Escuché por primera vez las canciones de Cesária Évora en casa de unos amigos muy queridos Jean Louis y Sylvie Esquerré.
Supongo que se dieron cuenta del impacto que me causaban las dulces interpretaciones de Cesária pues me obsequiaron su disco "MISS PERFUMADO".
Posteriormente, en 1996 conseguí otro disco, "LA DIVA AUX PIETS NUES" (“La diva de los pies descalzos”), en Estambul, en medio del barullo de HABITAT II, durante la cumbre de los Asentamientos Humanos. Me lo recomendó Alberto Montt un joven diseñador apasionado por la música. Estuvo encantado de saber que yo había escuchado a Cesária, quien todavía no era muy conocida en el Ecuador.
Los dos discos son realmente sensacionales.
Cesária Évora, nació en 1941 en “Cabo Verde” ese pequeño país insular correspondiente al archipiélago del mismo nombre, situado en el Océano Atlántico frente a las costas de Senegal.
El archipiélago de “Cabo Verde”, está compuesto por diez islas grandes y cinco menores. Varias se agrupan por proximidad, en islas de “Barlovento” e islas de “Sotavento”. Entre las primeras está la isla de “Sal” donde se construyó el aeropuerto internacional Amilcar Cabral; la isla Santiago donde se encuentra la ciudad de “Praia”, capital del país y la isla de São Vicente donde está Mindelo la segunda ciudad del país. Cesária Évora nació allí.
Mindelo es una pequeña ciudad portuaria con una población que apenas supera los 70.000 habitantes. La mayor parte de sus habitantes se dedican a la pesca, algunos a la agricultura y otros a pequeñas manufacturas, comercio y servicios.
Las islas estaban deshabitadas hasta el siglo XV cuando Portugal comenzó un proceso de colonización. Durante la colonia el archipiélago fue usado como un lugar estratégico para el mercado de esclavos.
A la llegada de los portugueses el nombre actual del archipiélago correspondía a la realidad. Las islas se hallaban cubiertas de una verde y densa vegetación tropical.
Desde 1462, cuando los primeros colonos desembarcaron en Cabo Verde, iniciaron el cultivo de la caña de azúcar, pero el clima no favoreció las actividades agrícolas. Talaron toda la vegetación y hoy en día, se puede observar con dolor, que las islas son un verdadero desierto; todo el país, de verde no tienen nada y el segmento de la población que ha emigrado a muchos otros lugares, huyendo del hambre y de la pobreza, es mayor que la población total de Cabo Verde. Cesária Évora es conocida como "la diva de los pies descalzos", debido a su costumbre de presentarse descalza sobre los escenarios, en solidaridad con las personas que viven en extrema pobreza en su país.
Pero también se la conoce como la “Reina de la Morna”. La “morna” es un género musical típico de Cabo Verde, emparentado con el “fado” portugués, la “modinha” brasileña, el “tango” argentino y el “lamento” angoleño. Tiene como columna vertebral la “Saudade", esa palabra tan difícil de definir pero que abarca, supera, envuelve y revuelve: añoranzas, melancolías, recuerdos, deseos, sueños, tristezas-alegres y alegrías-tristes.
Pero también se la conoce como la “Reina de la Morna”. La “morna” es un género musical típico de Cabo Verde, emparentado con el “fado” portugués, la “modinha” brasileña, el “tango” argentino y el “lamento” angoleño. Tiene como columna vertebral la “Saudade", esa palabra tan difícil de definir pero que abarca, supera, envuelve y revuelve: añoranzas, melancolías, recuerdos, deseos, sueños, tristezas-alegres y alegrías-tristes.
Las composiciones se cantan, por regla general, en el idioma “créole du Cap-Vert”, una mezcla de portugués y varias lenguas africanas, muy difícil de comprender aun para portugueses y brasileños.
Entre los instrumentos más usados para acompañar las interpretaciones de las “mornas”, los más frecuentes son el clarinete, el acordeón, el violín, el piano, la guitarra y el cavaquinho un instrumento de cuatro cuerdas, pariente de la guitarra y el “cuatro” venezolano.
Durante los últimos años la morna ha sido muy difundida a nivel internacional por la discografía y los conciertos, festivales y presentaciones de Cesária Évora en numerosos países de Europa y del resto del mundo. Es por ello que a las mornas de cabo verde se las conoce también como “blues cabo-verdianos”.
Cuando canta, Cesária Évora trasmite un sentimiento de nostalgia infinita, trata de reflejar la realidad insular del pueblo de Cabo Verde, la larga y amarga historia de aislamiento de su país; el comercio de esclavos, la emigración y el amor por la tierra que sus compatriotas han tenido que abandonar aun queriendo quedarse.
