Como
ya he relatado, viví en México desde fines de 1978 hasta principios de 1981. Viajé
a ese país con Hernán Burbano, pues nos habían aceptado en una maestría en la Escuela
de Arquitectura de la UNAM.
Nuestro
común amigo Jorge Escandón ya estaba en México cuando llegamos a esa ciudad; se
encontraba estudiando un posgrado en el Colegio de México. Unos pocos días
después de nuestro arribo, llegaron también los demás integrantes de la familia
Escandón: Emma, quien iba a estudiar en la FLACSO y los hijos de la pareja:
Jorge Alberto, de once años y María Belén de nueve.
La
vida doméstica de los Escandón y de los Escandoncitos no fue necesariamente
fácil al principio pues estuvieron alojados por aquí y por allá, mientras
encontraban un lugar donde vivir.
Doña
Emma Luisa Calderón Díaz, mujer de carácter, había decidido que esa situación
no podía continuar. Cuando conoció el conjunto habitacional “El Altillo” le
pareció que ese era un lugar adecuado para iniciar la vida en tierra azteca.
Sin
embargo no tenían suficientes recursos para poder arrendar un departamento en ese
condominio, así que nos convocó a Hernán y a mí… nos había escuchado decir que
nosotros también pensábamos dejar la horrorosa suite en la que morábamos y… -en
una semana- Jorge, Emma, sus hijos, Jorge Alberto y María Belén y sus dos
nuevos hijos putativos “Mario Vásconez” y el “compañero Burbaniú” nos mudamos
al “Altillo”.
Durante
el tiempo que vivimos con los “Escandones” disfrutamos de un caluroso hogar y
de un gran afecto de familia.
Cuando
Marie Thérèse vino a México, le abrieron los brazos con cariño.
Cuando
nos casamos, nos acompañaron en ese acontecimiento y Emma fue testigo de
nuestro matrimonio.
Construimos
una amistad entrañable que perdura hasta ahora a pesar del tiempo y la
distancia.
Los
Escandones se quedaron en México. Jorge y Emma son abuelos, los niños que vimos
enfrentar sus primeros años de adolescentes en ese país extraño -que ahora es
el suyo- se casaron, tienen lindas familias.
Nosotros
regresamos al Ecuador y acá pudimos también hacer la vida y criar a nuestras
hijas. Manon -que nació en México- y Manuela –nacida en Quito-.
Cuando
yo estaba a punto de regresar al Ecuador en febrero de 1981, doña Emma Luisa me
pidió un favor que me ha tomado casi treinta y cinco años cumplirlo. Pero el 10
de junio de 2015, pude mandarle un correo electrónico comunicándole que por fin
había finiquitado su encargo.
Así
que me he puesto a escribir este relato, para dar cuenta de una historia que ha
durado excesivamente pero que tuvo felizmente un desenlace satisfactorio.
La
historia es más o menos así:
Antes
de viajar a México en 1978, doña Emma trabajó muchos años en la Junta Nacional
de Planificación que después se transformó en el Consejo Nacional de Desarrollo
-CONADE-.
Durante
el período en el que colaboró en el CONADE, sus funcionarios y empleados crearon
e integraron una Cooperativa de huertos familiares denominada “Los Bohíos”.
Una
vez conformada legalmente, con estatutos, directiva y personería jurídica, la Cooperativa
adquirió a crédito, dos predios en el valle de Los Chillos, uno ubicado en el
sector denominado Capelo y otro en lo que fue la hacienda Jatumpamba. Para cada
predio diseñaron una urbanización con lotes de aproximadamente 2.000 m2 y una
vez obtenidos los permisos respectivos del Municipio de Rumiñahui, sortearon
los lotes entre sus socios. A doña Emma le correspondió un lote en la
urbanización Jatumpamba.
Los
miembros de la Cooperativa se comprometieron a realizar un pago mensual que
permitiría de un lado, amortizar la
compra del terreno y de otro, iniciar las obras de habilitación de los terrenos:
apertura de calles, tendido de redes eléctricas, construcción del alcantarillado
sanitario y pluvial, tendido de la red de agua potable, construcción de
bordillos, veredas, espacios verdes y recreativos…
Emma
fue cumpliendo de forma regular sus pagos a la Cooperativa, durante algún
tiempo.
Cuando
viajó a México las cosas se complicaron pues el monto de la beca de FLACSO -que
era calculada para una sola persona- en su caso, debía servir para alojamiento,
comida, transporte y otros consumos de dos adultos y dos adolecentes. Restringieron
al máximo sus gastos y les fue imposible pagar las mensualidades a la Cooperativa
Los Bohíos.
