomado el supuesto tequila “extra añejo” y
disfrutado del show, totalmente gratis.
Cosas que pasan solo en Garibaldi o ¡será que con los “toques” nos llegó
también una dosis de suerte?…
Como dicen en México, lo más seguro es que, quién sabe…
Gracias Mario, buenísima historia, disfruto con tu manera de contar, el lujo de detalles, el suspenso, el humor, las salidas inesperadas!
ResponderEliminarMuchas gracias. Me encanta que te gusten estos relatos...Los escribo con cariño para todos los amigos.
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