En octubre de 1996 participé con varios amigos en la Reunión Regional para América Latina del Consejo de Concertación del agua Potable y Saneamiento – WSSCC. La música de Cesária Évora contribuyó al éxito de esta reunión pues yo acababa de conseguir los discos ya mencionados y me encargue de difundir las interpretaciones de esta singular intérprete entre los colegas que vinieron a Quito a esa reunión. Los participantes, provenientes de casi todos los países de América Latina, estuvieron de acuerdo en que las canciones entonadas por esta maravillosa mujer resultan muy importantes para la vida, tanto como el aire o el agua.
Tres de los amigos de la reunión de Quito, Alex Abiko, Raymond Jost y yo, tuvimos la ocasión de toparnos en otro evento del WSSCC; esta vez en Londres, en noviembre del mismo año. Y como por casualidad, (aunque la casualidad no existe), Alex nos avisó que Cesária Évora se presentaba en el “Queen Elizabeth Hall”; él tenía un compromiso esa noche, pero nos sugirió ir a ese magnífico teatro para intentar conseguir entradas de “ultima hora”.
Las localidades estaban totalmente vendidas desde hacía muchos días; sin embargo, la noche del concierto, Raymond y yo fuimos temprano a esperar, en una larga cola, el azar de una reservación cancelada o de un boleto vendido a último momento.
Pero el azar tampoco existe, lo único real es el destino. Y el del Secretariado del Agua que ya tiene una serie de enredos con el agua y la vida; definitivamente debía cruzarse con Cesária Évora y su música. Una persona se aproximó a la gente de la cola y preguntó -en inglés- si alguien quería un par de entradas. Como la casualidad no existe (ya lo dije), las demás personas estaban despreocupadas, nadie reaccionó… en cambio, Raymond y yo, alzamos al mismo tiempo la mano…
Cuando el elegante caballero nos entregó dos tickets, agradecí y pregunte: -“¿How much is it?”…él respondió: -“¡Don’t worry, it’s free for you!.. ¡Please, enjoy the show..!
De pronto nos encontramos sentados en tercera fila, en dos enormes y confortables butacas de cuero, gracias a dos boletos obtenidos sin costo alguno.
De pronto nos encontramos sentados en tercera fila, en dos enormes y confortables butacas de cuero, gracias a dos boletos obtenidos sin costo alguno.
Asistimos a un concierto maravilloso. La voz de Cesária Évora, con un excelente acompañamiento instrumental, resalta lo emotivo de la música “cabo-verdiana”. Los oyentes que no entendían su lengua, como era el caso de Raymond, consiguieron percibir las emociones y la melancolía de sus canciones. Gozamos con Cesária en escena, lloramos con la ternura de sus canciones y junto a varios cientos de extasiados espectadores, dejamos parte de nosotros en las palmadas con las que colectivamente intentábamos decirle gracias.
Como la casualidad no existe, Gustavo Riofrío, otro de los amigos con quienes disfrutamos de la música de Cesária durante el encuentro de Quito, me escribió pocas semanas más tarde para contarme que consiguió el último disco de Cesária Évora. Amablemente se comprometía a grabar y enviarme una copia con ésa, su última adquisición. Le contesté contándole en pocas palabras esta historia de casualidades y destinos. Por supuesto agradecí su oferta, mas no la acepté, pues a la salida del concierto también tuvimos la oportunidad de comprar ese disco; se titula "CESARIA" (una verdadera maravilla).
Luego de todos estos años puedo declarar que amo a Cesária Évora, cantante de pies descalzos y melodiosa voz. También amo profundamente a Cabo Verde, ese “pequeño país”, aun sin conocerlo. Amo sus playas y sus laderas desérticas -antes verdes palmerales-; amo su música; amo a su gente. Amo todo lo que venga de ese "petit pays", por obra y gracia de esta mujer de voz excelsa.
¿Han escuchado a Cesária Évora?, ¿no?... Deberían hacerlo. Estoy seguro de que luego de que sus tiernas melodías les sacudan los poros, aprenderán a amarla; y no sólo a ella y a su pedacito de tierra, a la brisa y al mar, sino a la vida misma.... de manera diferente.
Supongo que vale la pena conocer Cabo Verde. Pero por lo pronto es factible comenzar a amar a ese país a través de la voz de esta extraordinaria mujer. Escuchen sus canciones y después charlamos. ¿De acuerdo?
Hace tiempo que leí este "post", Leo con placer todos los que envías. Debo decir que los recuerdos de viaje que tengo, son los que tu describes tan bien. Te envío un abrazo en este día gris, luego que no clasificamos para la siguiente ronda del Muncial.
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