En
enero de 1981 Emma recibió un telegrama de la Cooperativa (enviado a FLACSO en
diciembre de 1980) en el que le indicaban que debía 41 cuotas (más o menos 1.500
dólares) y que si no cancelaba la deuda de inmediato, corría el riesgo de ser
excluida como socia.
Respondió
el 15 de enero, manifestando su decisión de continuar perteneciendo a la Cooperativa
y ofreciendo cancelar el valor adeudado en el plazo de un mes.
Sin embargo no fue fácil hacer un giro en dólares desde
México y como yo estaba a punto de regresar al Ecuador, optó más bien por
entregarme el dinero acompañado por un poder, suscrito en el Consulado de
nuestro país en México, para que pudiera realizar el pago y encargarme de
cualquier otro lío de su terreno en el futuro.
Ni ella ni yo nos hubiéramos imaginado que este asunto iba a durar casi 35 años.
Ni ella ni yo nos hubiéramos imaginado que este asunto iba a durar casi 35 años.
Cuando
llegué a Quito el 18 de febrero, una de las primeras cosas que hice fue visitar
a los directivos de la Cooperativa en el edificio del CONADE. El 19 de febrero
me reuní con el presidente don Víctor M. Zúñiga y el gerente, ingeniero Trajano
Quintana. Al conversar con ellos supe que los requerimientos de cobro a los
socios morosos había comenzado en agosto del 80 y que en el caso de Emma, en
diciembre le habían dado un plazo de pago hasta el 2 de enero del 81.
A
pesar de haberme acercado a esa reunión con el dinero en el bolsillo, no pude
hacer el abono a la cuenta de Emma pues según me enteré, el 14 de enero, ella
había sido excluida de la Cooperativa.
Me sugirieron presentar una solicitud de
apelación a la Asamblea General de Socios que se iba a reunir el 13 de marzo.
El día 4 presenté una carta en ese sentido y concurrí a la asamblea el día 13.
Hice un alegato que resumía el problema y luego me retiré para que pudieran
deliberar.
Cuando
terminó la asamblea me comentaron que los socios habían tratado en paquete, la
mía y otras cinco solicitudes y las negaron por extemporáneas.
El
20 de marzo presenté un documento de seis páginas dirigido a mi amigo Humberto
Vinueza, quien se desempeñaba como Director Nacional de Cooperativas, apelando
la decisión de la asamblea de la Cooperativa… le pedía que analizara la
posibilidad de que se reviera esa decisión, se reincorporara a Emma como socia
y se me permitiera pagar el dinero que ella había enviado conmigo.
El
Director de Cooperativas citó al presidente y al gerente de Los Bohíos a una
reunión el 9 de julio para tratar la exclusión de Emma. En esa reunión les
entregué copias de mi alegato y todos pudimos expresar nuestros argumentos.
Luego
de esa comparecencia, que tuvo carácter informativo, el Director de Cooperativas
nos convocó a otra sesión el 7 de agosto para poder tomar decisiones. En esa ocasión
los directivos de Los Bohíos concurrieron con su abogado y llevaron los
estatutos y una serie de documentos que amparaban y justificaban su decisión. A
pesar de que en esa oportunidad yo expuse una serie de vicios -de fondo y de
forma- de la exclusión, los directivos mantuvieron y defendieron esa decisión.
Nos pidieron salir de la sala hasta que los funcionarios y asesores jurídicos de
la Dirección de Cooperativas trataran el asunto. Una hora más tarde nos
informaron que mi alegato había sido negado.
En
los días posteriores tomé contacto con los directivos para saber qué debía
hacer para recuperar el dinero de Emma; ellos se comprometieron a avisarme el
tipo de gestión que debería realizar. Sin embargo el asunto tomó mucho más
tiempo de lo que podía suponerse pues todos los recursos de la Cooperativa
habían sido usados para el pago de los terrenos y casi no tenía liquidez. Ofrecieron
avisarme el momento en que tuvieran un excedente para proceder a la devolución.
Varios
meses después, en los primeros días de mayo de 1982 recibí una llamada de la
Eco. Rosario Valladares, contadora de la Cooperativa, indicándome que ya
disponían de fondos para realizar la devolución del dinero. Al mismo tiempo, me
comentó que la Cooperativa había decidido vender unos pocos lotes sobrantes (así
como los lotes de los socios que habían sido excluidos), para obtener recursos
frescos para los gastos de urbanización. Me sugirió llamar al Eco. Marco
Jaramillo, responsable de la Comisión de Crédito y Finanzas de la Cooperativa,
para ver la posibilidad de que el lote de Emma le fuera vendido a ella misma
pero a precio de mercado.
Así
lo hice; le expliqué el asunto y ofreció darme todo el apoyo del caso, no sólo
porque era muy amigo de Emma y de Jorge, sino porque le parecía justo que la Cooperativa
pudiera ayudar a alguien que había sido socio fundadora. Me ofreció informarse
del caso y con los datos y las cifras en la mano, reunirse conmigo para
analizar la mejor estrategia para enfrentar el asunto.
Me
llamó a los pocos días y me reuní con él el 6 de mayo.
Me
comentó que según pudo averiguar, Emma tenía depositados en la Cooperativa casi
89.000 sucres (3.264 dólares) y que el lote que había sido suyo tenía una
extensión de 1.768 m2.
Adicionalmente
me comentó que la Asamblea había decidido vender los lotes remanentes a un
valor de s/. 600 c/m2.
Sacó
cuentas en un papel y me hizo ver que ella tendría que pagar s/.1’060.800 ($ 39.000)
para comprar el lote. Si entre lo que tenía en la Cooperativa y lo que yo había
traído completaba s/.153.291 ($ 5.636), el saldo por pagar sería más o menos de
s/.907.300 ($ 33.357). Sin embargo, me explicó que la Cooperativa exigía un
abono inicial de entre el 15% y el 20% y el pago del saldo a 60 meses, con un
año de gracia en el que no tendría que pagar intereses.
Vimos
que el 15% ascendía a s/.159.120 y el 20% a s/.212.000 y las cuotas mensuales serían
de s/.15.121 ($ 556)… Si para Emma y su familia había sido casi imposible pagar
las cuotas mensuales de apenas s/.1.050 ($ 40), yo sabía que esta opción de
quedar endeudada para abonar más de quinientos dólares por mes iba a resultar
absolutamente imposible.
Le
planteé a Marco que se analizara la posibilidad de que el precio de venta no
fuera de 600 sucres sino de 500 por m2. Pero aún así las cuotas salían
altísimas ($ 447).
Estaban
a la venta un par de lotes más grandes de 2.133 m2. Emma podría comprar la
mitad de uno de ellos (1.067,5 m2), si conseguía otra persona interesada en
comprar la otra mitad. En ese caso el valor total a pagar sería de s/.640.500 ($
23.548), menos los recursos disponibles el saldo sería de $ 17.912 y las cuotas
de casi 300 dólares. Sin embargo ese monto seguía siendo muy alto para las
finanzas de los Escandón.
En
el plano de la urbanización vimos que existían otros lotes de 2.005 m2., que también
se iban a vender. Si Emma compraba uno -a medias con otra persona- las cuotas
serían $ 275 si el precio era de s/.600 por m2 o de $ 215 si el precio se lo
fijaba a s/.500.
El
10 de mayo dirigí una carta al señor Víctor Zúñiga, Presidente de la Cooperativa
"Los Bohíos" manifestando que Emma estaba dispuesta a adquirir un
lote en el predio Jatumpamba.
En
la carta solicitaba además, que se le permitiera adquirirlo a un precio
preferencial de quinientos sucres el metro cuadrado (s/. 500/m2), inferior al
que se estaba comercializando a terceras personas, por su calidad de socia
fundadora.
Me
respondieron una semana más tarde manifestándome que la solicitud había pasado
al Comisión de Crédito y Finanzas para
su estudio. Luego de eso me darían una respuesta.
La
cosa se enrumbó bien paro ahora tenía que encontrar un posible comprador para
el 50% de terreno, pues en caso contrario Emma no podría comprar su parte.
Charito
y Marco me preguntaron si no quería comprar la otra mitad del lote. Les respondí
que lo iba a pensar y que de todas formas, antes de darles una respuesta debía
consultar con Emma su interés en el asunto, la posibilidad de cubrir las cuotas
y si no le importaba que sea yo el socio comprador del otro 50%.
En
la noche llamé a los Escandón y les pareció bien la alternativa que habíamos
borroneado con Marco. Me dieron luz verde y al día siguiente fui al CONADE para
ratificar nuestro interés de comprar un lote de 2005 m2.
El
16 de mayo me reuní con Marco, incluso antes de recibir esa carta, pues él ya
había convocado a la Comisión y decidieron aceptar mi solicitud pero a s/.600
el m2. Incluso él había depositado S/.12.000 a nombre de Emma para reservar el
lote. Le agradecí su apoyo y ese mismo día le devolví el valor anticipado.
Un
par de días antes yo había ido a la oficina de Charito Valladares para
solicitar la devolución de los dineros de Emma para poder abonar al nuevo lote,
entregando copia del poder para avalar lo solicitado.
Pagué
la cuota de entrada de Emma y un monto igual por mi parte, s/. 137.479,20 ($ 5.054)
cada uno. Nos asignaron el lote No. 89 y desde ese momento comenzamos a pagar
regularmente nuestras cuotas mensuales.
En
un estado de cuenta que me entregaron el 12 de enero de 1984, certificado por
el Ing. Trajano Quintana y Rosario Valladares, gerente y contadora de la Cooperativa,
se podía verificar que tanto Emma como yo, habíamos abonado al valor total del
predio un monto de s/. 278.412,48 cada uno.
El
18 de Agosto de 1992, me entregaron un documento suscrito por el Eco. Pablo
Viteri, nuevo gerente de la Cooperativa de Huertos Familiares "Los
Bohíos" en el que se certificaba: que la Cooperativa vendió el lote No.89
de la Lotización "Jatumpamba", el 14 de Mayo de 1982 (diez años
atrás) a Mario Vásconez y a Emma Calderón de Escandón.
Se
mencionaba que la compra la hicimos las dos personas, por separado y en partes
iguales.
Se
certificaba que yo había cancelado la totalidad del valor del terreno el 6 de
Abril de 1987 y los valores correspondientes a urbanización el 15 de abril de
1991 y que Emma había cancelado el valor del terreno y los costos de
urbanización el 2 de Marzo de 1988.
.Finalmente
se aclaraba que como la venta del lote No. 89 se hizo en dos partes desde un
inicio, el lote disponía de dos acometidas de instalaciones y dos salidas de
canalización, para que cada uno de los compradores pueda disponer de su parte,
debidamente habilitada
Con
ese documento, un esquema del emplazamiento y un cuadro de áreas y linderos que
también nos entregaron, nos sería factible concurrir a la notaría para la
elaboración de las escrituras respectivas.
Me
informaron que las escrituras se debían firmar en la Notaría 25 del Dr. Daniel
Freire en los días subsiguientes. Las minutas borrador y los documentos
habilitantes ya estaban en poder del notario y era cuestión sólo de acercarse
para firmar esa documentación.
Así
lo hice, concurría a la notaría con mis documentos y el poder que me había dado
Emma años atrás y expliqué al notario el
motivo de mi visita.
Ahí comenzó otro calvario que nos tomaría 23
años más.
Todo
comenzó cuando el notario revisó la documentación de Emma. Descubrió que yo
sólo tenía copia de la cédula y no el original y que además, ésta ya estaba
caducada.
De otra parte, el poder que me facultaba para hacer todos esos
trámites ya no era válido; había salido una nueva disposición legal por la cual
los poderes emitidos por personas casadas, debían tener la firma de los dos
cónyuges… y el poder de Emma sólo era suscrito por ella.
¡Horror!
Cuando
me serené, pude avizorar que la solución de este enredo parecía más o menos
simple. Era cuestión de pedir a doña Emma Luisa Calderón de Escandón que se
acercara al Consulado del Ecuador en México, sacara otra cédula de ciudadanía y
solicitara un poder a mi nombre, en el que debían firmar Jorge y ella.
Parecía
simple; pero el asunto no lo fue. Emma había extraviado la cédula y pasaporte
ecuatorianos, nunca denunció su pérdida ni ante las autoridades mexicanas ni en
el consulado. Además ella nunca se había inscrito en esa dependencia como
ecuatoriana residente en México, por tanto no existía para nuestras oficinas
consulares. Tampoco disponía de otro documento que probara su nacionalidad,
salvo una vieja fotocopia en blanco y negro, casi ilegible de su cédula. Fue
varias veces al Consulado y terminó teniendo un altercado con los funcionarios
de esa oficina que no pudieron o no quisieron ayudarla.
El
resultado fue que por mucho tiempo se fue aplazando la firma de las escrituras
de la compra del terreno.
La
cosa se complicó aún más con la extinción del la Cooperativa Los Bohíos. Una
vez que fueron entregados los lotes a los socios, desapareció el motivo de su
creación y por tanto la Asamblea voto por su disolución.
El
predio que había sido administrado por la Cooperativa pasó a llamarse
legalmente “Urbanización Los Bohíos de Jatumpamba” y su gestión y mantenimiento
pasaron a cargo de un “Comité Pro-mejoras” con personería jurídica, directiva,
registro de contribuyentes y quién sabe, cuántas otras cosas.
Como
Emma no pudo enviarme los papeles yo también deje pasar el tiempo y nunca llegamos
a firmar las escrituras.
Todos
los años sin embargo, desde 1986 hasta 2013 tuve la precaución de pagar los
impuestos prediales por el lote 89, aún si seguía contando como propiedad de la
lotización y luego de la urbanización Jatumpamba.
También
tuve la precaución de pagar las cuotas de mantenimiento y todas las cuotas
extras que solicitaba el Comité Pro-Mejoras de la Urbanización, así que en
diversos momentos lo requerí, pude pedir un Certificado de Expensas sin ningún
problema.
En
varias ocasiones consulté a diversos abogados sobre el camino a seguir para
obtener las escrituras. Al haberse extinguido la Cooperativa, la única forma de
lograr ese cometido, era planteando un juicio contra la Dirección Nacional de
Cooperativas en un Juzgado de los Civil, para que un juez dispusiera que los
lotes fueran adjudicados a nuestros nombres.
Traté
de hacer ese proceso en dos ocasiones pero me topé con el mismo problema. El
poder de Emma ya no era válido y su cédula estaba caducada. Además ella y Jorge
no tenían tiempo, condiciones y facilidades para hacer el viaje y permanecer en
el país por un tiempo incierto mientras se desarrollaba el juicio
Puse
el asunto en manos del doctor Gustavo Salazar quien me recomendó que la única
salida que él veía posible, era que yo planteara la demanda por mi lado y que,
una vez que se me adjudicara el terreno, lo vendiera para entregar su parte a
Emma.
Consulté
esta opción con los Escandón y una vez que tuve su visto bueno, di luz verde al
doctor Salazar para que comenzara los trámites judiciales.
La
demanda debía presentarla junto con mi esposa, así que una vez que vimos que
esa era la mejor salida, Marie Thérèse y yo solicitamos la prescripción
adquisitiva de dominio sobre el lote 89 de la Urbanización “Los Bohíos de
Jatumpamba” en escrito entregado en el Juzgado de lo Civil de Sangolquí, el 17
de abril de 2012.
El
9 de mayo el Juzgado 17 de lo Civil y Mercantil
de Pichincha, avocó conocimiento del juicio, calificando la demanda de
clara, precisa y que cumplía todos los requisitos exigidos por la ley. En la
misma providencia citaba al Director Nacional de Cooperativas como actor
demandado.
El
juicio duró 15 meses, y una vez que las partes presentamos los escritos,
pruebas, documentos, testigos y demás formalidades, el juez nos entregó las
escrituras del terreno, el 11 de julio de 2013. Mis amigos y colegas de CIUDAD,
Jenny de Endara y Jorge García amablemente declararon como testigos a mi favor.
Así pudimos ganar esa demanda.
Apenas
tuve las escrituras en mi mano, puse el terreno a la venta de inmediato.
Contraté a Karina Romero, asesora comercial, de la firma “Gestión Inmobiliaria
y le entregué todos los papeles para que consiguiera un comprador.
El
3 de diciembre llegué a un acuerdo de compra-venta con una persona interesada y
firmamos las escrituras en febrero de
2014.
Naturalmente,
lo primero que hice al concretarse la venta, fue comunicar a Emma las buenas
nuevas y pedirle que me dijera qué hacer con su dinero.
Yo
tenía todas las cuentas al día, así que una vez descontado lo que Emma me debía
por el dinero que había adelantado en todos esos años, por impuestos prediales,
cuotas de mantenimiento, gastos de abogados, pago a la corredora y otras cosas
menores, dividí el saldo en dos partes iguales y deposité la suya en una cuenta
de ahorros para que ganara algo de intereses, mientras esperaba sus
instrucciones.
Hace
un par de días, aprovechando que Jorge estaba de paso por el país, hemos podido
tomar decisiones y hemos procedido a realizar varias inversiones siguiendo un
plan instruido por Emma.
Eso
es todo.
He
podido cumplir con el encargo que Emma me confió en febrero de 1981. Largo
tiempo después pero he cumplido.
¡¡Que
lo disfruten Escandones!!
Para que podamos ir encontrando aspectos como el de MARKETPLACE DE TERRENOS es bueno que comprendamos muchos temas buenos e interesantes.
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